Partida Rol por web

Me puse a buscar en cuanto escuché la estrategia.

Muy hábil pensé de Wolkot. No obstante, el ya tenía mucha experiencia.

No oís respuesta alguna de la hermana de Ismarck, no oís señales de un cerrojo ni de que una trampilla se abre. No hay manera de que parezca que vaya a abrir la trampilla.

Y para colmo vuestras actitudes están empezando a resultar sospechosas...

El veteranoo siguió a Quenya y y se aseguró que no hubiera enemigos, (de paso buscó la trampilla).

Aprovecho que estoy arrodillado en el suelo para observar a mi alrededor en busca de la trampilla.

Ismark-Yoru se dió cuenta de que todos estaban un tanto nerviosos por la posibilidad de destapar la azagaya y no avanzaban en su intento por dar con la trampilla, de modo que, siguiendo el viejo dicho, si querías que algo saliera bien tenías que hacerlo por ti mismo.

Dando un corto paseo junto a la pared de la casa Ismark-Yoru, echó un rápido vistazo analítico por la zona, descartando aquellos lugares poco probables, así como aquellos donde los demás ya habían buscado. Si la trampilla no estaba escondida de una forma magistral, esta aparecería rápidamente ante el rápido pero concienzudo análisis. Para levantar menos sospechas, adoptó una postura un tanto frívola y cansada, como si aquella torpeza le irritara un poco, pero no demasiado. El auténtico Ismark se había mostrado como una persona nerviosa, pero desde luego no como un soberbio ni un estúpido.

- Ains... -dijo cansadamente durante su paseo- ...Como si la desaparición de padre no fuera suficiente...

Igor al igual que había estado haciendo hasta el momento siguió a Ismark, la idea de Wolkot le había parecido buena, pero al ver como Yoru se había quedado quieto y que el viejo guerrero había empezado a andar hacia adelante, decidió quedarse junto a él, para mantener la postura que tomaría un auténtico guardaespaldas, que era permanecer al lado del protegido, manteniendo la vista en la lejanía atento a cualquier movimiento sospechoso.

Tras estar un rato patrullando en silencio sin que nadie dijese nada, Thokk se aburrio y le pregunto a Alese. ¿Que ha llevado a alguien como tu a acabar en un sitio como este? Sin mala intencion, solo es curiosidad. - dijo intentando ser amable

- Si te soy sincera, no lo sé. Llevo unos años rodando de aquí para allá, ayudando allí donde mi presencia puede servir para mejorar las cosas. Especialmente sanando y combatiendo el mal en su forma de muertos vivientes. Soy un poco como esos compañeros iluminadores, aunque menos rígida a la hora de aplicar la doctrina de mi dios. Siempre he creído que si he de convertir a alguien a mi credo, ha de ser a base de que vean como soy y que piensen que mi forma de vida está bastante bien. El como llegué aquí, la verdad es que no lo sé.

Cuando escucho las respuesta de Alese me veo obligado a finalizar mi rezo.

-Lamento discrepar en lo que acabas de decir, pero los iluminadores no nos dedicamos a ir convirtiendo a gente por la fuerza. Aunque yo al menos sí soy de la opinión de tener que defender mi fe con fuerza, el bien ha de prevalecer por encima de todo, Pelor nos ha otorgado una misión y unos deberes, es nuestra responsabilidad hacerlo bien.

- No creo haber dicho que vosotros convirtáis a la gente por la fuerza, y si lo he dado a entender lo retiro.

-Disculpas aceptadas, es lo que creía haberte entendido, pero no por ello lo que querías decir.

La respuesta de Alese a la pregunta de Thokk hizo que uno de los iluminadores dejase de lado sus rezos e itentara dar su opinion. ¡Anda! Si puedes hablar sin el permiso de tu jefa... Nunca lo habria imaginado. - dijo Thokk riendose, Es una forma noble de ganarse seguidores, Alese. Y dejame decirte Haiayel que no puedes imponer tu forma de vida ni tus creencias por la fuerza, asi solo consigues odio hacia ti y puede que hacia tu dios.

Tan solo es Yoru el que es capaz de encontrar la trampilla escondida tras una roca, la trampilla está muy bien camufalda en una falsa roca. Se nota que el resto de los acompañantes no sabían ni por donde buscar. Ismarck (Yoru) se acerca a la puerta abriéndola y entrando. 

Cuando la luz que hay en el jardín ilumina el pasillo de la trampilla encontráis a una mujer armada con una espada, una coraza, una capa y un escudo pesado de acero. En cuanto abrís la puerta la mujer apoya la espada en el cuello de Ismarck y te dice:

- No sé quién eres ni quien es tu ejército pero seas quien seas no podrás hacerme daño y mucho menos podrás hacerte con el cuerpo de mi padre ni con nuestra fortuna. Mi hermano pronto regresará y entonces toda tu artimaña se habrá acabado. Lárgate tú y tus seguidores o sino tendrás que enfrentarte contra mi espada. No pasarás de aquí sin enfrentarte contra mi.

Esta nueva situación me pareció bastante graciosa. 

No iba a presentar batalla contra esa mujer. Decidí cruzarme de brazos y dejarme sorprender por las artimañas de Yoru.

Aunque sabía que lo más prudente era irse de allí y seguir nuestro camino

Envy se sentia bastante estupida mirando el suelo por todos lados, no sabia como era la trampilla o puerta que buscaban, y no sabia bien donde buscar.

En un momento que dejo de mirar al suelo sintiendo inutil su tarea, vio como Yoru habia dado con ella, con lo que se acerco a el, llendo a su espalda, con la cimitarra ya envainada. Lo cual lamentaba, ya que al parecer habia nuevo peligro adentro, este era filoso, y estaba en garganta de Yoru.

-Calma, señora, no buscamos ningun mal para usted, su casa ni nadie...-

Igor siguió a Ismark manteniendo su pose y le siguió hasta el punto donde se encontraba la puerta secreta. Esperó a que la abriera y trató de entrar con él, Ocaso detrás. 

La puerta no fue mayor obstáculo, lo era la espada que apuntaba al cuello de su extraño compañero. Ocaso se puso tenso pero el lo relajó con un gesto de su mano. Luego escuchó a su lado las palabras de Envy, que al igual que el resto venían de distintas direcciones tras su infructuosa búsqueda, pidiendo calma.

No podía estar más de acuerdo, calma era lo que se necesitaba en aquellos momentos. Muy lentamente extrajo la carta que les había llevado hasta allí. - Señora, voy a dejar esto en el suelo para que lo lea. Hemos venido aquí a ayudar. Si no desea nuestra ayuda nos iremos. Yoru, retrocede un par de pasos para que pueda recoger y leer la carta tranquilamente. - dicho esto el se alejó unos pasos.

Ashlyn seguía aún con una rodilla en el suelo y continuaba rezando, era un buen momento y estaba segura que los habría pocos como ese para poder tranquilizarse...

Y aunque tenía bastante capacidad de abstracción no era impermeable a las afrentas, despues de todo seguía teniendo el corazon de una guerrera, le latió el corazón con fuerza con las palabras del gigante, pero se dominó y así esperaba que hiciera su compañero; se dedicó a sus oraciones que ya se acercaban al final...

Sin decir nada, me quedo donde estoy. No me gusta que hayamos tenido que mentir, pero tampoco quiero actuar en contra de mis compañeros de viaje, pues la intención era buena. Finalmente, espero a ver cómo se desarrollan los hechos rezando por que hayan aprendido la lección. 

Yoru notó el filo de la espada en su cuello. No era la primera vez que se enfrentaba a esa situación y esperaba encarecidamente que tampoco fuera la última. La mujer parecía tan aguerrida como pretenía, y si bien Yoru consideró que posiblemente podría reducirla con una llave de cuerpo, o bien convencerla con un comentario sutil, tras considerarlo un momento decidió volcarse por la verdad. La mentira era una herramienta, no una forma de vida. Al menos no en la vida de Yoru.

Lentamente, su aspecto volvió a adquirir las facciones de un elfo, sonriente y de ojos amables, una muy alejada de la mirada y sonrisas psicóticas que asomaban a su rostro de manera habitual. La del elfo, era la pura imagen de la bondad y de la ternura, cuando, tras sonreir a la espadachina, comenzó a hablar.

- Mi dulce señora... -su tono estaba lleno de tranquilidad y confianza, reflejando honestidad- ...Mi amigo aquí presente dice la verdad. Esa nota nos convocó a fin de poder ayudar. Lamento encarecidamente haber tomado la forma de su hermano, pero necesitamos investigar los acontecimientos y la vi a usted tan sumamente turbada que pensé que así le causaríamos el menor trauma posible, pudiendo ayudar tanto a su padre y hermanos, como a usted... De nuevo me reitero en mis disculpas, milady. Nada debe temer de nosotros. Somos meros aventureros que buscamos aliviar a esta tierra del mal que la aqueja. No nos interesa vuestra fortuna y jamás osaríamos haceros daño alguno a vos o a vuestro patrimonio... Y ahora, milady, si aun teneis dudas acerca de nuestra naturaleza, permitidme que aclare las sombras que nublan vuestro juicio...

Y sin decir más, Yoru, con su sonrisa tranquila y confiada, comenzó a emanar una sensación de bondad que solo la mujer armada con la espada, Igor el explorador, y su fuel compañero canino podían percibir dada su cercanía. En todo caso no hacía falta nada más.

- Por favor, milady... -dijo nuevamente con la tranquilidad de un estanque en paz, mientras apoyaba suavemente dos dedos sobre el plano del arma que apuntaba a su cuello- ...apartad ese arma y dejadnos explicaros la situación. Esta vez, sin subterfugios...

- Está bien, dejad la carta ahí donde está y retiraos, si tan buenos aventureros decís que sois, largaos de aquí ahora mismo. Si finalmente confío en vuestras palabras os haré llamar a mi presencia. Pero ya hemos sufrido mucho todos, algunos más que otros y no pienso salir de mi casa hasta que no desaparezca esa infección. Tengo que proteger el cuerpo de mi padre, pues no quiero que se convierta en un zombi más, que pasee por las calles de Barovia.

- Si verdaderamente no queréis hacerme ningún daño, demostradlo, y dejadme sola como os pedí al principio. Regresad aquí cuando hayáis acabo con esta infección, suponiendo que haya manera y venid con mi hermano. Con mi verdadero hermano.

- Ahora, por favor, marchaos.

Dichas las últimas palabras la mujer suavizó la presión que estaba ejerciendo sobre el cuello del elfo con cara de bondadoso pero en ningún momento dejó de apuntarle. No bajó la guardia, pero en sus ojos podíais notar un mínimo de esperanza, algo que indicaba que quizá la solución a los ataques había llegado.