Partida Rol por web

Le dolia ver la posibilidad de dejar a un hombre solo asi de indefenso en el bosque, y luchaba la verdad en contra la posibilidad de quedarse con el. Pero debia ir con los demas y ver de que se llegara a un plan, que casualmente de seguro tendria similitud con el de Leo.

Asi que viendo como se habia sentado le poso una mano en su hombro como de apoyo. -Suerte, tal vez te quitaste la bendicion de lobo muy pronto- Dijo a tono de broma intentando sonreir. -Recuerda, no mires directamente a los ojos al jefe, pero no agaches del todo la cabeza... que no sientan que eres inferior pero tampoco que no das talla, ten esta actitud solo con quien se dirija a ti como el lider... y apenas nos vallamos, no esperes a que vengan... llamalos, anunciate, es como si llegaras a un castillo, no avisas que estas cuando ya te has colado dentro, sino a sus puertas- Luego lo abrazo desde atras y le dio un beso en la mejilla. -Mantente vivo... y si se torna feo, pide unirte... te prefiero como de los mios antes que muerto, tu tienes la suficiente voluntad para dorminar al lobo- Le dijo casi en susurro para el, no queria alarmar al resto con su ultimo consejo. Luego se irguio, dio media vuelta y fue con el grupo.

-Gracias, Envy.-Susurro mientras se aparta.-Volveremos a vernos.

Todo sucede tan rápido que soy incapaz de saber como reaccionar: la muchacha desnuda que me planta un bes en la otra mejilla, la aceptación por parte del grupo y la despedida de uno de sus miembros.Si llevara más tiempo con ellos podría apelar a su sentimiento de camaradería pero en boca de un extraño no serian sino palabras vacías

Leo, ¿sabes que no seremos bien vistos? Hemos matado a alguno de los suyos...

Miré al resto y añadí.

Me quedo con Leo, iremos al límite del bosque y allí anunciaremos nuestra llegada. Esperaremos a ser recibidos... Y, depende de como ocurra, veremos cuál serán nuestros siguientes movimientos

Y sin más preámbulos el grupo dejó solo allá atrás a Leo junto a Quenya, una extraña pareja que había formado las circunstancias, el resto volvían al pueblo, regresarían para volver a enfrentarse a la terrible plaga de muertos vivientes si es que los iluminadores no habían acabado ya con ella...

Una vez que todos se han ido,dejo pasar unos minutos. Entonces cojo las flechas de que dispongo y las coloco en el suelo delante de mi. Junto a ellas dejo mi arco. Acto seguido me pongo en pié mirando hacia el interior del bosque.

-¡HOLA!-Grito con todas mis fuerzas.-¡ANUNCIO MI PRESENCIA EN EL UMBRAL DE VUESTROS DOMINIOS! ¡NO ALBERGO ODIO NI MALAS INTENCIONES! ¡VENGO A HABLAR CUMPLIENDO LA VOLUNTAD DEL DIOS AL QUE SIRVO!

La respuesta se hace esperar un largo rato, demasiado, quizá no hayan oído al paladín, pero entonces un hombre mitad lobo mitad humano se muestra ante vosotros.

¿Por qué venís a perturbar la tranquilidad del Bosque Svalich? ¿Quiénes sois para reclamar nuestra presencia?

-Somos viajeros que desean anunciar su presencia en el umbral de vuestro dominio.-Digo tratando de estar calmado.-Mi nombre es Leo, soy paladín al servicio de Heironeous, y mi compañera se llama Quenya. No buscamos haceros mal alguno ni perturbar vuestra tranquilidad, sólo suplicamos vuestra ayuda.

Una plaga de muertos vivientes azota la localidad cercana, y hemos recibido noticias de que el único arma que puede pararlos se halla en vuestros dominios. Espero que entendáis que los votos que un día pronuncié me obligan a ayudar a quien lo necesita y proteger a los inocentes, con lo que, mientras hubiera una sola posibilidad de lograr frenarlos, debía intentarlo hasta mi último aliento. No os molestaría si hubiera otro modo de conseguirlo,pero me temo que no lo hay.

No os pedimos que nos ayudéis a buscarla, símplemente que nos permitáis el paso para poder hacerlo nosotros mismos. Por otro lado, si la tenéis, nos resultaría de gran ayuda que pudiérais prestárnosla. Yo mismo os la devolveré una vez el pueblo esté a salvo. Tenéis mi palabra.

Dejé que Leo hablara mientras dejaba mis brazos caídos y sin tensión. Cuando Leo terminó, tomé la palabra

No sé que tipo de relación tenéis con este pueblo. No somos de por aquí. No hemos venido buscando tesoros ni fama, sólo ayudar.

Quizá este pueblo no os tiene demasiada estima por ser diferentes. Miradme. En parte se lo que se siente. No es fácil caminar entre la muchedumbre sin que te miren con este color verde que tengo. Pero no todos son así.

Quizá no debéis nada a este pueblo, y lo entiendo. ¿Por qué ayudar a alguien que no os ha ayudado a vosotros? Pero pensad esto. Esta invasión no quedará en el pueblo. ¿No se han adentrado ya en vuestros dominios? ¿Cuánto tardarán? ¿Horas? ¿Días? ¿Sabéis al mal al que nos enfrentamos?

Por eso hemos venido a por ese arma. Nos han dicho que con esa espada podemos acabar con el mal. Como bien ha dicho mi compañero, no pedimos que nos guiéis hasta ella, pero sí os pedimos permiso para entrar a buscarla

- Jamás obtendréis el Filo de la Guardiana. Ese objeto está protegido por las fuerzas más intensas del bosque. Su protección ha sido nuestro trabajo y el de ella desde hace tanto tiempo que no lo recuerdo. Jamás permitiremos que la leyenda caiga en manos de los ajenos del bosque. ¡Jamás!

La plaga de los zombis no llegará hasta aquí, se alimentan de cadáveres y cuando en Barovia ya no quede nadie terminarán sucumbiendo. Jamás llegarán hasta aquí por lo que no, no nos preocupan. Pero si lo hacéis vosotros puesto que quereis perturbar la paz del bosque.

Vosotros, humano y descendiente del dragón del bosque, si habéis andado por el pueblo habréis contraído la maldición, así que marchaos. Se lo dije a vuestra compañera y os lo digo a vosotros: En este bosque no hay nada que os pertenezca y si tratáis de arrebatárnoslo dudo que sobrevivais. La fuerza de la manada es poderosa, pero mucho más es el poder de la Guardiana y más cuando se trata de proteger su filo.

Adiós.

El hombre lobo continúa mirandoos y mostrando fiéramente sus colmillos.

-Espera, por favor.-Digo conteniéndome para no dar un paso hacia él.-No quiero arrebataros nada. El Filo de la Guardiana puede ser la única oportunidad de esa pobre gente de sobrevivir. Sólo quiero usarlo para liberar al pueblo. ¿Acaso no duerme más tranquila la manada cuando ve que los peligros se alejan? Tener una horda de muertos vivientes cerca es siempre peligroso, lo sabes tan bien como yo. Son imprevisibles, y si alguno sabía en vida que la manada está aquí, es posible que os busquen después. Sólo he venido a pediros ayuda.

No quiero que me déis la espada. Quiero que la espada libere al pueblo de la maldición que lo subyuga. ¿Qué es preciso para que me ayudéis? ¿No queréis que toque la espada? Por mi parte no hay problema, escoged a algunos de vuestros guerreros para blandirla. Con tal poder el ataque de los muertos no debería ser una amenaza. Acabaríais con la plaga en unas horas y nosotros podríamos buscar al responsable y castigarlo como es debido. ¿Acaso no nos beneficiaría a todos? 

Sé que no soy parte de la manada, no tengo derecho a opinar sobre tales asuntos, pero no puedo hacer otra cosa que quedarme aquí y suplicar vuestra ayuda. Mis compañeros de viaje son hombres y mujeres de Fé, portan poderes otorgados por los dioses que pueden derrotar a los no muertos, sin embargo no siempre es suficiente y es muy probable que algunos caigan en batalla. ¿Acaso se merecen que sus muertes sean en vano? ¿Merecen seguir el camino de los que ya han sufrido la maldición?

¿Qué es preciso para que intervengáis? ¿Debo daros mi vida a cambio? Lo haré sin dudar. ¿Debo convertirme en parte de la manada? Si es preciso no tendré reparos en hacerlo. ¿Debo convencer a la Guardiana? Llévame ante ella, te lo suplico.

Solo dime, ¿Qué puedo hacer para que entendáis que no quiero robaros la espada y me ayudéis?

- Es que lo que parece que no quieres entender es que cuando caiga el pueblo de Barovia en mano de los muertos vivientes nosotros seremos libres y jamás volveremos a sufrir sus constantes ataques. Los muertos vivientes no tienen inteligencia y por lo tanto jamás llegarán hasta nosotros. Cuando Barovia caiga nuestro pueblo quedará en paz y no tendremos que vernos sometidos a sus miedos y ataques. No os lo repito más veces, marchaos ya. Aquí no se os ha perdido nada. 

El Filo de la Guardiana no se moverá del lugar en el que está. 

Marchaos.

-Los muertos no tienen inteligencia.-Digo asintiendo.-Pero ¿Acaso estáis tan ciegos que no véis que quien quiera que haya causado esto no se detendrá ahí? Si la mano que los guía los dirige contra vosotros no sobreviviréis. Con cada uno de vosotros que caiga el ejército de los muertos se hará más fuerte. No tendréis más remedio que luchar y perderéis a muchos.

¿El pueblo de Barovia os atacaba? Lo lamento, no tenía ni idea. Pero pensad en lo que ocurrirá si ahore les salváis. Os deberan la vida. Podreis incluso exigirles que os dejen en paz y respeten vuestro territorio. ¿Acaso no sería satisfactorio para todos?

Los muerto por ellos mismo no vendrán a por vosotros, pero la mano que mece la cuna sí que lo hará. Puede controlar a los muertos y los ha usado para atacar al pueblo. ¿A vosotros os controla? No, ¿verdad? Pues vendrá a por vosotros. Acabará con todos vosotros. ¿Queréis eso? Es vuestro pueblo y vuestra familia la que está en juego, si le tiene que importar a alguien es a vosotros. Pura supervivencia.

Si custodiais ese arma sabéis el poder que tiene y para qué debe ser utilizado. No entiendo por qué negáis tanto

-Yo si lo entiendo.-Digo a mi compañera.- Es lógico que quieran aprovechar la ventaja que la situación les da para librarse del enemigo o que incluso tengan miedo de perder el arma que deben proteger. Son dos reacciones completamente comprensibles y lógicas. Sin embargo, creo que el enemigo, el que dirige las huestes de los muertos, también ha contado con ellas. Debéis uniros, si no al pueblo al menos a nosotros, o todos pereceremos, incluidos vosotros. 

Y el licántropo sin deciros nada más simplemente se marchó de allí. No iba a seguir discutiendo y mucho menos repitiendo sus frases. Os dejó con la palabra en la boca. 

-¿Qué hacemos?.-Pregunto a mi compañera una vez que el lobo se ha ido.

-Sé que es la muerte segura, pero qué le vamos a hacer, ¿Verdad? Si existe una sola opción...-Digo a la semidragona.-Vuelve al pueblo y diles que voy a entrar yo solo.

Dicho esto, me doy la vuelta y emprendo el camino.