La mujer se mostró sorprendida por el grito que pegó Hanako, escuchando entonces los comentarios de ambos sobre que seguir a un desconocido no era buena idea y que en todo caso podían regresar por propio pie al pueblo.
- Es bueno saber que los niños de hoy en día no son tan ingenuos: afuera hay mucha gente peligrosa que podría aprovecharse de quién sea - sus palabras sonaban sinceras, con un deje de alegría. -. ¿Vuestro amigo era ese chiquillo que vino más temprano? Yo se donde esta: parecía perdido, así que lo lleve a mi cabaña para que pudiese descansar. Su amigo también parecía muy asustado, por suerte pude traerlo luego de irlo a buscar hace rato.
El comportamiento de aquel niño que salió huyendo por el pueblo comenzaba a tener algo más de sentido: tras analizarlo un poco, se percataron de que no se mostraba tan asustado o preocupado por lo que le pudo haber sucedido a su amigo, sino por algo que le podría estar por suceder a él.
- ¿Po...? Pues tú amiguita parece conocerlo bien. En todo caso, puedes llamarme Ha-chi-sha-ku-sama.
Un torrente de viento golpeó a ambos a la vez que en un instante la figura de la mujer desaparecía. Antes de que pudiesen reaccionar, la sombra de esta les cubrió desde atrás mientras con una de sus manos alcanzaba a Shin'ya, levantándolo con ambas manos con notable facilidad.
- Intentas actuar con valentía, pero realmente estas asustado, ¿no? Tranquilo, no dejaré que nadie te haga daño - le diría, mientras le daba vuelta para verle de frente y entonces acercarle a su cuerpo. Con su gran figura y largas extremidades, Hachishaku-sama terminó rodeando el torso de Shin'ya en un cálido y maternal abrazo, presionando al chico contra ella mientras esta bajaba un poco su cabeza para apoyarla sobre la de él con cariño, como quién abraza a un hijo.
Por lo menos Shin'ya estaba de acuerdo a la hora de alejarnos de aquella mujer, el problema sería cómo hacerlo. Dudaba que nos fuese a dejar marchar tan fácilmente si realmente era como en la historia. Y pensando en ello... El hecho de que hubiese aparecido tras mi historia era cuanto menos curioso, ¿sería que realmente había sido mi culpa y los espíritus si existían allí después de todo?
Pero surgió otro problema, aquella mujer confirmó que efectivamente ella se había llevado al otro niño a su cabaña. No solo eso, sino que estaba dando a entender que el otro también había sido raptado.
── ... Maldito crío.
Pensé nuevamente, ¿cómo se había dejado atrapar tras salir corriendo de aquella forma?
Que la mujer confirmase su nombre hizo que volviese a recorrerme otro escalofrío, pero nada comparado como cuando el viento nos golpeó al instante que la mujer desaparecía. Un pequeño salto di al escucharla detrás, viendo como apresaba a Shin'ya con claras intenciones de no soltarlo
── ¡E-Espera!
Ante aquella escena solté el palo y busque agarrarme a una de las piernas de este, tirando con toda la fuerza que podía en un intento de liberarlo. Aquello era malo, la situación se estaba complicando rápidamente y todo por entrar a aquel bosque persiguiendo a otro crío.
Aunque... Mientras tiraba tuve un pequeño momento de lucidez. Los otros dos niños estaban ya en su cabaña, y la única forma de que la encontrásemos sería que ella nos enseñase el camino. Si a ello le sumábamos que derrotarla por nuestra cuenta era una tarea que se nos escapaba de las manos...
Inspiré hondo para luego exhalar con fuerza buscando deshacerme de mis nervios. Aquella mujer definitivamente no era humana, pero de haber querido ahora mismo podríamos estar en una situación mucho peor. Y si contábamos con sus palabras... Tal vez, hasta cierto punto, podíamos salir de aquello de una pieza.
── ¿Sabes qué? Tienes razón, este sitio es peligroso para dos niños. No deberíamos estar aquí.
Salir por patas sería lo más inteligente y lo que mi cuerpo pedía, pero si lo hacía nada aseguraba que encontrásemos a Shin'ya y a los otros dos. Y hablando de Shin'ya... Entrecerré los ojos para lanzarle una mirada con la que lo inculpaba por haber querido ir al bosque.
- ¿Po...? Pues tú amiguita parece conocerlo bien. En todo caso, puedes llamarme Ha-chi-sha-ku-sama.
¿Hachishaku-sama? ¡No puede ser! Eso es una historia de miedo inventada... Varias gotas de sudor frío comenzaban a caer por las sienes de Shin'ya, quien ya estaba intentando calcular su siguiente frase y su siguiente movimiento. Tal vez podrían confundir a aquella mujer, o... a lo mejor, mezclándose entre la vegetación... o puede que trepando a...
Un torrente de viento golpeó a ambos a la vez que en un instante la figura de la mujer desaparecía. Antes de que pudiesen reaccionar, la sombra de esta les cubrió desde atrás mientras con una de sus manos alcanzaba a Shin'ya, levantándolo con ambas manos con notable facilidad.
- Intentas actuar con valentía, pero realmente estas asustado, ¿no? Tranquilo, no dejaré que nadie te haga daño - le diría, mientras le daba vuelta para verle de frente y entonces acercarle a su cuerpo.
Si antes había notado el sudor frío cayendo por sus sienes, después de aquella muestra de poder Shin'ya se quedó completamente helado. Tenía los ojos muy abiertos y, por alguna razón, la boca seca. Quería mirar a su alrededor, buscar una salida, pero no podía dejar de mirar fijamente a aquella mujer, como si aquello fuese a impedir que su próximo movimiento lo tomase por sorpresa. Desde luego no esperaba que lo acercase a ella y lo abrazara de aquella forma.
── ¿Sabes qué? Tienes razón, este sitio es peligroso para dos niños. No deberíamos estar aquí.
Salir por patas sería lo más inteligente y lo que mi cuerpo pedía, pero si lo hacía nada aseguraba que encontrásemos a Shin'ya y a los otros dos. Y hablando de Shin'ya... Entrecerré los ojos para lanzarle una mirada con la que lo inculpaba por haber querido ir al bosque.
Shin'ya le devolvió una mirada de asombro a Shiratori, aunque su boca no pronunció ni una palabra. Su mirada claramente quería decir algo como ¡¿Qué estás diciendo?! ¡¡Sal corriendo ahora que puedes!!, pero su boca estaba seca y de su garganta no podían escapar las palabras. Tenía frío, estaba paralizado y no sabía qué hacer. Le costaba aceptar que aquello no era un encuentro normal con una desconocida en un bosque. Aquello, pese a que no podía creerlo, era un encuentro... espiritual.
Mientras Shin'ya era petrificado por el miedo, la mujer giraría a ver a Hanako cuando esta le dio la razón, enseñando una dulce sonrisa.
- ¿Verdad que no? Se nota que eres muy inteligente. Tranquila, los llevare a ambos a un sitio donde estarán seguros - declararía la mujer, pasando a cargar a Shin'ya con uno de sus brazos mientras el otro lo tendía a Hanako para llevarla sujetada de la mano.
El tacto con aquella mujer era... extraño. Se sentía cálido, como si fuese alguien real y con vida, pero a la vez era como tocar algo que no debía estar allí, como si vuestro cuerpo reaccionase con inquietud a algo que no era capaz de comprender.
Tras recorrer varios metros del bosque, algo que consiguieron en pocos minutos pese a que se sintió eterno gracias a la presencia de aquella mujer, finalmente llegaron frente a una pequeña posada en medio de los árboles. Poseía el mismo estilo que las casas del pueblo, con muros de madera y una puerta de papel abierta permitiendo ver un largo pasillo en su interior: el fondo del mismo era cubierto por la oscuridad, impidiendo ver su final.
- Vamos, sus amigos les están esperando dentro - declararía la mujer, mientras se iba acercando hacia la entrada de la posada.
No obstante, según se iban acercando, algo les iba provocando una mayor inquietud. Al mirar hacia el vacío en el interior del pasillo era como si este les devolviese la mirada, y poco a poco desde la oscuridad asomaba la imagen de aquel par de niños que fueron atrapados antes por Hachiskaku-sama, ambos con sus miradas vacías y sus cuerpos apagados, acompañados por incontables figuras de otros niños que padecieron el mismo destino.
Shin'ya le devolvió una mirada de asombro a Shiratori, aunque su boca no pronunció ni una palabra. Su mirada claramente quería decir algo como ¡¿Qué estás diciendo?! ¡¡Sal corriendo ahora que puedes!!
Incluso si su mirada decía todo, no podía simplemente dejarlo y marcharme. Era obvio que no habría forma de que sobreviviésemos por separado, no luego de ver aquella demostración de poder.
El tacto de aquella mujer se sentía bastante... Incómodo. No había duda alguna de que no era humana y que no debía estar allí. No obstante encontrar la cabaña donde supuestamente estaban los otros niños fue un pequeño punto a favor, o al menos eso pensé antes de observar aquel pasillo.
Este se extendía como si no tuviese fin, avanzando hacia una oscuridad que de tener ojos nos estaría mirando cual bocado a punto de ser devorado. Tragué saliva por un momento, fijándome un poco mejor en el interior. Allí las figuras de múltiples niños se mostraron, incluyendo a aquellos dos que estaban con nosotros. No obstante... Ya no había forma de salvarles, sus rostros y aspecto hablaban por si solos.
Por unos segundos quedé paralizada, con la mente en blanco. Mi idea había sido saber donde estaba el lugar para luego enviar a los adultos pero... ¿Y ahora qué? Aquello realmente no había servido de nada cuando ya no había nadie a quien salvar.
Mis pupilas se movieron de lado a lado. ¿Qué podíamos hacer? ¿Cómo salíamos de esa? ¿Cómo escapar de un ser obsesionado con "proteger" a los niños?
Ahí fue cuando dos de mis neuronas hicieron contacto.
── Espera... Ellos dos están ahí, ¿pero Inosuke? ¡No veo a Inosuke!
Exclamé alarmada.
── ¡Él fue el primero en salir del pueblo, mucho antes que ellos! ¡Siempre se escabulle por un camino secreto que no nos quiere contar! ¿Y si le ha pasado algo malo? ¡Una vez se salvó de milagro porque los adultos se lo encontraron cuando le iban a atacar los animales salvajes!
No sabía hasta que punto podía funcionar aquello, pero tal vez podíamos aprovechar aquella obsesión de Hachishaku-sama para que fuese a rescatar aun niño que no existía. Algo que podía otorgarnos tiempo.
── ¡Hachishaku-sama, tienes que hacer algo! ¡Inosuke siempre termina en problemas cuando se escapa! ¡Y si lleva tanto tiempo fuera tal vez se haya alejado demasiado!
No era suficiente, había que hacerlo más real.
Recordé aquellos año trabajando en esa empresa que me había arrebatado todo, recordando la rabia e impotencia para forzar a que algunas lágrimas brotasen de mis ojos. Incluso me aferré a su vestido para dar suaves tirones.
── ¡Rápido! ¡Rápido! ¡No puedes dejarlo fuera! ¡Nosotros os podemos esperar aquí, pero tienes que sacarlo de ahí antes de que sea tarde!
Bastaba con que soltase a Shin'ya y se alejase. Si lograba aquello no dudaría en tomar de la mano a este y salir por patas de allí.
Al escuchar como Hanako se alarmaba, la mujer voltearía a verla en una mezcla de sorpresa y preocupación, deteniendo su avance hacia la cabaña.
- ¡Oh, no puede ser...! Rápido, entren y yo iré a... - claramente Hachishaku-sama se había creído las palabras de la niña, pero aún pensaba llevarles dentro antes de ir a hacer cualquier cosa. Al menos así fue hasta que Hanako llevó su actuación a otro nivel mostrando esos ojos llorosos mientras tiraba de su vestido, provocando que la mujer intercambiase mirada entre ellos y el pasillo. -. ¡Esta bien, esperen aquí! Volveré enseguida con su amigo.
Rápidamente la mujer dejó a Shin'ya en el suelo, y en cuestión de un instante otra corriente de aire golpeó sus cuerpos a la vez que su figura desaparecía al salir corriendo a una velocidad inhumana por el bosque.
Hanako no lo pensó dos veces en tomar a un shockeado Shiny'a para salir corriendo, intentando huir de aquel sitio antes de que la mujer volviese. Con cada paso que daban, los árboles giraban a su alrededor y las sombras se volvían más espesas, con cada segundo que pasaba sentían que aquella mujer volvería a aparecer en cualquier instante, y entonces, finalmente llegaron al final del sendero.
Llegaron frente a una pequeña posada en medio de los árboles. Poseía el mismo estilo que las casas del pueblo, con muros de madera y una puerta de papel abierta permitiendo ver un largo pasillo en su interior: el fondo del mismo era cubierto por la oscuridad, impidiendo ver su final.
- Po, po, po, que bueno que sigan aquí - la voz de la mujer sonó nuevamente detrás de ambos, mientras su sombra les cubría según se iba acercando.
Al final, Shiratori no escapó. Tampoco lo hizo Shin'ya, por supuesto, entre otras cosas porque la tal Hachishaku-sama lo tenía bien agarrado con aquellas manos de un tacto tan extraño y espectral. Le provocaba una sensación inquietante sentir el calor corporal de aquella entidad y al mismo tiempo sentir que aquello no era un calor humano verdadero, sino otra cosa. Algo extraño e irreal, pero al mismo tiempo terriblemente cierto.
Intentó prestar toda la atención que pudo durante el camino, aunque orientarse dentro de ese bosque era bastante complicado. Al final llegaron a lo que parecía una pequeña posada, y dentro de ésta se encontraban los dos niños perdidos. No sólo el que se había ido al bosque, también aquel que había salido corriendo gritando. Y no estaban solos: había una multitud de niños con miradas perdidas ahí dentro. Pero esto no tiene sentido, se decía Shin'ya. Los espíritus malignos no existen, son solo cuentos para asustar a los niños...
Mientras aún pensaba en eso, Shiratori habló.
Espera... Ellos dos están ahí, ¿pero Inosuke? ¡No veo a Inosuke!
- ¿Inosuke...? - murmuró en voz muy baja Shin'ya sin entender. ¿Se refería al niño que se había perdido en el bosque? ¿Al que había salido corriendo? Esos dos estaban ahí. ¿Qué demonios...? ¡Ah! Está intentando...
Dudaba que funcionase, pero Shin'ya dejó que Shiratori hablase sobre el tal Inosuke y la urgencia de ayudarlo cuanto antes.
Al escuchar como Hanako se alarmaba, la mujer voltearía a verla en una mezcla de sorpresa y preocupación, deteniendo su avance hacia la cabaña.
- ¡Oh, no puede ser...! Rápido, entren y yo iré a... - claramente Hachishaku-sama se había creído las palabras de la niña, pero aún pensaba llevarles dentro antes de ir a hacer cualquier cosa. Al menos así fue hasta que Hanako llevó su actuación a otro nivel mostrando esos ojos llorosos mientras tiraba de su vestido, provocando que la mujer intercambiase mirada entre ellos y el pasillo. -. ¡Esta bien, esperen aquí! Volveré enseguida con su amigo.
Rápidamente la mujer dejó a Shin'ya en el suelo, y en cuestión de un instante otra corriente de aire golpeó sus cuerpos a la vez que su figura desaparecía al salir corriendo a una velocidad inhumana por el bosque.
Hanako no lo pensó dos veces en tomar a un shockeado Shiny'a para salir corriendo, intentando huir de aquel sitio antes de que la mujer volviese. Con cada paso que daban, los árboles giraban a su alrededor y las sombras se volvían más espesas, con cada segundo que pasaba sentían que aquella mujer volvería a aparecer en cualquier instante, y entonces, finalmente llegaron al final del sendero.
Llegaron frente a una pequeña posada en medio de los árboles. Poseía el mismo estilo que las casas del pueblo, con muros de madera y una puerta de papel abierta permitiendo ver un largo pasillo en su interior: el fondo del mismo era cubierto por la oscuridad, impidiendo ver su final.
- Po, po, po, que bueno que sigan aquí - la voz de la mujer sonó nuevamente detrás de ambos, mientras su sombra les cubría según se iba acercando. -. Busqué por todas partes, pero no conseguí a vuestro amigo... Seguramente ya haya regresado a su casa. No se preocupen: Cuando vuelva a escaparse, prometo que lo encontraré y lo traeré para que este seguro - añadiría con un tono de sinceridad y una sonrisa optimista.
Para Shin'ya era tremendamente difícil creer que los espíritus malignos existiesen, pero mucho más difícil era creer que, de hacerlo, pudieran ser tan inocentes como aquella extraña mujer. Hachishaku-sama se había creído la mentira de Shiratori y había salido corriendo en busca de un niño inexistente, y ellos habían aprovechado para salir corriendo de su maldita cabaña. No se habían parado demasiado tiempo a pensar en los niños que todavía permanecían allí: no solo eran muchos como para coordinar su escape, sino que además tenían la mirada perdida y seguramente no habrían podido hacer que los siguieran fácilmente. Escapar ellos dos era lo lógico.
Y aún así, ¿habría hecho esto en mi anterior vida?, se preguntó. Una parte de él estaba arrepentido de intentar escapar dejando a aquellos niños atrás, y tal vez acabar perdiéndose en el bosque y llegar a la misma cabaña de la siniestra mujer fuese un castigo divino por haberlo hecho. La mujer apareció una vez más, dejándolos helados con su presencia y sus palabras, y Shin'ya apretó los dientes con rabia. Estaba enfadado con aquel maldito espíritu, y también consigo mismo. Por ser un niño débil incapaz de proteger al resto de niños, por haberlos dejado atrás para intentar huir, y especialmente por haber propuesto ir al bosque en busca del niño perdido.
- ¡Hachishaku-sama! - gritó dando un paso adelante y mirando a la mujer a los ojos. - Entiendo que quieres proteger a los niños, ¡pero esta no es la manera! Todos esos niños tienen padres, madres, familias que los están esperando. ¡No quieren estar aquí! ¡Debes dejarlos volver a sus hogares!
Que la mujer cayese en aquello fue sin dudas un gran golpe de suerte, cosa que no dudé en aprovechar para tomar a Shin'ya de la mano y salir por patas lo más rápido posible. Buscar a aquel niño le llevaría un tiempo, podíamos salir de allí pero... Tras un rato corriendo llegamos a un lugar similar... Demasiado similar.
── No puede ser...
Habíamos vuelto al punto de partida. Estaba segura de que no habíamos corrido en círculos, pero aun así habíamos vuelto al mismo lugar. Lo cual significaba una cosa...
── Solo podemos entrar y salir si ellas nos deja...
La voz de la mujer me sacó de mis pensamientos, sobresaltándome. ¿Tan pronto había vuelto? Se me acababan las ideas que podíamos usar para librarnos de aquello. Nuevamente notaba mi corazón acelerándose, posiblemente a causa de la adrenalina.
Pero en esta ocasión fue Shin'ya quien dio un paso adelante para pedirle que nos dejara ir. ¿Realmente sería tan sencillo? ¿Podríamos irnos sin más con un hola y adiós? Si aquello, de alguna forma, funcionaba no volvería a poner un pie en aquel bosque, pero si no...
── ¿Cómo nos enfrentamos a ella...?
Era necesario pensar en una forma de enfrentarla, tocaba poner la cabeza a trabajar una vez más a la espera de ver como resultaba aquello. En cualquier caso todo era cosa de no poner un pie ahí adentro.
Nuevamente la mujer se mostró sorprendida cuando uno de los dos le llevó la contraria, en este caso Shin'ya quién finalmente se había decidido a intentar arreglar todo aquello que asumía había provocado.
- Se bien que es así, ¿pero como puedes saber que están seguros con ellos? No los querrían tanto como yo... ¿O por qué nunca han venido a buscarlos? ¿Por qué nadie ha venido por ustedes? - cuestionaría con un tono de lastima. -. Conmigo siempre estarán protegidos: nunca dejaré que ninguno se pierda, que ninguno se vaya solo...
En algún punto, la presencia de la mujer se volvió más siniestra y pesada de lo que ya era. Sin que diesen ni un solo paso, sintieron como el pasillo a sus espaldas se acercaba más y más por si solo, como si sus cuerpos fuesen empujados por la nada al borde del abismo, con Hachiskaku-sama justo en frente mirándoles con una cálida sonrisa.
- Les prometo que los protegeré de él.
Con esta espada, juro al Hermano Sol recorrer la noche y proteger su llama de las sombras de la Luna.
Antes de que la mujer pudiese alcanzarles con sus manos y empujarles al pasillo, una voz se escuchó unos metros tras de ella, instantes antes de que una silueta saltase desde la sombra de los árboles para aterrizar a sus espaldas y en un limpio y veloz movimiento, desenvainar su espada.
¡Bless!

Hachishaku-sama no pudo siquiera terminar de girarse antes de que la hoja atravesase su cuerpo en diagonal, desprendiendo un destello llameante que se extendería alrededor de ambos como un aro de fuego. El calor de la llama resultaba acogedor, distinto a la sensación de peligro que solía provocar el fuego, teñido de un color amarillento con brillos dorados y blancos.
Las dos mitades de la mujer caerían al suelo sin haber derramado sangre, con su torso saliendo volando unos metros mientras las piernas simplemente se tumbaban en su lugar, permitiendo a ambos ver a la persona que empuñaba la espada que acabó con el espíritu.

Se trataba del padre de Midori, quién con una fría mirada empuñaba su katana envuelta en llamas. Era evidente que no se trataba de un fuego normal: tras realizar el corte, este disminuyó hasta apenas desprender de la hoja, de una manera anormalmente controlada.
- ¿Están bien? - preguntaría mientras terminaba de acercase, comprobando que ambos continuasen en una pieza. -. Luego hablaremos sobre que hacen aquí. Ahora, debo encargarme de ella.
Aún dándole la espalda, el hombre pudo percatarse de como las piernas de Hachishaku-sama se pusieron de pie, y de la parte cortada comenzó a aparecer el resto del cuerpo.

¿Quién... eres...?
¿Por qué... te entrometes....?
Si bien no quedaba rastro del corte en el cuerpo de Hachishaku-sama, se notaba en su tono adolorido que aquello le había afectado significativamente.
- Yo solo... Quiero protegerlos... Ellos no deben... No pueden... No merecen ser dañados... - mientras la mujer intentaba mantener la compostura, todo el bosque comenzó a girar a vuestro alrededor, y la posada a sus espaldas empezó a multiplicarse. Cientos de paredes y pasillos cerraron todo camino, llegando a cubrir incluso el cielo o el suelo, formando una especie de laberinto infinito en el que ahora estaban encerrados.
Por supuesto, idiota. Por supuesto que no iba a funcionar, se dijo a sí mismo Shin'ya mientras apretaba los dientes con fuerza, encarando a aquella extraña mujer. Había intentado razonar con ella, explicarle que no querían estar allí y que querían volver con sus familias, pero no había servido de nada. Aquella mujer no era alguien con quien se pudiera razonar. Demonios, probablemente ni siquiera fuera 'alguien' en general. Tragó saliva, y trató de no dar pasos atrás mientras la presencia de la mujer se hacía cada vez más siniestra.
No nos va a dejar marchar. No podemos escapar, porque nos perdemos y volvemos a la cabaña, pensó apretando los dientes. Entonces... ¿no hay nada que podamos hacer?
- Les prometo que los protegeré de él.
- ¿De... él? - murmuró Shin'ya. Había asumido que Hachishaku-sama quería protegerlos de los peligros del bosque, de la gente malvada y de los riesgos de la vida en general. ¿A quién se refería, entonces? - ¿Quién...?
Pero no llegó a tener respuesta, porque de repente una figura con una espada de fuego apareció y cortó al espíritu por la mitad. Shin'ya abrió los ojos como platos por la sorpresa, y por un momento pensó que por fin todo había acabado... pero no, aquella mujer seguía con vida, o el equivalente espiritual a seguir con vida. Y el hombre que había acudido en su ayuda era uno de los hombres del pueblo. Tragó saliva mientras, a su alrededor, todo se convertía en un enorme laberinto que ocultaba el bosque en el que supuestamente se encontraban. Giró su atención hacia la batalla para ver cómo se desenvolvía.
Aquello no había funcionado después de todo, tampoco podía culparle pues aquel ser se había mostrado bastante obsesiva con "protegernos". Pero entonces... ¿Qué podíamos hacer?
Tragué saliva, agarrando de la manga a Shin'ya para llamar su atención.
── S-Shin'ya... ¿Te he contado alguna vez sobre cierta criatura que caza espíritus y otros seres así...?
La idea de combatir el fuego con fuego ya rondaba mi mente hacía un rato, pero aquello podía ser demasiado extremo. Si mis palabras habían atraído a aquel ser... ¿Podía suceder de nuevo? Si no teníamos forma de escapar tampoco perdíamos nada con aquello. A fin de cuentas era como si aquel lugar tratase de tragarnos.
Hachishaku también estaba hablando sobre protegernos de alguien. ¿De quién? ¿Había más criaturas como ella por allí?
Aquella duda se resolvió bastante rápido cuando un destello incandescente se hizo presente en el lugar. Abrí los ojos sorprendida por aquello, ¿qué acababa de pasar? La sorpresa me impidió reaccionar, viendo a la mujer caer en dos al suelo para revelar al responsable de aquello. Un rostro familiar se hacía presente junto a un rayo de esperanza.
¿Habían sido mis palabras? ¿La casualidad del momento? No importaba, ahora teníamos oportunidad de salir de ahí.
── ¡M-M-MIDORI-SAMA!
Exclamé casi reverenciando al opuesto con aquella entrada. Por otro lado... ¿QUÉ HABÍA SIDO AQUELLO? ¿MAGIA? ¿ERA MAGIA? Por un momento me olvidé de la situación, al menos hasta escuchar nuevamente a la mujer y ver como se regeneraba. ¿Acaso era inmortal? Técnicamente la historia no especificaba como derrotarla, pero debía tener alguna debilidad... Por lo menos se la veía adolorida.
No obstante no podíamos cantar victoria. Algo extraño ocurría con aquel lugar, se movía de forma extraña. Nuevamente agarré a Shin'ya de la manga en busca de no vernos arrastrados de nuevo. Aun con ello aquel lugar se transformó en una especie de laberinto, cubriendo la zona en un abrir y cerrar de ojos.
── ¿Pero qué...?
¿Qué había pasado? De pronto nos encontrábamos en el interior de aquel lugar... ¿Siempre pudo hacer eso? Era como si prácticamente hubiese estado jugando con nosotros todo este tiempo.

El espadachín permanecía en pie entre ambos y la gran mujer, blandiendo con una mano su katana mientras permanecía en pie sin titubear ante el cambio de escenario. Por su parte, Hachishaku-sama se veía cada vez más descolocada, sujetándose a su sombrero y su vestido mientras se retorcía, entre lamentos y agonía.
- Y-Yo solo... Quiero protegerlos... Prote... ger... - repetía la mujer en una voz cada vez más baja, mientras las paredes de los incontables pasillos comenzaban a cerrarse sobre el grupo. -. N-No... Me dejen...
- Hmph... Ya veo... Eres ese tipo de espíritu, ¿no? - concluiría el padre de Midori, mientras de manera limpia y precisa envainaba su arma, apagando las llamas brillantes en el interior de la funda la cual descolgaría de su cinturón. -. No tienes que lamentarte más: Pronto todo terminará.
Un par de emblemas que colgaban de la soga alrededor de la funda tintinearon cuando Mizayaki empuñó su katana envainada, apuntando hacia la mujer. Entonces, un aura desbordante comenzó a girar a su alrededor cual torbellino, agitando la ropa de todos los presentes mientras les invadía una dulce calidez y calma.
- Ruego porque encuentres reposo en la rueda celestial; que tus fallos en vida no te persigan en la siguiente; y que encuentres lo que buscas cuando volvamos a verte - en un lento y delicado movimiento, el hombre empujó la punta de la funda contra el pecho del espíritu, enterrando el arma hasta atravesarla sin que brotase sangre o gritos: en su lugar, de entre la herida y el poco espacio con la espada se filtraba una luz, misma que empezaba a recorrer todo el cuerpo de Hachishaku-sama.
- Esto es... tan... cálido...
El cuerpo de la mujer comenzó a desvanecerse entonces en un montón de motas de polvo blanquecino, llevadas por el viento hasta desvanecerse junto a los incontables pasillos y puertas, regresandoles al bosque. En pie donde estaba, el samurai colgó la espada en su cinturón y realizó una pose con sus manos a modo de rezo, antes de voltear a verles.
- Ya todo ha terminado: volvamos a casa - comentaría, con una ligera sonrisa buscando transmitirle calma tras aquel susto.
Un par de emblemas que colgaban de la soga alrededor de la funda tintinearon cuando Mizayaki empuñó su katana envainada, apuntando hacia la mujer. Entonces, un aura desbordante comenzó a girar a su alrededor cual torbellino, agitando la ropa de todos los presentes mientras les invadía una dulce calidez y calma.
- ¿Qué está... pasando...? - murmuró Shin'ya cubriéndose el rostro con los brazos. Lo hizo por la intensidad del momento y básicamente por puro instinto, no porque estuviera realmente en peligro, pues aquella especie de aura no parecía ser algo peligroso. No para ellos, al menos.
El cuerpo de la mujer comenzó a desvanecerse entonces en un montón de motas de polvo blanquecino, llevadas por el viento hasta desvanecerse junto a los incontables pasillos y puertas, regresandoles al bosque. En pie donde estaba, el samurai colgó la espada en su cinturón y realizó una pose con sus manos a modo de rezo, antes de voltear a verles.
- Ya todo ha terminado: volvamos a casa - comentaría, con una ligera sonrisa buscando transmitirle calma tras aquel susto.
Shin'ya se había quedado estupefacto después de haber contemplado aquel espectáculo. ¿Así? ¿Ya está?, se preguntaba en su interior. ¿Aquel hombre había vencido TAN fácilmente a aquel espíritu? Apretó los dientes con contrariedad. Yo... yo no pude hacer nada. ¡Maldita sea! ¡Fui policía! Vale que ahora soy un niño pero... ¡maldición! Tendría que haberlo hecho mejor, no debí traer a Shiratori, y... ¡Agh!
Sacudió la cabeza, contrariado, pero también negó ante el adulto que acababa de salvarlos.
- ¡U-Un momento! - dijo con un tono de preocupación que no pretendía darle a sus palabras. - Hay... hay más niños. El chico que se perdió hoy... su amigo... ¡y aún más! Todos estaban allí.
Ante el señalamiento de Shin'ya, el hombre volteo a ver la cabaña en medio del bosque, misma que al igual que la enorme mujer comenzaba a desvanecerse en motas blancas.
- No creo que tengas que preocuparte de eso - aseguraría el hombre, señalandole que fijase más su atención en lo que pasaba.
En lugar de solo desaparecer en el aire, la luz que desprendía la cabaña iba tomando siluetas de distintos niños que flotaban hacia el cielo. En algún punto, se fueron desvaneciendo uno tras otro mientras de la cabaña no quedaba rastro, y sobre el suelo estaban tumbados los cuerpos de los dos niños del pueblo.
- Fue muy tarde para salvar la vida del resto, pero pude liberarlos y devolverlos a la rueda celestial. Por suerte, llegué a tiempo antes de que ustedes y ese par terminase igual - explicaría, caminando hacia los niños para cargarlos bajo sus brazos. Ambos parecían inconscientes, pero en buen estado. - Volvamos, seguramente necesitan de un buen respiro luego de esto.
Acompañados por el espadachín, se reunirían con el resto de hombres en el sendero del bosque, volviendo de regreso al pueblo donde la calma y paz regresaría cuando vieron que traían de vuelta al niño perdido. La madre que antes lloraba desconsolada ahora lo hacía entre lágrimas de alegría de poder abrazar a su hijo, quién en ese punto ya se había despertado y lloraba a mares por el susto de lo que sea que pudo haber vivido. En cuanto al otro niño, este también llorando con su madre, siendo que el guardia que le había perseguido en su momento alertó que este también había desaparecido tras salir corriendo.
En todo caso, todo parecía haberse solucionado. Las personas continuaban reunidas fuera de las casas charlando sobre la situación. Sus padres no parecía que fuesen a regañarles ahora por haber ido al bosque en medio de todo el caos, pero seguramente algún tirón de orejas les vendría en otro momento, ya en privado. Por el resto, aquella había sido una experiencia compartida... Inimaginable, cuanto menos.
Todo terminó en un instante. Antes de poder reaccionar o decir nada vi como aquella mujer era envuelta en una luz que emanaba de esta. El espadachín tan solo había necesitado usar la funda de su katana para ello... ¿Qué clase de truco era aquel? A pesar de ello aquel espíritu se le veía en paz a medida que desaparecía y, con ella, aquel lugar que había construido a nuestro alrededor.
Parpadeé por un momento, mirando entonces al mayor. Tan solo desvié la mirada cuando Shin'ya hizo mención al resto de niños. Estos también estaban desapareciendo junto al lugar y a la mujer, todos menos los dos que eran de nuestra aldea. Sentí alivio ante ello, aunque a la vez cierta lástima por aquel espíritu. Terminé así imitando el gesto de Mizayaki, juntando ambas manos.
Tras esto preferí mantenerme en silencio en el camino de vuelta, mirando de vez en cuando hacia atrás. No fue sino hasta que pisamos la aldea una vez más que me giré por un momento hacia Shin'ya.
── No más perseguir espíritus en el bosque. Al menos no hasta que podamos defendernos.
Tras lo sucedido lo último que quería es que aquello volviese a repetirse. Y en parte era mi culpa, tanto por mencionar aquella leyenda como seguir al contrario en lugar de intentar detenerle. Suspiré.
── Me alegro que hayamos vuelto de una pieza.
Añadí en busca de que mis palabras no pareciesen demasiado serias o un intento de regañarle.
Pero ahora había encontrado un nuevo objetivo, lograr hacer algo tan increíble como lo que había hecho Mizayaki. Tendría que preguntarle a mi padre más sobre ello. Si yo también lograba dominar aquello no tendría que preocuparme de aquel tipo de criaturas, aunque en ese momento me interesaba saber más sobre aquel tipo de magia. O lo que fuese.
Por el momento aprovecharía para relajarme un poco tras todo aquello ahora que el problema se había solucionado.
- Ya... veo... - murmuró Shin'ya, bajando la cabeza después de ver cómo los espíritus de todos aquellos niños perdidos se elevaban hacia el cielo, dejando atrás únicamente a los dos que se habían perdido recientemente. Seguramente debía alegrarse de que todos aquellos espíritus fueran libres por fin después de quién sabe cuánto tiempo de estar atrapados con aquel espíritu, pero... Casi acabamos igual que ellos, era lo único que podía pensar Shin'ya en aquel momento.
Decidieron regresar a la aldea, y el chico estuvo callado casi en todo momento. Sólo podía mirar hacia adelante, pero apenas veía el camino que estaban siguiendo. No podía pensar en la parte positiva, que se habían salvado, sólo en... Si Miyazaki-san no hubiera aparecido... ¿qué habría pasado? No pude defenderme. Tengo... tengo que remediar eso. Cueste lo que cueste.
── Me alegro que hayamos vuelto de una pieza.
- Hm. - fue la única respuesta de Shin'ya a Hanako, un mudo asentimiento durante el cual no se dignó ni a mirarla.
De vuelta en el pueblo, sus padres no lo regañaron... al menos al principio. Pero él sabía que merecía un castigo, así que lo esperó y lo aceptó con honor y seriedad.