Partida Rol por web

No tardó el pobre en ponerse a vomotar otra vez. Los marineros saltaron, evitando la "lluvia" y se marcharon entre maldiciendo y riéndose. El pobre Flann no estaba para bormas, ni para reirse siquiera. Lo estabas aguantando y ya llegábias a la capitanía.

El segurata de la puerta, un marino con los complementos de policía militar, pero siendo "policía naval", no tenía cara de buenos amigos.

Ayudando a Flann, pero sin perder una franca sonrisa, abordó al PN de la puerta, esperando claro, un momento en que no entrase ni saliese ningún oficial

-¡Muy buenas! -no observaba elementos que indicasen que fuese, cuanto menos, suboficial, de modo que decidió ir de cara y tratarle como a un tropa más... lo mismo los marinos eran más civilizados, cuando portaban porra, que los del Ejército.

-Acabamos de desembarcar, y venimos para recoger nuestras órdenes de viaje. Ya sabes... destino, itinerarios... esas cosas... Y... Aquí mi amigo necesita ir al baño. No, tranquilo, ya no puede vomitar más... creo que no, al menos; ya no tiene nada dentro... Pero lavarse la cara no le vendría mal, que estamos dando una pésima imagen. Lo de las órdenes, es aquí, en la Capitanía, por lo que nos han comentado, ¿no?

Se quedó espectante; cabía la posibilidad de que les mandasen a freir monas, pero en ese caso, tendrían que ir a la Comandancia, y lo mismo les mandaban allí de vuelta, con algún tipo de informe, y de este sitio de vuelta a aquel con otro, pero de alegaciones... y así se podían tirar semanas, de sitio en sitio hasta que les hiciesen caso; que no era mala vida, en el fondo, pues tenían que darles cama y comida cuanto menos. Por si acaso, desde luego, y si no les apetecía perdder tiempo (corrección... no hacer nada, no es perder tiempo, es administrarlo sabiamente), siempre les cabía la opción de pasarle el marrón a la Policía Militar... eso de tener soldados sueltos sin un destino, parecía poneles de los nervios por algún extraño motivo, y ya se encargarían de "colocarles donde fuese adecuado", pero claro, mejor, primero, seguir las instrucciones que les dieron tan amablemente.

El tipo hizo un gesto con la porra.

Te indicaba hacia donde dirigir pero ni se molestó en saludaros. Sabías que muchos "guardianes" de garita tenían prohibido hablar, y puede ser que este fuera uno de esos. Si era así, a pesar de su "cara de perro", había sido amable.

Nada más llegar a las oficinas un oficinista exclamó: - Andá, los ausis. Y os dio una carta a cada uno. Eran vuestras órdenes, que no dejaba de ser un papel plegado.

No decía más que a las 10 de la noche, hora local, saldría un camión hacia vuestro destino.

Hacía ya tiempo que se había inventado el cine sonoro, pero el "Popeye" parecía que seguía anclado en el pasado... Ah!, la  Royal Navy, con sus tradiciones... esta de no hablar debía ser una de ellas.

Pues nada, un saludo reglamentario, pero muy de lejos, y... mierda... ni tuvieron tiempo de identificarse, ni de preguntar, ni nada de nada... se ve que por allí pasaban pocosa paisanos suyos, pues antes de saludar o hablar del tiempo, ya les estaban despachando para otro lado; una de dos, o era una eficacia bien trabajada, fruto de un entrenamiento riguroso... o es que eran una patata caliente y se los querían quitar de encima.

Optó por lo segundo.... De modo que un "adios, muy buenas", y salieron del edificio; por fortuna, sin vomitar dentro ni nada, lo cual haría mucho por mantener sanas las relaciones inter-armas.

-10 de la noche,.. hora local... ¿Tu crees que pensaron que somos idiotas?... Lo mismo imaginaron que podríamos pensar que era a las 10 hora de Australia. En fín,... hagamos tiempo... Esto es Egipto... Aquí la gente no se emborracha, las mujeres no se ven por la calle, y hace un calor al sol... pues como el de casa más o menos.

Ya en el exterior, echó un vistazo rápido a las órdenes; tenían que buscar un lugar donde descansar, o donde no les enmarronasen con nada, y sin necesidad de comer, al menos por unas horas, porque Flann, como comiese algo...  saldría igual de rápido.

-Busquemos una cantina militar... Si tenemos que perder el tiempo, que sea con colegas.-propuso-

... Demonios...  no era ni mediodía, y el camión saldría de noche... horas que tenían que ocupar en no hacer nada... difícil tarea, pero se aplicarían.

6 de abril de 1938. Miércoles. 07:00. En el puerto del Porta Said (Puerto del Canal de Suez en el  Mar Mediterráneo (Port Said). Ante la Capitanía Naval Militar.

- No, ahora no. Contestó el pobre Flannagan con el estómago del revés, como si fuera un calcentín vuelto.

-Vale,.. joder... estás hecho una mierda...

... y es que para que Flann dijese que no a buscar una cantina... el mundo tenía que estar cabezaabajo por lo menos para que tal sucediese. Thomas echó un vistazo. Era temprano y tenían todo el día por delante; por fortuna, el sol aún no daba de plano, pero... mejor buscarse un sitio tranquilo.

-Vayamos a la zona más cercana a los muelles, así no nos perdemos luego. Vamos a buscar un sitio tranquilito a la sombra, y nos sentamoa a ver pasar el mundo, ¿de acuerdo? Hoy nada de ir de un lado para otro. Joder, compañero, sí que estás mal.

La verdad, le preocupaba. No dudaba que solo sería cuestión de tiempo el hecho de que el cuerpo dejase de removérsele al ritmo de las olas, y se acompasase al de la tierra firme, o sea, nada de movimientos internos raros. Al menos, cuando estás borracho, más o menos pasa eso... así que asumió que esto sería similar. Todo era cuestión de encontrar una sombrita, y quedarse sentaditos.

Lamentablemente, era poco probable que viesen pasar cosas interesantes (o sea, faldas) por delante, para amenizar el rato, aunque... de momento Flann no apreciaría ese tipo de "detalles", no al menos hasta que el cuerpo le diese el visto bueno.

-Y si quieres quedarte un poco dormido, adelante. A unas malas buscamos una enfermería para que te dejen una cama.

Enfermería... enfermeras... no, mejor, de momento, no, que Flann estaba tocado, y no le parecía correcto.

Cuando llegáis a la vera del muelle, era al mismo lado que por la escala que subísteis. Allí, directamente se tiró al suelo y se puso a vomitar, sacando la cabeza por el cantil. La suerte fue que los marineros que estaban remando con un bote, aún no habían llegado y se salvaron de la "lluvia ... ".

Entonces le escuchaste susurrar: - Si, si, vamos a la enfermería. Estaba cada vez peor.

... era como... la vuelta a los orígenes; es decir... llegó a tierra hecho una mierda, y volvemos a la linde con el mar hecho ootra vez una mierda, si no peor, pues ... sorprendentemente seguía teniendo algo en el cuerpo que echar por la boca; estuvo a punto de preguntarle qué cojones había comido... y en qué cantidad, especialmente, pero se abstuvo de ello, no fuese que el recuerdo de la comida le hiciese soltar otro chorrazo, y esta vez apuntase hacia él.

De modo que tomando precauciones, o sea, ... evitar el ángulo frontal de tiro, y tras saludar a los marinos y dejarles claro por señas que el colega estaba fatal de lo suyo, tomó del brazo a Flann.., como si de una chati se tratase, pero claro, que con diferencias...

-eh! no pienses mal! -dijo cuando le asió- ¡esto es para que no vayas haciendo eses! Veamos si damos con una jodida enfermería; el guardia de la Comandancia tiene que saberlo, o cualquier marino que nos encontremos por aquí.

Sinceramente, se empezaba a preocupar... básicamente porque ya iba pensando en lo que podría pasar a la hora de la comida, o la de la cena; aún lejanas, pero ahí presentes, amenazantes...

6 de abril de 1938. Miércoles. 10:00. En el puerto del Porta Said (Puerto del Canal de Suez en el  Mar Mediterráneo (Port Said). Enfermería de la Zona Militar del puerto.

No tardáis, con las indicaciones del personal, donde está la enfermería. Tras un largo rato, sale un doctor. - Tu compañero ser va a tener que quedar ingresado. Tenemos que mandarlo al hospital, porque puede tener daños en los oidos. Además tiene una muy servera deshidratación, perdida de sales minerales y una inestabilidad que tenemos que investigar. El Capitán Médico te puso la mano en el hombro amigablemente. - No preocupes, te buscarmos un alojamiento para que puedas quedarte y en el comedor del Arsenal podrás comer estos días. Se frotó la nariz con el envés del dedo índice derecho y comentó: - No creo que tardemos más de un par de semanas...  y luego podréis regresar a vuestra unidad.

Todas las alarmas se encendieron. ¡Teníais que tomar un vehículo esta misma noche!. ¿Qué unidad? Si no estamos en ninguna unidad asignados.

Se quedó unos momentos con la boca abierta; casi se podía oir a una serie de ruedas dentadas de madera, a modo de engranejes, intentando funcionar dentro de su cabeza.

Había pasado de casi partirse el culo de risa, a quedarse estupefacto... Cuando el médico dijo lo del daño en los oidos... bueno, Flann a veces hacía oídos sordos a lo que le decían, de modo que... normal. Lo de deshidratación,.. también normal, cosas de no tomar la ración periódica de buena cerveza. Lo de la inestabilidad... bueno, tampoco lo entendía mucho, pero Flann le parecía estable dentro de su tontería general; el caso es que el cuadro no se diferenciaba mucho del de algunos veteranos de guerra del bar del pueblo, allá en el interior de Australia... pero claro... dos semanas...

-Señor, con el debido respeto, tenemos órdenes de viaje para esta misma noche; no estamos aún adscritos a ninguna unidad, y debemos presentarnos en destino, o podremos tener problemas.

Una parte le decía "con el clero hemos topado", o sea, que el médico iba a hacerle caso entre omiso y ninguno... Y mira que lo de estar unos días en un cuartel, sin nada, pero naaada que hacer, gorroneando como se diría coloquialmente, no era un mal plan... pero tenían órdenes, y órdenes eran sinónimo de problemas.

-¿Habría algún modo de que podamos seguir nuestro viaje? -Puso cara de bueno, pero con pocas esperanzas.

A unas malas... seguir viaje solo, e informar al llegar a destino de lo que le había pasado a Flann... era una opción; al menos, con un informe médico, presentado en mano allí a donde iban, y suponiendo que Flann fuese capaz de encontrarle.... era una opción; el caso es que al llegar a destino tendría que telegrafiar al Cairo para que supiese donde buscarle... Demonios... se estaba enrevesando las cosas.

... Y lo que era peor... si el médico prohibía viajar a Flann... Thomas no era Flann... ergo Thomas tendría que seguir sin Flann...

Se mesó el mentón y comentó: - Si marcha al desierto, probablemente tenga lesiones irreparables que le afectarán al oido y al cerebro. Siguió con su masaje y te miró a los ojos, cruzando un brazo por debajo del otro que seguía con sus "autocaricias faciales" y te comentó: - Ya haremos la documentación pertinente para él, pero usted puede continuar el camino, pero, si su compañero se encuentra así, le recomiendo una rehidratación exhaustiba y cuidadosa. Inspiró profundo. Te dio una tarjeta y te recomendó: - Bueno, con esto puede comer y cenar hoy en el comedor que le comenté; recuerde muchos zumos, agua otros líquiedos, pero evite el alcohol. Se giró y llamó a la enfermera. Este le dio un pequeño recipiente de metal, parecido a un vasito, pero mientras esta venía con la comanda, te comentó. - Pero primero quiero una muestra de orida. Luego te señaló una puerta que tenía en distintivo de ser un servicio.

Sintió como si un saco de patatas se le hubiese subido a la chepa... daños irreparables... eso era mala cosa, muy mala. No habrá más remedio, tendría que seguir solo por un tiempo.

Le puso la mano en el hombro a Flann...

-Viejo, nos toca una pequeña separación; ya si eso te mandaré una postal, e iré localizando las cantinas, que tiene que haberlas. Tu quédate aquí, y sé bueno -por la forma de mirarle a los ojos, se deducía lo que quería decir: "Ni se te ocurra ir a por las enfermeras mientras seas paciente... las puedes pasar más putas de lo que te puedas imaginar. Espera a salir de aquí para intentar algo"

Aceptó de buen grado la tarjeta que le extendía el médico, y se la guardó en el bolsillo superior derecho de la camisola, a buen recaudo; un bono para comer no era cosa que había que dejar por ahí tirada.

-De acuerdo. Seguiré entonces el viaje como estaba previsto; sinceramente,... no se si se nos iban a mandar al destino o si íbamos a seguir camino más hacia el Este; somos el último mono y no nos cuentan el final de las películas. Le agradezco mucho su...

En esto le largaron el tarrito de cristal y le hicieron la seña en dirección al cuarto en que se supone que tenía que miccionar...

-Emm... ¿Ahora?

Parecía que sí..., así que... frasquito en mano, se dirigió al cuarto indicado; muchas ganas de mear no tenía... y temía que del esfuerzo se le escapase un pedo, pero bueno, órdenes eran órdenes.

Tras beber varias veces de la pila de labarse las manos y un poco de esfuerzo llenas el tarrito a medias y sales.

El médico la revisa a contraluz, antes de pasarla a la enfermera y te comenta: - Recuerde hidratarse frecuentemente. Ya se que puede que no tenga sed, pero, hay que beber .... agua. La aclaración te añadió otro saco de patatas al anterior ... así como si te hubieran "cazado" las intenciones. - Esta noche, cuando me traiga la tarjeta, antes de marcharse, le daré unos consejos. Tras eso levantó la mano, así, con un dedo hacia delante, como si fuera Dios señalando al infinito. Era un gesto amable, para que te marcharas si querías.

Se cuadró, saludó, lanzó una mirada de ánimo a su mareado camarada, y tras darse la vuelta, abandonó la estancia, la enfermería, y las malditas ganas... joder... nada de ... sólo beber... ¿agua?... sí, lo había entendido bien... si es que le quitan a uno las ganas de vivir, joder, pensó.

Suspiró y se resignó; malos tiempos llegarían... el panorama de la abtinencia del alcohol, dejar una temporada atrás a Flann...  Revisó que llevaba todo, en especial.... su cartilla militar, el sobre con las instrucciones, la cartilla para comer hasta hartarse...y claro está, el rifle y los demás complementos. Le quedaba todo el día por delante, hasta que la tarde marcase el momento de volver para esas "recomendaciones"... no, si ya se ponía en lo peor... además de no beber, que si nada con la mujeres nativas por eso de la sífilis, las ladillas, y a saber qué cosas más... lo dicho, si es que te quitan las ganas de vivir... De hecho, ni ganas tenía de buscar un burdel, que seguro que tenía que haber; lo de dejar a Flann atrás le había dejado planchado.

Así que... echó un vistazo a la cartilla; debía indicar el cuartel en que podría llenarse la panza; era pronto todavía, pero... por lo menos allí podría leer un periódico tranquilamente, y esperar; por fortuna, el equipo lo llevaba limpio, pues en el barco, pudieron aprovechar las interminables horas para repasarlo una y otra vez... joder, si es que habían estado tan aburridos que hasta eso les pareció entretenido.

-Pues nada... al cuartel hasta el almuerzo.

Y allá que te fue, algún lugar tendrían en que pudiese estarse quietecito viendo pasar el tiempo o contando moscas hasta la comida...

Otro marinero, en la entrada, te da el alto. 

- Cabo, no se puede acceder a los alojamientos con armamento.

Te dejó bastante planchado, pero fue tan amable, que resultó convincente. Ahora, eso de no dejar el arma, chocaba con lo que sucedía en estos momentos.

Se quedó parado como si se hubiese dado un golpe contra una pared invisible. Miró alrededor mientras pensaba. La cosa era... no conocía ese cuartel, ni a la gente que había en él, y no sabía por qué, pero tanto paseo por la campiña inglesa y tanto nativo sonriente que te la clavaba a la mínima... como que empezaba a ser desconfiado, para su propia sorpresa.

En resumen, que lo de dejar el arma...

-Bien, sin problema; estaré por ahí hasta la hora de comer, pero el fusil no se despega de mí. -Lo dijo sonriente, pues no estaba en su ánimo mosquear al marinero que se lo había dicho, y que , a fín de cuentas, cumplía su misión.

De modo que volvió grupas; cuando pudiese, que no sabría cuando sería eso... tendría que limpiar el arma, y con más suerte, en destino, revisar el calibrado de la óptica, pero para eso necesitaría un campo de tiro. Eso le dio una idea, de modo que se volvió de nuevo hacia el marinero.

-Pero tenéis armería, supongo... no me importa pasarme el rato limpiando el fusil

A fín de cuentas... en algún lugar tendrían que almacenar y limpiar las armas, si es que no les permitían tenerles en los dormitorios de la tropa.

6 de abril de 1938. Miércoles. 10:33. En el puerto del Porta Said (Puerto del Canal de Suez en el  Mar Mediterráneo (Port Said). Enfermería de la Zona Militar del puerto.

- En el armero podrá hacer lo que necesite, sobre todo, guardarlo, para cuando quiera venir a comer. El tipo era simpático, además, te indicó como llegar al lugar que te indicaba, y tomaste referencias con las gruas el puerto. Vamos, no había pérdida. - Allí hay estopas, aceite e incluso personal..... Hizo un gesto de lado con la cabeza que no entendiste, pero se encargó de aclararlo: - Pero el jefe, el Brigada Tormansho, es un poco ... quisquilloso. Hizo como si te fuera a dar un codazo de confidencialidad, pero, pronto te diste cuenta que le dio verguenza y no llegó a tocarte: - Ya sabe, un viejo veterano de la Gran Guerra.

-Entiendo..., gracias por las indicaciones.

Una vieja gloria, pensó; alguien con más de 20 años de servicio... un amante del reglamento, seguramente, como tantos que han conseguido un destino cómodo. Conocía a otros de ese estilo, pues no era raro encontrarse suboficiales veteranísimos en los cuarteles, tantos que algunos diríase que podrían ser abuelos de los nuevos reclutas.

Se despidió alegremente del tipo aquel; al final los de la Royal Navy resultarían ser gente maja, además de quienes mantenían abiertas la vías que mantenían al Imperio unido en una gran y británica familia... Y se dirigió a la Armería. Le fastidiaba tener que dejar el rifle para ir a comer... pero el caso es que ya, seguramente, con tanto viaje, la óptica no estaría bien alineada, eso le parecía inevitable, así que... simplemente desmontaría la óptica y se la quedaría a buen recaudo. El rifle era sustuible; la óptica... conseguir una no era fácil, pues era la suya una rama del Ejército muy "especialita".

De ese modo, con paso decidido, se dirigió a donde le mandaron. El cartel de la puerta dejaba claro que era allí el lugar, y que... bueno, no guardaban piezas de 8 pulgadas de arcorazado, sino armamento individual y alguno colectivo. Llegado a la puerta, dio dos golpes antes de entrar, quitándose el sombrero; solo un gañán que no esté en servicio de armas se mantenía cubierto bajo cubierta, o eso le habían enseñado en su día.

-Buenos días. Venía a hacer el mantenimiento de mi fusil, y a depositarlo cuando vaya a comer. Voy a estar el día entero en este... esta... Base -casi dice cuartel-, porque estoy de tránsito. Si quieren que les ayude a engrasar más armas,.. no tengo nada mejor que hacer en toda la mañana

Entraba con la sonrisa por delante, charlatán como cabría esperar de un Aussie, y con curiosidad por ver la madera del Brigada en cuestión.

Habían tres cabos. Todos ellos trabajando, y amablemente rechazaron tu ofrecimiento.

- Tenga encuenta que cerramos a las 19:00hs. Hora local. Recomendaron. A tu arma le pusieron un cordón con un taco de madera que tenía unos números grabados. A ti te dieron uno idéntico. Aún así, abrieron una ficha con tus datos, tu nombre, la información del arma, incluso su número de serie que tiene acuñado y, por si acaso, te hicieron una pregunta de seguridad y la pusieron en la ficha. - De todas maneras, si quiere realizar algún mantenimiento, tendrá que esperar a que nos den permiso para abrir la sala. El brigada ha marchado, y no sabemos donde ni cuando regresará. Estaban .... como un poco asustados.

-Ah!... bueno... buff... no tengo nada mejor que hacer... Mi camarada está en la enfermería, y llevamos ya no se cuantos días de viaje desde Inglaterra; me he acostumbrado a ver el tiempo pasar lentamente,... demasiado lentamente.

Se guardó la ficha en el bolsillo de la guerrera, y se anotó mentalente la hora límite para recogerla. Desde luego, no pensaba apurar tanto el tiempo.

Se fijó en aquellos hombres, su forma de moverse, la de referirse al Brigada... eso, sumado a lo que le dijo el otro tipo sobre él... desde luego, debía ser todo un personaje, pero de los que no apetece conocer demasiado. Su primera idea había sido hacer tiempo limpiando armas, algo rutinario pero que permitía charlar sin que te echasen en cara el estar ocioso, pero parecía que el ambiente no acompañaba.

-Pues nada, os dejo, que os veo atareados. Me daré una vuelta por ahí hasta la hora de la comida.

Se dispuso a irse; no le apetecía patearse la ciudad, de modo que su intención sería vagar por las zonas comunes de la base, zampar, zanganar, recoger el arma, despedirse de Flann -temporalmente, por supuesto- y seguir viaje como parecía previsto.

-Por cierto... En la base... ¿hay donde tomarse una pinta?

Preguntó antes de girarse para salir por donde había venido