Partida Rol por web

Rennor se levanta de nuevo para disparar pero sus compañeros ya está corriendo hacia los ciempiés gigantes, lo que le despista y le hace disparar la flecha contra el techo.

Rapidamente los enemigos son abatidos uno a uno antes de que puedan siquiera reaccionar, a excepción de uno de los ciempiés, el cual estaba un poco mas alejado, lo cual lo salvo de la somanta de palos que se habían llevado sus dos hermanos... Una persona lógica hubiese salido por patas o hubiese suplicado clemencia usando sus ojitos de corderito degollado.

Pero la criatura no era inteligente para nada, y en vez de valorar su supervivencia, se lanzó con un siseo furioso contra Mal´ak ya que era la criatura enemiga mas cercana, sin embargo Mal´ak estaba preparado ante cualquier tipo de agresión y a pesar de que la criatura fue veloz en su ataque, Mal´ak lo fue mas, y evadió su ataque sin problemas...

Mara en ese momento, cuando parece que por fin han terminado con aquellos enemigos levanta su arco y dispara una flecha contra el ciempiés que ataca a Malak, a la vez que invoca sus poderes arcanos, lo cual hace que sobre su arma brillen unas runas.

La flecha de Mara pasó junto a él, y durante un instante se preguntó..., si le habían confundido con el ciempiés. Fue un instante, un segundo que le embargó de incredulidad y, de repente, de una ira primigenia que le hizo hervir la sangre.

– ¡No sooooOOY COMO TÚ! ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!! 

Frustrado, furioso, gritó más que gruñó mientras descargaba su espada, de nuevo, contra el enorme gusano, uniendo su odio y su magia en resplandecientes hebras que imbuyeron, de nuevo, el filo de su hoja. 

Finalmente la ultima de las criaturas cae al suelo muerta por el iracundo ataque de Mal´ak, aun así el silencio de la cueva se había roto, y pequeños chillidos de alarma se escuchaban provenientes del interior de la cueva...

Mas adelante el camino parecía dividirse en dos, un camino que parecía llevar a una cueva delante vuestro, y otro camino que descendía por debajo de la cueva en la cual os encontrabais... Desde ambas salas os llegaba el sonido de canijos alertados por el grito de ira del semi-demonio.

-Mierda-masculló la semielfa- parece que se acabó el elemento sorpresa. Preparaos para lo que se nos pueda venir encima... no parecen muy duros pero no sabemos cuantos son-dijo la mujer observando los dos caminos-. Propongo asegurarnos de que no queda nadie aquí arriba antes de enfrentarnos a los peligros de las profundidades.

Al oír el grito de Malak, abro muchos los ojos, totalmente incrédula segundo antes de reaccionar. Me acerco rápido hacia el con el dedo estirado apuntado hacia su cara eres un estupido de mierda, y nos acabas de poner en peligro a todos.

- Ahora irás tú el primero, a ver si con suerte te ensartan en una lanza y nos libran de ti. Con la cara furibunda todavía, me alejo de el poniéndome en guardia.

- Rápido, avancemos antes de darles tiempo a prepararnos una encerrona.

Se sintió aliviado y a la vez eufórico en cuanto sintió el cuerpo del ciempiés desgarrado por su espada. Tanto que una amplia y dentada sonrisa afloró a su rostro incluso antes de que el gusano hubiera terminado de caer por completo, cuan largo era, al suelo. 

Ni siquiera se percató del sonido que hacía el eco de su grito rebotando en las paredes de aquella red de túneles, y tal vez por eso miró con incredulidad a Shallana'ha cuando le increpó. 

– Esto – carraspeó –, ¿lo siento? – lo que si escuchó fue los agudos chillidos de alerta que ahora retumbaban por los corredores –. ¡Ah! Oh... Claro, no. Si, no, no tenía que haber hablado tan alto. Fallo mío. 

Se encogió de hombros. Al menos, lo bueno era que ya no tenía que esforzarse por mantenerse en silencio, y tampoco iba a ser relegado a la última posición de la expedición. Lo que la mujer veía como un castigo, para él era una justa recompensa por un trabajo bien hecho. 

– En marcha entonces. 

Y sin pensarlo mucho más, hizo caso a Khastal y encaminó sus pasos hacia la sala dónde desembocaba el camino que permanecía en ese nivel. 

Estando Mal´ak en cabeza como castigo por su griterio y por haber alarmado a todos los canijos de la zona; os adentrasteis en la siguiente sala.

Esta húmeda estancia está llena, sin orden ni concierto, de camas rotas, sillas, ruedas de carro y todo tipo de objetos inservibles, destrozados, sucios y rotos que, o han robado a la gente grande, o han encontrado tirados. Hay una hilera de estanterías torcidas apoyadas contra la pared contraria, con los estantes llenos de trozitos de hueso, plumas y patas de ciempiés. Colgando de la pared como si fueran obras de arte hay marcos viejos de ventana, resquebrajados y astillados.

Mirando alrededor contáis que haya suficientes camas y hamacas como para albergar a dos docenas de canijos durmiendo... pero en este momento solo veis a seis canijos dentro de la sala, los cuales enarbolan sus cuchillos, salvo dos, que agitan entre sus manos unos viejos laudes.

Mira un momento hacia Malak y hacia Rennor con cara de circunstancias. - ¿Te referías a esto sobre lo de seguir vivas? - pregunta pasándose una mano por la frente antes de mirar hacia Shallana. - Y estoy de acuerdo con Khastal, será mejor limpiar, y cuanto antes mejor, no tenemos que dejar que se reagrupen. - 

La barda prepara su arco para disparar y sigue al grupo con la mirada atenta mientras avanzan por los túneles. Lista para combatir. 

¿De verdad se había puesto a chillar por matar un asqueroso ciempiés? Rennor estaba atónito por lo que acababa de pasar pero las mujeres ya se estaban encargando de recriminárselo a Mal'ak que de todas fromas no parecía afectado por los comentarios. Asintió a la idea de limpiar el nivel actaul antes de adentrarse más en la madriguera y avanzó con el arco preparado.

Khastal, con su arma en la mano, empezó a correr contra las criaturas. Cuanto antes acabasen con ellos menos refuerzos llegarían y más sencillo sería el combate.

-¡Vamos, a por ellos!-rugió a sus compañeros mientras pasaba a su lado antes de cargar contra el mas cercano.

Rennor chasqueó la lengua cuando Mal'ak se quedó parado a la entrada de la cueva, Khastal se le adelantó pero no dudó en seguir a la chica y cubrirla.

Con el combate iniciado, uno de los canijos se armo de valor y salto a la carga antes que sus compañeros, mientras que agitaba su laud con violencia. Gritando con furia se lanzo contra Rennor e intento golpearlo con su viejo instrumento musical, pero este logro esquivar el golpe sin mayores dificultades.

Desgraciadamente para la barda la aglomeración del pasillo le impedía realizar cualquier tipo de acción así que se movió entre sus compañeros, saliendo a la zona de combate y preparandose para los próximos turnos. 

Viendo a su compañero lanzarse al combate, el resto de canijos se lanzan contra el grupo en una maraña de gritos agudos y detestables.  Los canijos mas cercanos a Khastal centran sus armas contra la semi-elfa, mientras que el otro  que portaba un laud, decide imitar a su compañero e intentar atacar a Rennor. Aun así, los canijos no parecen ser una amenaza en absoluto, ya que ambos evaden los ataques con insultante facilidad.

Con un resoplido al ver que todo el mundo se había apelotonado en la entrada, y encima sin acabar con ninguno, avanzo a pesar del riesgo de llevarme algún golpe, pero con la clara intención de abrir una brecha en este muro de canijos.

De esta forma, llego hasta un lugar donde puedo enarbolar mi espada y atacar a uno de los canijos que está en mitad del pasillo, acabando con él de un solo golpe.

Los dos canijos que estaban mas alejados se miran entre ellos un momento, y mientras que uno de ellos se lanza al combate atacando a Shallana´ha, pero fallando el ataque; el otro canijo sale corriendo hacia la siguiente sala, mientras gritaba

Inaudito, increíble, impensable, imposible. Aquello tenía que ser una broma de mal gusto, una desafortunada gracia de alguna deidad cruel que le había mirado con mal ojo, o tal vez algún alineamiento de estrellas en el firmamento que no había predicho y al que no había prestado atención. Debía ser así, o algo semejante, pues no era sólo simple mala suerte, sino un directo desafío de la diosa fortuna hacia su persona. 

Sólo así se podía explicar que, yendo el primero con todos los sentidos alerta – o al menos preparado para pegarse con cualquier canijo, gusano, monstruo, ser o cosa que le saliera al paso –, hubiera sido el más lento en darse cuenta de que tenían delante toda una pequeña plaga de esos feos – y eso que no era el más indicado para juzgar el aspecto de nadie – renacuajos.

Casi no le había dado tiempo a levantar el arma y sonreír al ver a tantos enemigos, ¡y todos ya habían empezado a pasar delante suya para matarlos! De Rennor se lo esperaba, el chico debía ganar protagonismo delante de tantas damas, y de Shallana'ha también, era una testaruda sin respeto por las presas de los otros. Tal vez incluso de Khastal, cuya resolución dejaba mucho que distar de la de una señorita, y casi hasta parecía huir de aquella imagen de sí misma, ¿pero Mara?. Hasta la joven humana había decidido moverse por delante de él, aunque no había tenido la desfachatez, al menos, de matar a ninguno; no, estaba claro, ¡eran unos completos desconsiderados! 

Total, que desde que habían entrado, su actuación se había reducido a leves quejidos y no muy agradables maldiciones – aunque en voz baja, susurros que nadie había oído y que casi podrían haber estado en su cabeza – contra sus compañeros y contra la situación. Hasta ese momento.

– ¡Habrase visto semejante grosería! – masculló, esta vez en un tono perfectamente audible e indignado, mientras se movía entre sus compañeros preso de la ira, hasta quedarse junto a la celestial, pisoteando de manera indiferente el cadáver de uno de los horrendos fatas y frente a dos de ellos. Descargó entonces su espada, en un golpe descendente con las dos manos que chispeaba con la magia que impregnaba en todos sus ataques, sobre el canijo que había frente a la aasimar, mirando a esta de medio lado con una mueca que bien podría significar algo como "¡Ahora que! ¡¿eh?!" –. ¡Ja! 

En apenas unos segundos el numero de canijos se había reducido a solo dos canijos supervivientes, y mientras que uno tenia los dias contados al verse rodeado por esas gentes grandes asesinas y despiadadas, el otro había salido corriendo para informar al jefe Grabbles de los enemigos que habían asaltado su hogar.