Partida Rol por web

La sala de conferencias era un espacio tremendamente grande para estar en una nave, incluso en una nave como aquella. Y aún así, cuando Alice llegó ya estaba atestada. Infantes por todas partes, repartidos en escuadrones, y el Alto Mando en los palcos. Por lo que vio, una gran parte, si no todo, de lo más selecto de los jefes.

Localizó a los de la Heat, y se dirigió allí, abriéndose paso entre el chorro de soldados que entraban y se buscaban entre sí. Saludó al paso algunos compañeros de otras secciones, aún tenía un lío considerable de rostros, novata como era. Pero el cabo Stone estaba de pie, junto a la sargento de la Eco, con lo que fue fácil ubicarlos.

Se sentó en su butaca, aún mordisqueando una galleta del desayuno, apenas había tenido tiempo de comer con propiedad. Pero no tenía hambre, un nudo era lo que había en su estómago, uno apretado a tope. Se rió de sí misma, y pensó en su sesudo profesor de anatomía. Un hombre que no entendía ni la más mínima de las bromas. ¿Qué habría pensado de su nudo gástrico...?

Al poco el mismísimo Coronel Wellington tomó la palabra. Se hizo un silencio más o menos denso, que cuajó poco a poco con su comunicación. Era un hombre carismático. Y tenía algo muy importante que decir.

El nudo cristalizó en su estómago.

¡La batalla iba a comenzar!

Bumag asintió a las palabras del infante McNeally no muy seguro de comprender los solemnes murmullos. Realmente hasta el mejor infante estaba lejos de ser invencible. Como bien había expuesto el Coronel Wellington en el presente discurso su fuerza recaía en la unidad, en conjunto todos eran uno y cada ventaja y defecto se multiplicaba exponencialmente por miles.

Sin embargo no estaba seguro de que suerte que habían corrido sus vidas. Quizás solo fuera suerte, la misma suerte que hizo que el infante Sonny pasara junto a él y lo arrastrara hasta la lanzadera pero a lo mejor todo ello tenía un propósito mayor. Tal vez ese destino incomprendido se rigiera por unas leyes superiores que lo habían dispuesto de esa manera.

Eso le infundió valor; no el visceral valor del combate sino una especie de calma y paz de espíritu, sabedor de que pudiendo estar en cualquier otra parte en lugar de la vanguardia de esta ofensiva a gran escala, elegia este día, cumplir nuevamente con su deber. Si ese poder superior había intercedido poniendo a hombres como el artillero o el zapador de la Fox en su camino es porque estaba del lado de la Federación y Bumag le honraría cumpliendo con su deber.

También empezó a imaginarse las dimensiones y el discurrir del combate venidero. Nota mental, te harán falta más cargadores.

Las alarmas de la Sirius Beta y los gritos de sus compañeros acabaron por despertar a Michael que sobresaltado le levanto de la cama y comenzó a vestirse.

De camino al comedor  los ánimos parecieron calmarse. La gente hablaba por los pasillos y por todos era sabido ya que los bichos habían lanzado el primer golpe causando muchísimas bajas. Tantísimos soldados como él habían perdido la vida sin poder si quiera alzar su arma. Era triste, pero así era la guerra.

Michael desayuno junto al resto de su escuadrón en el comedor. No estaba muy hablador y se le notaba en la cara que tenia la mente en otro sitio. Después se encamino a la sala de conferencias aun  algo distraído, pero una vez que el Coronel comenzó a hablar, se centro en sus palabras dejando a un lado todo lo demás.

McAllen se levantó y se dirigió hacia la Sala con todos con los que había desayunado. Los pasillos eran un caos y cuando llegó al lugar donde les darían las instrucciones de la misión, se sentó con tranquilidad, ya que iba a ser el único momento de tranquilidad que tuviera.

Cuando iba a decir un comentario gracioso, la sargento se le adelanto diciendo que no hicieran estupideces, así que cerró la boca y se quedó callado.

MacNillon estaba de mal humor desde que hubieran llegado a la sala de operaciones donde les estaban explicando la misión. No por la ligera resaca que tenía o por el sabor dulzón de su boca, sino porque le habían despertado con tanta prisa que no había podido ir al baño y tenía la vejiga a punto de explotar. Incómodo, se removió en el sitio mientras escuchaba las absurdas bravatas de cuantos le rodeaban. siempre le había hecho gracia como en momentos de muerte inminente todos sentían la imperiosa necesidad de decir lo machos que eran.

Apenas había engullido algo del desayuno y el café le había ardido en la garganta. Pero joder como se meaba. Solo esperaba que esto empezara pronto y que fuera rápido. Al fin y al cabo, los planes solían resumirse en un "todos a lo bestia disparando a todo lo que se mueve"

Antes de quedarse anodadado con la presentación y parafernalia de los altos cargos, se reunía con los suyos algo somnoliento, la resaca no era atroz, pero se dejaba asomar en la expresión de sus ojos. Mierda... tenía que haber desayunado más fuerte, ¿alguna pastillita? Sugirió rascándose la cabeza con la mirada puesta en la sanitario Miller. Sin dejar lugar a una respuesta apropiada, su expresión se vio nuevamente forzada ante las palabras del Coronel. Aquellas palabras aunque necesarias, no desvelaban aún lo acontecido y lo que acontecerá, motivo por el cual su atención seguía expectante a ese momento.

Me dejo caer en el asiento, rumiando las últimas partes del desayuno que he podido aprovechar, preparado para la charla. Y qué charla va a ser, llena de altas personalidades que envían a otros a tirarse de cabeza por un posible premio y una victoria en un planeta helado que, joder, ni siquiera es un lugar cómodo para vivir. Pero la humanidad es mucho de eso, pegarse por lo suyo por mucho que no valga o que hace tiempo que no lo usa. Y se nos da de madre hacerlo. Mi cara no refleja ninguna expresión, pero por dentro rumio las palabras como la comida, esperando pacientemente a que nos dejen de dar toda esa paja que es preciosa para los mittings televisados y para los miles de millones de personas que podrían ver esto en la televisión alguna vez, apuntándolo como el posible inicio de la victoria en Galdonia VI, razón por la cual no me parece mal que lo hagan, pero aun así espero al hierro que vendrá cuando nos expliquen de verdad qué van a hacer con tanto soldado y armamento, o si vamos a tener otra batalla total en campo abierto... y si entonces debería usar esos impresos para conseguir algo decente y con rango, en vez de unas pistolas como lleva tiempo apeteciéndome.

James se dejó llevar por la multitud, sin preocuparse mucho de cuál era el camino. Vió un montón de butacas donde derrumbarse, y una pantalla, signo de que igual apagaban las luces, y de que era posible que sus ojos descansaran. Igualmente vio un micrófono, signo de sonidos amplificados, que significaban un océano de dolor para su pobre cabeza.

Resignado, siguió a su sargento al sector de la Fox y se sentó pesadamente, esperando que empezara la tortura.

Observo en silencio a mis compañeros de la Fox. De nuestra capacidad para trabajar juntos dependerán nuestras opciones de supervivencia.

Puede sentirse la tensión conforme el Coronel Wellington desarrolla su mensaje. En realidad todos estabamos medianamente preparados, sabíamos que hoy era el gran día, pero esas palabras nos metían oficialmente en el asunto. La mayoría escucha atento y en detalle. Yo miro las caras de los hombres que me rodean. En unas horas vamos a estar corriendo, gritando y disparando.

Becerra con el estómago lleno, entra en la sala buscando a sus compañeros de la Heat para recibir con ellos las buenas nuevas de la misión a la que se enfrentan.

Que maldito cosa se les habrá ocurrido para la infantería móvil.

Ducha y a dormir, la noche había sido corta para mi. Pero eso no me había desanimado, sino el hecho de levantarme último, llegado a desayunar cuanto todos se habían casi ido del comedor, terminado de desayunar cuando todos estaban sentados menos yo y llegado justo a tiempo y con un pedazo de comida todavía en la carganta cuando cerraron la puerta para comenzar la charla informativa. Lo que me llama la atención poderozamente, al poder divisar a todos los que estaban al frente de la sala, es que hay gente de mucha importancia, grupos de infantes que uno no suele ver y más de la cuenta de PSYCO... ¿Qué demonios está pasando? ¿Esto va a ser más grande de lo que parece? No solo una "simple limpieza". Pero para eso están los jefes, para pensar por nosotros.

Entendido señor la armónica la dejare, para celebrar la victoria. Sargento  un soldado no  reza, hemos sido entrenados  para no  tener piedad, no mostrar debilidad ante el enemigo,  la única religión que tiene un soldado es: cumplir con la misión que se  asigne,  cualquier misión que nos den, es  sagrada.  Hay una frase que se decía en la academia, en  una legua antigua del planeta tierra, creo recordar   que era latín  es: agmine aut moriuntur. Después de soltar esto  me quedo más relajado, sintiendo que la presión que tenía está  disminuyendo. Señores el día  D, está a punto de empezar. Justo después, empieza hablar  coronel. Le prestó mucha  atención a  su discurso.

"Pues yo me se ´Morituri te Salutant´ que probablemente va a ser más útil" pensó Bottler sin decir esta boca es mía.

Bockman tomó un desayuno fuerte y se dejó arrastrar por la corriente de infantes que se dirigían a escuchar las órdenes de la guerra. Sin duda sería algo muy difícil y con altísimas probabilidades de muerte aunque inteligencia no lo creyera así. No se sorprendió cuando ellos habían sido seleccionados para ser la punta de lanza del ejército y mucho menos para meterles más presión si era posible. Se sentó junto al resto del escuadrón e intentó no parecer demasiado resacoso...

Vincent escucha el motivador discurso del oficial junto a sus compañeros. qué manera más elegante de decirnos que será una carnicería, pensó el soldado mientras olía el nerviosismo en el ambiente,  mira a su oficial tratando de leer sus pensamientos, mucha gente está muy seria.

Se limita a escuchar la conferencia, antes de opinar algo sobre la operación.

Ethan no se molestó en contestar....siguió su camino al frente de la mayoría del pelotón y entró en la sala de conferencias, sentándose cerca de la Sargento, en un sitio correspondiente a su rango. Se quedó impresionado con toda la parafernalia que habían montado, desde luego parecía algo importante, pero a los pocos minutos, una vez pasada la excitación del momento tras escuchar hablar al Coronel Wellington, la amarga verdad se instaló en su mente..."de nuevo nos mandan ahí abajo....a morir.....joder....pensé que quizás tendría la oportunidad de buscar a mi padre.....eso me recuerda que tengo que preguntarle a la Sargento por el científico aquel que sacaron, a ver si hay suerte. No me queda otra, no hay escapatoria....veremos si nos dan más cargadores, la última vez lo pasé mal pensando que me quedaba sin balas....y ahora encima me han dado menos...porras. ¿Cómo quieren que mate bichos si no me dan balas para hacerlo? Ay que ser gilipollas.......en fin...rellenaré los impresos y le pediré ayuda a la Sargento....¡qué asco....tener que pedir ayuda para conseguir balas!....joder..para pantalllitas y guirnaldas sí que tienen pasta. Joder...¿qué mierda hago pensando en la pasta? Coño Ethan....tú viste la enorme marabunta de bichos que se dirigía al fuerte....si no nos llegan a sacar de allí...y eso que no les dió tiempo a llegar ni a la cuarta parte de los bichos....ni con 10 cargadores hubieras salido, capullo. Mierda....como no tiren bombas a mansalva....joooder.."

El Coronel parecía haber acabado de hablar, pero le daba en la nariz que aún tenian más cosas que oir, e intuía que no le iban a gustar.....su cara era en éste momento un rictus de preocupación.....no le gustaba lo que estaba oyendo...y sabía que no le iba a gustar lo que vendría a continuación.

Sonó la sirena y todo el mundo se despertó y cuando logre levantarme por los efectos de la noche anterior, todos salían por la puerta, esto me dejaba poco margen de maniobra, así que me puse la ropa reglamentaria cogí todos los bártulos adecuados,(incluida la caja de 6 cervezas escaqueada del bar como la otra vez), y salí adecentando el uniforme por el pasillo mientras corría junto a los 4 últimos soldados que se habían levantado.

Al llegar al comedor , se metió un bollo en la boca, mientras abría la mochila e introduje 8 bollos mas y alguna bebida energética, cerrándola a continuación y sin pararme mientras me comía el bollo, corrí hacia la sala de reuniones.

Me dio tiempo justo a sentarme en su sitio y saludar diciendo con una sonrisa y palpando la mochila:- La intendencia es difícil si no llegas de los últimos.

Mantuve la boca cerrada escuchando lo que decían los jefes y llegue a la conclusión: Que nos comemos el marrón!!!, otro mas para la cuenta de la infantería móvil, pero así tenia que ser si quería la ciudadanía, por eso estaba allí.

Una vez había terminado el desayuno voy tranquilamente, mientras el resto de la gente pasaba de un lado a otro como almas a las que persiguen los bichos, hasta la sala de conferencias. Una sala repleta de símbolos de la federación y grandes pantallas, colocadas de manera estratégica para que nadie de las mas o menos 500 personas que allí cabríamos nos perdiéramos una palabra.

Busco un lugar donde sentarme al azar.....¿donde se sentaran los ECO?... de repente, ahí esta nuestra sargento voy hasta donde esta, saludo al rango y ocupo uno de los sitios de alrededor. La figura del Coronel Wellington ocupa el estrado y empieza su discurso....que tostón.... me mantengo callado como ha dicho la sargento, pero llegado el segundo párrafo del discurso empiezo a mirar al rededor a ver el gesto de los demás infantes ahí reunidos. 

A medida que escuchábamos al coronel veía las caras de mis compañeros.

-Ja, ya veo que no duraremos ni dos horas en ese cascote con hielo- pensé con fastidio.

Metí la mano en el bolsillo izquierdo de mi camisa y saqué una enorme barra de chocolate, la miré con ganas de comerla completa pero me dije que debería hacer mucho ejercicio para bajar de peso. El chocolate me engordaba como a una chica...

Corté media barra con su envoltura y luego miré en derredor y vi a la doctora Miller de la Heat, que estaba cerca mío y a ella le tendí la media barra con disimulo y con total naturalidad.

-Espero que no se enoje.