Partida Rol por web

Una fiesta, una condenada y genial fiesta. Poniéndome el uniforme de gala, Sonia había pasado por ahí como si tal cosa, aunque había algo en su mirada que quería decir mucho, y espero haber entendido bien al menos un buen cacho de todo eso. Pero aun siendo Sonia, es una mujer, así que algo más me he perdido. En la fiesta, mi primera idea era ir directo a la mesa del escuadrón, pero un nudo en el estómago me quita ligeramente el apetito al darme cuenta de que el Sargento Focker, Sargento Mayor ahora, no iba a estar con nosotros a la hora de la comida, así que dejo pasar la situación y la atraso en lo posible acercándome directamente al bufet y apoderándome de la comida directamente, y al buche. Cuando ya llevo dos platos completos y un par de postres, vuelvo a inspeccionar toda la sala una vez más para ver al S.M. caminando hacia la Fox, y en un instante ya he visto dos rutas buenas y cinco más decentes para llegar hasta ahí entre todos mis compañeros. Por todos los diablos, si fuese tan sencillo rastrear así en campo de combate...

-¡Salud! -Digo, posicionado junto a Focker de pie, ante las palabras del Capitán. Y cuando empiezan a hablar el resto de oficiales, aprovecho para bajar el tono y que no interrumpa ningún discurso. -Señor, es un placer tenerle por la mesa de la Fox, aunque he visto un par de platos en su mesa que no tenían nada de mal aspecto... y que no he visto en ninguna otra. -Luego repaso con la mirada a los nuevos, antes de presentarme. -Zapador de Primera Canowicakte. Pero aunque esos dos, Señor, Señor -señalo a la Cabo Sonia y al Sargento Evans-, me hayan puesto ese cargo, podeis seguir llamándome Sonny. Que todavía no soy ningún oficial. -Y me estremezco ligeramente de solo pensarlo. Con calma, tomo asiento mientras los discursos continúan... hasta que el Capitán parte al bicho de la tarta. Pobre cerebro, con solo dos cachos pocas personas iban a poder catarlo... -Si me disculpan, creo que voy a apropiarme de un pedazo de esa tarta. ¿Alguien quiere un cacho?

Mierda,mierda......Llego tarde, ni a la puñetera fiesta puedo llegar a tiempo, coño. El traje de gala será muy bonito pero es un engorro para correr. Atravieso pasillos como alma que lleva el diablo, intentando no tragarme a nadie por el camino...igual llego antes de que empiecen los discursos.....La música y la algarabía me sirven de guía hasta la sala donde se realiza la celebración, cientos de caras conocidas miran hacía el púlpito desde donde los jefes empiezan con su espectáculo personal.

Me acerco hasta las mesas por donde veo pulular a los miembros de la ECO, durante el paseo saludo a camaradas de otras compañías.

- Gracias a dios que he llegado a tiempo para tomar unas cervezas, seguro que si no llego la sargento me cruje. 

Agarro un par de cervezas y algo de comer antes de regresar y sentarme con los compañeros.

Me siento un rato con los chicos de la Heat al ser invitado por su Consejero Táctico, Kallor Bell, y me tomo un escocés con hielo con ellos.

Después de un rato charlando me excuso y me retiro a la zona donde está el resto de mi escuadra, la Fox, justo a tiempo para los discursos y la partición del pastel.

- "Soldado Canowicakte, un trozo de ese pastel estaría muy bien. Se lo agradezco." -

Me había mantenido en silencio por el momento. Todos los nuevos de la Fox se habían presentado, yo y esta maldita timidez. Desde mi época de estudiante lo sufro horrores. Pensando en esto y dejando correr los minutos casi no noto como mi vaso se vacía una y otra vez. Alguien muy amable o tratando de tenderme una trampa lo llena insistentemente. Para cuando lo noto ya estoy algo despeinado y con el traje algo desabrochado. Las mujeres del grupo se quejan del uniforme de gala y sólo un arranque de inspiración o instinto de supervivencia me detienen de proponer que se lo quiten, a tiempo noto que una de ellas es mi superior.

En un impulso me pongo de pie y saludando con ceremonia exagerada a los superiores presente, que incluye a un Sargento Mayor, me presento.

- Creo que no me he presentado lo bastante bien a todos ustedes.- tambaleo ligeramente - Con mucha ilusión me uno a este prestigioso escuadrón... Como dicen que se meten en constantes riesgos y peligros, que son osados, cara dura y arriesgados a niveles exagerados, he sido asignado para asegurarme que lleguen vivos de nuevo a sus casas. Así es que soy su médico, tengo todo por aprender, pero dicen que el campo de combate es el mejor maestro... y... esssto... yo también quisiera algo de pastel.

Cuando termino de hablar veo la cara de desconcierto de los miembros del escuadrón que no esperaban mi intervención, después de más de una hora en silencio. Mucho menos esperaban que me pusiera de pie e interrumpiera repentinamente la conversación de los demás. Qué más da? Ya estoy sentado de nuevo, ahora la vergüenza me invade al ver que tras unos segundos todos siguen mirándome y en silencio.

Todo finura, si señor, cambia el uniforme pero no los modos ¿eh?  Parecia darle igual los *buenos* modales de Philip. Ya estaba acostumbrado, asi que en lo que se refería a insultos, le entraba por un oido y le salia por el otro. Eso si lo habia aprendido al dedillo en la academia.

Lo que no le gusto tanto es saber que una vez bajara a ese peñon helado de allí abajo, lo primero que tendría que racionar es el tabaco. De repente, se puso mas serio, jodido por el descubrimiento. Pues ya tengo trabajo esta noche... y No hace referencia a si lo buscara, lo robara o lo mendigara. Por que dejar de fumar no era una opcion.

Sigue picando, de alli y de aqui, agradeciendo con una sonrisa y un gesto de la cabeza los trofeos traidos por Volkov, y siguiendo el consejo del Sargento, coge un par de cigarros de los que le ofrecen.  Gracias, tio.

Mira las demas mesas, viendo que hay mucha mas gente que en la suya. Joder. Comienza a decir, mirando a los presentes. ¿Donde estan los demas? Como sean tan rapidos en venir como disparando, estamos...  Jodidos, es la frase que no acaba, viendose interrumpido por el inicio del brindis. Ya tendra tiempo de dar la tabarra. 

Se pone en pie, copa llena de vodka en mano, y espera a que el Capitán Tsumina de el discurso. A él si le parecio conmovedor y motivador, despues de todo era un joven recien parido de la academia que en su vida habia estado en algo asi. No pudo evitar observar aquel bicho dibujado en el pastel. No pudo evitar pensar, que mientras ellos estaban alli, celebrando, "Aquello" estaba planeando como acabar con ellos. Ese hilo de pensamiento acabo en el mismo segundo que el Capitan hundio el cuchillo, y llegaron los aplausos y vitores, a los que el mismo se unio, bebiendo y gritando.

¡Salud!

Fue cuando se sento, cuando vio que el Sargento seguia comiendo.  A pesar de todo, agradecia que quien los iba a bajar alli, pasara lo que pasara, iba a mantener la compostura y el razocinio bajo cualquier circustancia. Si alguien iba a sacarlos de alli, ese era Philip. Y aprendiendo rapido, apaga el cigarro, guardando lo que le quedaba y comienza a comer como si esa fuera su ultima noche entre los vivos. Quien sabe que tendrian que comer mañana.

El explorador alzó las cejas ante la presentación del médico. Parecía que todos los nuevos ya estaban allí.

-Espero que esté más sobrio cuando nos remiende, de todos modos. No me gustaría encontrarme con un cambio estructural indeseado, como un brazo en la espalda...

Parecía que muchos se sumaban a la petición del pastel. Mkoll no era muy fan de los dulces, así que no dijo nada. Le habría gustado llevarse parte del bicho cerebro, pero seguro que ya había unos cuantos capullos que se estaban pegando por comerse aquel trozo del pastel. 

alejandro Basser había estado en su propia ensoñación gran parte de la fiesta, recordando sus años de infancia, siguiendo los pasos de su padre como enfermero primero y médico después, yéndose a la selva a sanar enfermedades de los indígenas, recordando como había llegado a la infantería como aun el miedo le atenazaba a veces las manos, pero recordando también como le prometió a su padre que conseguiría la ciudadanía y como haría que se sintiera orgulloso.

Al comenzar el discurso del Capitán salió abruptamente de su ensoñación y entonces vio al Sargento que formaría el mando de su compañía y entró a saludar oficialmente.

Sargento Llywelyn, soy Alejandro Basser y seré el médico del escuadrón Gatling, un orgullo trabajar bajo su mando

La respuesta de Evans hacia el sargento mayor focker fue interrumpida por el brindis del capitán Tsumina y acto seguido por las bromas de Mckeyn. Para rematar, el nuevo médico también se presentó. El trabajo se le acumulaba.

Finalmente, mira a los novatos de la escuadra- para los que no me conozcáis, soy Dereck "Payaso" Mackeyn, destructor de bichos, borracho, seductor de mujeres y seck symbol por nacimiento.

-Mackeyn, también eres la chica del escuadrón no lo olvides.-Cambiando de semblante y tono, saludo al médico asignado a la Fox.-Bienvenido Andrei, no sabes las veces que hemos pedido a Dios que hubiera un médico cerca y no lo ha mandado. Siéntate, come tarta y mañana procura ser el último en morir.-Mis chistes no eran tan malos como los del sargento, pero el ácido humor negro no dejaba buen sabor en la gente. Evans sonrió.-Y..respecto a que no se han visto sujetos mejor liderados, oh si, en eso difiero.-

Evans se levantó del asiento alzando la voz y la copa.-Por el Sargento Mayor Gary Focker, sin el cual, nuestro culo y el de muchos mas seguiría congelado en ese odioso planeta.-Espero que se me pegue algo de él.-Pensó para si mismo.

Ante el brindis del que sería su voz y su cabeza en combate, Thomas Burnette se incorporó y sujetó la copa elegantemente con dos dedos, mientras atendía al discurso. Sólo habló para el correspondiente "Salud" que iba antes de beber en honor del homenajeado.

Mackeyn, también eres la chica del escuadrón no lo olvides.-

Ya estás tu para recordármelo, guapetón- le lanza un beso al sargento en plan broma. Luego saluda al médico- un placer tener a un doc en la unidad. Podrás salvarnos el culo a mas de uno. Bienvenido a bordo. 

Dereck hace lo propio y levanta su copa para brindar por el sargento mayor. 

Por el Sargento Mayor- grita

Brindo por el Sargento Mayor, sabiendo de sobras lo difícil que lo va a tener el Sargento Evans después de que le hayan dejado el listón tan alto.

De pie junto a la mesa de la Fox, cuando el Sargento se levanta para brindar por el Sargento Mayor no puedo sino apropiarme del vaso que tengo enfrente y que está sin usar, y lo lleno de la primera bebida alcohólica que cae cerca antes de alzar la copa yo mismo y alzar el Salud tanto como mis compañeros. O más, considerando que si estoy vivo y aquí fue gracias a él, en primera instancia en la colina. Pero por supuesto, no es lo único que tengo que hacer, ahora que me he comprometido.

Un instante después, estoy caminando a pasos rápidos y manos libres hasta la tarta, con una sonrisa en el rostro al contemplar esa preciosidad. -Capitán, señor. -digo, poniéndome firme un instante ante el Capitán Tsumina. -Soy el enviado de la Fox, me han encargado que consiga cuatro raciones de tarta, con la mayor cantidad de bichos tumbados posible, señor. -No puedo evitar una sonrisa, mientras obtengo una ración extra para mi propio buche. Una vez equipado con los solicitados pedazos, me vuelvo con mucho esmero de no arrojar ni un solo pedazo al suelo. -Gawain, médico, aquí teneis. Y espero no tener que gritar ese título en mucho tiempo. -Por todos los demonios, si nos han encasquetado un médico, es que la bajada y la misión van a ser horribles. Pero por lo pronto, lo que pretendo es comerme dos pedazos de tarta tan tranquilamente.

Mkoll se sumó al brindis, alzando el vaso y apurando el whiskey de un trago, para volver a llenarlo después. Lo cierto es que Gary Focker había sido muy buen mando, y mejor soldado. Sólo había servido junto a él en el fuerte helado, pero no abandonó hasta el final el fuerte, y gracias a él las pérdidas de la Fox fueron mínimas. 

Bien se merecía un brindis, y más cosas aún. 

Los zapatos del traje de gala son terriblemente estruendosos. Suelas de piel y tacones duros para un taconazo sonoro en el momento de firmes. Portar el traje de gala en el día de hoy es algo que me resulta extraño. Normalmente, en este tipo de situaciones, habría portado armas, placa y brazalete para identificarme, pero ahora solo era un soldado más y en cuanto llegué al comedor y observé a todos los allí presentes me sentí terriblemente perdido.

Había llegado tarde por obligaciones y todo el mundo parecía estar bien ubicado. Inconscientemente me acerqué a las zonas de control, donde la guardia allí presente me instó a disfrutar de la fiesta y no ocupar sus posiciones.

Ya se habían realizado los brindis y todo el mundo reía y hablaba estruendosamente. Ese es el momento en el que uno debe ponerse alerta, porque las conversaciones se convierten en peleas con gran facilidad, pero eso ahora ya no era mi trabajo, así que me acerqué a una de las mesas y tomé un refresco. Nada de alcohol.

Finalmente me acerqué a la mesa de la FOX. Ya se me había asignado a ese pelotón antes de recibir la instrucción de infantería móvil, dada mi experiencia, apenas era un tramite de aprendizaje, pero me volví a decir que ahora solo era un soldado y debía cumplir con todos los tramites.

Esperé a que el sargento mayor diera paso al Sargento Evans ya que era mi mando directo, al que tenía que presentarme.

-A la orden Sargento Evans, se presenta el...soldado Wimger, ya fui asignado a su pelotón después de la batalla en el fuerte, y ahora es cuando he terminado la instrucción señor.

Información precisa. Conocí a los de la Fox en el muro del fuerte helado después de haber sido mandado a una misión suicida con un montón de novatos. Entonces era Sargento, pero de eso parecía que hacía toda una vida. De hecho, desde entonces, me he dicho cada noche, que nunca regresé de aquel lugar, que allí me mataron y que mi familia sigue viva y con mi uniforme guardado en el armario.

Pero no es así. Y ahora...con mi nueva vida totalmente vacía...voy a volver al combate con esta gente que admiro.

Estaba bebiendo su cerveza cuando alguien lo empujó por detrás, se giró para ver a Samantha, una encantadora y divertidamente ácida muchacha que había escapado del planeta helado en el último transporte junto con él y los últimos rescatados. - Mira por donde andas, para qué te dejaste un ojo si no lo usas? - Terminó con una broma.- Un dia me voy a enamorar de esa mujer - Comentó al resto de la fox cuando esta se alejó.

- Por el sargento mayor! y por que Evans consiga que la próxima vez la flota llegue a tiempo.- dijo con una sonrisa hacia su nuevo sargento. Aprovechaba que ahora estaban en un ambiente relajado, no tendría tiempo de estas bromas mañana.

El discurso del capitán Tsumina fue muy en su línea. Desde luego, era un oficial al que daba gusto tener, pues no les había dejado colgados en ningún momento. En el Fuerte Helado hizo lo imposible por reclamar ayuda a la flota para que les ayudaran y evitar que les mataran a todos. De no ser por él, seguramente estarían muertos.

Tras él, hubo discursos de otras personas que, sinceramente, ni tenían nada que ver ni les importaban un pimiento a los soldados allí reunidos. Se trataba de propaganda de la Federación, igual que lo de la tarta que le siguió. A veces daba hasta asco ver cosas así, pero no podía negar que había que mantener la moral de la humanidad alta, porque si no las cosas se resentirían demasiado: no habría alistamientos y todo se vendría abajo. Había que intentar que la gente siguiera creyendo que la victoria era más que segura. Publicitar otra masacre como la de Klendathu no traería nada bueno.

Brindó con todos los demás, como correspondía, aunque estaba más pendiente de lo que ocurría en la mesa de su escuadrón que en otra cosa. Eso sí, se había fijado en la chica que vino a saludar a Bockman y no pudo sino sonreir divertida por eso, mirando al artillero de reojo.

- "Gracias, Soldado Canowicakte".