Partida Rol por web

- Claro, hermano – sonríe con su expresión tranquila. Notas cierto cosquilleo cuando lo hace. Tu hermana te aprecia, pero también sabe reconocer una victoria-. Hablaré con la abogada. En cualquier caso, invítalos a todos a la fiesta, a ella incluida. Podremos reunirnos allí. Será un encuentro fabuloso.

Por cierto, no puedo evitar tener curiosidad sobre la amiga que antes mencionasteis. Estoy deseando conocerla.

Vaela sonríe aviesamente. Sabes que le divierten sobremanera buscarte pareja, y que aunque no lo parezca, adora los cotilleos como la que más.

- No te diré nada aún, pero créeme: te gustará – afirma con rotundidad-. No es una dama que pase desapercibida. ¿Verdad, hermano?

- No, no lo es – reconoce Inael. Permanece pensativo, valorando la situación. Sabes que aunque no haya hecho nada aún, tu hermano es muy imprevisible. Justo te estás planteando que va a decir cuando tus ideas son interrumpidas por su primer movimiento – Cord, ¿tú también has oído hablar de las Iridar, no? Me suena que me llegaron rumores de Plateaux. Vivían refugiadas allí con su maestro de esgrima, y habían participado en duelos en la ciudad…

- Verdoc Irideu era el tipo – dice de pronto Cord, que mantiene una voz obediente y seca. Raro para él-. Su maestro era un duelista espectacular hace veinte años, el mejor de Duriel. He oído que murió hace poco. Y si, por lo que leí en los diarios, las gemelas compitieron con bastante éxito. No las he visto pelear, en cualquier caso.

- Eso me parecía – afirma Inael pensativo. Parece casi tan enterado como el comandante de los Dragones de Cobre-. Cord, ¿puedes darles un recibimiento? Han llegado a la ciudad, y aún no han probado el nivel de Duriel. Tengo curiosidad por ver como se desenvuelven.

- Claro – sonríe por primera vez en un buen rato Cord -. ¿Quieres que me ocupe yo mismo?

- ¿Estás loco? No, no, las triturarías – se ríe Inael, negando-. Envía a uno de tus chicos, alguien que esté en la competición que sirva para medirlas. Que las provoque en la calle, que busque el duelo de cualquier forma. Tengo mucha curiosidad.

Cord asiente al escucharle, e Inael saborea el vino.

- Y aparte de tu extraña locura, hermanito… ¿Qué tal por las repúblicas? – comenta, cambiando de tema.

Bueno o no, había logrado virar el rumbo de conversación, al menos con Vaela. Quería aprovechar esa ansia que en más de una ocasión había mostrado de hacer de casamentera, presentándole a varias de sus amigas para formar una pareja. Algunas veces le había seguido el juego, dejándose engatusar por las chicas aunque terminara por declinar la oferta de un romance a largo plazo, promoviendo cada vez más ese rumor de “inalcanzable” que estaba brindándose.

Bebió un sorbo largo de su vaso creyendo que le tocaría lidiar con más halagos sobre la misteriosa chica pero, para su sorpresa, el cambio de tema hacia las hermanas Iridar captó inmediatamente su interés.

Puede que fuera justamente eso lo que buscara, al fin y al cabo cuando se enterara de la presencia de las gemelas saltaría aunque fuera una pequeña chispa de duda en su mente y prefería encenderla él el primero para prevenir.

Fingió estar más centrado en un trozo de comida que cogía y en hacer alguna que otra pregunta sobre la chica como su nombre para simular aunque tuviera el oído complemente pegado a la charla que mantenían Cord e Inael. Sin que se lo hubiera propuesto le habían abierto una pequeña puerta con la que colarse y, lo más importante, llevar consigo a las gemelas. Sólo necesito que esa terca coopere.

Alzó la ceja cuando se dirigieron directamente a él, pidiendo unos segundos para tragar el último bocado de su tentempié.

- No estuvo mal, aunque como en casa en ningún lado.- Explicó un poco lo que había visto, las chicas que conoció describiéndolas con la educación de un caballero y soltando alguna carcajada con alguna divertida anécdota, haciendo tiempo hasta que ambos decidieran terminar con la charla.