Partida Rol por web

Si, un resumencillo

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra

Dia: 3, por la noche.

Lo que empezó como una buena noche de pelea, terminó por convertirse en un aburrimiento extremo. Golpes, fintas, fallos y demás estupideces de guerreros danzarines, en vez de lo que eran ambos. Guerreros de verdad, de aquellos guerreros que no soportan otra cosa que el sabor de la sangre propia o enemiga, guerreros que se entregaban a su rabia interna para destrozar a los adversarios. Y aquel entrenamiento, no era más que un tedioso y cansino baile, como el de las fiestas de su aldea.

Ni siquiera los golpes tenían atractivo. Un par de palos a Odio, otro par a ella misma, nada importante. Entonces ocurrió, lo que suele ocurrir, cuando dos fuerzas de la naturaleza se aburren.

Hastiada de tanto paripé, Derviche fintó un ataque de Odio, y respondió con un tremebundo golpe a la cabeza de su compañero de pelotón. La espada se partió en mil pedazos, y cuando las astillas terminaron de volar, la cabeza de Odio presentaba una terrible brecha.

Derviche sonrió, aquel golpe hubiese bastado para matar a cualquiera, pero Odio seguía allí, de pie, seguramente dolorido y mareado, pero no parecía nada grave, no más allá del corte.

Tiró el fragmento de aquella espada rota y sonrió con maldad.

-Ahí tienes otra prueba más, Odio, de que somos iguales, por mucho que no te guste, estabamos haciendo el idiota, entrenando con estos palitos, me alegra ver que eres tan duro como yo quería, mataremos a muchos en Galdan, sobre todo si permanecemos juntos-

Se dio media vuelta dispuesta a irse.

-Maestros de la furia, Odio, eso es lo que somos, iguales antes los dioses, ve pensándolo si no te cuadra, jejeje- Su risa maldada continuó mientras se iba a su tienda, Odio estaba bien, llegaría perfectamente solo a la tienda de los heridos, acompañarle sería un insulto grave hacia él.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: 26.

Ponzoña se dirigía a la zona de entrenamiento, dispuesto a entrenar en solitario o ver cómo alguno de los hermanos lo hacía.

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra

Dia: 3, por la noche.

Simplemente no iba a caer al suelo, no iba a darle ese gusto a Derviche, notaba como sus fuerzas le abandonaban pero permaneció en pie. Una cálida sensación comenzó a discurrir por su sien derecha, recorriendo el lateral de su cara hasta llegar al mentón, donde, gota a gota, se precipitaba sobre la arena del entrenamiento.

No había visto venir el golpe, ya no es que no hubiese podido detenerlo con el escudo, sino que, la mujer que tenía en frente, por un instante, se transformó en un demonio veloz y sanguinario. Y le reventó el arma en la cabeza.

Aquello si fue majestuoso, elegante, digno de admiración. Le gustaría verlo de nuevo, pero no ahora, estar de pie era suficiente para él en este momento, no, no le daría el gusto de caer a ese demonio.

El eco de sus palabras le llegó mientras su cerebro intentaba volver a su posición original, apenas entendió nada, quiso decirla que no se fuera, que no había terminado, pero era incapaz de articular palabra. La conexión natural entre las ideas y la boca había desaparecido. Igual que el demonio en que se había convertido su compañera y, en meros instantes ella misma se había perdido en la noche.

Él seguía de pie, aguantando, se dirigió a su tienda, ya que no le gustaba tener que recibir atención de nadie, pero había visto infectarse demasiadas heridas y, sinceramente, no quería que le ocurriera eso en medio del cráneo, así que taciturnamente se acercó a la tienda de heridos, paso a paso, lentamente, casi tenía que concentrarse para poder caminar.

Pero otro día... otro día le gustaría volver a ver a ese demonio, era la destrucción perfecta, la muerte hecha mujer.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: 26.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: 26.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Allí acudía como había quedado con Lombriz, dispuesta a ganarme un par de platas. No me extrañaba se haya corrido el rumor y algunos hayan venido a ver el "espectáculo".

- Saludos, hermano. - Le digo a Lombriz. - ¿Preparado?

Miro entre los asistentes, y me alegra ver especialmente a uno de ellos. Por su fama, seguro que se ofrece de tesorero y árbitro.

- ¡Eh! ¡Niño Guerrero! ¡Acércate! ¿Me harás el favor de ser nuestro tesorero? Nos hemos apostado dos platas.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Lombriz estaba esperando jugueteando con una de las lanzas, apoyado en uno de los estafermos para practicar la puntería. Ya estaba viniendo alguna que otra gente a comprobar lo que de otra forma sería un entrenamiento más, pero en el que se habían calentado los ánimos y se habían jugado el sueldo de dos meses. Era una cosa grande.

-Lombriz preparado -asintió, y miró a Niño- ¿Tesorero? ¿Dedos tiene temor a que Lombriz no le pague, si pierde? -resopló- Será posible... -tendió el dinero- Toma.

Señaló hacia la explanada, empezando por las dianas, abarcando con el brazo.

-Esto Lombriz propone: cinco tiros a distancia de corazón, donde se penetran las armaduras con facilidad, y cinco tiros a larga distancia, para ver hasta donde serías capaz de empalar a un enemigo. Son las dianas fuertes, no es fácil-fácil hacer punto en ellas... pero somos Compañía, no queremos fácil. ¿Dedos lo ve adecuado?
 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Otro día más, otro entrenamiento más. Sin embargo, lo que parecía que sería un simple entrenamiento toma un cariz distinto cuando veo que algunos hermanos se están reuniendo en la zona de dianas. Me acerco curiosa y veo que Dedos y Lombriz parecen tener algún reto con lanzas, seguramente con dinero por medio, dada la expectación.

Me fijo en Niño Guerrero, un poco apartado pero atento a la competición. Me acerco a él. Saludos, Niño Guerrero, que la diosa y los espíritus sean contigo. ¿Sabes de qué va esto?

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Estaba entrenando contra los estafermos cuando lo vió. Parecía algún tipo de desafio, no le dió importancia, se alejó hasta un arbolillo cercano y comenzó a miccionar hacía el viento mientras silbaba alguna alegre tonada. Mentalmente enumeró sus taréas pendientes y decidió que tenía mucho que hacer mejor que ver aquello. Se guardo el aparato y se ajustó el contenido del taparrabos antes de marcharse del campo de entrenamiento, mientras se rascaba el trasero con deleite.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Niño Guerrero tenía buen oído, claro que lo tenía, sería capaz de escuchar a unos exploradores enemigos a kilómetros de distancia, por eso no le había costado escuchar unos días antes a sus compañeros Dedos y Lombriz desafiarse a una amistosa apuesta de habilidad con la lanza. No le fue demasiado complicado el estar por allí a la hora citada, casi siempre se encontraba en la zona de entrenamientos, era su sitio habitual. Practicaba con las dianas o curioseaba viendo a sus compañeros molerse a palos y darle trabajo de forma constante al Cabo Matagatos, casi a diario. Pero le sorprendió ver que Dedos se acercaba a él para depositarle dos platas como formal muestra del entrenamiento que iban a realizar. Ese depósito temporal le convertía en árbitro y juez de la contienda, tarea que se disponía a acometer con total ejemplaridad.

- Niño Guerrero será tesorero y por eso no apostará, porque Niño Guerrero es legal y nunca hace trampas pero las habladurías son muy malas. Pero vigilará la competición para que no haya ninguna falta, Niño Guerrero se encargará de ello, sí. - Mientras decía eso recogía las monedas de Lombriz, asintiendo al hombre para dejar claro que sería un juez imparcial.

- A Niño Guerrero le parece una buena prueba, si Dedos está conforme pueden empezar. - Dijo tratando de sonar todo lo solemne que era capaz, mientras hinchaba su pecho pero aumentar su tamaño y parecer más imponente, aunque el resultado era poco impresionante.

- Niño Guerrero te saluda Niña de Oro, Dedos y Lombriz quieren comprobar cuál de los dos es mejor lanzando contra unas dianas y han apostado dos platas cada uno contra el otro. -

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Preocupado dejó de golpear los estafermos cuando se dio cuenta que algo pasaba y que un pequeño grupo comenzaba a juntarse, seguramente nada importante, pero al ver a Niño Guerrero decidió acercarse pasando lejos del árbol donde se había retirado Grito para mear, le preocupaba que con el viento su compañero pudiera llegar a salpicarle. Llegó justo a tiempo para escuchar la explicación que Niño Guerrero estaba dando a Niña de Oro así como para saber la condición de juez en la que se había erigido.

Los niños comienzan a crecer, eso me preocupa.

El tiempo pasaba demasiado rápido y uno se daba cuenta sobre todo observando como algunos de sus compañeros más jóvenes iban madurando poco a poco. Además si los niños ya no eran tal, pronto todos se convertirían en viejos y no podrían luchar, eso sería el fin de la Compañía Negra. Miró a Dedos y a Lombriz. ¿Cual sería más certero? No los conocía lo suficiente para saberlo.

-¿Y si Niño Guerrero no fuera el juez, por cual apostaría?

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: PRIMERO (MES DE LA CABEZA CORTADA, PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 7

Era un bonito día para sacudirse el sueño sintiendo la emoción del combate, parecía. En el centro de la arena de entrenamiento (hollada por miles de huellas que hablaban de sudor, sangre golpes), se encontraban Uro y Derviche a punto para otra sesión de entrenamiento.

La luz teñía ya de fuego las puntas de las tiendas. Iluminaba el pendón de la Compañía Negra. Todo lo demás no era sino confusas sombras de matices delicados. Hacía bastante fresco.

La figura del que no era Pipo, ya parte del paisaje, corría a lo largo de su senda.

Uro y Derviche calentaban los músculos, anticipando la tórrida emoción de colisionar sin traba o cortapisa uno contra otro.

De pronto ya no había testigo alguno de lo que iba a ser otra sesión de Derviche y Uro: la senda circular estaba vacía, solamente una nubecilla de polvo gravitaba cercana a algunos de los monigotes de paja que se usaban para las sesiones más elementales con las armas.

Quietud. Los contendientes se mentalizaban. Cuando ya estaban a punto de lanzarse uno contra otro, un borrón que había pasado inadvertido chocó contra Uro casi consiguiendo desequilibrarle. Ambos soldados vieron entonces cómo el misterioso atacante, tras haber hundido el codo en las costillas de Uro haciéndolas crujir dolorosamente, recuperaba la posición y le enfrentaba de nuevo, dispuesto a la pelea.

Era el Otro que, en el cuerpo de Pipo se manifestaba cada día más. Sin hacer sonido alguno, parecía transmitir ganas de juego que hacían pensar en un cachorro grande e inocente, si, pero que te podía dejar sin un hueso sano tan solo por jugar. Se había deslizado, quién sabe cómo, hasta la arena, inadvertido, para participar en la pelea como un comensal que acude a la fiesta sin invitación.

La mañana transcurría de la manera habitual, cuando se trataba de entrenar con Uro. Brutal. Estaban empezando su golpiza matutina cuando de repente, algo, apareció por la espalda de Uro para golpearlo.

¿Que era aquello que osaba interrumpir de esa manera, el entrenamiento del ungido y su alumna?

Era como Pipo, pero en extraño.

No importó, sin mediar palabra, se unió a Uro para apalear al músico de los exploradores, pagaría cara su osadía.

La mañana había empezado con serenidad, compartiendo un humeante cuenco de gachas en la zona de acampada con otros Hostigadores. Los tatuajes de la piel de Uro escondían a duras penas los moratones que Derviche había dibujado en el cuerpo del Cazador de Cabezas tres días atrás. Algunos de ellos aún dolían, pero el Ungido aguantaba su tormento como un farallón que se mantiene incólume ante los embates de una tempestad.

Al presentarse en el campo de entrenamiento, encontró a la Jaguar aguardando su llegada. Una mujer tenaz y fiera. Nacer en tribu equivocada, pensó el Guerrero de la Diosa con una sonrisa lobuna. El enorme salvaje se ajustó la armadura y tomo del caballete una espada de madera y un escudo. A punto estaba ya de rugir su habitual desafío en dirección a la campamentera, cuando una mancha negra apareció de la nada apaleando sus costillas. Dos duros golpes impactaron en su musculado cuerpo antes de que Uro consiguiera responder. Su espada de entrenamiento silbó en el aire y probó la carne de su atacante. Solo en ese momento, pudo el Cazador de Cabezas descubrir la identidad de su ladino oponente: Pipo.

La rabia ardió al rojo blanco en las entrañas del salvaje. Sus sienes se convirtieron en un tambor de guerra mientras los latidos de su corazón se aceleraban hasta un vertiginoso ritmo de exaltación. La sangre de la Diosa clamaba por su tributo. Un cruel y gutural rugido, nacido de la parte más oscura de su alma, se abrió paso por su garganta hasta llenar el campo de entrenamiento, seguido por dos tremendos machetazos que golpearon al explorador sin piedad.

Era Pipo, pero no era Pipo, sino Otro diferente. Para empezar, debía haber tirado la peluca por ahí.

Aguantó la lluvia de golpes con dignidad, devolviendo cumplidamente cuantos podía. Aquello era como una riña de gatos: veloz, rabiosa. El Otro gritaba, rugía, se agazapaba, pateaba, arañaba, golpeaba con rabia. Pero, a pesar de haber atacado por sorpresa, no era rival para dos bravos guerreros como los que tenía en frente, empuñando armas de entrenamientos y empleados en darle una lección que no pudiera olvidar.

Había una similitud entre los tres: el trance del combate. Solo por eso ya merecía la pena el espectáculo.

El Otro acabó tirado en el suelo, sangrando por un oído y completamente inconsciente: molido a palos literalmente.

Pero el trance seguía poseyendo a Uro y, a falta de un enemigo mejor, atacó a Derviche.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

- No, Lombriz, es por si por mi fama, eres tú quien no confía en mí.

Escucho al campamentero y asiento con la cabeza.

- Me parece bien. Podemos empezar cuando queráis.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

La miró por unos segundos.

-...Lombriz nunca hubiera insultado a su hermana así -hizo un gesto con la cabeza hacia las dianas- Vamos.

Se colocaron a distancia de unos seis metros de las dianas, con los hatos de los portalanzas preparados. Lombriz cogió el suyo y el escudo que recogió del suelo y se colocó en la zurda: echó mano de una lanza en la mano derecha y otra preparada en la zurda a la manera tradicional.

-Vamos. A la de tres, dice Lombriz: una. Dos. ¡Tres!

El K´Hlata lanzó, realizando un buen lanzamiento, que se clavó en la diana: si hubiera sido un combate aquel terrible arma habría roto la armadura de alguien... o sus tripas.