Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIODÍA

El tiempo de las palabras había terminado. Loor y Keropis se enfrentaban en el campo de entrenamiento: la juventud y la frescura de la Lágrima de la Diosa contra el aura ancestral que emanaba de la armadura oxidada del ermitaño del desierto. Piel aceitunada ante metal herrumbroso.

El bastón de la segunda de los Campamenteros silbaba en el aire, buscando algún resquicio en la defensa del eremita. Todos y cada uno de sus golpes impactaban contra el escudo del Guardián de los Muertos, que resistía la fuerza de los mandobles estoico como una roca. Enfrascada en el ataque, Loor se acercó demasiado al ermitaño, dando un paso en falso que su oponente aprovechó. Con un rápido movimiento saltó sobre ella rodeándola con un férreo abrazo.

El aire empezó a escapar de los pulmones de la muchacha, a medida que Keropis cerraba más y más la cárcel de acero en que se habían convertido sus acorazados brazos. El peto de la armadura arañaba el pecho de Loor, que se revolvía intentando liberarse de la presa. El rostro de la Lágrima de la Diosa se encontraba a escasas pulgadas de la siniestra máscara del ermitaño; los ojos que la observaban desde las estrechas rendijas, emanaban una luz verdosa y fría.

Con una última sacudida, la mujer consiguió escapar de la llave, alejándose de su oponente. Todavía no había conseguido recuperar el equilibrio, cuando el ermitaño se lanzó a fondo, enarbolando la espada de madera por encima de la cabeza, pillándola desprevenida. Loor alcanzó a levantar su bastón, pero la potencia del sablazo venció a la fuerza de sus brazos. La espada de entrenamiento se partió en su cabeza con un feo crujido. Ambos contendientes quedaron en silencio, estupefactos, contemplando el muñón astillado en que se había trocado el arma del eremita, cuando un delgado hilo carmesí recorrió la frente de la Lágrima de la Diosa.

— Ssserrrá mejorrr que lo dejemosss, sssegunda... —murmuró el ermitaño, soltando lo que quedaba de su espada que cayó al suelo levantando una peuqeña nube de polvo— Crrreo que el cabo Matagatosss tendrrrá algo más de trrrabajo...

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

- La verdad es que este rato bien vale las dos platas. - Le digo a Lombriz mientras recojo el dinero que guardaba Niño Guerrero. - Bah, olvida eso, lo de las lanzas lo dije por picarte. Tenía ganas de medirme, nada más. Venga, no te enfades. Aprovecharé que, como no eres caballeroso, aceptarás que una mujer te invite a algo, aunque técnicamente lo haga con tu dinero.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (DUODÉCIMO DEL AÑO, TERCERO DEL OTOÑO)

DÍA: DECIMOSEXTO DEL MES, por la tarde

Caballeroso o no, Lombriz era un soldado. El día que no aceptase una bebida gratis sería el día que el infierno se helara. O se calentara. No lo sabhía muy bien.

-El dinero de Lombriz hubiera acabado ahí, después de todo -hizo un gesto cómico de galán oscuro con la mano, para indicarle que comenzara el camino- Cuidado con el dinero, son dos meses de guardia después de todo, ¡una pequeña fortuna!

No es como que la afición de los k´hlata no fuera pulirse el dinero como si les quemara. En su cultura el ahorro de lo que no fueran tesoros era raro, igual que el comercio, y si le sumas a eso el ser soldados, bueno... los dineros se prendían fuego de tanta rapidez como cambiaban de manos.

Gruñó por lo bajo cuando sus puños impactaron contra Pipo una vez más.

-Acaba con esto antes de que no puedas levantarte.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIODÍA

Quizás no se había tomado todo en serio el entrenamiento con Keropis de lo que habría sido necesario. Sus golpes, ella era consciente, habían sido más lentos y menos perfectos, que lo normal. Tal vez por el miedo a causar alguna herida grave al campamentero, como recientemente había ocurrido en sus entrenamientos con Chaman Rojo y Sabandija. Sin embargo, poco a poco, la ferrea y casi perfecta defensa del guardián de los muertos, unida a los golpes contundentes que logró en varias ocasiones propiciar a Loor, hicieron que la guerrera se fuera soltando, y disfrutando con el entrenamiento. En un par de ocasiones, había logrado Loor dañar a Keropis, pero el combate estaba todavía muy lejos de acabar. El hombre se lanzó entonces contra ella, nuevamente, sin que Loor pudiera golpearlo, y la apresó, logrando nuevamente causarle daño antes que Loor lograra quitárselo de encima. Pero entonces un golpe del ermitaño del desierto demostró, nuevamente, la debilidad y el peligro de las armas de entrenamiento, causando una herida sangrante en la guerrera, que se tocó la cabeza, observando la sangre con un gesto de perplejidad.

- Bravo, hermano. Bravo. Ha sido en mucho, mucho tiempo, el mejor de los combates. Sin duda puedes aguantar bien un combate cuerpo a cuerpo. Has sido hábil al usar esa defensa tan cerrada contra mi. Te felicito. Lamento que no podamos continuar- hay sinceridad en las palabras de la joven que sonríe al escuchar al guardián- Es cierto. Seguro que doy una alegría a varios por estas heridas. Iré a ver si me curan. Te deseo bien, hermano. Que la Diosa te premie y te proteja.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Chamán Rojo había empezado bastante nervioso el ritual por culpa de los imprevistos surgidos y que le habían forzado a adelantar la ceremonia apresurando los preparativos.

Las prisas nunca son buenas.

Para empezar estaba Loor y el tremendo golpe que casi le rompe el brazo. Parecía que su Diosa no estaba de acuerdo con que el guerrero chamán tuviera un altar en condiciones para celebrar en él la Hoguera Sagrada. Después había estado el asunto del exterminio de todo un pelotón de la Compañía: los exploradores. El momento era ahora y no podía retrasarlo más.

La voz del chamán ligeramente temblorosa en un principio se fue haciendo más y más fuerte y confiada. Sabía que tenía labia y no se cortaba en hacerla valer. La llegada de algunos de sus invitados le dieron ánimo, sobre todo la de Dedos a la que sonrió con una dulzura impropia en él. También llegaron Grito y Desastre, éste último principal protagonista de su ritual, aunque no lo supiese. Puesto que la Hoguera se realizaba en un espacio abierto había asistentes menos deseados, como Rastrojo. Su voz no tembló al darse cuenta de lo que pretendía el otro falso chamán. Todo lo contrario. Se elevó con más fuerza hasta acallar sus sandeces.

¡¡¡El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y sus llamas revelan el repentino y denso
fluir del Destino en intrincadas filigranas!!!

Ya había contado con la presencia de Rastrojo allí y con su forma de actuar. Era lo más previsible y tenía preparada para él un regalo. Lo que sí que sorprendió a Chamán Rojo fue que Desastre trajera a los leones. Su sola presencia casi le hizo trastabillar hacia atrás como si no pudiera contener su instinto natural de huir ante un depredador como tal. Temiendo meter la pata miró a Dedos hasta que sus ojos se cruzaron. Asintió a la mujer y le hizo un gesto para que se adelantase e introdujera en las llamas la ramita tintada de rojo que él le había dejado. 

Ella sabe qué hacer, pues es una Pies Rojos.- Acercarse solemnemente y mostrando el respeto merecido al ritual. Introducir la rama y, si lo consideraba necesario, decir algunas palabras honrando a los caídos.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Tras la señal de Chamán Rojo me acerco a la hoguera. Llevo la cara gacha, el rostro triste. Agarro la ramita rojas con ambas manos, como si fuera un objeto pesado o frágil. La acaricio con suavidad como si fuera un ser vivo del que hay que cuidar.

Pensaba en los caídos.

Niño Guerrero... te habría protegido de todo mal si hubiera podido. No lo necesitabas, pero el amor no se da por necesidad. Que una muerte prematura sea lo común no significa que sea lo justo. 

Belleza, la guerra no era lo tuyo, y aún así la aceptabas. A tu manera, sabías luchar. Que la muerte a manos de alguien más fuerte sea lo común, no significa que sea lo justo.

Cabo Ridvan, tus decisiones fueron respetadas por los hombres que te admiraban y seguían, hasta la propia muerte. Eso dice mucho de ti, te honra, y el honor te guiará al lugar que te corresponde entre los caídos. Serás recordado con orgullo. Que la muerte por un enemigo más numeroso sea lo común, no significa que sea lo justo.

Correcta, toda tu vida estuvo guiada por buenas intenciones, por honor y por justicia. Si los ancestros te hubieran dotado mejor para ello, habrías sido la más grande guerrera que la Compañía hubiera conocido. Que la muerte por un enemigo mejor armado y entrenado sea lo común, no significa que sea lo justo.

Escudo, fuiste fiel a tus principios hasta en los más duros momentos. Tu afán de protección sobrepasará la línea de la vida y la muerte y estarás con nosotros en batalla, cuidando de los tuyos. Que la muerte a manos de un enemigo que juega sucio sea lo común, no significa que sea lo justo.

Frontera, sabías que cada día podía ser el último, y así vivías tu vida. Todos deberían aprender de ti. Disfruta cuanto puedas allá donde vaya tu recuerdo. Que la muerte de alguien que ama la vida sea lo común, no significa que sea lo justo.

Mientras dejo que la ramita se queme en la hoguera, a pesar de que es evidente que hay muchas más palabras dentro de mí que quisiera pronunciar, sólo digo tres.

- Siempre seremos hermanos.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Entre el gentío apareció una sombra de metal, seguida por una criatura titubeante y lastimera. Keropis, el Guardián de los Muertos, avanzaba solemne y frío como un glaciar. Los trazos rojas que decoraran su armadura tiempo atrás, apenas eran ya borrones oscuros cubiertos de polvo, difícilmente diferenciables de las manchas de óxido que le cubrían aquí y allá. En su cinto, junto a la empuñadura de su exótica espada, colgaba indolente una figurilla de madera tallada con sencillez. La estatuilla representaba vagamente al propio eremita y rebotaba sobre el faldón de metal a cada paso del soldado.

Keropis llegó hasta el borde de la muchedumbre que rodeaba a Chamán Rojo y sus verdes y llameantes ojos se clavaron en el Pies Rojos.

—Dámelo... —murmuró con su habitual tono cansado.

La esclava que le seguía dio un paso al frente y abrió sus engarfiadas manos para dejar ver una pequeña rama tiznada de rojo. El ermitaño la tomó y la contempló durante unos instantes, desviando después la mirada hacia el supuesto chamán de los Campamenteros.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Pipo se encontraba ahí. No se había hecho evidente su presencia, dado que se había acercado de manera discreta, muy discreta.

Miró con atención a los que intervenían y, si a unos los miraba con respeto reconcentrado, también soltó una risita cuando Rastrojo hizo de las suyas.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

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Se acercó lentamente hacia el fuego porque había oído que iba a producirse un ritual para honrar a los caídos, cuando estaba apenas a unos metros lo vió. Con su armadura completa, y su esclava ciega, Keropis, parecía estar hablando con  Chaman Rojo  Ante el fuego.

Se frenó en seco, negó con la cabeza, y se fue por donde había venido.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.
MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).
DÍA: FINALES DEL MES. OCASO.

El rostro de Rastrojo se contrajo, en una muestra de desagrado. Él había venido a ridiculizar a Chamán Rojo y a traerlos a todos a la verdadera fé... que era la misma fé de Chamán Rojo, pero impartida por un chamán de verdad. Y sin embargo, Dedos se prestaba a la pantomima y participaba de aquella chufla de ritual.

¿A qué estaba jugando Dedos? Que no se pusiese de parte de Rastrojo ya era una cotidianidad cuando se trataba de temas relacionados con Matagatos y Khadesa, de ese desprecio ya estaba inmunizado. Pero como un niño que buscaba obtener atención, que Dedos le ignorase de aquella manera le obligaba a coger una rabieta.

¡Muy bien! ¿Eso quieren? Pues esto no quedará así. Quedan todos en mi lista negra... ¡Todos! Grito, Pipo por reírse, Desastre, el tío ese de la cara pintada de azul cielo, Dedos ya se lleva su tercera cruz, Keropis.... ¡Todos! Bueno, la esclava de Keropis no, que los esclavos son cosas, y no tienen la culpa. ¡Pero de los demás me vengaré!

No había porqué preocuparse. En la mayoría de los casos las venganzas de Rastrojo consistían en dejar de hablarles (y no escuchar a Rastrojo a veces era de agradecer) y mostrar un sentido desprecio (lo cual no era muy distinto al trato que solía tener con el resto del mundo). Todo indignado, hizo un movimiento de su capa de Hermano Juramentado para dar dramatismo a su salida, y se alejó en silencio conspirativo.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Con plañidera voz y un amplio sentido de lo dramático, Pipo cantó:

En la Frontera de la sangre, escrita,

la llama de Belleza alumbra

Correcta sinfonía en cantos

que son Escudo contra la desdicha.

No se fue antes el Niño Guerrero

de mostrar brillantes sus pupilas...

Se detuvo. Ridvan se le atragantaba, porque no era capaz de pronunciar su nombre y se había llevado demasiados pescozones haciéndolo de manera incorrecta en su presencia, con lo que, cada vez que lo intentaba, tenía que poner todo su empeño en hacerlo, y se olvidaba de todo lo demás.

Pipo se acuerda de Riv... Rid... ván. Su hermano se ha ido para no volver, aunque quienes se han ido para no volver a lo mejor vuelven, así que Pipo, a veces, deja agua cerca, por si los que se han ido tienen sed. Para que si vuelven, puedan beber agua. Por eso Pipo está contento.

Tras manifestar su opinión, Pipo extrajo sus viejas flautas (la flauta mágica, la dejó aparte, sin utilizar) y acompañó la ceremonia.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

La ceremonia continúa y Chamán Rojo profiere más palabras mientras Rastrojo se da por ignorado y decide marcharse del lugar, momento en el cual el aire se vuelve más ligero y tranquilo. Sonrío un poco al ver al chamán marcharse pues no es un tipo carismático ni mucho menos conciliador, cosas que se esperarían en un líder espiritual. Supongo que no todos son tan buenos para lo que deben serlo.

Dedos se acerca a la Hoguera Roja, pues el Pies Rojos la llama para que se acerque. Keropis entra junto con su esclava y le miro sin mucho interés pero entonces aparece Cielo y ve al eremita junto con Chamán Rojo y decide irse después de menear la cabeza. Le doy un pequeño codazo a Desastre y le indico la escena con cara de incertidumbre. No sé qué ocurre entre esos dos y quisiera enterarme de qué va la cosa.

  "¿Sabes que ocurre entre Cielo y Keropis?"

Pipo comenzó a cantar con su suave voz en nombre de todos sus compañeros caídos. No había forma de que uno escuchase al K'Hlata y no sintiese lástima. Todos acá hemos perdido hermanos pero perderlos a todos de golpe es algo mucho más complejo de lo que me ha tocado vivir. Pienso en la idea de que todos mueran, disuelvan mi pelotón y ni siquiera entenderlo del todo. No es ningún secreto que Pipo es especial y su mente no funciona como la del resto de nosotros. Probablemente los espíritus meten tanta bulla dentro de su cabeza que no le dejan entender como a los demás, desde el Profanador de Mentes que fue así. Es una víctima de esa batalla y se le aprecia porque, a pesar de que no es el más brillante de la Compañía, sigue luchando con ferocidad.

Miro la rama roja en mi mano y entiendo que todos podemos pasar por el mismo destino que Pipo y Astado. Ante el fantasma de la Puerta de Galdan, todos deberíamos plantearnos la posibilidad no solo de morir, sino que de ver a todo el resto hacerlo y seguir con vida, un destino no mucho mejor que deambular por la Llanura Brillante.

Me mantengo a la espera de que sea mi turno mientras pongo atención a todo lo que ocurra cerca de la Hoguera.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Era la hora de dar el último adiós a los caídos en la batalla. El campamento en aquellos momentos se encontraba en una tensión muy palpable. Todo parecía estar más callado, en silencio, como si todo el mundo supiera lo que esperaba en la Puerta de Galdan. Desde hacía al menos un mes, había transmitido la preocupación a mis compañeros de la Infantería sobre aquel asalto. Los enemigos del Triplete no eran guerreros a los que hubiese que subestimar.

No era muy dado a los rituales, porque en mí la esperanza había desaparecido cuando aún joven era. La Diosa del Engaño se había ensañado contra mi vida, y los Dioses no habían hecho nada por ayudarme ni tan si quiera a salir del paso. Pero aunque así fuera, no quería dejar escapar mi última oportunidad de rendir honor a los caídos.

No hablé, no hice nada, tan solo guardé silencio. Silencio como el mejor de los respetos a nobles guerreros que perecieron en su última incursión. Todo aquello iba por ellos.