Partida Rol por web

No recordaba haber estado tan cansado nunca en su vida. Aquello había sido más agotador que combatir en una gran batalla. Su cara reflejaba sin duda aquellas emociones que su cuerpo experimentaba. Sin embargo el continuo jadeo, fruto del cansancio, se interrumpió cuando a lo lejos divisó el Campamento. Era lo que esperaba, pero no estaba como él esperaba y eso era lo que más le preocupaba. Se mantuvo en silencio, pero aceleró el paso para recortar la distancia que le quedaba en el menor tiempo posible.

Cuando llegó con sus compañeros de patrulla se detuvo para ser informado, no pudo reprimir su curiosidad y lanzó una andanada de preguntas - ¿qué pasó? ¿Quienes fueron? ¿Ha habido bajas? - El joven explorador se temía tener respuesta para las tres preguntas que él mismo había hecho. Sin embargo al escuchar la mente más preclara y relajada de su compañero Escudo, asintió y se decidió a secundar su idea. - Sí, Niño Guerrero debe ir e informar al Cabo Ridvan de lo sucedido en su patrulla. -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

León Anciano miró a su izquierda. Se había situado en el lado derecho de la fila de a dos, y a su lado, Derviche parecía envuelta en una ira sobrehumana. Cómo el perro de caza que se revuelve contra la correa cuando un antílope es abatido por su amo, buscando la sangre. León Anciano también quería salir de caza. Las fuerzas del Triplete se acercaban, y en una posición de máxima quietud, esperaba a que sus enemigos acudiesen a su encuentro. Esperaba también las órdenes de Lengua Negra, las cuales, al igual que los guerreros del Triplete, no llegaban. Y la espera se hacía eterna entre los soldados.

El Anciano se sobresaltó al escuchar los gritos de Cortaplumas al recibir el ataque. "Ha llegado el momento, viejo" Se dijo a si mismo y tensó la flecha en el arco, aún apuntando a suelo. Por lo que podía ver, las fuerzas del Triplete habían aprovechado la entrada en el campamento de la caravana mercantil del comerciante Precio para atacar. ¿Cómo Analista no había tenido aquella importación en cuenta? Era un pelotón de poderosos Jinetes, que parecían recién salidos de una de esas leyendas de héroes con armaduras hechas de escamas de Dragón que se les cuenta a los niños en la Gran Sabana cuando no pueden dormir. Esos guerreros, que tantas veces le habían permitido dormir de niño, confiando en que alguien así velaba por su seguridad, ahora le quitaban por completo en sueño.

Los tenía en la visual, hasta cierto modo. Y conforme se iban acercando, conforme sus grandísimas monturas amenazaban con atravesar las puertas de la compañía, el miedo que le atemorizaba era mayor. Pero no podía disparar, pues gran parte del carro del seguidor de campamento se interponía entre su flecha y los enemigos. Y aun así, algo le decía que era una mala idea, que aquellos jinetes no eran normales. Se quedó, pués, esperando órdenes, aun cuando sorprendentemente alguien si tuvo la osadía de hacer frente a aquellos guerreros de leyenda. Eran Rufianes de Usurero, armados con sus espadas cortas y garrotes... León Anciano no podía creer que los guerreros con menor honra de la Compañía fuesen a hacerles frente y ellos no. No podía concebir la idea de que los pelotones no se hubiesen lanzado ya al exterior en busca de sangre.

La actuación de la Heroína de la Puerta le pareció tan sublime cómo repugnante. Era bastante obvio que la joven se movía con una destreza increible, y el viejo León Hambriento quedó fascinado ante sus movimientos. Pero no pudo evitar la mueca que se le escapó al ver cómo ensartaba a los dos primeros rufianes de Usurero lanzando aquellas espadas. Aquel gesto tampoco mejoró cuando vio cómo arrastraban a los hombres por toda la llanura con cuerdas. Si no hubiese sido porque las puertas ya estában cerradas, León Anciano hubiese abierto fuego, aquello lo tenía claro.

No quería sublevarse ni revelarse contra la cadena de mando de la Compañía. Los años le habían enseñado que faltarle el respeto a alguien que cree tener poder puede ser una idea pésima. Por ello, y a pesar de que estaba deseando disparar contra el enemigo, cuando Analista dio la orden de que permaneciesen dentro del campamento, el viejo León suspiró tranquilo en el sitio. La batalla aún no daría comienzo.

Era un anciano sabio y había aprendido a aguardar, por lo que aquella hora no fue más que una más de su vida. Esperaba los segundos que se pasaban cómo minutos, y los minutos que se hacían horas, hasta que finalmente vio las figuras colgadas de los postes. No se había dado cuenta de cuando los habían puesto, pero podía ver su puntas despuntando en el cielo, y algo más bajos los cinco cuerpos. Si, eran cinco, y no cuatro, cómo cuatro eran los rufianes de usurero que habían sido atrapados por el Triplete. León Anciano tuvo que agudizar aún más su vista para poder darse cuenta de que era Sicofante el que estaba colgado.

León Anciano se quedó mirando a un punto fijo en la empalizada, completamente anonadado. No podía creerlo. Simplemente no quería creerlo. Estaban a punto de quemar vivo a un compañero, a un hermano. Había compartido instrucción con Sicofante, habían sido ascendidos a Reclutas en la misma ceremonia. Y junto a ellos, se encontraban todos los miembros de los pelotones de Hostigadores y Campamenteros. ¿Por qué no estaban haciendo nada? ¿Por qué seguían allí? León Anciano sabía que era una trampa, pero trampa o no era un insulto a Sicofante dejarlo arder vivo.

Un sonido ensordecedor le sacó de sus ensoñaciones. Un poderoso golpe que le hizo pegar un respingo y volver su mirada hacia la puerta, pensando probablemente que una carga de los elefantes de guerra del Triplete había profanado en el campamento. De hecho, incluso por un momento, apuntó con su arco a la puerta. Pero aquello a lo que su flecha casi acierta no era un elefante, sino el Cabo Barril, embistiendo contra la puerta. ¿Iban a salir? Analista no había dado la órden, pero...

Una segunda acometida de Barril, y la puerta se vino abajo. León Anciano observó al Cabo comenzar su carga contra los soldados Pastel. Parecía un Jabalí enfurecido. Y tras él, a toda la Infantería. Observó a Dagotán, su hermano y amigo hecho una fiera, portando sus espadas. Vio la gracilidad de Muerte del Cansado, oculto bajo sus ropajes que le hacían parecer un señor de las arenas. Observó a Flores con el escudo en alto, y a Matador junto a él, y a Garzung unos metros más allá. También a Uro. Vio cómo, tras dubitar unos segundos, escupía justo a sus mandos y se lanzaba a la carga.

Y entonces, algo hizo eco dentro de sí. "Cuidar de León Anciano." Decía la voz "Ser valiente guerrero y enfrentar muerte sin vacilar." Recordó las palabras que se dijo a si mismo cuando fue designado en los Campamenteros. Recordó cómo se había aliviado, pues dentro del campamento corría menos riesgo de morir. Entonces, y solo entonces, dio un paso al lado y abandonó la formación.

-Lo siento, Lengua Negra.- Murmuró -No me alisté para ver cómo masacran a mis hermanos.

Tras la batalla

León Anciano había caminado hasta el campo de Batalla. Lo hacía apoyado en su lanza, la cual usaba cómo bastón del caminante. Una flecha había atravesado el músculo de su pantorrilla, y era casi un milagro que el hombre se hubiese podido desplazar hasta allí. Pero más allá de todo aquel dolor, el hombre se sentía bien. Había logrado pasar más allá de la vigilancia de las Arqueras de Élite de Galdan y atacado desde la retaguardia. Incluso había logrado impactar en una de las arqueras. Pero él era sólo uno, y no pudo hacer nada cuando aquellas gráciles gacelas de la Sabana se giraron e hicieron llover acero sobre él. Esquivó ráfagas de flechas sin vacilar, cómo lo hubiese hecho años atrás. Él era un guerrero, y así lo había demostrado. Pero por cada flecha que disparaba, cinco caían sobre él intentando encontrar su carne, y una de ellas, esa que tenía clavada en la pierna, lo había logrado.

Su estado no era bueno. Tenía que ser llevado a la tienda de los Heridos de inmediato o acabaría por desangrarse. Pero él, sobreponiéndose al dolor, buscó a Lengua Negra. Tenía miedo. Quizá había sido un necio al desobedecer sus órdenes, y temía sus reproches. Pero si aquella flecha le iba a causar la muerte, antes tenía que decir algo.

-Lengua Negra, Tenéis que seguirlas...- Su voz era queda por el dolor, y miraba al suelo, avergonzado por haber fallado a su superior. -He herido a una... Si hay una persecución... No podrá seguirles el ritmo... 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA, MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DE LA ESTACIÓN DEL VERANO.

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Pipo no era exactamente el único en aquella situación. Con al menos un pelotón estragado, algunos aquí y allí heridos en la pérdida de moral, a los Campamenteros les había tocado la parte del león en lo de establecer turnos de vigilancia en previsión de... ¿que el ejército enemigo volviera después de que hubieran sido rechazados y desaparecieran? No era alguien para cuestionar las órdenes de sus superiores. Aun así, como todo miembro de un ejército al que le encasquetan turnos de guardia al sol, lo hacía.

-Pipo. Qué has visto.

El retrasado no le caía mal. Había sido como él uno de los servidores del Gran Amo, salvo que su mente había sido mucho menos fuerte que la suya y se había quebrado... pero no podía castigarse a alguien por sucumbir ante lo inevitable, sino compadecerle. Además de eso hacía su trabajo y sabía tocar la flauta... mássssss o menos. Lombriz, lanza y escudo a mano, se acercó a ver lo que ocurría para ver a sus compañeros.

-Niño Guerrero. Escudo. Ojopocho. Quizá sea difícil, hubo un gran ataque. Sicofante fue quemado vivo frente a las murallas con unos cuantos de esos puños de alquiler, Infantería entera se rebeló contra las órdenes, el cabo Barril está muerto. Peregrino, Campaña muy herido -clacó con la garganta- Cuidado con cómo decís, humor peligroso hoy. Mi consejo.

No señaló a la tienda de los heridos, y tampoco tuvo que hacerlo a las piras: el olor a entierro ya era suficiente como para tumbar de espaldas.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Pipo sonrió a Lombriz. Pipo ha visto poco. Pipo se pone raro a veces, y luego ya no se acuerda. A veces, cuando despierta, tiene un agujero en alguna parte. Pipo ve que todos parecen saltar por aquí y por allá, y si se quedan quietos miran serios, serios. ¿Lombriz viene a ver a Riv... Rid... van?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Escudó saludó con un gesto de la cabeza a Lombriz.

Loa acontecimientos eran graves, pero aún no entendía eso de que la infantería entera se rebelase. Eso era mucho más grave. No se atrevía a preguntar más antes de hablar con sus superiores.

- Gracias por la información, creo que hemos llegado demasiado tarde. Aún así hemos de informar a nuestros superiores, Astado o Cabo Ridvan, ¿sabes por donde están? - La pregunta iba dirigida tanto a Lombriz como a Pipo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Lombriz no sonrió a su hermano Pipo, pero le dedicó un asentimiento de cabeza en reconocimiento. No había llegado a ver su "foco", pero de haberlo hecho no le habría prestado la mayor importancia.

- Gracias por la información, creo que hemos llegado demasiado tarde

Escupió al suelo y levantó algo de polvo con el pie tras hacerlo.

-Yuyus tramposos. ¿No notasteis nada raro en vuestro viaje? Lombriz sí. Y después nadie hizo caso a Lombriz durante días. Yuyu -gruñó y sacudió la cabeza, agitando las rastas de su cabello- ¿Astado? Donde siempre, en el caldero. Necesitamos más puchero que nunca. Rivdan... -se encogió de hombros- Los cabos están muy ocupados. Búscalos en su tienda, pero no esperes.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

La hilera de humo desde las piras parece el asta de una bandera que solo dolor y muerte es capaz de presagiar. La batalla terminó y hemos vencido a pesar de las terribles condiciones que nuestros hermanos enfrentaron al salir de la empalizada. Me concentro observando y ayudando a todo lo que sigue a la batalla, como organizar los cuerpos, recoger los equipos de los muertos e intentar poner en orden lo que ha quedado de La Compañía.

De pronto, vuelve la última patrulla, compuesta en su mayoría por Exploradores. Pipo les trae frente a mí para que se reporten. A lo que aparecen, les saludo con un gesto de la cabeza y les hablo:

 - "Quiero su reporte de inmediato."

Por lo que veo, ya les han puesto más o menos al día en lo que ha ocurrido mientras no estaban. Son malas noticias y me molesta mucho tener que darlas, por lo que asumo que saben todo y, si no es así, ya lo sabrán a medida que se reinstalen y comiencen los cotilleos clásicos de por acá.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Escudo no es de muchas palabras, pero ante su cabo debe exponer los hechos tal y como él los ha vivido. La expresión de su superior es suficiente para que Escudo no haga preguntas acerca de la situación del campamento y si, tal y como le han contado, hubo desobediencia de órdenes expresas se enterará más tarde o más temprano de lo sucedido.

- Señor, durante días observamos y reportamos los movimientos de tropas tal y como se nos fue ordenado. Hacia el día 21 observamos un grupo de siete, Brenda y el hombre bestia Kano y cinco arqueras K'Hlata. Intentamos ocultarnos pero nos descubrieron y tuvimos que huir.

En este sentido Escudo inclina la cabeza ante su superior, avergonzado.

- Mi escudo fue una carga y fuimos perseguidos durante días. Por mi culpa no pudimos escondernos y avisar a tiempo al campamento - Escudo mira a su alrededor, aún no sabe si el ataque fue perpretado por las fuerzas que les perseguían o por otros. - Nos desviamos al Este y al final dejaron de perseguirnos.

Escudo levanta de nuevo su mirada a su mando. En sus ojos ahora se aprecia una nueva determinación.

- Escudo tiene un problema con su escudo. Necesito uno nuevo que no sea una carga para ocultarme. Si me deja, pediré en el viaje a Cho'n Delor un nuevo escudo que me permita ocultarme.

Lo que ha dicho Escudo es más de lo que suele hablar en un mes. Una vez terminado su informe permanece en silencio por si Niño Guerrero desea ampliar la información.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

El momento de viajar a Cho'n Delor había llegado. Piojillo tendría oportunidad de jurar con un hermano de capa para ser por fin un miembro de pleno derecho de la Compañía. A penas había pasado tiempo suficiente para que su pesar, sufrido por la reciente pérdida de Sicofante a manos del Triplete, se hubisese disipado. Lo único que le consolaba era que muy pronto podría ver cumplido uno de sus objetivos, si todo iba bien.

Durante la mañana se enteró de la llegada de la última patrulla, aunque Piojillo empleó el tiempo en preparar su equipo y sus viandas para el viaje que tendría lugar. Solo esperaba poder encontrarse con aquél con quién juraría por el como hermano de capa...

EL DÍA ANTERIOR:

- Tras la batalla, Campaña, pese a estar tan malherido, corre a socorrer a su tío Barril. Enseguida, Loor y otros acuden a ayudar.

- En un primer momento, el Cabo Barril parece muerto y bien muerto. Campaña apoya su oído en el pecho de su ensangrentado tío, y tarda un largo minuto en captar un débil latido... ¡Sigue vivo!

- Rápidamente, entre varios lo trasladan a la Tienda de los Heridos, y llaman a Matagatos, sin duda el mejor quirurgo presente, para que le salve la vida... Parece tarea imposible, pues Barril ha perdido más sangre que la que cabe en un cuerpo humano normal...

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Les habían recibido con rapidez a los tres y a no mucho tardar tanto Pipo y Lombriz corrieron a informarles. Las noticias no eran demasiado buenas, por no decir que eran muy malas. El joven explorador se mantuvo en silencio escuchando atento lo que les iban contando. Miró al suelo al saber de las bajas de Sicofante, Peregrino y el Cabo Barril. Todos era buenos hombres y leales a la Compañía Negra. Apretó su puño de rabia pero no dijo nada. Aún tenían que informar sobre su patrulla y para eso era totalmente necesario el ponerse en contacto con el Cabo Ridvan.

Cuando llegó ante su superior acompañado de Escudo se mantuvo en un prudente silencio escuchando lo que este decía. Finalmente cuando terminó de hablar, fue su turno de explicar lo sucedido. - Escudo está en lo cierto, divisamos al enemigo y al seguir las órdenes de Ponzoña estos no presentaron batalla y huyeron. Estos fueron obligados a huir y desviarse del camino, por eso Niño Guerrero, Escudo Y Ojopocho no pudieron avisar. - En aquellas palabras había una profunda decepción personal que le forzó a bajar la cabeza y mirar al suelo mientras esperaba la respuesta del Cabo Ridvan.

MAÑANA DEL DÍA 3 DE LA JIRAFA DEL 201 DE KHATOVAR

Tras la batalla

Cegado por la ira y la desesperación, parecía imposible que Campaña fuera capaz de encontrar a su tío entre las interminables pilas de cuerpos. Campaña no era consciente de los compañeros que estaban a su alrededor, algunos de los cuales ni siquiera se atrevían a intervenir, ni tampoco de los que allí habían caído, su mente estaba completamente centrada en la tarea de encontrar a su tío, vivo o muerto.

La escena se tornaba cada vez más oscura, y los fantasmas de un pasado muy cercano comenzaban a concentrarse a su alrededor. Había demasiados elementos comunes con el escenario de lo ocurrido días atrás en el Llano de Galdan. Primero Peregrino y ahora el Cabo Barril... el tío Barril, que tanto le había dado y que jamás le había tratado como el retrasado que en realidad era. Campaña sabía muy bien que, de no ser por sus consejos, ahora no sería más que un alfeñique inútil para la Compañía, o simplemente estaría muerto. Ni en todos los años de su vida sería capaz de compensar todo aquello, por eso se lo debía, debía encontrarlo, aunque de él sólo quedaran los restos, al menos debía encontrarlo...

Atravesó un momento de lucidez (de aterradora lucidez) impulsada por los más tiernos recuerdos que guardaba en lo más profundo de su corazón, y continuó su búsqueda guiado por una repentina intuición. Quizás fue sólo la suerte, que le acompañó en aquella ocasión, o quizás resultó ser más listo de que creía, pero el caso es consiguió encontrar el cuerpo de su tío. Estaba ensartado por tantas partes que no hubiera sido capaz de contarlas. Su armadura estaba abollada y agujereada a partes iguales, pero su enorme mano agarraba aún su maza, cómo aferrándose a algo del mundo material para no caer en los brazos de los espíritus.

Campaña se arrodilló junto a él a toda prisa, apartando de un manotazo los restos de un enemigo abatido por su tío. Sus ojos buscaron por todo su cuerpo algún signo de vitalidad, pero todo parecía indicar que su tío estaba ya muerto. Aferró su mano con fuerza, intentando sentir la calidez de las personas vivas, pero no encontraba más que el frío de la muerte. Con lágrimas en los ojos, Campaña sintió como si una enorme bota le aplastara el pecho lentamente, dejándole sin aliento.

A través de las cataratas que eran sus ojos vio el rostro de Peregrino, cubierto de sangre, mirándole directamente a los ojos. Su mirada le paralizó, no podía moverse ni un ápice mientras recibía la intensidad de aquella mirada de reproche. Una voz en su cabeza le decía que todo había sido culpa suya, que Peregrino bien podría haber estado de nuevo junto a él matando a los enemigos que habían abatido a su tío. Pero su torpeza lo había matado... a él y también a su tío. La angustia se apoderó de Campaña, que estaba aún paralizado frente al rostro de Peregrino. Sin embargo, sus manos continuaban buscando aquel calor que da la vida, incluso sin que Campaña se estuviera dando cuenta.

De pronto, cuando parecía a punto de derrumbarse por completo, notó aquella calidez. El rostro de Peregrino desapareció de un plumazo y Campaña se sintió liberado de aquel peso que le oprimía el pecho. Volvió a la realidad, y descubrió sus manos sobre el pecho de su tío, y allí fue dónde encontró el calor de la vida, luchando por salir adelante. No podía creerlo, su tío estaba aún vivo, su corazón acababa de latir.

Se levantó embargado por la emoción, en una extraña mezcla de alegría y miedo.

- Está vivo... -dijo en un susurro, y enseguida se dio cuenta de lo que significaba.- ¡ESTÁ VIVO! ¡EL TITO BARRIL ESTÁ VIVO!!

- Las intervenciones quirúrgicas necesarias para coser las arterias seccionadas del Cabo Barril fueron extremadamente precisas y delicadas, y conllevaron el esfuerzo completo de Matagatos durante toda una jornada. Campaña y Loor no se despegaron de su lado, pero al cabo de día y medio la respiración de ahora durmiente Cabo Barril se había vuelto normal. Todo indicaba que el hombretón se iba a salvar de esta, aunque Matagatos auguraba también que no volvería a luchar en unos cuantos meses.

- "Matagatos, has logrado lo imposible. Lo has traído de vuelta desde el reino de los muertos. La Infantería está en deuda contigo." -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: QUINTO DEL MES.

MEDIODÍA.

La tensión crecía. Que Barril estuviera vivo apenas había variado el humor en general y un ambiente cargado y gris, como el previo a una tormenta, pesaba sobre la Compañía. Culpabilidad, responsabilidad, temor, dolor... Unos y otros sentimientos, unas y otras emociones se mezclaban en un torbellino que la ausencia de Analista aumentaba. No correspondía a su naturaleza encerrarse como un ermitiaño y aún menos abandonar a la Compañía a su suerte.

Lengua Negra estaba preocupado. Por la Compañía y por su viejo mentor. Entendía lo que podía estar sintiendo. A otros niveles, había pasado por lo mismo durante su vida como mando de los Hostigadores. Ya entonces aprendió que el poder proporciona responsabilidad, ataba las manos o mejor dicho el corazón, granjeaba oposiciones y sobre todas las cosas, te sumía en la soledad.

Recorrió la distancia hasta la Tienda de los Mandos y pidió hablar con Analista.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Pipo esperó en silencio mientras Ridvan digería las noticias y vomitaba las órdenes oportunas. Estaba en su fase de descanso, pero era un tipo nervioso y activo. Ya estaba pensando si no esperarían una jícara de agua en la tienda de los heridos, o si con su vieja flauta no podría levantar el ánimo de los presentes. De entre todas las cosas que le ponían triste no era la menor ver tristes o nerviosos a sus semejantes. Bien es cierto que la muerte tampoco era algo a lo que prestara mucha atención, y por eso a veces no conseguía empatizar con sus camaradas, pero lo intentaba una y otra vez con entusiasmo.

Manoseó sus tubos de bambú, con los que hacía música mientras no quitaba ojo de su hermano de capa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: CUARTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Dedos a penas había abierto la boca desde que había tenido lugar el asalto al campamento.

Había salido de la tienda de los Heridos, dispuesta a proteger a Matagatos en caso de ataque, pero lo que se había encontrado había sido un espectáculo lamentable que lejos estaba de la lucha y el honor con los que pensaba volver a demostrar su valía para la Compañía. Lejos estaba aquella escaramuza desorganizada y atroz, que había tenido lugar en medio del olor de la carne quemada de Sicofante, de los estándares de cualquier batalla de la que uno pudiera sentirse orgulloso.

La pequeña K'Hlata sentía un nudo en el estómago desde entonces. Uno hecho de rabia y desesperanza, y de preocupación. Seguía herida, y a penas se había atrevido a pisar la tienda, para no molestar a quienes trataban de salvar a Barril, que por alguna razón que sólo los espíritus conocían, seguía vivo, a duras penas.

Dedos esperaba que sobreviviese. Su muerte, junto a la de Peregrino y Sicofante, sería un duro golpe a la moral. Uno aún mayor que el que habían recibido. Pero no descartaba que lo peor pudiera suceder. Después de todo, a penas se habían planteado avanzar hacia su próximo objetivo, y aún sin emprender el camino ya se habían encontrado con un sinfín de dificultades. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

DÍA: QUINTO DEL MES.

MEDIODÍA.

Segundo Guardaespaldas se encuentra haciendo guardia a la entrada de la Tienda de Mando, pero tras intercambiar unas breves palabras con Lengua Negra permite pasar al Cabo al interior de la Tienda.