Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DE LA HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO),

DÍA: QUINTO DEL MES. De madrugada

Pipo está frenético. Su instinto lo ha traído hasta aquí, corroborando lo que presentí ayer. Me acerco a Matagatos tras avisar a Ponzoña, sin ponerme en línea directa de Pipo. Cuando está así toda precaución es poca. El presintió lo que había en la cueva y respeto esa parte de él.

- Pipo, estás con tu manada. Khadesa vio. Sólo tú has vuelto vivo. Cazaremos a esos bastardos y bailarás sobre sus intestinos. Matagatos te pondrá fuerte de nuevo, no puedes cazar débil. Pipo cazador fuerte.

Confío en que mis palabras, mis frases sencillas, lleguen a su entendimiento. Luego alzo la voz ligeramente para animar al resto a que prometan cazar a quienes le hirieron. Si no conseguimos que se calme y entre en la tienda, corremos el riesgo de no llegar a tiempo a sanarlo.

- Matagatos, tú ayudarás a cazar. Y Lombriz. Y Caracabra. Y Niña de Oro...- veo que se acercan varios miembros de la Infantería- Todos los cazaremos, porque con la Compañía, la oscuridad siempre llega.

Me deshago del vendaje de la mano que me herí ayer durante la visión y que aún esta medio fresca. Fuerzo a que sangre conteniendo un gesto de dolor y se la tiendo en un juramento.

- Todos los cazaremos y tú bailaras sobre sus intestinos y te alimentarás de su sangre.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DE LA HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO),

DÍA: QUINTO DEL MES. De madrugada

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Cuando Matador me sacude, vuelvo al mundo de la vigilia sobresaltado. No he oído las alarmas y eso me advierte de algo, mientras escucho las palabras de Matador e Indómito. Estoy forzando mi cuerpo. El entrenamiento y las largas horas en la Tienda de Heridos me están pasando factura quizás, y caigo en el catre bastante cansado. Pero es algo necesario, no me rendiré.

Termino de ponerme la armadura con ayuda de algún Infante que me auxilie mientras ajusto mis armas en sus vainas. Ataque. Emboscada. Exploradores muertos. Un único superviviente. Masacre.  Aprieto los dientes. El Triplete tiene que probar su propia medicina, la Compañía Negra no es el felpudo de nadie. Se van a cagar.

Salgo con mis compañeros dispuesto a seguir órdenes de ser necesario, pero tras ver el panorama, pido permiso a Barril para acercarme a la Tienda de Heridos.

- Voy a acercarme a la Tienda de los Heridos amigos. Volveré en breve. -

Parece que Pipo, el flautista de los Exploradores es el que allí se encuentra, y aunque ya estará bien atendido me gustaría ver su estado y heridas para hacerme una idea de la magnitud del ataque. Hace tiempo que no escucho la música de ese extraño K´Hlata. Y algunos Hermanos no la escucharán jamás probablemente. Se han unido a los Muertos que pueblan el Llano o peor aún. Están en manos del enemigo. Una lágrima corre por mi mejilla al asaltarme esos oscuros pensamientos, pero la oscuridad impide que mi gesto sea percibido. Corro a hacia el lugar de sanación del Campamento, mientras la brisa nocturna elimina los restos de humedad de mi rostro.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DE LA HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO),

DÍA: QUINTO DEL MES. De madrugada

Pipo se resiste. Quiere algo, necesita algo. Señala en una dirección concreta, a un sitio concreto. Quizá donde fueron atacados. Miro esperanzada en dirección al teniente, en la ilusión, quizá vana y soñadora, que nos haga ponernos en marcha en esa dirección.

Una vez Pipo me deja acercarme, le susurro: Sí, bailarás sobre sus intestinos, y yo te acompañaré. Lo que han hecho... mi hermana, mi amiga... no, no quedará así, lo pagarán. Lo pagarán. LO PAGARÁN. Las lágrimas vuelven a aflorar a mis ojos, mientras colaboro en que Pipo consiga llegar a la tienda de los heridos. Su sangre, y quizás la de sus enemigos, mancha mi ropa, pero eso no me importa en absoluto. Nada de lo que sucede a mi alrededor me importa ya...

Odio se empezaba a preguntar si habría despuntado ya el alba, los entrenamientos previos al asedio lo cansaban bastante y le hacían dormir toda la noche del tirón pero sí, había escuchado algo, una voz.

Lentamente, empezó a ponerse el equipo, preparado para otro día de entrenamiento, tampoco había mucho más que hacer en el Campamento que no fuera una total y absoluta pérdida de tiempo.

Hay alboroto, ¿ha pasado algo? - pensó el K'Hlata momentos antes de que Derviche le avisara, terminó de recoger su equipo apresuradamente y se dirigió lanza en mano hacia las posiciones que gritaba el teniente, al cual se le escuchaba mucho mejor desde fuera de la tienda.

Cruzó a la carrera el campamento, en dirección al Sur, y pudo ver de pasada lo que parecía la peluca extraña de Pipo coronando a un guiñapo humano, todo herido y extenuado. Varios miembros de la Compañía se arremolinaban a su alrededor así que no había duda, los exploradores han tenido problemas, y parece que serios.

Pasando de largo se dirigió a su posición en la empalizada, los nudillos de su mano derecha se apretaron en torno a la lanza corta hasta palidecer. Alguien iba a pagar por todo esto, vaya que si iba a pagar.

- Las guardias son reforzadas, aunque por orden del Capitán con rotaciones de seis horas.

- Dolorosos y Campamenteros protegen el Sur.

- Reservas e Infantería el Norte.

- Arqueros y Seguidores Este y Oeste.

- La Caballería y Portaestandarte están ausentes.

- Los Hostigadores son puestos en alerta.

- Los mandos se reúnen en la Tienda de Mando. El Capitán decide esperar, cree que cualquier tropa que fuera enviada esta noche podría caer en una trampa. El Teniente aboga por sacar una fuerza abrumadora, pero al final cede ante el Capitán.

TRANSCURREN DOS DÍAS.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DE LA HIENA (SEGUNDO DEL INVIERNO).

DÍA: SÉPTIMO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

- Durante el Quinto día de la Hiena no se hizo nada, el Campamento permaneció simplemente en alerta.

- Se sugirió enviar mensajeros a los demás fuertes, los aliados de Fuerte Comunes y de Fuerte Escoria, y a la itinerante Caballería para alertar de lo sucedido.

- El Capitán prohibió todo movimiento, movido por la prudencia, aunque fue aconsejado por Magos y Pitonisas.

- Los cuatro Magos presentes unieron sus poderes y enviaron a un explorador, el camello llamado Mancillado. Las visiones de su magia indicaron que no había peligro, pero que Astado estaba vivo, tirado tras unas rocas, y precisaba asistencia médica.

- El Sexto día de la Hiena, por la mañana temprano, el Capitán-Analista decidió organizar una partida de rescate. Con el Cabo Matagatos al frente, envió a un potente grupo conjunto: el Pelotón de Hostigadores, con el apoyo de Sacerdote y sus cuatro escuadras de Dolorosos, y la escuadra Diana de los Arqueros como apoyo a distancia.

- Matagatos encontró el lugar de la emboscada, y pudo asistir a Astado, que se encontraba delirante y deshidratado, pero que pudo ser estabilizado y enviado al Campamento para recuperarse en la Tienda de los Heridos.

- Matagatos encontró huellas de la batalla y abundante sangre indicativa de que posiblemente el resto de Exploradores estaban muertos, así como también varios enemigos. No se encontró botín ni cuerpos (aparte del herido Astado), y el rastro conducía hasta la Puerta de Galdan, pero era suicida acercarse allí, por lo que, tras determinar que no había nada más que hacer, el Cabo de los Hostigadores ordenó regresar al Campamento de la Compañía.

TRANSCURREN CASI SIETE SEMANAS.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: 27 (PENÚLTIMO DE MES).

- Manta ha regresado al Campamento procedente de la Capital de Cho'n Delor. Tras haber sido permutado por Loor, dejó de ser el Segundo de los Campamenteros y ahora se incorpora al servicio activo en su nuevo Pelotón, el de los Hostigadores. Algo ha cambiado en el antaño vago K'Hlata. Pronto recibe una cota de mallas de Matagatos y porta una vieja espada traída de Cho'n Delor, él dice que es una espada bastarda. Es más pequeña que el mandoble que usaba Attar, pero más grande que las típicas espadas largas que usan los Oscuros.

- No hay noticias de los Exploradores, aunque Pipo y Astado se han recuperado físicamente durante estas semanas, con poco más que unas cuantas cicatrices. Al resto de miembros del Pelotón se los considera muertos, aunque algunas adivinaciones de las Pitonisas no son del todo claras al respecto.

- El Capitán-Analista ha decidido disolver por ahora al Pelotón de Exploradores (aunque es posible que sea reformado más adelante, tal vez a partir de miembros de otras escuadras). A través del Teniente ha ordenado el traslado de Pipo al Pelotón de Hostigadores y el de Astado al Pelotón de Campamenteros. Ambos deben de presentarse para el servicio ante sus respectivos Cabos, pues los dos han recibido el alta de la Tienda de Heridos.

- El Capitán ha convocado una reunión de jefes y subjefes en la Tienda de Mando para esta noche.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Ya estaba todo listo de nuevo. El ritual podía comenzar. De pronto notó la boca seca y se vio sorprendido por un sentimiento de inseguridad. Fue un simple gesto, imperceptible para los demás quizás. Al ir a tomar una ramita para iniciar el fuego que vio como ésta le temblaba involuntariamente.

Tranquilízate Chamán Rojo...

¿Acaso no llevaba esperando este día mucho tiempo? Se sabía el ritual de memoria, ¿qué podía fallar? Trataba de autoconvencerse aunque en el fondo sabía que muchas cosas podían ir mal. Para empezar el amuleto que había preparado para Desastre no podía considerarse una obra de arte.

¿Qué mas da? Lo importante es que sea imbuido del poder místico de la Hoguera.- Quizá no tuviera el Don de su padre pero su lengua era capaz de convencer al más escéptico. Al menos eso era lo que iba a contar. Que las Llamas Sagradas mismas habían lamido la madera hasta darle aquella forma premonitoria y esclarecedora. Para ello había manchado el amuleto con ceniza de otro fuego y tratado de pulir las líneas marcadas del cuchillo con el que lo había tallado. 

Un amuleto para aquel que ha deshonrado a la Compañía con sus acciones. Para protegerlo a él y a todos nosotros.

Respiró hondo y antes de iniciar el fuego de la Hoguera Roja, echó un vistazo a la zona que había preparado. Torció la boca en un gesto de insatisfacción. Las dudas volvían a asaltar al chamán conocido como falso. No estaba del todo orgulloso de la puesta en escena. Quizá hubiera tenido que esperar hasta haber acabado el pequeño altar que estaba preparando para adquirir un aire de más importancia ante su público. Pero no había más tiempo. Sólo Pipo había vuelto de los exploradores y ya se daban por muertos sus compañeros.

Belleza...- Quizá si no hubiera escuchado las palabras envenenadas de Loor aún seguiría viva y entre las filas de los Campamenteros. El caso es que él no iba a honrar a sus Hermanos gastando las perras que no tenía en Grog, aunque no diría que no si Gordo invitaba a una ronda en su memoria. Por su parte él iba a celebrar una Hoguera Roja. Ya había dejado las invitaciones a aquellos Hermanos a los que quería ver allí. Dedos, Keropis, Grito, Desastre. Una ramita tintada de rojo que indicaba al destinatario que se presentara en la ceremonia aquella noche. Podría así formar parte del ritual introduciéndola en las Sagradas Llamas.

Tenía que empezar o la ausencia del sol se haría demasiado evidente. Chamán Rojo comenzó a emitir balbuceos ininteligibles al mismo tiempo que se afanaba en encender la hoguera. Se inquietó cuando vio que le costaba prender la llama. Elevó los ojos al cielo como si pidiera a los Espíritus su bendición. Cuando por fin el fuego comenzó a arder estaba empapado en sudor. Se quitó las gotas que caían por la frente con el antebrazo corriendo las pinturas tribales con las que se había pintado

Mierda...- En cuanto vio que la gente comenzaba a arremolinarse alrededor supo que no había marcha atrás así que comenzó. Listo o no el ritual había comenzado.

Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en onda carmesí;
y en su ascenso y descenso hay rítmicos sonidos,
guturales voces de los Espíritus en  frenesí.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.
MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).
DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Jujujujuju...

Se pavoneó en la periferia de la escenografía con su túnica chamánica, dádiva del Señor del Dolor. Rastrojo no había sido invitado, pero daba igual. Es lo que tiene hacer una hoguera al aire libre, que te expones a las miradas de los curiosos.

Jujujujuju...-volvió a reír.

Ya sabía que Chamán Rojo era un fraude, pero no dejaba de ser sorprendente que todo, absolutamente todo, lo estuviese haciendo mal. Desde la orientación del altar hasta la rima. Era una rima que haría llorar a los mismísimos espíritus. Y son espíritus. No tienen cuerpo ni ojos, no deberían poder... es igual. El caso era que llegó un punto en el que Rastrojo se empezaba a regodear.

Maaaa-aaaal. Jujujuju... ¡Qué vergüenza! Tsk. Hasta el sol se esconde para no ver este insulto a los espíritus.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Loor vio desde lejos la hoguera de Chamán Rojo, y vio, también, a tantos hermanos entrar en la tienda de grog. Para honrar a los muertos. Sin embargo no fue a ninguno de los dos lugares. Sentía su corazón atravesado por un dolor sordo, por una rabia profunda, y desabrida.

Había llegado tarde. Loor sabía que si hubiera estado en los campamenteros, Belleza no se habría unido a esa unidad maldita, y ahora seguiría bajo su protección, bajo su ala. Seguiría... viva.

Loor a la Diosa. Pensó, no obstante, mientras notaba como el dolor y la tristeza ascendía en bocanadas desde su pecho hasta su garganta.

Después de todo, ¿no era esto lo que siempre decía la segunda de los campamenteros? El mundo era un lugar terrible, y lleno de dolor. Un lugar que sólo podía traer venganzas, odios, y matanzas. Y sólo cuando el mismo fuera purgado, sólo cuando la Diosa llegara y los elevara a todos al paraíso, tras todas las muertes que fueran necesarias, sólo entonces sería posible trascender. Se arrodilló, alejada de todos, en el lugar que desde hacía meses había ocupado con Belleza. Con su hermana de capa. Con su amiga.

Ahora tanto ella como Hermana estaban muertas. ¿Habrían sido acogidas por la Diosa en su seno? Loor esperaba que así fuera. Belleza era parte de su fe, e igual que ella, así lo era Hermana. Loor a la Diosa.

La antigua princesa de las lágrimas de la diosa golpeó con fuerza contra el suelo, con los nudillos, tratando de distraerse con el dolor de su mano del dolor que sentía en su pecho. Loor a la Diosa, repitió.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Caminé despacio hasta el lugar en el que se intuía la hoguera, para encontrar allí al que casi podía considerar mi verdadero hermano. Juramento, apoyo, tribu, tradición. ¿Qué importaba lo que dijera la gente de él? Para mí todos los chamanes eran un fraude. Ninguno de ellos me había dicho nunca nada útil, ni que se hubiera cumplido. Él era auténtico como hermano de la Compañía, como persona tangible. Nada más importaba.

Al llegar tengo en el rostro aire solemne. Un gesto que sólo cambia un instante al observar al Pies Rojos, al que le dedico una pequeña sonrisa de orgullo de hermana. Quería infundirle ánimos. Y también quería pegarle un guantazo al imbécil de Rastrojo al que oigo burlarse, como siempre que puede hacerlo.

¿Pero qué edad tiene? Parece un niño altivo y mimado. Su verdadero problema es que no es él a quien se le ha ocurrido la idea del ritual, y está celoso.

Decido ignorarle, y concentrarme en lo que hace el campamentero.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

A Desastre le había costado saber que demonios era ese palo mucho más de lo que le gustaría reconocer. Fue una cuestión de suerte y no de habilidad por parte del infante que acabase allí aquella noche. El supuesto chamán Chamán Rojo le había citado a una hoguera. Algún tipo de ritual extraño. 

No tenía muy claro lo que iba a pasar allí pero bueno, Desastre no es de los que se pierde una fiesta, pelea o invitación por no saber cual iba a ser el resultado. El trío calavera, Desastre y los cachorros, caminó hasta la hoguera mirando con cara extraña las risas de Rastrojo. No entendía lo que estaba pasando ni el porqué de esas risas pero oye, no sería él quien dijese nada. 

Pudo ver algunas caras conocidas cuando llegó junto al fuego. Dedos estaba allí junto al chamán. Saludando con una gesto de cabeza y una sonrisa, Desastre se dejó caer junto al fuego y lo mismo hicieron los cachorritos. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO.

Manta caminaba por el campamento tras cenar. De hecho, iba con una pata de conejo asada en una mano, la cual despachaba con pereza hacia la profundidad de su estómago. No usaba su capa negra ese día, y desde hacía algunos días tampoco la había estado usando, pues la había limpiado y doblado, para usarla el día de la batalla. Llevaba ropas de Cho'n Delor y una capa con capucha; todo esto de segunda mano -descoloridas, raídas y remendadas, pero útiles-, pues el muchacho no era exigente con la calidad de su ropa de civil. De su cintura sobresalía la empuñadura de su espada, de la cual no se separaba.

Observó la hoguera y a la poca gente que se había congregado, pero no se acercó, si no que observó desde cierta distancia. Mientras mordía la pata de conejo, disimuló una risa entre dientes. «Es un asunto bastante curioso, el de las creencias. Digo... ahí están Chamán Rojo y Rastrojo. Seguro que si todos los demás hermanos hiciésemos una ronda de apuestas a ver quién es el chamán más falso de la Compañía, se saltarían al cuello entre los dos sin dudarlo. Por otra parte, están las pitonisas. Últimamente están desprestigiando a Khadesa...». Manta dejó de conversar consigo mismo mentalmente mientras encontraba un sitio donde sentarse. Como no había ninguno, lo hizo en el suelo, aunque se aseguró de tener donde recargar su espalda. Continuó: «Digo, es gracioso, pues todo parece una gran competencia por ver quién es reconocido como el loco que puede hablar con los espíritus, o ver el futuro, o hablar con los muertos, o echar maldiciones y ese tipo de cosas. Creo que toda esa gente sufre de falta de atención. Uhm... esa es la explicación más probable, porque... vamos, no es como que si los espíritus de la sabana le dijesen a Caratótem que tendremos un mes en el que el sol saldrá por las noches, y al mismo tiempo Rastrojo o Chamán Rojo dijesen que eso será cierto, pero que Caratótem debe cumplir con el mandato de los espíritus de embadurnarse la cara de mierda de cabra para desencadenar el fenómeno del sol nocturno... Estoy desvariando. Lo que quiero decir, es que los espíritus no deberían decirle cosas distintas a cada chamán, o quizá siempre dicen lo mismo, pero estos cabrones quieren escuchar lo que les sale del culo. ¿Y luego qué? ¿Las pitonisas escuchan a una clase de espíritus diferentes? Bah, creo que los únicos con poder tangible son los magos. Y son todos unos bastardos. El poder corrompe; si no, que alguien mire a Serpiente. La magia es una espada de doble filo. Es mejor alejarse de todo eso...» Manta se sorprendió a sí mismo quedándose dormido en su diatriba mental. Espabiló sacudiendo la cabeza, tiró los restos de la pata de conejo por ahí, y se devolvió a su tienda.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

La ceremonia va a comenzar y me acerco caminando lentamente, mientras llevo en mi mano aquella rama pintada burdamente de rojo. Sé lo que debo hacer con ella y sé que el ritual tiene por objetivo que Chamán Rojo sea capaz de ver en las llamas la voluntad de los espíritus. No sé realmente como se propone hacerlo, pues me confesó que es un guerrero igual que yo y no tiene entrenamiento místico más allá del que su sangre le ha brindado.

Aun así, me acerco a la hoguera y saludo a Chamán Rojo con un gesto de la cabeza. También ha llegado Dedos y Desastre. Rastrojo está burlándose y no sé que piensa aquel hombre pues, para ser un Chamán no es menos ridículo que un niño. Me siento al lado de mi compañero de infantería y me quedo en silencio mientras el "Chamán" comienza a recitar las palabras de su ritual.

Mantengo la rama en mis manos, preparado para depositarla en el fuego y así aclamar a que los espíritus nos guíen en esta hora de necesidad y oscuridad.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN.

DÍA: ÚLTIMO DÍA DEL MES.

ALBA.

- Anoche se produjo una reunión de mandos de la Compañía en la Tienda de Mando.

- Al salir, las caras de algunos eran de cierta presadumbre. Cada mando informará a su Pelotón o Escuadra.

- Por la mañana muy temprano, Khadesa y Campaña acuden ante el Cabo Matagatos, pidiendo permiso para acudir a los túmulos al Norte del Campamento, donde sigue apostado Keropis vigilando a los difuntos. Esto lo supieron sólo los implicados, en un principio.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: 28. ÚLTIMO DÍA DEL MES.

POR LA TARDE, HACIA EL OCASO.

- El Invierno da sus últimos coletazos con algunas rachas de viento húmedo y frío, en especial por las noches, y con alguna fina llovizna ocasional.

- Todavía hace buen clima para llevar armadura, incluso pesada y/o metálica. Claro que nunca es cómodo, pero cuando llegue el Verano será del todo inviable.

- Finalmente, Khadesa cambió de idea acerca de la posibilidad de salir del Campamento. Se siente dolida por la actitud de su madre, tan fría, y por la negativa del Capitán-Analista a recibirla. Esto lo supieron en un principio tan sólo los implicados.

- Los jefes de Escuadra han preparado durante todo el día a sus unidades para el asalto de mañana. Varios de ellos recogen cuerdas y arpeos de manos de Tendero (el gasto ha sido autorizado por el Capitán y corre de cuenta de la Compañía en su conjunto). Cada jefe de escuadra recibe dos o tres cuerdas de cáñamo de doce metros y los correspondientes arpeos de hierro.

- Los manteletes y escalas están preparados. Hay que decir que las escalas son bastante impresionantes, recias, tremendamente pesadas y reforzadas, aunque hechas fundamentalmente de madera remachada. Han sido tratadas además con sustancias que harán que sean difícilmente inflamables, en caso de que el enemigo trate de incendiarlas. Miden algo más de diez metros, cuentan en la parte superior con ganchos para sujetarse a las murallas y ser más difíciles de derribar. Harán falta unas diez personas para llevar cada una.

Lengua Negra estudia la viabilidad de llevarlas con carros de cuatro ruedas sin caballos (siendo empujados éstos por las tropas). Parece factible, pero si el terreno se vuelve algo pantanoso en la "Zona de Muerte" de las murallas habrá que dejar atrás los carros. De todos modos, sin duda esto ayudará a que los soldados lleguen menos cansados a la Zona de Muerte (las cercanías de la muralla, donde flechas y armas de asedio son más precisas).

- Los Arqueros no están demasiado seguros de las dos catapultas que van a llevar. Son funcionales y están operativas, pero no parece que tengan el alcance y la potencia necesarias.

- Cerca del ocaso por la tarde, muy en su estilo, Serpiente hace una entrada espectacular, procedente del Templo del Dolor. Irradia un aura horrible de poder maléfico que recuerda a la que envuelve al propio Señor del Dolor, pero esto es peor. Cualquiera que aguante un minuto cerca suyo siente como sus músculos y articulaciones chasquean y se retuercen, como si fueran a partirse. Incluso Campaña, por lo general inmune al dolor, siente que no puede acercarse demasiado a su "primo" Serpiente.

Serpiente se había dejado ver por los vigías la mañana de ese mismo día, aunque después había desaparecido por motivos misteriosos, tal vez tratando de recomponerse física y mentalmente ante el exceso de magia que albergaba.

- Keropis regresa al Campamento desde el cementerio.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: 28. ÚLTIMO DÍA DEL MES.

Los nervios de Manta se acrecentaron como las mareas a medidas que muere la tarde y cae la noche. Primero con una cadencia suave a lo largo de todo ese último mes previo a la primavera, pero luego atacaron las tripas del Hostigador con una presa metálica y fría. La explicación del plan de ataque por parte de Matagatos no había contribuido a atemperar esos nervios; al contrario, sabía que nunca había estado tan cagado en su vida. La batalla del Fuerte Chuda no era nada comparado con la que tendrían al día siguiente. Qué bueno sería volver ahora mismo a su antigua vida de mendigo... Pero no, desechó esos pensamientos tan rápido como llegaron. Ahora era alguien, ahora había encontrado un sitio donde -a duras penas- encajaba, donde era aceptado, donde le respetaban... ¡Había encontrado una familia! Una razón para vivir, y una por la que luchar y, llegado el momento, por la que morir. Daba igual que ese momento fuese mañana o dentro de unos años. Lucharía para vivir, y si no vivía, al menos moriría luchando. No volvería a ser ese patético mendigo que fue en otro tiempo, y le daría un ejemplo a los niños vagabundos que eran como él en el pasado. Podían llegar a ser alguien. Quizá el ser mercenario no era el trabajo más bonito del mundo, pero al menos era honesto. La guerra es honesta en su simpleza: hombres que se paran frente a otros e intentar matarse. Todos tenían una oportunidad de obtener la gloria o de morir con dignidad; y todo se reducía a una combinación de habilidad, mente fría y mucha, mucha suerte.

Durante la mañana, tras la reunión de Hostigadores, Manta se fue al campo de entrenamiento sin perder el tiempo. Hizo unas cuantas vueltas a la pista, además de flexiones de pecho, abdominales, sentadillas y dominadas. Su rutina de siempre; quizá un poco más suave por el evento del día siguiente. Lo cierto es que consiguió aligerar la tensión de su cuerpo por un rato. Tras el ejercicio rutinario, desenfundó su espada bastarda, e hizo una progresión lenta de movimientos precisos al son de su respiración, con los ojos cerrados. Sintonizaba con la forma física de su arma: intentaba que los músculos de su cuerpo memorizasen las dimensiones de la espada, de manera que no necesitase de ver la hoja para controlar mejor el movimiento. En conjunto, era un espectáculo bastante interesante, pues el K'Hlata estaba perfectamente concentrado y en tensión controlada, mientras perlas de sudor bajaban desde su frente hasta su torso desnudo y la espada hendía lentamente el aire. La combinación de un K'Hlata con un mandoble formaba un conjunto cuando menos, intimidante.

Tras el entrenamiento de la mañana, fue a conseguir un buen almuerzo. Dio un paseo por la zona de los seguidores de campamento y por las tiendas de las prostitutas. No por un servicio, si no para saludar, pues ellas le habían criado. Eran como hermanas mayores para Manta. El chico se permitió comer todo lo que los seguidores, quienes le estimaban y sabían que podría ser el último día del soldado, le regalaron. En cada hoguera que se acercaba, le ofrecían un tazón de comida. Tuvo tanta, que le sobró para regalar a los niños huérfanos que habitaban el campamento. Charló con los niños y los hizo reír durante un rato, y a mediados de la tarde se retiró a su tienda. 

Le sacó brilló a su cota de mallas al completo, igual que a su escudo pesado de madera, pintado de negro, pues era suyo el color de la Compañía. Esa era su tribu, y el muchacho estaba orgulloso de llevar su color a la batalla. La capa negra estaba impecable: todo estaba tan listo como podría estarlo. Sólo faltaba una cosa.

Desenfundó su espada y la puso sobre su regazo. Procedió a afilarla a consciencia con una piedra especial, al igual que a su cuchillo. Luego, limpió la hoja de sus armas con agua limpia y un trapo. Usó la hoja de Lejana como espejo para verse la cara y con el cuchillo, que había quedado tan cortante como una navaja de afilar, se cortó la pequeña capa de pelo que había aparecido en su cabeza. Quedó rapado completamente, como era costumbre, y luego le dio forma a su barba. Lo había hecho tantas veces que ya le salía perfecto. Guardó sus armas, y salió de su tienda un poco antes del ocaso, en taparrabos, a lavarse el cuerpo. Había pasado bastante desde su último baño, y consideró que ahora sería un buen momento.

Ya lavado y vestido, con su espada al cinto, dio un nuevo paseo por el campamento, intercambiando palabras con quienes conocía y se sorprendió a sí mismo vagando sin rumbo de nuevo. «Peregrino, Sicofante, Ojopocho, Tristeza, Ridván, Niño Guerrero, Correcta, Escudo, Frontera, Belleza, Bimbata... los dos niños huérfanos y los rufianes de Usurero. Sus recuerdos claman ser vengados, y todos estamos ansiosos por hacerlo. Y sin embargo, tengo miedo. Puedo morir. Podríamos morir todos y ser aniquilados. Es increíble que haya momentos en los que no se pueda simplemente dar la espalda y correr; a veces, como ahora, hay que arriesgarlo todo para poder seguir viviendo. Nadja.» pensó Manta.

HACIA EL OCASO

Manta aprovechó antes de ir a cenar, para ir a hablar con quienes hubiesen sido sus hermanos más cercanos a lo largo de su carrera militar, y de su vida. Habló con Niña de Oro, Derviche, Tarado, León Anciano, Loor y Caracabra. A este último le invitó a ir a cenar a la tienda de Grog. Si el día de mañana muriese, al menos, no se habrían dejado palabras por decir con sus seres queridos. 

HACIA EL FINAL DE LA NOCHE

Por fin listo para descansar, y a decir verdad, con bastante sueño, Manta observaba el techo de su tienda mientras fumaba lo último de hierbas que le quedaban. Le hacían caer en un estado de sopor y relajación casi automáticamente y se preparaba para dormir cuando una sombra se adentró sigilosa y velozmente en el pequeño espacio donde descansaba el muchacho. Le puso una mano en la boca para evitar que gritase y le susurró:

— Bimbata y yo habríamos querido darte este regalo juntas, Diente de León —le dijo con voz aterciopelada. El resto de la noche sería para el Hostigador una vorágine de sensaciones que, fresco como una lechuga por la madrugada de la Batalla de Galdan, se encontraría preguntándose si fueron realidad, cuáles producto de la droga, y cuáles fueron parte del reino de los sueños.