Partida Rol por web

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Segundo del Verano). Mes de la Cebra.

Día: Un día cualquiera.

Hora: Tras echar la caza en la olla de Astado.

Lugar: Fragua de Herrero.

El brazo baja a toda velocidad y el tintineo del golpear metal contra metal resuena en las inmediaciones. Herrero levanta la vista y se fija en Pipo. Sonríe tras escuchar las palabras.

- "Una jabalina por cada dos lanzas cortas." - Mira intensamente a Pipo y mantiene la sonrisa. - "¿Te parece justo?" -

-Usurero, una deuda es una deuda y no se extingue hasta ser satisfecha. De otr aparte, elucubrar exige amplitud de miras e inteligencia. Que yo haya traído el dinero no implica que sea mío. Y si lo fuera, solo implicaría que aquel a quien se debe es a mi persona. En todo caso, los rumores solo son comida que se arroja a los estúpidos por parte de aquel que busca provocar una reacción. Si dicho rumor brota, sabré dónde está la fuente -Lengua Negra recogió el recibí e hizo un breve gesto de cabeza a modo de despedida. En el último momento, antes de marcharse, dijo de espaldas a Usurero-. Respecto a mi liderazgo, no te preocupes. Ya sabes lo que dicen los rumores. Que si mi padre no fuera quien es, yo no estaría donde estoy -la sonrisa de Lengua Negra fue invisible para su interlocutor-. Que tengas un buen día.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

Exhausto, tanto su montura como él mismo, entra al galope Piojillo, accediendo al campamento. Cuando comienza a ver soldados y gente en general da la voz de alarma, sin articular bien las palabras, pues el cansancio le hace mella.

- ¡Alerta! ¡Nos atacan! ¡Soldados del Triplete!

Grita con todas sus fuerzas el campamentero que se dirige en dirección a la tienda de mando para ver si puede encontrar por los alrededores a su superior, Lengua Negra, u otra persona para contarle lo sucedido. Cuando se acerca a la tienda, baja trastabillando de su montura y apenas tiene tiempo de amarrarla a un poste y jadear, mientras sigue hiperventilando, por el esfuerzo realizado.

- ¡Nos...atacan!¡A las...armas! - Fueron sus últimas palabras de aviso a todos los presentes que le miraban...

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

Matagatos escuchó las palabras de Piojillo, o mejor dicho sus gritos. Le extrañaba que esto no hubiera ocurrido antes, aunque agradecía poder estar algo más recuperado para poder combatir. Con la armadura puesta, y las armas preparadas, dijo:

-¡A las armas, preparaos para defender el campamento!

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

Había estado de guardia por la mañana, y ahora preparaba su equipo para la próxima patrulla. Escuchó las voces de Matagatos y Piojillo. Salió corriendo con su lanza a dos manos, tomó su porta lanzas y cogió a la carrera su armadura de cuero tachonado. Le incomodaba debido al calor, pero prefería sudar a sangrar. Buscó con la cabeza a sus compañeros y sus mandos. Entró en la formación y empezó a ajustarse como podía el cuero tachonado.

Mientras se preparaba físicamente para el combate, empezó a murmurar una oración que había adaptado para su nueva familia. Soñó con vestir una capa negra, con enseñar la justicia de espíritu a quien quisiera aprenderla y mientras seguía murmurando en voz baja. Las últimas frases las dijo en oscuro.

Espíritus de ancestros da fuerza, espíritus de leones da valentía, espíritus de la compañía enseña camino.

Quizás hubiese llegado el momento de la redención o de la muerte, pronto se sabría. Odiaba las batallas, pero defendería a sus hermanos. La formación se cerró en torno suya y sintió la presencia de los demás miembros del pelotón...No hay nada que temer, estoy entre mis hermanos...esperó impaciente la orden de marchar.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

Había pasado el día entrenando arduamente. Aunque había aprendido muchísimo de la última partida de caza, así cómo del encuentro con las hienas hacía ya un mes, breve pero increiblemente revelador e intructivo para el anciano cazador. Desde que llegasen, pocos días antes, había estado entrenando cómo loco. Su insistencia en mejorar, en poder ofrecer más a la compañía, podía resultar incluso agotadora. Entrenaba sin armadura, pues aunque pensaba que tenía que aprender a moverse con ella, el calor era sofocante y no le permitía hacer nada con ella puesta.

Y cuando, tras largas tardes de esfuerzo, se replegaba al interior del campamento a descansar, conversaba con el resto de los hermanos de la compañía en un tono jovial, cerca de la puerta mientras veían entrar y salir a los seguidores de Campamento. Aquel día, se encontraba sentado junto a parte de la Infantería. Dagotán y Romo estaban sentados junto a él. El anciano oscuro había resultado bastante herido en la Batalla de Fuerte Chuda, y aunque no había terminado de sanar, se encontraba lo suficientemente bien cómo para poder pulular por el campamento y tener amables conversaciones con sus hermanos, ejerciendo cómo ya lo había hecho anteriormente de jefe de seguridad del campamento. 

Romo por su parte, tan prudente cómo era, no había resultado herido.

Cuando Piojillo entró al galope en el campamento, los tres levantaron las cabezas de la mesa en la que reían con tranquilidad para mirar al Campamentero, y no fue hasta que este anunció que nos atacaban que los tres los tres se levantaron de las sillas cómo resortes. León Anciano, al acabar de llegar de entrenar, tenía a su lado el arco con el que había estado entrenando y la lanza que le servía de bastón; pero sus compañeros no tenían las armas a mano.

Miró un momento a Dagotán. Era una mirada perforadora, impropia del anciano, que decía a todas luces "Ni se te ocurra". Conocía a su amigo, y sabía que estaría deseoso de lanzarse a la batalla. Era un gran guerrero, de eso no cabía duda. Pero Léon Anciano no iba a permitir que luchase en su estado actual. No dijo nada a Romo. Él estaba bien, y era un soldado prudente y sabio. Sabría que hacer. 

-¡Piojillo!- Gritó el León Hambriento mientras cargaba su arco a la espalda, se apoyaba en la lanza y pensándose seguido por el enjoyado de la Duna y el Oscuro, se dirigía a su compañero de pelotón -¿Que sucede? ¿Cuantos son?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

El bullicio que generó la irrupción de Piojillo en el campamento no se le pasó desapercibido a Reyezuelo. Se encontraba sentado en su tienda, entregado a la tarea de afilar su cuchillo, cuando escuchó el grito de alarma. Lo único que se le ocurrió pensar en ese primer instante es que, si el Triplete tenía la osadía de mandar sus huestes a buscarlos a su propio campamento, el enemigo debía de ser muy numeroso, pues a pesar de sus heridos la compañía negra seguía siendo temible.

Procedió con la soltura que da el entrenamiento del soldado, cogió sus armas, lo indispensable, la lanza corta y el cuchillo tribal, pensar en ponerse la armadura carecía de sentido, tanto por el calor reinante como por lo apremiante de la situación. Salió de la tienda en dirección al lugar en el que, en caso de emergencia, tenía la obligación de formar su pelotón, viendo ya allí a varios camaradas. Solo restaba esperar ordenes o la llegada del enemigo, lo que ocurriese antes.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Segundo del Verano). Mes de la Cebra.

Día: Un día cualquiera.

Hora: Tras echar la caza en la olla de Astado.

Lugar: Fragua de Herrero.

No es justo, explica Pipo paciente. Una lanza puede durar toda la vida a un soldado. Una jabalina se puede perder. ¡Si! Pipo lanza la jabalina a un antílope. El antílope, ¡zas!, corre, corre, corre. Pipo va detrás. El antílope cruza un río. Corre y corre. La jabalina se pierde porque Pipo encontró al león y tuvo que tener mucho cuidado. El antílope se lleva la jabalina de Pipo. Eso no pasa con la lanza, además, la jabalina es de madera ligera ligera, fácil de encontrar buena madera ligera sin nudos. Porque la jabalina tiene que ser delgada y ágil. Y la punta es fina fina, y tiene menos hierro.

El regateo era un arte. Pipo se había acomodado en cuclillas, en el suelo polvoriento de la herrería. Había traído agua, cortes, y ahora la puso entre él y Herrero invitándole a echar un trago.

Pipo da dos lanzas a Herrero y Herrero le da a Pipo tres jabalinas. Dijo tras madura reflexión y un gesto de dolor.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (TERCERO DEL VERANO).

DIA: 3.

HORA: MEDIODIA.

El veterano explorador permanecía sentado cerca del límite del campamento, sentado sobre un tocón que antaño debió permanecer a un enorme y orgulloso árbol. Cualquiera que deseara dar con él lo tendría fácil, solo debía seguir el chirriar de la piedra sobre el metal de su hacha, que dejaba claro que estaba afilando su arma con la paciencia y el cuidado que esta exigía. Fue entre pasada y pasada cuando escuchó movimiento en el campamento, y como si fuera un perro de las praderas levantó la cabeza, frunciendo el ceño para contrarrestar el fuerte sol del momento.

Fue al levantarse y dar los primeros pasos hacia el epicentro del campamento cuando escuchó al Cabo Pelagatos llamar a los hombres para defender el campamento. Durante unos segundos, se vio extrañado por la afirmación, pero esto solo duró unos segundos, pues no tenía tiempo de plantearse nada. Asió su arma y avanzó como un toro hacia adelante para incorporarse a filas y marchar junto a los demás para hacer frente común en la defensa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

- La mañana en que regresan los miembros del Pelotón de Arqueros junto con Campaña, el resto de Patrullas todavía no han regresado.

- Campaña llega tremendamente herido, apenas se sostiene a lomos de un enorme lagarto que parece muy acobardado y temeroso. Le acompañan el Pelotón de Arqueros, con el Sargento Vientos y las escuadras del Cabo Mostaza y de la Cabo Diana. Todos están cubiertos de polvo y tierra, sin duda les ha pillado el reciente vendaval que azotó el Llano de Galdan ayer.

Campaña además está cubierto de sangre seca y parece muy afectado.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

La expresión "quedarse con la boca abierta" se quedaba corta para describir la estupefacción y asombro de Reyezuelo al contemplar la inefable escena. El polvo que había levantado la comitiva había alertado de su llegada y no eran pocos los que habían acudido a la entrada del campamento para recibirlos con un ominoso silencio lleno de malos presagios, pues si bien el retorno era motivo de alegría y lo extraño de ver a Campaña sobre un saurio podría hasta resultar jocoso, el rostro adusto y sombrío del coloso de la armadura hacía morir cualquier atisbo de sonrisa antes siquiera de que naciese.

Absolutamente perplejo se fijó en sus heridas sintiendo el estremecimiento producto de la subida de adrenalina que siempre provoca en un guerrero la visión de la sangre, no sabía nada de medicina, pero en su neófita opinión, a la vista de sus heridas, parecía un milagro que siguiese respirando. Casi sin darse cuenta, sin el menor júbilo, contagiado por la tristeza que se leía en su rostro, musitó muy bajo -: _Bienvenidos.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Salgo de la tienda donde estaba trabajando al escuchar la algarabía que sucede a la llegada de las escuadras. Hago visera con mi mano sobre los ojos para ver mejor en la claridad de la mañana de verano. El sol arrecia ya con fuerza y noto el contraste entre el fresco interior y el luminoso exterior. Distingo la ya imponente figura de Campaña a lomos de un ¿lagarto gigante? Pero algo me llama la atención: está muy parado. No está en su naturaleza ese mutismo... Algo pasa. Mi instinto me alerta y entro a buscar a Ponzoña a la tienda.

- Amor mío, ven. Algo no está bien. Estoy segura- explico mientras una sensación opresiva se asienta en mi estómago como una lápida de cementerio. Mis ojos buscan los suyos, que siempre saben confortarme; pero algo me dice que él me precisa fuerte.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Loor había salido de la tienda de los heridos, y tenía una expresión seria y pensativa.

- Algo pasa-  musitó preocupada mientras miraba en dirección a Campaña. Nunca había visto al gigantón tan... parado. Nunca.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Derviche se colocó a cierta distancia de los allí presentes, pero lo suficientemente cerca, como para distinguir a los que llegaban.

Frunció las cejas al ver al enorme lagarto que montaba Campaña, y esperó a ver a Peregrino, el cual iba con el gigantón en la patrulla.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Chamán Rojo, atraído por el revuelo, observó desde cierta distancia la sorprendente llegada del pelotón de arqueros. Lo que más destacaba era la imponente figura de Campaña a lomos de una extraña montura que, evidentemente, no pertenecía a la Compañía. 

Sin duda debe ser de algún enemigo...- La sangre reseca sobre el guerrero era mudo testigo de ello. Pero lo sorprendente era que Campaña no había salido a patrullar solo y, la ausencia de Peregrino era, si cabe, aún más sorprendente. Un pensamiento se enraizó en la mente del chamán. Quizá no hubiera sido mala suerte no ser elegido para las patrullas. El Destino así lo había querido.

Se acercó a la extraña pareja. Montura y jinete, ambos terroríficos. 

- Es su animal totémico, no cabe lugar a dudas.- Dijo en alto más para sí que para quien pudiera escucharlo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Ya estaban de vuelta en el campamento, aunque Campaña sentía como si algo se le hubiera perdido para siempre en aquel lugar en mitad del Llano de Galdan. No era consciente del tiempo que había pasado desde la batalla, se había limitado a seguir las recomendaciones del Pelotón de Arqueros sin decir apenas alguna que otra palabra suelta. Le habían ofrecido comida pero él la había rechazado, estaba demasiado triste como para pensar en comida. Sin embargo, no se había percatado de que sus compañeros estaban preocupados por su estado y que le vigilaron de cerca mientras regresaban.

El miedo había pasado ya, en aquellos momentos lo que le invadía era un gran sentimiento de tristeza. Un guerrero como él debía acostumbrarse a perder compañeros en batalla, pero para él era algo difícil y seguramente le costaría más que al resto. Mientras se mantenía a lomos de la montura que antes había pertenecido a su enemigo, Campaña pensaba cómo podía haber evitado la muerte de Peregrino. Imaginó varios escenarios posibles pero no era capaz de ver el final, todos desembocaban en la escena en la que Peregrino caía al suelo ensartado por los terribles cortes de aquella mujer. Y aquello no era precisamente alentador, de modo que la culpa se iba abriendo camino hacia su corazón, llenándolo de tristeza y amargura.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Aunque Matagatos no se encontraba recuperado, y seguía guardando bastante reposo en la tienda de los heridos, en buena parte debido a su propia insistencia en que todo herido aguardara hasta recuperarse lo suficientemente de sus heridas, decidió salir hasta la entrada para observar lo que parecía ser el retorno de una de las patrullas, a juzgar por lo que se podía escuchar desde dentro de la tienda. El oscuro no se equivocaba demasiado, era el retorno de una patrulla, pero también de los arqueros. Muchos soldados, pero el único hostigador o campamentero al que conseguía identificar era Campaña. 

¿Qué habría pasado? Quizás su compañero o compañeros habían sido heridos y los llevaban detrás. Matagatos no lo tenía claro, pero tenía un terrible presentimiento. Quizás el enorme hijo de Herrero era lo único que quedaba de aquella patrulla. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRÉS DEL MES.

HORA: A MEDIA MAÑANA.

Ponzoña, ante las palabras de Khadesa, pareció materializarse ante la puerta de su tienda. Miró en la dirección por ella indicada y corrió. Los músculos de sus piernas resaltaron como acero negro bajo la luz del mediodía y con cada zancada dada, la distancia se acortaba. Cuando llegó a pies de la extraña criatura a cuyos lomos se hallaba Campaña, fue consciente de sus heridas, de la sangre reseca que lo cubría y de la máscara de dolor que cubría su rostro, un dolor que no solo era físico. Y en dicho dolor vio la ausencia de Peregrino. Maldijo quedamente en lengua K´Hlata.

-Traed unas parihuelas ahora mismo. Y avisad a Plumilla -gritó a los presentes-. Khadesa, avisa a Analista o a quien se halle en la tienda de mando. Campaña, hermano. Baja. Ponzoña te espera -dijo volviéndose al gigante-. Toma mi mano y aférrate a la vida. Mis brazos te aguantarán como ya lo hicieron en otro momento de esta vida dura y curel que es la nuestra. Ven a mí, hermano.