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Fase de Batalla V: Asalto 08 de 10 (y parte asalto 9)

Loor había observado como Manta se acercaba, en el peor momento, distrayendo a Matagatos, y con pésimas noticias. No quiso, sin embargo, decir nada. Todo le ardía y, con enorme esfuerzo, se las arregló para tenderse en el armatoste. Pronto, sin embargo, se dio cuenta que su peso y el de los otros heridos impediría que la unidad avanzara.

Con sufrimiento evidente la guerrera baja del mismo, poniéndose junto a los magos, colindante a Perdida y Tragasapos, dispuesta a caminar lentamente junto a sus compañeros. Al menos, para eso, le daba la fuerza. 

Al ver como se acercan a los magos, no puedo evitar dar una orden a Tarado.

- Evita que ataquen a los magos.

Luego guardo silencio. Sencillamente, no tengo fuerzas para más.

Fase de Batalla V: Asalto 09 de 10

Astado observaba como el grupo de caminantes se iba aproximando mientras empujaba la escala siguiendo las órdenes de su cabo. Calibraba la posición y la posibilidad de que atacasen al grupo a la vez que se daba cuenta de que apenas avanzaban entre el lodo.

Fase de Batalla V: Asalto 09 de 10

Tarado asiente silenciosamente a la orden dada por Loor y sin decir nada se separa del armatoste-escala mientras toma su lanza a dos manos, dispuesto a hacer frente al grupo de muertos vivientes que se aproxima desde la retaguardia.

Fase de Batalla V: Asalto 10 de 10

No eran suficientes para tirar del carromato escala, además del peso adicional que suponía lastrar al malherido Lombriz, estaba bastante nervioso. su nerviosismo era palpable, pues tenían a los no muertos encima, muy cerca de los magos de la compañía. Piojillo tenía que actuar y rápido, al menos, ayudar a los más diestros en combate todo lo que pudiera. Asi, se giró, soltando el armatoste escala, para lanzar su lanza contra alguna de aquellas abominaciones, duros de matar y temibles en combate.

- Tengo que ayudarles, después de todo no podremos mover esta cosa si no es entre todos... - Pensaba interiormente el guerrero.

Fase de Batalla V: Asalto 10 de 10

Astado empujaba el armatoste, pero aquello no avanzaba. Cada vez eran más los heridos que se subían al mismo y entre estos y los que luchaban defendiéndolo no eran suficientes para moverlo.

El desánimo empezaba a pesar sobre el chaman, una vez más arrimó el hombro para empujar observando a la vez al grupo de caminantes que se iba aproximando. Confiaba en la defensa de los luchadores y obedecía al cabo, pero su ánimo se desmoronaba.

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 1 DE 10

Si permanecían allí más, seguiría el goteo de enemigos. Era hora de ponerse en marcha y ante el prolongado silencio de Manta, dio una escueta orden.

-EMPUJAAAAD.

Fase de Batalla V: Asalto 10 de 10

Manta estaba exhausto por la carrera. Sin embargo, tras un rato, recuperó el aliento e intentó ponerse a la altura de Lengua Negra.

— Matagatos va a intentar llegar a la muralla siguiendo las órdenes principales. No estoy aquí por orden suya —dijo Manta—. Probablemente me ejecuten por desobedecer, si es que queda alguien que pueda hacerlo luego de todo esto. Mira a tu alrededor, Lengua Negra. No somos suficientes para asaltar la muralla, y tenemos demasiados heridos como para subir. Echa un ojo, además, a la Infantería. El plan es imposible de llevar a cabo, tienes que dar nuevas órdenes... ¿Dónde está el Teniente? Debemos reagruparnos con los chicos de Barril e ir a acabar con el líder de los muertos vivientes. Está al este. Serpiente y yo peleamos con él el año pasado, pero sólo era un fantasma. Ahora, le han abierto las puertas a este mundo. Si enfocamos nuestros esfuerzos en acabar con él en lugar de intentar trepar esa estúpida muralla, tendremos una mínima posibilidad de salir vivos, y de recuperar el control del ejército de no-muertos. Si destruímos al líder, Serpiente los podrá controlar... espero. Es nuestra mejor opción. Los de la escuadra de Lemur están en la línea directa para encontrarse con ese cabrón, pero solos no podrán hacer nada —explicó—. Luchemos, Lengua Negra —terminó Manta, señalando con su espada bastarda hacia el este, donde estaba Galdan.

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 1 DE 10

De nuevo había errado en su lanzamiento. Muchos de los campamenteros estaban alrededor de esos no muertos, tratando de acabar con ellos, y eso hizo que el k´hlata no acertase con el lanzamiento de la lanza. De pronto, a lo lejos, pudo divisar más de aquellas cosas. Aquello no tenía fin y a juzgar por las siluetas del fondo, se trataban de los toscos no muertos que combatieron al comienzo de la batalla. Eran más grandes y duros y ellos cada vez estaban más heridos.

- ¡Vienen más por el Norte! ¡Debemos avanzar o nos alcanzarán! - Gritó a los cuatro vientos.

Esta vez, tendrían que mover el armatoste de una vez por todas y alejarse de la refriega, pues solo le quedaba una de las lanzas que había recogido del caído Lombriz, a la espalda. Y la verdad era que no quería gastarla inútilmente.

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 1 DE 10

A duras penas habían conseguido que los no muertos no alcanzaran a los magos de la Compañía. Solo dos de esas criaturas se mantenían en pie, pero la máquina de acero y muerte que eran Odio, Derviche y Guardaespaldas acabaría con ellos en un santiamén.

Keropis echó un vistazo al carromato, donde el resto de los campamenteros seguían intentando inútilmente arrastrar el enorme armatoste sin muchos resultados. Estaba claro que no se movería, no cuando parte del pelotón seguía luchando. Pero algo tan obvio no parecía hacer mella en la decisión de su cabo. Lengua Negra había estado a punto de condenar a toda la Duodécima, apartando del combate a todo el pelotón. Si algunos no le hubieran desobedecido, quizás ahora la niebla ya no ocultaría su posición y los asaltantes de la Puerta de Galdan serían poco más que muñecos de práctica para las armas pesadas del Triplete.

El ermitaño volvió a centrarse en los dos adversarios que quedaban, dispuesto a acabar con ellos de una vez por todas. La niebla al norte dibujó las figuras de otro grupo de cadáveres andantes, pero esas siluetas eran grotescamente más macizas y siniestras. Esos no muertos, creados a partir de partes de numerosos cadáveres, eran deformes y gigantescos. Y eran demasiados.

Ya no quedaban opciones. Tocaba correr y rezar para que pudieran alejarse lo suficientemente rápido. Si plantaban batalla, incluso con el resto del pelotón a su lado, muchos caerían y los que sobrevivieran ya no podrían transportar la escala.

—¡Acabad con essstosss y sssalgamosss de aquí! —gritó el eremita a sus hermanos de armas— ¡Vienen másss porrr el norrrte y ssson demasssiadosss!

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 1 DE 10

La mirada de desprecio dirigida a Manta fue toda la respuesta que recibiría su larga diatriba. No tenía tiempo que perder con él.

-Todos a sus posiciones en la escala y empujad. ¡EMPUJAAAAD!

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 2 DE 10

Las órdenes habían sido claras y los gritos de Lengua Negra no dejaban lugar a dudas. Había que mover aquella cosa y avanzába muy léntamente. Piojillo se percató de que el grueso de los campamenteros habían vuelto a sus posiciones y se preparaban para darle un empujón y mover el armatoste escala. Mientras el guerrero k´hlata y algunos de sus compañeros se preparaban, dejando en la retaguardia a aquellas abominaciones que se les acercaban, trató de que todos hicieran el esfuerzo a la vez, para mover el trasto de una vez por todas o todo estaría perdido.

- ¡Todos a empujar! ¡AHORA! - Gritó a pleno pulmón, seguro de que esta vez serían los suficientes para hacer avanzar el armatoste escala.

FASE DE BATALLA VI

Asalto 02 de 10:

Los enemigos, aquellas criaturas horripilantes, seguían apareciendo por todos los costados que mirara, debíamos unir todas las fuerzas que tuviéramos para hacer avanzar aquella cosa. Con mis brazos en el armatoste y toda la fuerza que pudiera sacar de ellos, empecé a empujar dejando la tierra marcada con mis pies. 

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 3 DE 10

Esta vez si. Esta vez eran más que suficientes para hacer que el armatoste escala se moviera al ritmo que lo había hecho al principio, hasta que fueron atacados por los no muertos y tuvieron que dejarlo momentáneamente. Hacia adelante, siempre avanzando. Cargado de más con el cuerpo de un malherido Lombriz y de Plumilla, que trataba de estabilizar al herido. Otros como Loor o Niña de Oro, seguían a duras penas el camino del pesado armatoste, más por no ser un impedimento a los que todavía podían empujar sin males mayores.

Muy pronto llegarían a la boca del lobo. ¿Sería más peligroso luchar con los vivos que con aquellos no muertos? No faltaba mucho para comprobarlo.

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 4 DE 10.

Los problemas no habían acabado. Pese a volver a avanzar todos juntos, empujando a la vez el armatoste escala, Piojillo se percató de nuevos problemas que podrían hacer que la tierra que habían puesto de por medio entre los campamenteros y los no muertos, fuese reducida, permitiendo a esas abominaciones alcanzarles. El problema que observaba el campamentero era la dificultad que entrañaría moverse con el peso del armatoste escala, a través de aquel terreno, donde se dibujaba muchos más obstáculos en el camino, sumando le a este la presencia de charcas de agua oscura.

- Y ¿ahora que? ¿Es que no tendremos un respiro? - Pensaba interiormente el guerrero k'hlata. No en vano, todo estaban siendo problemas desde que el combate empezó y ya eran algunos compañeros los que habían caído en combate o estaban gravemente heridos.

Muy a su pesar, con gesto serio, continuaría con el avance todo lo que pudiera. Aún no estaba todo perdido y contaban con fieros guerreros que podrían protegerles mientras seguían avanzando. 

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 5 DE 10.

Mientras se alejaban a buen paso, empujando el armatoste escala, Piojillo miró momentanemanete atrás. Sabía que Loor y Niña de Oro estaban malheridas y no podían ayudar a empujar, mucho menos seguir el ritmo que habían dado a la marcha de aquel pesado trasto, al estar empujando más de los necesarios para moverlo. Vió a Derviche cerca de ellas, y pensó que las podría escoltar, de alguna manera. Pero Niña de Oro estaba quieta. ¿Agotada? ¿Paralizada por el miedo, tal vez? Fuera lo que fuese tendría que moverse y rápido. Las órdenes eran las órdenes y el campamentero, aunque le hubiese gustado ayudar a sus compañeros, tenía que seguir empujando aquella pesada escala hacía delante.

Cuando giró la cabeza al otro lado, vió a Manta y Tarado, haciendo honor a sus nombres. No pudo sino preguntárse interiormente - ¿Qué demonios hacen esos dos ahí? Van a morir a manos de esas enormes cosas...

No pudo reprimir el grito que salió de su garganta, después de todo, en breve, habría tanta distancia entre ellos que los perdería de vista y tampoco podrían escuchar sus gritos, así que trató de avisarlos, pensando que no sería en vano.

- ¡Manta, Tarado! ¡¿Qué estáis haciendo?! ¡Es un suicidio! ¡Avanzad! ¡Se os hechan encima! ¡Rápido!

Sin saber si sus compañeros le oyeron o estaban en algún tipo de trance o magia, ya todo era posible, volvió la vista adelante. Ya el polvo del camino, levantado por las ruedas de la máquina de asedio que empujaban, no le dejaba ver a los que quedaban atrás. Mucho menos gritar y que le oyeran. Tendrían que espabilar y luchar por sus vidas.

Fase de Batalla VI:

Asaltos 03-05 de 10.

Sentía como el sudor corría por mi calva cabeza, no habían cabellos que detuvieran las pequeñas gotas que se me metían en los ojos y en la boca. Algunas llegaban hasta el suelo, hidratando por breves segundos la tierra que pisábamos. El armatoste era pesado, pero aún así lográbamos hacerlo mover a una velocidad decente. Ignoraba cuantos kilómetros nos faltaban para llegar a nuestro destino pero sentía que serían muchos más, especialmente al ver que los enemigos se acercaban. Mientras más caían, mas aparecían. 

Mi cuchillo estaba listo para volver a cortar y apuñalar pero el objetivo era seguir empujando.

ASALTO 09 DE 10

-¡Empujaaaaaad!¡El que no lo haga estando capacitado para ello, recibirá un severo castigo!

FASE DE BATALLA VI: ASALTO 8-9 DE 10
Muchos campamenteros se habian reido a lo largo de los años del escualido cuerpo de Piojillo y de lo enclenque y debil que parecía. Sin embargo, muchos campamenteros flaqueaban y dejaban de empujar el armatoste escala mientras el k'hlata continuaba a lo suyo.
En un momento miró hacia atrás y gritó al ver la escena.
- ¡Dahaaa...! - Reprimio el grito a la mitad, pues nadie la conocía por su verdadero nombre. Era hacia Niña de Oro, su grito. Volvió la cabeza hacia delante. Lo que habia visto le entristeció. Otra compañera caída a manos de esos no muertos. Una lagrima recorrió su mejilla. Piojillo escuchó la amemaza y orden de Lengua Negra y se secó la cara con la mano, para volver a empujar con fuerzas. Ya habría tiempo para llorar a los muertos, si no se reunía con ellos.

Fase de Batalla VI.

Asaltos 06-09.

Las ordenes de Lengua Negra eran claras, había que seguir empujando la pesada estructura, no importaba cuantos enemigos empezaran a acercarse a nosotros, ya tendríamos tiempo para acabar con todos ellos. 

Puse mis brazos mas tensos y saqué todas las fuerzas que tenía para mover el armatoste lo mas rápido posible.

Fase de batalla VI

Asalto 10

Llevaban un rato avanzando como cabras desbocadas hacia la entrada al matadero. Eso lo sabía desde el primero hasta el último. Eran demasiado pocos y demasiado débiles para asaltar las murallas, menos aun para enfrentarse a la horda no-muerta. Muchos habían caído ya, desde pusilánimes como León Anciano hasta grandes guerreros como el Teniente Rompelomos. Las heridas pesaban, demasiado en el caso de Lombriz, aquel pobre idiota se había comportado de manera valiente, pero estúpida, al no reconocer su verdadero potencial de combate, y subestimar a su adversario. Así había caído inconsciente. Le dio rabia ver como Niña de Oro, a la cual le había cogido una ínfima pizca de cariño, era devorada por aquellas bestias brutas sin cerebros, y como se la comían sin razón alguna, obedeciendo a algún tipo de instinto primario.

-Pobre idiota, tenías que haber corrido hasta partirte las piernas- Susurró para si misma

Pero ahora tenía una tarea clara. Loor.

La poderosa elegida de la Diosa, había luchado de una manera brutal, acabando con los enemigos más peligros a los que se enfrentaban, sin flaquear, sin vacilar, hasta el límite de sus fuerzas y aún así, con heridas capaces de matar a un rinoceronte, seguía andando. A pesar de todo.

Derviche no era idiota, y aunque tanto la fanática como Odio habían aportado una parte importantísima de bajas en pos de salvar a sus compañeros, nadie había hecho tanto como Loor. Debía de protegerla como fuera, al menos hasta que las circunstancias fueran insufribles para la tarea.

La jaguar podía correr más que nadie, aunque también sus heridas eran de importancia, pero no, tenía la tarea de mantener con vida a la sacerdotisa de la Diosa, y nadie le iba a quitar de la cabeza dicha tarea. Ni Lengua Negra, ni Segundo Guardaespaldas, ni el mismísimo Capitán revivido.

Tan solo el fragor de la batalla podía eximirla de su tarea.

La adrenalina le corría por las venas de manera furiosa, casi volviendo su saliva marrón, por lo tanto, ignoraba el dolor de sus heridas, corría en pos de Loor, sujetando sus armas con fuerza, tanta, que los dedos los tenía blancos.

-Vamos Loor, no dejes de caminar, iré a tu lado hasta la muralla misma si hace falta, como te pares, te cargaré como a un fardo, me da igual que seas mi superior, si hace falta te noquearé para que no relates, ¿Entendido?-

Había mucho toque de respeto en su voz, pero también decisión.