Partida Rol por web

- No soy una arquera señor, pero sé usar el arco, soy una guerrera de los Jaguares Asesinos.- dijo orgullosa mientras erguía su postura -  Creo que sería una buena adición a mi arsenal, y por otro lado a Belleza le vendría bien prácticar con un arma de ese estilo. Iré con el Herrero enseguida, y lo interrogaré acerca de los precios. Hasta luego. - Se despidió con una leve reverencia.

Tras escuchar las palabras de LENGUA NEGRA, el k´hlata permaneció pensativo un buen rato. Luego de ello, y sin pronunciar palabra, echó mano a la bolsa de cuero que colgaba de su cintura y observó con la mirada perdida su contenido.

Allí permaneció completamente absorto, mientras el resto de sus camaradas cumplían con las órdenes de su recién nombrado líder.

En verdad, aquello tampoco era tan extraño. Después de todo, no era un secreto que los salvajes tenían graves problemas con las aritméticas. Y hasta la más sencilla operación podía llevarles horas de agobiante esfuerzo. Sin embargo, en la amarga mirada del antiguo Hiena parecía haber algo más que simples cálculos...

- Prefiero no aceptar nada que venga de ese demonio... - dijo finalmente con tono sombrío, refiriéndose sin dudas a aquel que llamaban ANSIA DE DOMINIO. - Asi que no puedo dar más.

Tras ello, entregó un puñado de sucias monedas de cobre a su jefe del pelotón

- Puedes quedarte con mi paga hasta cubrir lo que falta. Y con mi parte del botín... si es que alguna vez conseguimos alguno...

En la Reunión con Lengua Negra:

Niña de Oro se llevó la mano a la bolsa que pendía de su cintura, mientras escuchaba a Lengua Negra. Acariciaba la tela con gesto ausente, reflexionando sobre las palabras de su superior.

Puede que sus ahorros pareciesen una fortuna para otros miembros de su pelotón, pero no para ella. Tener dinero era una de las pocas cosas que le recordaba a su estilo de vida anterior, mucho más cómodo y placentero. Todavía lo añoraba, siempre lo haría. Sabía que no tenía madera de soldado y por lo tanto nunca recibiría un gran pago por sus servicios. Probablemente poco a poco sus monedas se irían desvaneciendo, hasta que aquella bolsa quedara vacía . Pensar en la posibilidad de que algún día tendría que vender alguna de sus preciadas pertenencias en caso de necesidad la horrorizaba de una forma que era incapaz de explicar.

Pero los campamenteros eran ahora su familia. Quedarse sola la asustaba más que deshacerse de sus posesiones, más que cualquier otra cosa. Habían perdido a demasiados compañeros, puede que no fuesen lo mejor de la Compañía pero los apreciaba a todos. Si  aquello ayudaba a que salieran vivos de la siguiente batalla y a tener más oportunidades de demostrar su valía,  no había razón para no hacerlo. Además, la muchacha estaba especialmente agradecida a Lengua Negra por lo que había hecho por ella y quería apoyarlo en todo lo que le fuera posible. Decidió que daría un poco más del dinero que se había pedido.

Observó conmovida cómo sus compañeros hacían entrega de lo poco que tenían, uno tras otro, algunos demasiado heridos como para sostenerse en pie.  La k'hlata se acercó cuando llegó su turno, sacando las monedas de su bolsa.

-  Toma esto -depositó quince monedas de plata lentamente sobre la mano del oscuro. A pesar de todo, dolía un poco dejarlas ir -. Espero que sea suficiente para ayudar.

Después de hacerlo se sintió algo mejor. Ella no había resultado un gran apoyo en la lucha, pero con esto sintió que colaboraba de verdad, aunque fuese con un pequeño gesto. Y eso la hizo sentir un poquitín útil.  Una leve sonrisa asomó a sus labios.

Manta tanteó la bolsa de dinero que le había entregado aquella criatura —no era capaz de llamar hombre a Ansia de Dominio—. Nunca había tenido tanta plata entre sus manos. Desde que era un cachorro, su única riqueza había sido la libertad de carecer de obligaciones. La compasión de otros lo había mantenido con vida, y nunca había ambicionado lujos o posesiones que le eran tan ajenos como las ciudades de madera y piedra que habían visitado cuando la Compañía dejó atrás las tierras de la Gran Sabana.

Apenas comenzaba a comprender el verdadero valor de la plata. No era como los k’hlata provenientes de tribus donde el concepto de riqueza no existía, había vivido toda su vida entre los seguidores de campamento, observándoles negociar entre sí y con los soldados de la Compañía. Mas no lo había echado en falta hasta que se convirtió en un hombre y se alistó.

Observó complacido cómo sus hermanos y compañeros depositaban sus exiguos ahorros en el fondo común. Había acompañado a Lengua Negra el día que se proveyeron de lo que el pelotón necesitaba, a cambio de una cantidad de plata que deberían pagar en el futuro. Una deuda. De igual modo que la Compañía entrenaba y alimentaba a los aspirantes con la esperanza de que fueran soldados de provecho algún día, los seguidores les habían dado todo ese equipo con la esperanza de que les dieran por él, en el futuro, más de lo que hubieran obtenido en aquel día.

Sin decir nada, se adelantó y echó su bolsa sobre el montón que conformaban las demás. Se preguntó si bastaría con aquello.

RECLUTAS QUE PODRÁN JURAR EN CHO'N DELOR EN EL CUARTO JURAMENTO DEL 201:

1) Niña de Oro: ¿Quién será su Hermano de Capa?

2) Perdida: ¿Quién será su Hermano de Capa?

3) Piojillo: Desea que su Hermano de Capa sea Mecadio, de la Caballería, aunque no ha tenido todavía ocasión de hablar con él.

4) Plumilla: ¿Quién será su Hermano de Capa?

5) Tarado: ¿Quién será su Hermano de Capa?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Era la hora de la verdad, de tomar decisiones que no apetecían ni gustarían. Por ello los había convocado una vez más.

-Hermanos Campamenteros -dijo en voz alta, con su elegante dicción-. Os he convocado porque en breve se producirá la jura de algunos de vosotros. Nuestros siempre estimados patrones -el deje de ironía era sutilmente perceptible-, han dado una muestra de su generosidad invitándonos a que tal jura se lleve a cabo en su capital. Una fiesta a la altura de su poder y generosos regalos para quienes acudan es su tarjeta. No obstante, no todo son mieles pues no todos los presentes podréis acudir. El alto mando, dado que Capitán está muy grave y no puede ser trasladado, ha decidido que tres miembros de nuestro grupo deberán, junto a miembros de los restantes grupos, permanecer aquí, en el Campamento Principal para la defensa del lugar. Un ataque es improbable pero nada puede dejarse al azar. Se me ha designado para determinar quiénes deberán permanecer. Sin embargo, quiero daros la opción de presentaros para tal misión. Cierto, no habrá fiesta o regalos para quienes aquí permanezcan, pero sí el honor de hacer lo que corresponde. Niña de Oro, Plumilla, Perdida, Piojillo y Tarado están exentos de tal misión pues han de jurar. Entre los restantes, ¿algún voluntario? De no haberlo, me veré obligado a decidir por mí mismo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Lamentaría perderse el espectáculo y la diversión a él asociadas, pero más que eso necesitaba dar ejemplo de como debía comportarse un auténtico soldado. Sin decir nada, el orgulloso k'hlata dio un paso al frente.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

El momento de la verdad había llegado. El momento que tanto tiempo había esperado Piojillo por fin se cumpliría. Hacía apenas unos meses, tras la batalla del fuerte Chuda, que había podido hablar con Mecadio, quién había aceptado ser su hermano de capa. Ahora, por fin, podría prestar juramento en la ceremonia y pasar a ser un miembro de pleno derecho de la compañía. Se alegró al oír las palabras de Lengua Negra. Al oír la búsqueda de voluntarios a quedarse en el campamento, el cabo mencionó su nombre como exento de tales tareas. En ese momento, sus miradas se cruzaron. El guerro K´hlata tuvo que reprender su instinto de hablar para prestarse voluntario. Estaba dispuesto a prestarse siempre a cualquier tarea que le encomendase su superior, como le había hecho saber. Así, un poco de frustración por no poder cumplir como campamentero, no ocultaría su alegría por portar de una vez la capa negra. El campamentero esperó atento, mientras veía quienes de sus compañeros se ofrecían voluntarios para dicha tarea. El primero en dar un paso al frente fue Reyezuelo. - ¿Quienes más se quedarán? - Pensó interiormente Piojillo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

¿Qué pasaba ahora? ¿Por qué no le dejaban descansar en la tienda de los heridos? ¿Se habían reunido allí para decidir si finalmente se deshacían de él como el tullido que era? Ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta el lugar de la reunión. Estaba de pie, tambaleándose, sin caerse gracias a la ayuda de un cayado en el que apoyaba prácticamente la totalidad de su peso, que no era demasiado debido a su delgadez. El brazo vendado y purulento colgaba como un apéndice inservible. Un trozo de carne que creía muerta, presa de la ira de su hermano que, aprovechando la herida abierta, había logrado introducirse en él y hacerse con parte de su cuerpo. Al menos su avance parecía detenerse ahí, no sabía si por los cuidados recibidos o porque el espíritu de su hermano había perdido fuerzas. Durante un tiempo había sentido su ardiente avance, su pestilente ansia por alcanzar su corazón y hacerse con su cuerpo entero. Y había sentido pánico por ello, un miedo incontrolable. Usó la voz de Lengua Negra para aferrarse al mundo real y mantenerse conectado a él. Escuchó sus palabras, las analizó detenidamente, y no le costó demasiado  decidir. El silencio que siguió al final del discurso del líder de los Campamenteros se veía roto por la entrecortada respiración de Sabandija y sus continuos y quedos gemidos provocados por los dolores. Era humillante escucharse a sí mismo en aquella situación, sin poder controlarse. Se le antojó un instante eterno. Apretó los dientes procurando pasar desapercibido y deseando que alguien se mostrase voluntario cuanto antes. Reyezuelo fue el primero. Ya sólo faltaban dos y deseaba que fueran más locuaces y soltaran un buen discurso. Por su parte supuso que debería quedarse en la Tienda de los Heridos, como cualquier otro día. Reflexionó entonces sobre los Hermanos que recibirían su capa negra. De todos ellos el único que la merecía era Piojillo. Por su puesto le deseaba lo mejor a Plumilla, la cual se esforzaba siempre por tenerlo atenido, por lo que por ella estaría dispuesto a ofrecerse como su Hermano de Capa. Ya no se sorprendía a sí mismo por su mezquindad. ¿Acaso había merecido él la capa? Más aún, ¿quién querrían a un tullido como él de Hermano de Capa? Ese pensamiento casi desató en él un ataque de risa floja lo que le provocó más dolores aún.

- ¡Ay!

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Chamán Rojo acudió a la reunión con sus mejores galas que incluían desde su lanza y el escudo, con el pie rojo de sangre estampado en su superficie, y los múltiples abalorios que adornaba su cuello, orejas y pelo, éste último rojo también debido al tinte. Habiendo sido excluido de las últimas misiones de vigilancia, caza y reconocimiento, a pesar de haberse postulado voluntario, no esperaba demasiado de Lengua Negra para con él. Posiblemente le tocaría quedarse y perderse la fiesta teniendo que dedicarse de nuevo a tareas manuales para vencer el aburrimiento. Echó un rápido vistazo a los campamenteros. Desechó a Sabandija y Derviche, cuyo estado seguía pareciendo lamentable, por lo que supuso que quedarían en la tienda de heridos del campamento principal. Por supuesto también a Piojillo, Niña de Oro, Plumilla, Tarado, y Perdida, quienes tendrían que ir porque pasarían a ser Hermanos Juramentados. Descartado Lengua Negra, como no.

Piensa mal y acertarás. - Se dijo el guerrero a sí mismo. Descartó también, por lo tanto, a Belleza, Keropis y León Anciano, por haber sido elegidos para las misiones de vigilancia y caza, a no ser que se presentaran voluntarios. Quedaban ya cuatro gatos. Afortunadamente, mientras cavilaba, Reyezuelo se postuló como tal.

Entonces tuvo una idea para tratar de ser uno de los asistentes a la fiesta. Dio un paso adelante pero, a diferencia de Reyezuelo, él sí que habló.

- Señor, ¿todos los campamenteros que van a hacer el juramento tienen Hermano de Capa? Si no es así, me presento voluntario para serlo de a quien le falte.- Al menos tenía esperanza de que nadie hubiese querido ser el Hermano de Capa de Tarado. ¿Quién haría semejante locura después de lo que había dicho y hecho? A él no le importaba, pues suficientemente desesperado estaba ya.- Para mí sería un honor serlo de cualquiera de ellos. -Mintió. Mintió como un bellaco. Tendría que cargar con ello, pero por lo menos iría a la fiesta, celebraciones siempre adecuadas para contentar a los espíritus.- Todo sea por el buen nombre de este Pelotón y de nuestros hermanos. - Hacer el juramento sin un Hermano de Capa era una deshonra y todos lo sabían. Era dejar que la ignominia se cerniera sobre uno mismo y sobre el Pelotón al que se pertenecía.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Tarado se adelantó un paso para hablar. Le había complacido el ofrecimiento de Chaman Rojo que estimó como sincero.

Señor, no quiero parecer poco comprometido... Pero aún no limpié mi mancha y mis errores. - Dijo dirigiendose al Oscuro. - No puedo Jurar aún, no aún... no lo merezco. Querría quedar de retén en el campamento.

Luego se giró hacía Chaman Rojo.

Si Chaman Rojo, desea ser mi Hermano de Capa - dijo con seriedad. - Podría quedar conmigo de retén, para enseñarme y entrenarme en lo que él considere necesario.

Se giró hacía el Chaman, haciendo una inclinación respetuosa de cabeza. Volvió a su sitio.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

La mirada que Lengua Negra dirigió a Chamán Rojo era fría como el hielo y hubiera podido congelar el mismo infierno.

- El Juramento es una de nuestras instituciones más sagradas, Campamentero, y cuando alguien se ofrece como Hermano de Capa asume una responsabilidad que en nada es gratuita. Por desgracia, entre los nuestros son varios los que no cuentan con tal privilegio, algo que nunca podrá modificarse pues un Hermano de Capa no puede conseguirse después de efectuada la Jura. Y aunque tu oferta pudiera considerarse generosa e incluso altruista, lo cierto es que resulta despreciable. No te ofreces como Hermano de Capa de alguien en concreto sino que arrojas tu ofrecimiento como un hueso a perros hambrientos. No reclamas un nombre al que acoger, sino que cualquiera te sirve desvirtuando el sentido de la hermandad -la voz suave de Lengua Negra cortaba como un viento helado-. Tu presente es rechazado y tú, Chamán Rojo, serás el segundo campamentero que permanecerá aquí el día de la Jura. Así lo ordeno y así lo cumplirás. En cuanto a ti, Tarado, jurarás. Habrá tiempo para que limpies cuanto hayas de limpiar, pues ser un Hermano Juramentado no te eximirá de vaciar las letrinas. Y os doy un consejo. Aún estáis a tiempo de buscar un hermano aquellos que no lo tengáis. Esforzaos al máximo. Y esforzaos ya. ¿Hay algún voluntario más?

- No era mi intención que se os antojara un acto despreciable.- Dijo calmado el chamán guerrero mientras mantenía la gélida mirada de Lengua Negra. No era un cobarde, había derramado sangre enemiga y no tenía nada por lo que avergonzarse, ni siquiera delante de su superior.- Símplemente sé lo difícil que es conseguir un hermano de capa... adecuado. - El Hermano de Capa de Chamán Rojo era una mujer, algo no muy bien visto por algunos aunque él llevaba orgulloso su capa. No sólo eso, sino que su mentor, Guepardo, le había decepcionado enormemente cuando eligió a Reyezuelo para ser su Hermano de Capa en vez del suyo.- Confío en mis compañeros de pelotón, eso es todo. Siento el malentendido si se ha visto de otra manera.- Tenía que intentarlo, al menos. Total, ¿qué había perdido? No era nada tonto y había comprendido que él iba a quedarse. Al menos no sería Tarado una carga que llevar a sus espaldas. Si éste podía limpiar su imagen después de lo que había sucedido , Chamán Rojo también podría.- Creo que los espíritus nos serán propicios si bien nuestros inicios como grupo sean humildes.- Pensaba que su propuesta iba a ser mejor recibida, sobre todo teniendo en cuenta los métodos poco ortodoxos de Lengua Negra en cuanto a la propiedad común.- Sí así lo ordenáis me quedaré gustoso y seré útil para defender a los que aquí se queden. Pediré por ellos y por los que juren a los espíritus para que los Campamenteros no hagan más que crecer en fama y gloria.- Volvió a su sitio con el escudo y la lanza firmes en las manos. Estos no delataban que estuviera nervioso pues no temblaban lo más mínimo en sus manos.

AÑO: 201

MES: DE LA CEBRA (OCTAVO - SEGUNDO DEL VERANO)

DIA: 20

ODIO no tenía demasiado interés en permancer de guardia en el campamento. De seguro habría mucho por hacer, y pocos para ocuparse de ello. Además, debido a su rango insignificante y a su lamentable reputación, lo más probable era que le encomendaran las peores tareas. O quizás todas.

Así que, cuando LENGUA NEGRA solicitó voluntarios, ni se le cruzó por la cabeza ofrecerse. Bien por el contrario, y para evitar malos entendidos, se cuidó bien de que no se moviera siquiera un músculo de toda su corpulenta anatomía.

Sin embargo, a medida que el tiempo transcurría, y el silencio parecía adueñarse de la escena, algunos recuerdos dispersos volvieron ominosos a su mente, oscureciendo su espíritu y haciendo trabajar su mente.

ODIO había estado allí.

Había sentido en sus tripas el omnipresente poder que emanaba de aquel que se hacía llamar "Señor del Dolor", y había podido ver cómo su sola presencia bastaba para hacer que los guerreros más orgullosos bajaran la cabeza sumidos en el más indigno terror.

ODIO recordó. Y supo que ni por todos los obsequios, ni por todas las putas del mundo, regresaría allí. Al menos, no si podía evitarlo...

- Ya tienes tus voluntarios, cabo. - dijo por fin el fornido guerrero, a la vez que daba un paso al frente para destacarse de entre la multitud. Su rostro era una máscara pétrea e insonsable, que no dejaba escapar siquiera un atisbo de las angustiantes sensaciones que bullían en el pecho del k´hlata.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

El nube dispersa asintió y dio un paso atrás. Se sentía disconforme, pero no quedaba otra que aceptar aunque no le gustase...Creo que empiezo a vislumbrar donde reside la proverbial maldad de los oscuros... Se acomodo en su puesto, pensativo. Siempre que hablaba con el oscuro volvía con la sensación de haber hablado con una pared. De forma intinstiva se acaraciaba la cicatriz del pecho, un hábito dificil es eliminar, mientras intentaba encontrar una respuesta.

...¿Será que en oscuro no hay una palabra para la honra personal?...prfft, limpiar letrinas para limpiar las ofensas a los espíritus... Creo que el problema se esconde en esos dioses oscuros y menores que adoran, pero no son dioses...solo existe el presente y los espíritus de los ancestros que nos juzgan y vigilan. Seguía pensando mientras una nueva duda le asalto súbita y violentamente ¿A quién le puedo pedir que sea mi hermano de capa?.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (MES DE LA JIRAFA, TERCERO DEL VERANO).

DIA: UNO.

HORA: AL ALBA.

Acababan de volver de su última patrulla, dentro de poco partirían hacía Cho'n Delor. Se acercó a donde estaba Lengua Negra, Keropis se había quedado en el cementerio como de costumbre, algo que empezaba a paracerle casi sacrílego. Estaba algo cansado del largo patrullar, pero un breve descanso le sería suficiente.

Pipo ha aceptado ser mi hermano de capa, señor dijo seriamente y con tono sumiso Si no ordena nada más, me retiro a limpiar mi equipo y descansar hasta que entre de guardia.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: NUEVE (MES DE LA JIRAFA, TERCERO DEL VERANO).

DIA: UNO.

HORA: AL ALBA.

Un cabeceo de asentimiento y una fugaz pero sincera sonrisa fue la respuesta de Lengua Negra. Tan solo esperaba que los restantes campamenteros pudieran conseguir su hermano de capa antes del juramento. No contar con su apadrinamiento, era dejar cojo un momento trascendental. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Odio había sido el último en ofrecerse, con lo cual el cupo quedaba cubierto.

-Reyezuelo, Odio y Chamán Rojo serán los tres campamenteros que permanecerán aquí durante los festejos de la jura. Bregaré cuanto sea necesario para obtener de nuestros patronos los regalos que os corresponden aunque tratándose de ellos, no sé qué obtendré. Podéis retiraros.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Piojillo no pudo dejar de oír las palabras que Lengua Negra les dirigió a los tres campamenteros que quedarían de guardia durante los festejos. Así, se acercó al cabo para saludarle y hablar, siempre mostrando su sonrisa en la cara.

- Buenos días Lengua Negra. - El guerrero K´hlata, tras el saludo, realizó una leve reverencia con la cabeza, antes de proseguir.

- No he podido dejar de oír tus palabras y quería aprovechar para preguntarte algo. Como ya te hice saber, me debo a mis hermanos campamenteros y mi deuda es eterna con ellos. No deseo ningún regalo para mi persona, pero me gustaría saber sobre las necesidades de los campamenteros. Se que hay varios de ellos que ni tienen el equipo suficiente, sean armas, armaduras u otro equipo. Ofrezco ese pequeño privilegio, que se nos otorgará, para pedir algo para uno de los campamenteros que lo necesite. Si apruebas mi idea, tan solo necesitaría que me dijeras "que pedir".

Piojillo esperó pacientemente una respuesta por parte de Lengua Negra. Le correspondía a su superior, y no a él como bien sabía, dar el visto bueno a cualquier iniciativa por parte de un campamentero. Piojillo pensaba que debía ser el cabo, y no otra persona,  quién decidiera, si estaba de acuerdo en ello, a quién procurar ese "regalo". Aunque, estaba claro que según como se entendían las cosas desde que llegó Lengua Negra, cualquier bien personal pasaría a ser común al grupo entero. El guerrero K´hlata entendía muy bien las ideas de su superior.