Partida Rol por web

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23.

Derviche estaba de brazos cruzados, escuchando las palabras de Lengua Negra, por fin recibían algo en condiciones de equipo personal, así que miró las tiendas con avidez, no era agradable yacer en el suelo dia tras dia.

Mientras se adelantaba como si no hubiese nadie en su camino, se colocó enfrente del jefe del pelotón, una recompensa por derramar la sangre enemiga, no estaba mal.

Quizás al final iban a parecer algo más que escoria, aunque hubiese verdadera escoria entre ellos.

Pero esa era una lacra que atacaba a la compañía en todos los niveles.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

POR LA MAÑANA

Keropis escuchó las palabras del Oscuro, de pie tras sus compañeros de pelotón. El eremita no tenía tienda. Por no tener, no tenía siquiera una esterilla donde tumbarse ni un zurrón donde atesorar sus pertenencias. No necesitaba nada de todo aquello. Sus únicos bienes eran la herrumbrosa armadura que siempre parecía portar, la extraña espada que pendía de su cintura y una daga igual de oxidada y vieja que el resto de su equipo. Un pequeño fetiche de madera colgaba de su cinturón, grabado a semejanza de sí mismo; una diminuta talla que reproducía la efigie del eremita.

Cuando el cabo Lengua Negra preguntó por los que no disponían de tienda, Keropis no pareció reaccionar. El enigmático soldado solía descansar fuera del campamento, entre las tumbas de los caídos que sembraban una loma cercana, a escasa distancia hacia el norte. Algunos rumoreaban que ni siquiera dormía, asegurando que el amigo de un amigo que había estado de guardia en la empalizada, había podido vislumbrar al ermitaño en la lejanía, de pie entre los túmulos, inamovible y estoico como una estatua erosionada por el tiempo. ¿Habladurías? ¿Quién sabe...?

Con todo, Keropis permaneció quieto y silencioso, como si no necesitara más tienda en la que cobijarse que la bóveda del firmamento, ni más esterilla que la fría roca bajo la que descansaban sus hermanos caídos. 

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

Con el arremoline de todo el mundo, y dado que no era su turno de vigilancia, Lombriz se levantó de la tienda de donde estaba sentado, en la puerta, con las piernas cruzadas. Vestido con el taparrabos, cogió el escudo y se ciñó el portalanzas a la espalda, como debía ser (no era de los que considerasen que un hombre sin sus aderezos de guerrero fuera muy hombre) antes de reunirse con los demás y ver el carro lleno de cosas.

-Oh.

Así que ahora todos estarían provistos. Era... raro, le costaba hacerse a la idea. Aquella había sido la costumbre del Gran Dios, no la de los hombres y mucho menos la de los guerreros. Era para él una idea nueva y no del todo cómoda, aunque tenía que admitirlo, parecía estar funcionando. Sus compañeros eran como él grandes guerreros y ahora tendrían un techo en el que acogerse y buenas esteras para reposar sus cansados lomos.

Lengua Negra extendió una tienda a cada uno de los que se aproximaron.

-Derviche, Tarado, Perdida. Aquí tenéis. ¿Alguien más? -preguntó. Sabía que había más de sus soldados que necesitaban tiendas, pero era a ellos a quienes correspondía personarse-. También hay dos mantas y dos esteras, además de tres odres. Cogedlos si los necesitáis. Y todo aquel que aún no tenga completo su equipo, que hable ahora. No quiero a nadie sin pertrecharse. Pronto nos veremos obligados a partir y quiero que todos cuenten con los básicos en orden.

EQUIPAMIENTO:

- Perdida recoge una tienda de campaña.

- Tarado recoge una tienda de campaña.

- Derviche recoge una tienda de campaña.

Mi mirada se perdía al frente con la espalda recta vi como Lengua negra se acercó y me dio la tienda, en otro caso le hubiera sonreído pero era una guerrera. Y debía demostrárselo a mis superiores representando una determinación varonil que eliminara cualquier signo de feminidad. Así que entonando mi voz lo más grave posible respondí a su regalo gracias señor. Poniendo mi mano izquierda sobre la frente como saludo militar, mientras que la derecha sostenía la tienda brevemente hasta que recibió el apoyo rápido de mi otro brazo.

Las esteras eran incómodas ya que sentías la aridez del suelo, por eso siempre recogía algo de heno de los establos y lo depositaba a modo de colchón sobre la estera. Pensé que teniendo dos esteras podría dormir más comodamente, pero solo fue una idea que tuve sin decirla, ya que demostraría a mis compañeros el no estar capacitada para una vida militar. 

Chamán Rojo dio un paso al frente para recoger otra de las tiendas. Con un leve gesto de cabeza agradeció la consideración de Lengua Negra.

Con la desidia y desgana que le es habitual, Manta levanta la cabeza al ver cómo todos se arremolinan en torno a Lengua Negra. Con un resoplido se pone en pie e interrumpe su inactividad para acudir al llamamiento general. Mantiene una posición apartada y discreta, contemplando la forma de proceder de Lengua Negra. Si bien no cree que el esfuerzo le fuera a valer la pena, Manta aprueba los intentos por establecer los vínculos de camaradería y complicidad que podrían salvar más de una vida en las batallas venideras.

¿No es muy hardcore el hecho de que se pueda fallar una tirada contra un tipo inmóvil justo delante tuya? 0_o

Se podría interpretar como golpe flojo

Ah, vale, siendo así sí tiene sentido, grax ^^