Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: 28. POCO DESPUÉS DEL ALBA.

Lemur se retrasa sólo un par de segundos lanzando una última mirada a todos los presentes.

- "Escuadra Lemur. Conmigo." - Clama el Cabo antes de girarse y marcharse.

El resto de componentes de la escuadra Lemur marchan tras él.

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DÍA: 28. POCO DESPUÉS DEL ALBA.

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Una vez que Vientos y la Escuadra Lemur se alejan, hago recuento del personal. Me lleva algo más de medio minuto, pero contar no es lo mío.

Después pego una voz - ¡Vamos! Os tengo que decir algunas cosas sobre el ataque que nos deben de preocupar a nosotros en particular – miro de reojo a Preocupado, como diga algo… - vamos a un sitio más tranquilo -.

Encabezo una procesión de Escuadra Barril, hacia la empalizada que defiende el campamento, y allí subimos todos a la parte superior. Señalando la lejana muralla, comienzo a hablar. - El Cabo Lemur ya ha dicho las cosas a grandes rasgos. Pero nosotros tenemos nuestro papel y lo vamos a llevar a cabo sin problemas. Primero, nos van a dar una cuerda y arpeo, si alguno de vosotros sabe algo de usar una cuerda, que lo diga ahora. Si no, Grito te harás cargo del juego, por si es necesario. Segundo la escala que vamos a llevar es grande de cojones. Seguramente necesitaremos las manos de todos para acarrearla, así que el que lleve escudo tiene dos opciones, ponerle unas tiras de tela y ponérselo a la espalda, o colgarlo de la propia escala. No recomiendo esto último porque para trepar por la escala necesitaréis las dos manos y puede que no tengamos tiempo de echarlo a la espalda allí abajo, bajo fuego enemigo. Tendremos las manos ocupadas hasta que lleguemos a la muralla. Veo que algunos de vosotros vais “en cueros”, para el asalto tengo hasta tres armaduras de cuero disponibles, y os vais a poner una. No es una opción, quiero a todo el mundo razonablemente protegido de la mejor manera contra las flechas enemigas. Hostigadores y Campamenteros van a llevar carros para acarrear las escalas. No es mala idea, pero a mi parecer harán ruido a pesar de la niebla, y puede que sean blanco de armas de asedio. Nosotros lo haremos sin tanto alboroto y más rápido, a puro huevo, al estilo Infante, ¿sí? – miro hacia el Llano y luego a los muchachos otra vez.

Apoyo las acorazadas manazas en la madera de la empalizada, haciéndola crujir – Sobra decir que no tenemos Exploradores. Los Pasteleros de los huevos son tipos bastante listos. Es posible que aprovechen la niebla para intentar salirnos al paso con algún hostigador emboscado u oculto. Ahí entras tú – señalo a Desastre y a los leones que le esperan debajo de la empalizada – y tus amigos. Quiero que vengan con nosotros y nos defiendan. Con las manos ocupadas en la escala somos un blanco fácil. En caso de que algo no salga al paso o nos dispare, que se encarguen de ellos. Los leones son rápidos, y podrían cazar a cualquier tropa a pie en un momento, pero que no se alejen mucho. Una vez en la muralla, pueden esperar cubiertos por la escala hasta que demos paso franco por la Puerta. – echo un vistazo a los animales, con la esperanza de que sobrevivan.

Miro la empalizada en la que estamos. – La zona allí será algo más ancha que esto, pero no sé cuánto. Combatiremos juntos, la situación marcará la formación que yo daré. Concentrad blancos hasta que caigan, no os obsesionéis con los más lejanos, recordad que llevamos a la Escuadra Diana para cubrirnos. – dejo que un pesado manto de silencio cubra la posición en la que estamos – Y otra cosa. Si se avista a la Heroína nadie, repito nadie se traba con ella en solitario – miro de refilón a Lagrimita-. Se retrocede en defensiva hacia el grupo de compañeros más cercano. La puta tiene encantamientos sobre ella que la hacen un enemigo difícil de batir. Se la coge entre los más posibles y se la reduce a pedazos, ¿preguntas? – algo en la actitud de Barril, quizás por la última referencia a la Heroína, sugiere que no está para tonterías.

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Preocupado siguió al Cabo Barril y después escuchó atentamente lo que tenía que decirles. Su superior siempre era directo y eso le gustaba.

-Yo llevaré mi escudo a la espalda entonces, lo necesitaré cuando trepemos ese maldito muro y luchemos sobre la muralla. En cuanto a la cuerda... quizás yo pudiera manejarla aunque no se si seré el más diestro de todos*.

El resto de instrucciones estaban todas claras y Preocupado sabía lo que debía hacer en cada momento: primero ayudar a llevar la escala, después subir lo más rápidamente posible y después luchar mientras el resto del pelotón se reagrupaba para después ir atacando enemigos a las órdenes del Cabo. Solo había algo que lo inquietaba, todo aquel asunto de las armaduras.

-Pero Cabo Barril, me preocupa que la armadura pueda entorpecer mis movimientos a la hora de luchar, nunca me puse una.

Seguramente se sentiría raro e incómodo y no había peor sensación que esa para entrar en batalla. Los espíritus le habían protegido hasta ahora de cualquier dardo, espada, lanza u herida, igual o más que los que vestían armaduras, no veía el porqué debía cambiar su costumbre.

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Con la vista aún en el exterior de la empalizada, gruño unas palabras.

- Me refería a si alguien tiene práctica en ello. Si no, seguirá Grito a cargo de ello. - un ligero bufido - En cuanto a la armadura de cuero, no te molestará para luchar. En todo caso tienes todo el día para probártela y practicar un poco. Lagrimita te ayudará - un cabeceo en dirección al soldado oscuro - si por la tarde-noche no te has acostumbrado, me ves. Todos dependemos unos de otros, y si ese cuero evita que una flecha te llegue al corazón, o aceite hirviendo te escalde el cuerpo, lo llevarás puesto para así vivir para poder salvar la vida a otro Infante sobre la muralla. ¿No lo querrías así, Preocupado? - una mirada inescrutable se clava en Preocupado desde las profundidades del yelmo de Barril.

- ¡Más cosas! - espero en posición neutra.

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Preocupado asintió ante las palabras de su Cabo. Aceptaría su propuesta e intentaría colocarse una de aquellas aparatosas armaduras que les estaban ofreciendo, aunque seguía pensando que perdería agilidad y al final sería peor el remedio que la enfermedad, pero era un soldado y obedecía. Si el Cabo Barril le ordenaba que tenía que subir la escala boca abajo también lo haría.

-Me pondré una, aunque si mis compañeros no tienen prefiero que sean ellos los que las usen. Si no Lagrimita me ayudará Señor.

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DÍA: 28. POCO DESPUÉS DEL ALBA.

Después de que se fue la escuadra de Lemur, el Cabo Barril nos habla de lo que vamos a hacer. Me indica como el portador de la cuerda si es que nadie es más diestro en usarla. Yo no tengo especial entrenamiento en ella pero, si no hay nadie más, supongo que puedo hacerlo. Preocupado se ofrece para ello pero sé que no es mejor que yo, tenemos más o menos la misma coordinación cuando atamos las tiendas de campaña, así que sé Barril decide que sea yo quien la lleve entre los dos.

Habla acerca de la escalera y de los escudos. Yo tengo uno pero no tiendo a usarlo mucho, por lo que siempre lo llevo a la espalda. La verdad es que, a pesar de ver armas muy interesantes en todo mi tiempo en la Compañía, siempre he preferido la lanza, como arma clásica de mi tribu. A pesar de que no es tan versátil como una espada o poderosa como un hacha, sigue teniendo un encanto melancólico para mí, por eso no la cambiaría y ese es el motivo por el que no utilizo mucho mi escudo.

Finalmente Barril me pregunta por dudas que tengamos y decido no hablar. Puede que haya sido que lo de la Heroína era demasiado en serio, pero el punto es que no me nace decir nada divertido mientras el Oscuro nos mire con esa expresión. Guardo silencio esperando a que la tensión se disipe.

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Ha estado callado toda la reunión, no ha preguntado nada a Lemur, en realidad, Lemur no es su cabo. Tal,vez Barril ha recaído de sus heridas y no puede acompañarnos al asalto.
La aparición de Barril, a voz en grito arranca una sonrisa al infante. Escucha con atención antes de hablar.
-Señor, yo no llevo escudo así que puedo manejar la lanza y liquidar a quien nos salga al paso mientras llevo la escala. Sobre la armadura, nunca he llevado una, taparía las pinturas que me enseñó mi madre, las pinturas me protegen, Señor. No necesito la armadura.

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Un suspiro un poco más prolongado sale del casco de Barril con un sonido cavernoso. ¿Amenaza de gruñido quizás?

- Chico, te vas a acordar de esa escala durante días si sobrevives a esto. Necesitarás las dos manos y los dos huevos para llevarla a cuestas, así que amarra la lanza a tu espalda; lo que me recuerda que todo el mundo debe llevar un arma auxiliar. Sé que muchos de vosotros ya tenéis cubierto ese tema, - señalo las multiples lanzas que erizan a los Infantes - pero no está de más recordarlo. En cuanto a lo otro... - una mano se dirge al casco ajustándolo. Quizás al Cabo le esté empezando a doler la cabeza.

- En cuanto a la armadura Cielo, estoy seguro que tu santa madre no se planteó el mandarte a asaltar una muralla de piedra llena de arqueros y armas de asedio. Te enseñó a pintarte para combatir con honor contra las Tribus de la Sabana y otros K´Hlata. Y como aquí estoy yo haciendo sus veces, te voy a enseñar a vestirte contra los que viven en casas de piedra, esos Pasteleros cabrones que te darán bien por el culo si no me haces caso. Te diré dos cosas, hazte un diseño impresionante para la cara, de los que acojonan nada más verte, y ponte ese cuero. Por otra parte, quedas autorizado a pintarlo como mejor te parezca si lo crees conveniente. - Barril se gira levemente señalando de nuevo a Desastre.

- Y tú Desastre, eres el que se va a poner la tercera armadura de cuero, y no quiero oír mucho más al respecto de ese tema. Lagrimita os ayudará a familiarizaros con ella y por la tarde-noche me venís los cuatro - miro a Lagrimita expeditivamente, encargándole el marrón de traerlos a todos, como más antiguo de la Escuadra - y me dais novedades. Si creyera que tenéis más oportunidades de sobrevivir, os enlataría a todos en una armadura como la mía, pero eso sólo serviría para que fuerais rodando hacia la muralla, así que trabajaremos con lo que tenemos. ¿Estamos? - acabo resoplando.

- ¡Más cosas! - espero en posición neutra.

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- Si, señor. - dijo el infante cogiendo la armadura y comenzando a colocársela. - Tsaro, Msoro y yo os protegeremos mientras cargáis la escala hermanos. Si alguno de esos malnacidos se atreve a venir a por nosotros pagará con su vida. - aseguró el infante. 

- Si se quedan esperando bajo la escala una vez caiga la puerta solicitaré permiso para ir a por ellos Cabo. Espero que no tenga problema con ello. - dijo el infante mirando a sus animales. 

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- En cuanto el estado de la lucha lo permita, serás autorizado a ello Desastre. Los leones serán últiles una vez que tomemos la muralla para buscar a Pasteleros escondidos y que no escapen sin más. - miro a los animales que están tumbados abajo de la empalizada. - Qué grandes están ya los jodidos gatacos - me encojo de hombros.

- ¡Más cosas! - trono, algo impaciente quizás.

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Matador escucha a Barril y cuando hablan algunos de sus compañeros el hace lo propio.

Yo llevare mi escudo a la espalda mientras carguemos con la escala hacia la puerta y mientras trepamos. Portare dos armas también sujetas para facilitar ambas cosas.

No se le ocurren mas preguntas pues parece que su actuación esta mas que cerrada y delimitada.

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Preocupado se acercó lentamente hacia las armaduras de cuero del suelo y cogió una de ellas, estaba claro que no tenía otra opción si no quería desobedecer al Cabo. Levantó una y la miró con resignación, después se giró hacia sus compañeros.

-Lagrimita, ayúdame a poner esto.

No parecía muy difícil, pero prefería ver como se hacía antes de hacerlo por si mismo. No se la había puesto y ya se sentía ridículo y le preocupaba que le molestara a la hora de luchar sobre todo cuando al día siguiente tenían la batalla más importante de las que habían luchado seguramente, pero una orden era una orden.

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Me acerco al eterno pesimista, Preocupado mientras sacudo la cabeza. - Descuida que no muerde, Preocupado - una ligera sonrisa destella en mi rostro.

Recojo la pieza, examinando con ojo crítico su estado ya que no permitiría que ningún infante vistiera una armadura de mala calidad. - Observa, es como si fueran unas pieles como las que te pones en invierno, ¿sí? El cuero es flexible y no te molestará en tus movimientos, sólo tendrías que preocuparte por su peso, que si fueras un alfeñique te podría hacer ir más lento. Pero un tipo fornido como tú no creo que deba temer eso, ¿no te parece? - palmeo el hombro del infante, mientras comienzo a vestirle con el flexible cuero. A pesar de que los K´Hlata no suelen vestir armadura, este cuero podría salvarle la vida. - ¿Ves?, el secreto es no apretarlo mucho, ni dejarlo suelto, para que no se mueva. - miro de manera crítica la figura de Preocupado.

- Estás bien, prueba a moverte y realizar movimientos naturales, agáchate, recoge algo sin doblar las piernas, lleva los brazos hacia atrás... perfecto, así va bien. De hecho, - frunzo el ceño - es posible que deba prescindir de mi armadura de metal para el asalto y vestir mi propio cuero. No estoy satisfecho con los intentos que hicimos para subir la empalizada. Pesa demasiado, y no sé si podré subir con la celeridad necesaria la jodida escala del demonio. No sé, lo consultaré con la almohada. - me encojo de hombros finalmente, mientras doy unos últimos ajustes a Preocupado.

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Dejó que Lagrimita le ayudara a colocarse la armadura. ¿Una segunda piel? Ya tenía una piel, ¿Para que necesitaba otra?

-Espera, espera. ¿No está demasiado apretada? Déjame ver. -Preocupado balanceó sus brazos delante del pecho y respiró profundamente unas cuantas veces.- Bueno, creo que puedo respirar, es que no estoy acostumbrado a esto. Me preocupa quedarme sin aliento en mitad del combate, mañana será un día importante para todos y no podemos fallar.

Siguiendo las indicaciones de Lagrimita realizó los movimientos que este le fue diciendo. No era tan fácil como no llevar nada, pero podía hacer aquellos ejercicios sin apenas dificultad.

-Parece que va bien. ¿Que le parece Cabo? -Preocupado hinchó su pecho para mostrar su armadura y se volvió hacia el Cabo Barril y sus compañeros.- A ver, alguno que me de un puñetazo. Pero en la armadura, que os conozco, solo quiero probar su resistencia a los golpes.

Y es que con la infantería había que tener cuidado, eran todos unos perros viejos y en cuanto uno se descuidaba le calzaban una buena hostia sin avisar. Y mientras llegaba el golpe, su preocupación volvió hacia Lagrimita.

-¿Ir sin tu armadura? Pero eso no puede ser, tu estás acostumbrado a llevarla, te ayudaremos. Yo puedo ir detrás de ti y empujarte hacia arriba, así subirás más rápido.

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Sacudo la cabeza algo apesadumbrado.

- No quisiera ponerte en peligro Hermano. Puede que aún con ayuda, debamos ir más lentos y estaremos bajo ataque de los defensores. No me lo perdonaría si algo os pasara a cualquiera de vosotros por mi culpa. - miro al resto de los componentes de la Escuadra con la esperanza de que todos sobrevivan a este trance.

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Preocupado sonrió a Lagrimita y puso una mano sobre su hombro, no como un gesto de camaradería si no también para seguir comprobando la movilidad que tenía con aquella dichosa armadura de cuero.

-No te preocupes por eso. Somos la infantería, estamos siempre en peligro y eso no me asusta. Estos últimos días han sido difíciles para mi, muchas preocupaciones, pero me siento liberado y se que los espíritus me serán favorables. Yo te ayudaré a subir, el que no podría perdonar que te pasara algo si no vas con tu armadura sería yo.

Estaba confiado, era la mejor forma de afrontar la batalla. Quizás muriese, eso solo los espíritus lo sabían, pero si lo hacía estaba listo para viajar a las llanuras infinitas.

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Movió la cabeza algo contrariado.
- Señor, no lleve armadura en la guerra de los Castores y me gané la capa, ni en el Fuerte Chuda y salí de allí con vida. Pero si es una orden directa suya me pondré esa cosa de cuero. y se giró hacia preocupado asestándole un puñetazo en el pecho, mezcla de rabia e impotencia.
Ahí tienes tu puño hermano Preocupado, creo que la armadura te servirá bien.

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Barril pasa el peso del cuerpo de un pie a otro, aparentemente incómodo. Las palabras de Cielo claman por derecho propio, pero hacer una excepción podría provocar un desastre para la disciplina. Finalmente, llega a una conclusión inevitable:

- Cielo, dices la verdad, pero en Castores luchábamos contra Tribus de la Sabana, y como bien recordarás, nuestro papel en el Fuerte Chuda no fue el de asaltar una muralla. Sin embargo chico, te voy a dar una opción. Ponte la armadura, o no lo hagas. Pero si decides no hacerlo, y en la batalla veo que el no llevarla perjudicara a la Escuadra, consideraré el pedir tu traslado. Si estás tan seguro en ti mismo, sigue con tus creencias pero recuerda que te juegas la vida de todos, no solo la tuya. - Barril mira a Cielo por un momento de manera seria.

A pesar del sol primaveral que parece ir calentando más, no parece incomodarle la armadura que porta. Se vuelve resoplando - ¿Más cosas? No tengo toda la mañana y supongo que vosotros querréis poneros en paz con quien tengáis que hacerlo antes de la lucha, durante este día. - entrechoca sus acorazadas manos con un sonido metálico que reverbera por la empalizada.

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DÍA: 28. POCO DESPUÉS DEL ALBA

Miro aburrido como mis hermanos K'Hlata empiezan a familiarizarse con las armaduras. Me extraña, de hecho, que les cueste tanto siendo que son solo cueros a medio curtir. Nada realmente incómodo de llevar. La mía es más pesada al estar tachonada y aun así no me quejo.

Comienzo a aburrirme mientras el resto está entretenido y, habiendo ya pasado la tensión de las palabras del Cabo, ya no parece que tuviera nada en qué ocuparme, cuando escucho algo de mi hermano preocupado:

Yo puedo ir detrás de ti y empujarte hacia arriba, así subirás más rápido.

Entonces me río con ganas y le apunto de manera acusadora, aunque siempre en tono de broma:

 - "¡Siempre supe que Preocupado quería manosearle el culo a Lagrimita! ¡Esta es tu oportunidad, hermano! ¡Podrás recorrerlo bien si la muralla es tan alta como dicen!"

Continúo riéndome de mi broma pues, realmente, no tengo nada mejor que hacer ahí.