Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 27. A mediodía

Estaba centrado en la historia que le estaba contando Dedos cuando su hermano Grito llegó y comenzó a llamar la atención y a soltar bravuconadas. Desastre negó con la cabeza sin poder evitar sonreír. - Asegúrate de que esta vez lleve veneno de verdad Gordo, a ver si así deja de darnos la brasa con sus gritos y sus bravatas. - dijo al camarero con una carcajada antes de volver a centrar su atención en Dedos tras un vistazo rápido a los leones. 

- Bah, tuvisteis suerte entonces. - dijo el soldado reclinándose en la silla. - Estoy seguro de que si la travesura la hubiese hecho otro hermano que yo me sé habría acabado todo de otra forma. - dijo el infante con tono duro. No duro hacia Dedos sino hacia la forma caprichosa de aplicar las normas que tenían algunos de los mandos. - Al menos tu tuviste un castigo. A mi me lo negaron y eso solo sirvió para suscitar rumores y habladurías sobre la falta de disciplina. - dijo el soldado que parecía extrañamente molesto por no haber recibido un castigo al volver de la misión. - La disciplina debería ser clara y rígida, no debería depender de quien comete la falta o del estado de ánimo del que impone el castigo... - dijo el soldado expresando su opinión con una sonrisa.

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DÍA: 27. A mediodía

Casi con toda seguridad, las palabras de Desastre no habían sido pronunciadas con ánimo de ofender ni de insinuar nada, pero yo no pude evitar pensar lo contrario. Me eché hacia atrás en el asiento con los brazos cruzados y miré al infante con crudeza.

- Espero que no estés insinuando lo que creo. No merecíamos un castigo mayor. Sólo fue un juego que salió mal. Nuestra intención no era hacer daño a nadie, y no lo hicimos. Pagamos todo lo que rompimos. Y sinceramente, a Lengua Negra le importa un bledo la relación que yo tenga o deje de tener con Matagatos, y si él hubiera decidido que Chamán Rojo tendría que haber pasado por la vara, yo tendría que haber hecho lo propio, y tanto Matagatos como yo lo habríamos aceptado. Pero sólo fue un maldito accidente.

Dándome cuenta de que estaba siendo demasiado brusca, relajo el gesto y descruzo los brazos.

- No deberían importante los rumores, sobre todo los de la gente que no estuvo junto a Portaestandarte en aquel momento. Además... Bastante castigo tendréis. Lo tendremos todos, cuando el Último Inmortal se ensañe con la Compañía.

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DÍA: 27. A mediodía

- No insinuaba que recibisteis menos castigo del que debíais por acostarte con quien lo haces. - dijo el soldado intentando explicarse. - Pero los castigos que aplica Lengua Negra suelen depender de quien es el K'hlata que comete la falta. - dijo el soldado olvidando bajar el volumen de voz de forma que cualquiera pudo oírle. 

Aguantaré la carga de vivir sabiendo que cada muerte que cause el último inmortal de ahora en adelante sera culpa mía y solo mía. Pero es un precio a pagar por hacer lo que hice. - dijo el infante con gesto algo más apesadumbrado sin excusarse por lo que hizo o reprochar nada a Dedos. Sabía lo que pensaban todos lo que allí habían estado pero nunca sabrían lo que habría pasado o habría dejado de pasar de completar el ritual.

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DÍA: 27. A mediodía

Ante el primer comentario del infante, no sabía si reír o llorar. Ante el segundo, apareció cierto gesto de comprensión, y desacuerdo.

- La culpa no fue tuya y sólo tuya. De hecho, si me permites una opinión... creo que fuiste manipulado. Por alguien a quien se le da demasiado bien. Casi me engaña a mí. Estuve tiempo dudando sobre si llevaba razón, de que detener el ritual había sido lo mejor. Evidentemente ya me he dado cuenta, y ya no pienso que sea así. Perdimos una gran oportunidad y ahora lo estamos pagando todos. Y más que lo pagaremos en batalla.

Miro intensamente al Carnaza mientras le hablo, y termino por volver a inclinarme hacia él, para susurrarle algo al oído*. Después vuelvo a separarme, a echarme hacia atrás en la silla, y a cruzar los brazos.

- Pero hasta entonces, seamos amigos. No puedo tenerte rencor por algo que aún no ha ocurrido.

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DÍA: 27. A mediodía

*- Y si Matagatos es uno de los que pagan ese precio, reza por caer tú también, o para que yo no sobreviva, ya que de no ser así bailaré sobre ti, y sobre aquella que te manipuló, sin importarme lo que después pueda sucederme a mí.

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DÍA: 27. A mediodía

- Si eso es lo que sentís así sea. - dijo el infante con la voz cargada de aceptación. - Hice lo que hice sabiendo que me exponía a la muerte a manos de Portaestandarte, que Capitán podía pedir mi cabeza y sigo viviendo consciente de las muertes que mi decisión causará. - añadió sin rencor alguno hacia la muchacha. 

- Pero os equivocáis en una cosa, Khadesa no me manipuló. Actué como actué siguiendo las palabras de Caratotem y por todos es sabido que el chamán no aguanta a las pitonisas. Los espíritus hablaron con él y le avisaron, de la misma forma que avisaron a la Quinta. Pero no solo eso, cuando volvimos hablé de nuevo con Caratotem y con la Primera. Ambos coincidieron en que los espíritus decían que había hecho lo correcto. - dijo el soldado con aire triste cuando habló de los espíritus. Hacía tiempo que no visitaba chamanes ni pitonisas y que los espíritus le habían sumido en el más absoluto de los silencios. 

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DÍA: 27. A mediodía

Chamanes, pitonisas y espíritus. Siempre el mismo cantar. Es fácil echarle la culpa a lo incorpóreo. ¿Tanto les cuesta admitir que sus errores son suyos, y no de nadie que les habla al oído? Negaba enérgicamente con la cabeza mientras el infante hablaba.

- Muy bien, pues que esos espíritus os digan cómo ganar la batalla, y te daré la razón. Hasta entonces, para mí todo eso son cuentos de viejas para dormir a críos pequeños. Ese rumor estúpido sobre las dádivas, por ejemplo... a mí la mía no me ha dado ningún problema. Y hablando de batallas y de dádivas. ¿Sabes algo sobre la tuya?

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DÍA: 27. A mediodía

Manta entró a la Tienda de Grog a mediodía. Parecía ya haber terminado su entrenamiento del día y hacía unas dos semanas que se había recuperado por completo de la herida que le infligió Caracabra, que por suerte no fue tan grave. Saludó con la cabeza a Desastre y a Dedos al pasar a su lado y se sentó en una mesa, solo, a cierta distancia de ellos, mientras le traían el estofado.

Se le veía un poco meditabundo, con la mirada perdida en el resquicio de cielo que se veía si uno miraba a la puerta de la entrada de la tienda.

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DÍA: 27. A mediodía

Quien sabe, quizá tengas razón. Sea como sea cargaré con el peso de mis decisiones, no puedo hacer otra cosa. - dijo el infante apesadumbrado. El aire risueño y despreocupado de Desastre había desaparecido dejando paso a una sonrisa lacónica. - Sea como sea ya no es mi problema, los espíritus, los chamanes y las pitonisas me han dado la espalda. - dijo el soldado. 

Sobre mi dádiva y sus problemas. Aún es pronto para ver el alcance de mis actos. - dijo mirando a los cachorros que ya tenían poco de cachorros. Eran leones de un año, más grandes de lo que deberían, con un color de piel oscuro veteado y una piel mucho más gruesa de lo que debería. - De momento parece que mi manada será grande y fuerte, si estoy a la altura para controlarlos llegaré lejos. - dijo el infante. - No se que más traerá consigo la dádiva. 

Manta entró en la tienda y les saludó con la cabeza, Desastre correspondió a su gesto y bebió algo de Grog para que ayudarse a tragar saliva. 

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DÍA: 27. A mediodía

De igual forma que ignoré a Grito deliberadamente, a Manta le saludo sin reservas, con un movimiento de la cabeza y una sonrisa. Observo cómo se sienta en una mesa apartado, y lo entiendo.

Yo también tenía idea de estar sola, pero...

- Mi armadura, como te decía, lo único que ha hecho ha sido molestarme hasta que me adapté a ella. Nada más. Cierto es que apenas he podido probarla en peligro real, sólo con enemigos distraídos y armas de entrenamiento.

Que su peligro tienen...

Cuando habla de la manada, desvío la vista hacia los leones.

- ¿Qué planes tienes para ellos?

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DÍA: 27. A mediodía

- Los he entrenado para que combatan a mi lado. - dijo el soldado. - Hemos hecho algunas salidas de caza para practicar y parece que responden pero son animales salvajes así que nunca se sabe... - añadió Desastre. - Además esa carne... Esa dádiva les ha cambiado, ya no son solo animales... - dijo con verdadera preocupación. 

Mientras siga pudiendo controlarlos mi intención es llevarlos conmigo a la batalla. Si veo que se vuelven demasiado dominantes... - dijo el soldado torciendo el gesto sin querer pensar en lo que aquello significaría. 

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DÍA: 27. A mediodía

No dejo de mirar a los animales mientras Desastre contesta. Sí es cierto que su contestación me provoca extrañeza.

Ya estamos con que las dádivas traen problemas...

- ¿Les ha cambiado? Es verdad, como te he dicho antes, que parece que crecen rápido, pero eso puede que sea porque contigo están mejor alimentados que si llevaran una vida salvaje. Pero, ¿hay algo más? ¿Qué era exactamente tu dádiva? ¿No era sólo carne?

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DÍA: 27. A mediodía

Desastre negó con la cabeza alternando su mirada entre la mujer y los animales. - No, no es solo su tamaño. Su piel es más gruesa de lo normal, más rugosa. Y son agresivos, más de lo que deberían aunque eso podría ser por la edad... - dijo el infante sin perder de vista su manada. 

Y no, mi dádiva no era carne normal. Si te soy sincero no sé que era, pregunté mucho y nadie me supo decir nada pero Potestad lo llamó carne de Dios en el momento en que me lo entregó. - dijo Desastre demasiado preocupado para darse cuenta de donde estaba. Tan solo tres personas hasta ahora sabían aquello, Preocupado, Caratotem y Khadesa. Ahora debía añadir una cuarta persona a la lista. - Pero eso no es posible... ¿No?

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DÍA: 27. A mediodía

Me he pasado gran parte del día mirando hacia el horizonte. Últimamente, he perdido la facilidad que tenía para poder dibujar en mi rostro una sonrisa. Es extraño cuando la apatía se muestra en las personas más alegres. En busca de algo de compañía y en busca de poder aliviar las cargas, me dirijo hacia la Tienda de Grog. Un buen trago no le sienta mal a nadie, ¿por qué a mí si iba a sentarme?

A paso lento me dirijo hacia la misma mientras observo al resto de los compañeros. Poco a poco, durante todos estos años me he habituado a la compañía de alguno de ellos, pero sobre todo a mis Hermanos del Pelotón. Lo cual deriva en una sorpresa cuando me encuentro allí a Desastre, uno de mis hermanos. Parece estar acompañado. Lo que me lleva a esbozar una sonrisa bravucona en el rostro a la par que me dirijo hacia donde se encuentra. 

-Estás cebando a esos pobrecitos, Hermano, ese es el secreto... No es piel, ¡si no grasa!-le digo con una sonrisa mientras paso de largo en dirección a la barra. Cuando llego a la misma, pido tres jarras. Una para mí, otra para Desastre y otro para su compañía. De vuelta a su ubicación, dejó dos de ellas enfrente de ellos mientras me dirijo a otra mesa donde saco un trozo de hueso y comienzo a tallarlo, mordiéndome la lengua con los dientes en señal de concentración. 

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DÍA: 27. A mediodía

- Carne de Dios... eso puede ser muchas cosas. Puede ser un eufemismo. Una carne difícil de conseguir, o de un animal sagrado, si es que los chondelorianos entienden de eso, pero en mi tribu es algo normal. Por eso yo no cazo, si no es extremadamente necesario. Como su carne, sí, pero porque cuando llega a mí, el animal ya no tiene remedio.

Dejo de hablar cuando siento que alguien se nos acerca. Le reconozco por verle entre las filas de la infantería como uno de los hombres que más llaman la atención en ella por su color extremadamente oscuro.

Le saludo, y acepto la jarra.

Es la tercera...

Esperaba que quizás se sentara con nosotros, pero para mi sorpresa, es otro que se aparta buscando soledad.

Y pensaba que yo era la que cargaba hoy con un día de melancolía.

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DÍA: 27. A mediodía

Manta recibió su plato de estofado hacía unos minutos. Se puso a despachar el plato con grandes cucharadas soperas mientras salía de su ensimismamiento, por lo cual escuchó parte de la conversación de Dedos y Desastre sobre las dádivas.

— Eh, pegdonag que me mgeta —dijo con la boca llena, y tragó—. Eso que te dieron es carne del Señor del Dolor —afirmó Manta con seriedad a Desastre desde la mesa contigua.

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DÍA: 27. A mediodía

Lo usual era ver al líder de los Hostigadores ocupado en la tienda de los heridos. Por eso, cuando aquel mediodía apareció finalmente en esa otra tienda, puede que más de uno se sorprendiera. Sin embargo, el cabo parecía bastante relajado. Puede que incluso algo contento. Repasó con la mirada la tienda, y cuando vio a Dedos sonrió levemente, antes de acercarse al mostrador.

-Un poco de estofado y una jarra de grog-pidió, para, una vez los tuvo en su poder, acercarse a la mesa en la que estaban Dedos y Desastre, sin haber escuchado aún nada de lo que ambos habían hablado.

-Buenos días Desastre. Y hola a ti también, Dedos. No pensarías que iba a olvidarme, ¿verdad?

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DÍA: 27. A mediodía.

Me levanto de la mesa con la jarra y el trozo de hueso tallado en la mano para dirigirme hacia la mesa donde está mi Hermano y la mujer que lo acompaña. Con una sonrisa pícara me siento con ellos mientras alzo la jarra. 

-"Por la soledad, esa amente tan caprichosa."

Y dicho esto esparzo el Grog por mi garganta, sintiéndome reconfortado. Justo en ese momento escucho a Manta hablar sobre el tipo de carne que Desastre está dando a sus animales. 

-"Vaya Hermano, veo que no pierdes el tiempo alimentando a esos animales"-le digo con gesto alegre mientras clavo ahora mi mirada en Dedos.-"¿Qué tiene de especial? ¿Está más buena?"-comento mientras observo como entra el Cabo Matagatos en la tienda. 

-"Buenos días".

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DÍA: 27. A mediodía.

El tacaño de Preocupado no aparecía, lógico le tocaba paga, asi que Grito seguía bebiendo como solo un hombre despechado puede. Seguía penando el mal de amores, soñaba con ella y no sabía que le había dado para estar así. Miró a los demás y vió a Indómito allí.

Eh, eh... Indómito, ven aquí. Decía mientras le hacia señales. ¿Sabes que es negro, sangra y no se puede dar la vuelta en un pasillo?

Echó un sorbo de grog a su gaznate, su mirada era algo vacía, carente de la expresividad habitual en él.

Ciberialdes con una lanza clavada en las espalda... Otro, otro... Dijo antes de vaciar su jarro. ¿Sabes donde está el Mayor Chocho?... En Galdan.

El último chiste era algo malo, se lo habían contado unos comunes cuando estuvo en la ciudad para la última jura pero a fin de cuentas había cosas peores.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (TERCERO DEL AÑO, ÚLTIMO DEL INVIERNO)

DÍA: 27. A mediodía.

- ¿Carne del Señor del Dolor? ¿Del mismísimo Señor del Dolor? - Miro a Manta con gesto de guasa. - ¿Es que es comestible? ¡Que me traigan un muslo!

Comienzo a reírme exageradamente. Puede que la forma de hablar de Manta y su sugerencia me hayan hecho una gracia tremenda... o puede que la tercera jarra de grog me esté haciendo mella.

Veo a Indómito acercarse a nosotros, finalmente, y le recibo con una sonrisa.

Por los Ancestros, qué oscuro es...

Y en medio de aquel pensamiento jocoso, se abre la cortina y veo entrar a lo único que aún no veo medio doble.

- Hola. - Respondo al saludo de Matagatos, con voz melosa y una sonrisa algo estúpida. Hasta los ojos me brillan más, aunque no es fácil discernir si es por la visión del cabo o las lágrimas por la risa. - No te dije nada por no molestarte. Anoche hice guardia, y he pensado que en la tienda de heridos sólo iba a estorbar. Pero iba a intentar buscarte luego, cuando supiera que Plumilla podía cubrirte un rato. Pero ya estás aquí. ¡Gordo! ¡A ésta ronda invito yo! ¡Trae de comer algo más que el estofado! ¡Para los leones también! No se cumplen 18 primaveras todos los días, y menos ante una batalla inminente.

Miro a Desastre un momento, casi sorprendida, como si por un instante me hubiera olvidado de algo, o de alguien. Quizás de su presencia, pues la de Matagatos lo eclipsaba todo.

- ¡Oh! Sí, hablábamos de la dádiva de Desastre. - Le explico al oscuro. - Y de su posible origen. Manta dice que es carne del Señor del Dolor, y Desastre cree que por eso los leones han crecido tan rápido y tan... raros.

Me vuelvo a reír con ganas. Y en medio de la risa, escucho los chistes de Grito, que en otro momento me habrían resultado de mal gusto, pero con tres jarras de grog ahora mismo Grito era el hermano más gracioso de la compañía para mí.

- Vamos, acercaos. Cuéntanos más, Grito.