Partida Rol por web

Precio se detiene una última vez junto a Astado pero el antiguo chamán parece declinar participar en esta ronda.

Finalmente el comerciante deja el cuenco en el centro y entrega los dados a Caracabra para que comience la que fácilmente podría ser la última ronda de esa partida.

- "Tu turno para comenzar." - Dice Precio.

La mujer parece fascinada por las palabras de Reyezuelo y se queda muy cerca de él.

- "No quiero distraerte de la partida, pero luego podrías contarme más. ¿Te parece bien?" - Pregunta a Reyezuelo con voz suave y un interés para nada fingido.

La mirada que le dedicó Chamán Rojo le pareció dura y pesada, cargada de un reproche que no entendía. En materia de superstición Reyezuelo no era distinto de cualquier otro k'hlata, motivo este por el que se removió inquieto en su asiento bajo el foco de atención de un hombre que hablaba a diario con los espíritus. Aunque, tal vez, no fuese ese el motivo de su inquietud, o al menos no del todo, no sería descabellado imaginar que el montante de monedas que había sobre la mesa fuese lo suficientemente grande como para despertar esa sed de riquezas que duerme latente en el interior de cada hombre.

Sí, eso explicaría su turbación perfectamente, sin embargo, creo que había más.

Hacía más tiempo del que podía recordar que vivía en el silencio. Su mutismo constante y su parquedad se habían convertido en otro escudo más de los que se servía para soportar el nuevo mundo que le rodeaba desde que cayera la tribu de los tres castores y con ella cuanto le era familiar y seguro, poco a poco la necesidad de compartir y expresar había ido haciendo mella en esa coraza hasta dejarla endeble y figurativa, pero allí seguía. Había reprimido mucho y con mucho ahínco, tanto que temía lo que pudiera pasar si dejaba brotar todo lo que guardaba, esa pugna interior que arrastraba desde que le fuese concedida la gracia de entrar como recluta en la compañía se había visto dirimida, casi instantáneamente, frente al requerimiento de aquella mujer que, con amable actitud y entrañable curiosidad, le animaba a narrar su particular punto de vista.

Respiró hondo, prácticamente en un suspiro, antes de asentir con la cabeza en su dirección, después se escondió en su jarra de grog y bebió un sorbo corto, esperando que nadie se percatara de su atribulamiento.

La jugada del jorobado fue rápida y decepcionante, primera tirada y ya estaba fuera de la ronda. Además la puntuación era desastrosamente baja. Solo un diez, no debería de haber jugado otra ronda. Apático dejo el cubilete y los dados en la mesa.

— ¡La vieja dama! - no pudo evitar exclamar Reyezuelo al ver los dos cincos que la fortuna le había deparado a Caracabra, esperó a que Precio lo confirmara, pero mucho se temía que su desafortunado compañero de guardias se vería obligado a añadir, al ya de por sí exorbitante bote, la nada despreciable cantidad de veinticinco monedas de plata. En aquella ocasión, no cabía duda de que la dama no podía ser más oscura. Contuvo el aliento mientras esperaba tenso la reacción de Uro ante aquel imprevisto giro de los acontecimientos.

Precio pone los ojos como platos al observar la desafortunada tirada de Caracabra.

- "Lo lamento chico, pero tienes que pagar veinticinco platas..." - Dice con un tono de voz levemente compungido.

El resto de los presentes miran a Caracabra sin saber muy bien si será capaz de pagar toda la apuesta. Alguno de los ojos incluso se desvía hacia el verdugo, Uro.

Precio recoge los dados y se los entrega a Tendero para que siga con la ronda.

Tendero coge los dados y se lamenta de la suerte del muchacho sólo unos segundos... Los justos para lanzar los dados y comprobar con los ojos abiertos como platos cómo él también saca la misma jugada que Caracabra.

Con la boca abierta tarda varios segundos en recomponerse y mirar a Uro... Luego rebusca en un saquito de su cinturón y se pone a contar monedas hasta que saca veinticinco platas y las deposita en el cuenco.

- "Ésta es la mía. ¡Lo intuyo!" - Exclama Vasija frotándose las manos tras las desastrosas tiradas de sus dos compañeros anteriores. El bote ha aumentado considerablemente tras engordar la nada desdeñable cantidad de cincuenta platas.

Vasija agarra los dados, cierra los ojos con fervor y los arroja con pasión. Tras dos tandas saca un total de trece, acabando con un doble dos.

Pese a todo Vasija suspira aliviado... Si tiene suerte se llevará el bote. Con calma entrega los dados a Reyezuelo.

¡Pero que tonto he sido! Se recriminó el jorobado, la suerte nunca le sonreía y ahora sabía que había cometido un error al pensar que en algo así sería diferente. La mirada de todos se clavó en él, algunos lo miraron con pena, en otros se veía la incertidumbre de si verían al verdugo en acción. Caracabra se mantuvo en silencio un instante tratando de asimilar lo sucedido, antes de que con desgano sacara las veinticinco monedas de su bolsa y las depositara en la mesa. Uro no tendría la dicha de castigarlo. El impulso que antes sentía por jugar se había terminado. 

La montaña de monedas desbordaba el cuenco que, a modo de bote, utilizaba Precio para intentar albergarlas, su sola visión aceleraba el pulso hasta del más templado de los jugadores. Reyezuelo, poco experto en estas lides, no podía disimular su emocionado nerviosismo. Respirando hondo, con una sonrisa temerosa, lanzó el primer par de dados, primer paso hacia el triunfo o el desastre.

Para su decepción no le salieron dos cuatros, sino un anodino siete. Recogió los dados y jugó con ellos en la mano sin dejar de observar el centro de la mesa donde descansaba aquella fortuna, aún tenía posibilidades, la certidumbre de esa condición le mareaba tanto o más que el grog que había ingerido. Hizo entonces su segunda tirada de aquella ronda.

Los dados rodaron raudos para marcar exactamente la mismo jugada, en su lenguaje extraño e impredecible la fortuna trataba de decirle algo que no alcanzaba, pero que se balanceaba lo suficientemente cerca de su entendimiento como para que se sintiera presto a encontrarse con una epifanía, miró a la mujer cuya perseverante curiosidad le había desarmado de su coraza tratando de leer en su expresión algún indicio de ese mensaje oculto en todo cuanto ocurría y que enviaba la providencia. Evitó la mirada de Chamán Rojo, no era reproche lo que necesitaba ahora, sino algo más profundo e inasible.

Casi con alborozo, con una gran agitación interior, cogió los dados respetuosamente, sin hacer esperar a la expectante concurrencia volvió a hacerlos sonar.

Con su tercer lanzamiento obtuvo una pareja de unos. Era una tirada total de dieciséis, nada de lo que enorgullecerse y, sin embargo, podía hacerle ganar aquella ronda. Con cuidada cortesía le acercó los dados a Boñiga mientras, por dentro, invocaba a todos sus antepasados rogándoles para que le enviaran a aquel recolector de estiércol el peor yuyu posible.

Boñiga recoge los dados de las manos de Reyezuelo y los encierra entre las suyas medio temblorosas.

Se le escucha murmurar algo mientras agita las manos y lanza una primera vez. Un cinco y un uno.

Recoge de nuevo los dados exhalando un suspiro. Ha evitado una primera tirada mala... eso es bueno.

Lanza de nuevo y saca un cuatro y un seis. Lleva dieciséis igualando a Reyezuelo. La tensión se respira en el ambiente. Ahora Boñiga sólo tiene que lograr una tirada pareada antes de pasarse de treinta.

El comerciante agarra los dados y los arroja una tercera vez rezando porque sea cual sea el resultado no se pase de treinta... cosa que es imposible en esos momentos. Y entonces... saca dos treses.

Veintidós en total. Ha ganado. Boñiga se ha llevado la suculenta última mano de la partida de Puñales.

Tras tres rondas acumulando monedas, Boñiga acaba de hacerse con la suma nada más y nada menos que de ochenta y siete monedas de plata.

Uro no fue consciente del término de la partida ni del ganador del suculento bote. Sus ojos verdes se clavaban como afiladas estacas en el rostro de su compañero de pelotón: Caracabra. Muchos eran los que creían que el Ungido era una bestia despiadada y cruel, que encontraba deleite en matar y disfrutaba de la sangre por la sangre. Pero cuando el Caimán sustrajo un montón de monedas con las que cubrir su deuda, el Cazador de Cabezas asintió satisfecho, sin atisbo alguno de decepción.

La Diosa exige la cabeza de un enemigo, no los dedos de un aliado.

Pese a todo, parece que al final la partida de Puñales ha resultado ser mejor de lo esperado. La emoción de las tres últimas rondas con bote acumulado ha mantenido la tensión de los presentes hasta el final.

Gordo Wem parece satisfecho y el resto de la noche se celebra una fiesta en el Campamento, con una invitación a dos jarras por persona por parte de Gordo.

Casi consigue que algunos olviden el terrible ataque que habéis sufrido hace poco.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: TODO EL MES.

- Tras su regreso al Campamento Principal, todos los Hermanos Juramentados son bienvenidos a los placeres de la Tienda de Grog: vino, cerveza, ron, ricos estofados de carne, y otros placeres carnales diversos.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: 25

Entró en la tienda cansado de entrenamiento y trabajo, se acercó al Gordo Wem y sin ápenas más parafernalia dijo.

Gordo, veneno. La jarra de grog pasó a sus manos y el dinero a las del tabernero. Siempre que pedía se tomaba una copa y alternava con las meretrices, aunque gustaba más cuando Bimbata y Bimbawa estaban allí para ofrecer servicios conjuntos. Levantó la cabeza, dejando cinco monedas más en la barra. Sirvele otra jarra a Sedienta.

Bebió un sorbo con calma, no tenía más interés por ahora.

Habían pasado varios días desde aquella partida de puñales (a esta altura "legendaria" entre los más asiduos concurrentes a la tienda del Gordo Wem), por la cual un sencillo y desarrapado recolector de mierda se había convertido, prácticamente de la noche a la mañana, en toda una celebridad. Sin embargo, el inmundo apelativo de "Boñiga" todavía resonaba a lo largo y ancho del campamento, como así también todos los detalles que habían rodeado a tan maravillosa partida.

Por supuesto, muchos de los comentarios tenían que ver con situaciones auténticas, de las que había decenas de testigos, como la confusión de PRECIO tras el primer empate en la ronda final, o las reacciones de los jugadores durante las últimas tiradas. No obstante, a la par de estas incidencias, que efectivamente habían sucedido durante el juego, comenzaban a tejerse una infinidad de mitos y medias verdades que resultaban de comprobación mucho más dudosa.

Y justo en medio de ambas, sin que ya nadie pudiera discernir con seguridad si aquello realmente había sucedido o si era otra fantasía elaborada por el tiempo y el grog barato, estaba la participación de aquel que llamaban ASTADO.

O, para ser más preciso, su "no participación".

En cualquier caso, había un consenso general en ubicar al antiguo chamán en aquella partida. De hecho, su "doble seis" en la primera mano era uno de los episodios más valorados de la leyenda, y quizás uno de los que más comentarios suscitaba. Sumado a esto, muchos hasta podían asegurar que el reservado k´hlata había participado hasta el final.

Sin embargo, allí comenzaba a difuminarse la línea que separaba la fábula de la realidad. Pues en el momento definitivo de la partida, justo en su ronda final, cuando había una verdadera fortuna en el bote, ASTADO sencillamente se había mantenido al margen de las apuestas, renunciando inexplicablemente a cualquier posibilidad de efectuar sus tiradas y llevarse el gran premio.

Para peor, lo había hecho sin emitir la más elemental de las explicaciones, limitándose tan solo a guardar silencio durante la última ronda, respondiendo solo con una ligera sonrisa dibujada en el rostro.

Por supuesto, las primeras explicaciones que habían surgido daban cuenta de la presunta ruina en que se encontraba el antiguo chamán, que ya había perdido incontables monedas durante las rondas anteriores. Sin embargo, los más avispados pronto habían rechazado de plano tal eventualidad, pues aducían que ASTADO llevaba el suficiente tiempo en la Compañía y había participado de muchas campañas como para haberse hecho de una buena reserva de plata. Además, sostenían que cualquiera de los presentes podría haberle prestado unas monedas con tal de hacer más emocionante el desenlace de la partida. Incluso quizás el propio Gordo Wem, que ya había tenido alguna vez tratos con el antiguo chamán.

A partir de allí, se habían desatado las justificaciones más disparatadas. Influenciadas en gran medida por la insólita racha de "doble cinco" que habían debido soportar los participantes en esa última ronda. En este sentido, era imposible no vincular la abstención del chamán con la palmaria y evidente presencia de la "Vieja Dama" en el lugar...

Sin embargo, por fortuna para el reservado k´hlata, ninguna de las explicaciones se acercaba siquiera a sus verdaderos motivos. Casi nadie lo conocía lo suficiente como para saber del frío desprecio que sentía el antiguo chamán por el dinero, y por ello les resultaba imposible imaginar que pudiera participar de aquel juego con otro objetivo que el de hacerse con unas cuanta monedas.

Aunque ciertamente lo había. Y aún cuando le había resultado bastante costoso, en de alguna manera lo había conseguido. O, cuanto menos, empezaba a hacerlo...

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: 25

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Había estado un rato bebiendo solo y gruñendo a las posibles compañías, sumido en sus pensamientos , cuando vió a aparecer a Grito, y temió algún desastre en ciernes. Mientras su hermano pagaba algo a Sedienta, se acercó.

-Mi hermano Grito está contento hoy. ¿ qué celebras hermano exactamente? ¿Que fuimos atacados y no estábamos, o que seguimos parados mientras el enemigo se parapeta? Todo lo dijo con un rostro muy serio...que rompió a risa en un segundo.

- Venga hermano, te invito a una, entretén a este soldado de Infatería con una de tus historias.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: 25

Guiñó un ojo a Cielo con camaradería.

Celebro algo mejor, hoy hace siete años que me uní a la compañía y sigo vivo. Dijo levantando la jarra. Cojones, he de ser un grandísimo cobarde o tener una suerte acojonante ¿No crees?.

Apartó otras monedas de cobre.

Ni hablar, te entretengo, pero la jarra la pago yo... ¡Para algo estoy de celebración!. Metió un gran vozarrón para llamar al Gordo Wem. ¡Eh, Gordo! Ponle un quitapenas a mi hermano, que invita Grito.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: 25

- Yo diría que hemos tenido suerte hermano, no somos de los que se esconden detrás de un muro a lanzar flechas.  Somos infantes, miramos a los ojos del ser humano que tenemos delante mientras le arrebatamos la vida. Yo no estoy contento hermano. 

Todo ese asunto de los espíritus, los Señores del Dolor y las Dioses Oscuras, creo que me tiene trastornado y no duermo bien. Las pesadillas me acosan, por eso ve todo aquí casi todos los días hasta tarde, a ver si el sueño me vence más fácilmente.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JAGUAR (ÚLTIMO DEL OTOÑO).

DÍA: 25

Palmeó la espalda de su compañero, mientras bebía de su jarra.

¿Sabes que te hará dormir como un bendito? Dijo mientras alzaba su jarra. Una buena borrachera de esto, si no duermes del tirón y sin sueños, ve a ver al chamán porque entonces estás jodido o algo...

Cuando me dedicaba al saqueo y al crimen, había un tipo... un jodido gordo, follaniños y despiadado. Venía del norte, de un sitio llamado Berilo, huyendo por un asunto político decía. Cuando le emborrachabas te enterabas que se había exiliado porque le habían pillado enseñandole "como andan los perritos" al hijo del síndico y claro tuvo que salir por patas para que no le castrasen... Sin embargo era un arquero estupendo siempre y cuando no le dejases acercarse a un niño o una cabra. Este capullo decía que cuando no se emborrachaba no dormía porque había matado a tantos niños para que no hablasen que cada noche se le aparecían... Asi que siempre se emborrachaba y se quedaba dormido... Como un bendito.

Bebió un trago para refrescar la garganta, miró al techo de la tienda con nostalgia.

La noche que jodieron a la banda, le tocaba vigilar la puerta... Estaba borracho como una cuba, yo conseguí salir... No tengo ni puta idea que pasó con los demás, espero que estén muertos... Eran una pandilla de hijos de puta, asesinos y depravados.