Partida Rol por web

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Fue el primero en entrar. El Hiena no esperaba ver dentro amenaza alguna, pero prefería asegurarse. Por el campamento pululaban el Inquisidor y aquel otro personajillo que bien podría sentir curiosidad por aquella tienda y aunque no supusieran una amenaza directa, era mejor asegurarse. Y ello por no hablar de los trotapieles. 

Tras confirmar que no había nada, se sentó en la silla que le correspondía y permaneció en silencio, aguardando a que el resto tomara asiento y el Capitán hablara. 

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Analista siguió los pasos de Ponzoña, un tanto defraudado de que aquella reunión no tuviera lugar en un sitio más distendido y propenso a la buena energía. Intuía que no iban a ser receptores de buenas noticias y el aura del campamento no ayudaba en aquel sentido. Pero aquello también le confirmó la necesidad de que la tienda de mando contara con su propio arsenal de bebidas, fueran alcohólicas o no. De hecho, en aquel momento, una buena infusión caliente e incluso un brebaje dorado como el catado por Barril en la Posta de Diligencias hubiera sido algo más que agradecido. 

Siguiendo el ejemplo del líder de los Hostigadores, ocupó una silla y aguardó al resto. 

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Capitán esperó a que todos se sentaran antes de empezar a hablar, o dejaran claro que no pensaban hacerlo, antes de empezar a hablar. Él mismo no se sentó, lo que tenía que decir se estaba retorciendo dentro de él como un pez fuera del agua, aunque este no era un pez normal, sino algo insidioso y enfermizo que quería sacarse de dentro a la mayor brevedad posible. 

-Bien, seré breve. En primer lugar, contamos con un mapa de la zona-explicó, dejando encima de la mesa el pergamino que llevaba en las manos, medio desenrollado, para que pudieran desplegarlo y consultarlo si querían-cortesía del inquisidor, que por cierto, parece capaz de entrar a su tienda y salir de ella sin pisar cualquier otro lugar del campamento. Un punto que conviene tengamos en cuenta. 

-Nuestro patrón me ha hablado de nuestra tarea, de por qué es necesaria su presencia por aquí. Parece ser que sospecha de alguna clase de grupo rebelde operando en esta zona, según comenta la mayoría considera que se trata de habladurías, y que él está loco, pero cree que suponen una amenaza para la estabilidad de la zona. Y ahí es donde entramos nosotros: quiere que investiguemos, interroguemos y saquemos la verdad. Y el primer paso que quiere que demos es simple-explicó, acelerándose poco a poco, puede que en una especie de toma de impulso dialéctica para soltar sin dudar lo que iba a decir.

-Quiere que agitemos el avispero y provoquemos a los rebeldes, y más concretamente, quiere que capturemos a la hija de los guardeses del torreón local, una muchacha deforme llamada Enrietta, y la sometamos a un interrogatorio severo de forma pública... Citando literalmente, "debe ser capturada y debe recibir tormento".

Y tras eso, como quien se quita un sabor horrible de la boca, resopló, dando vueltas de nuevo a lo que tenían por delante. 

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Analista enarcó una ceja con incredulidad antes de vomitar una carcajada amarga.

-Creo haber entendido bien pero por si acaso... Ante la sospecha del Inquisidor de la presencia de un grupo rebelde, quiere que se detenga a una mujer deforme y se la torture con el solo objetivo de provocar una reacción en dichos rebeldes. Voy a obviar comentarios al respecto. Quiero formular algunas preguntas. En primer lugar, qué indicios de actos de sedición o rebeldía se han dado para concluir que hay un grupo mínimamente organizado tras ellos. En segundo lugar, qué justifica la detención de esa muchacha, la hija de los guardeses del Torreón local. Y finalmente, cuándo debería de llevarse a cabo este arresto y el posterior escarnio y tortura públicos. 

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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Khadesa estaba sentada a la mesa, tan recostada como era posible, ya que acababa de salir de la enfermería para acudir a la llamada a la Tienda de Mando. Su expresión era una mezcla entre perplejidad y agradecimiento. Y cansancio, desde luego.

Escuchó a Capitán, y frunció el ceño. Después, a la intervención de Analista asintió lentamente, eso era exactamente lo que ella había entendido, y su reacción, aunque silenciosa, fue la misma.

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HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Tras recibir el aviso de que mi presencia era requerida en la Tienda de Mandos no me hice de rogar demasiado antes de dirigirme a ella. Cuando entré vi que varios se me habían adelantado, lo que en absoluto importaba demasiado pues dudaba que las revelaciones comenzaran hasta que el último hubiera entrado. Cuanto más tarde llegara menos tendría que esperar compartiendo incómodas miradas en el solemne silencio con el que la mayoría aguarda expectante a escuchar la razón para la que se le ha convocado.

- Analista Lengua Negra, la larga marcha ha debido afectar tu juicio hasta el punto de cuestionar la justificación de aquel que no necesita más razón que la de su voluntad y la autoridad investida por su dios. Pero claro que hay más razones más allá de agitar el avispero y hacer que los sediciosos salgan de sus agujeros buscando reparación mientras con rabia gritan el nombre de Enrietta; entre otras convertirnos con ese ¿horrible?- dudé-, acto automáticamente en enemigos de los enemigos de nuestro "aliado". Seremos nosotros, la Compañía Negra, los que la capturemos, y seremos nosotros los que le procuraremos tormento, por mucho que estemos obligados a ellos por la firma de un contrato.

Me paseé por la tienda con una sonrisa de oreja a oreja.

- Pobres apátridas sin más aliados que aquel que se asegura de enemistarnos con toda facción que en algún momento podría, o no, llegar a ayudarnos- teatralicé. - Pobres seamos pues nuestro patrón tan bien se asegura de que tras él no haya más contratos. Pero, en cualquier caso, primo - añadí alzando el índice -, no se ha hablado en ningún momento de escarnio y torturas públicos, se ha hablado, citando literalmente - remedé a Matagatos -  de que "debe ser capturada y recibir tormento". Y créeme, hay muchas formas de recibir tormento, entre otras conversar con alguno de los que, ociosos o atareados, se mueven por este campamento. Incluiría también a alguno de los aquí presentes, pero somos demasiado pocos y todas las miradas se dirigirían hacia un mismo individuo, lo que es muy poco educado - añadí sonriendo a Rastrojo.

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Rastrojo dejó de sacarse cera de los oídos con el índice y miró a Serpiente.

¿Qué? Sí, eso, mucho ocioso hay por ahí. A picar piedra les ponía yo.

El chamán supuso que se refería a Khadesa, todo el día rascándosela a dos manos con la excusa de haber sido gravemente herida por los bichos de la bruja Elsa. También metía en el mismo saco a los dos nuevos reclutas. Sabueso y Gobaldet seguro que recibían de parte de Palomita una instrucción más liviana que la que les impartió a los veteranos la Sargento Vientos. Todos unos vagos parásitos, a ojos de Rastrojo.

¿Esa Enrietta no ha sufrido suficiente tormento cuando le pusieron su horrible nombre? Dejando de lado que se podría hacer un cambiazo, secuestrar a Enrietta y tenerla escondida, mientras una de nuestras mujeres grita como si fuese la engendro del Torreón, para después devolver a Enrietta sin un rasguño. Eso nos permitiría cumplir la misión sin enemistarnos con esa facción. En mi opinión, el susto de ser secuestrada y la incertidumbre con el desenlace cuenta como tormento.

Lo digo, más que nada, porque las sospechas del Inquisidor suenan a profecía autocumplida: designo a alguien como rebelde, le toco los cojones, y a continuación mi víctima se rebela. Un trocapieles haría exactamente eso: sustituir al auténtico Inquisidor y aprovechar su estatus para enfrentar a lugareños con extranjeros hasta debilitarles. Y nuestros guardias han divisado a trocapieles anoche.

Rastrojo cogió el mapa y lo desplegó asintiendo como si entendiera algo de lo que estaba viendo. Se hacía el interesante, una pausa dramática, antes de proseguir.

Porque... ¿Qué explicaciones dio el Inquisidor cuando les mencionasteis a los hombres cabra? ¿Y qué función cumplen los cráneos de carnero que decoran las puertas de las casas?

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Había llegado a la Tienda de Mando sin demasiado ímpetu ni prisa, más no se había sentado. De pie podía tener una perspectiva mejor de lo que se decía y observar a todos los interlocutores de la tienda sin demasiados aspavientos.

Una vez el Capitán desplegó el mapa, Barril dio un par de pasos hacia el objeto en cuestión, el cual examinó con interés un par de minutos, tiempo suficiente como para que Matagatos explicara lo que se esperaba de ellos y algunos de los otros comentaran ciertos aspectos que veían o creían ver en la misión que se les había encomendado. El enorme Cabo no tenía claro si cuando se hablaba de patrón, Matagatos se refería al Inquisidor o al ausente señor local al cual todavía no habían visto. En todo caso eran las órdenes que tenían y debían empezar a pensar en cumplirlas. A Barril no le hacía ni puta gracia dar tormento a una deforme muchacha, en la piel de la cual se podía poner fácilmente en su juventud cuando era visto como un lerdo y gordo muchacho de cara porcina, deforme en muchos aspectos para los demás, pero cosas peores había hecho. Examinando aún el mapa comentó en tono casual.

— Hemos echado un ojo a ese torreón y sus guardeses. No recuerdo si hemos visto a la propia chica o alguien nos habló de ella, pero parece ser que las deformidades aquí en Nidal se consideran una gran desgracia, un castigo divino, seguro que adivináis de quién.

El asunto me hace considerar qué relación tiene el señor local con sus guardeses. Se supone que deberían ser gente de su confianza para tener acceso a su propia casa. Que la orden del Inquisidor Serpejo vaya en esa dirección es cuando menos curioso, me parece. —

Como algunos habían comentado el poner inmediatamente a los mercenarios como parte del sistema de dolor y opresión aseguraba que nadie les viera de otra manera que un instrumento más de Zon-Kuthon, pero esa era una reacción más que esperada por parte del puño de hierro con el cual se conducía el gobierno de Nidal, ninguna sorpresa. Lo que sí le sorprendió era la presencia de Khadesa en esa reunión, algo que era cuando menos extraño.

— ¿Y dónde se supone que estamos en este mapa? —

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-Vayamos por partes... En primer lugar, con las preguntas de Analista. No sé mucho, pero allá va lo que sé, parte confirmado por el dueño del rancho, por cierto, con anterioridad al inquisidor-comentó, antes de tomarse unos segundos para ordenar sus pensamientos. 

-Veamos, parece ser que hace cien años se produjo en el país una revuelta campesina de cierta gravedad. Según el inquisidor, reclamaban lo que viene a reclamar todo campesino: que le quiten menos y disponga de más tiempo para sí mismo. Pero, en la práctica, se dedicaron al saqueo, violación y demás lindezas. Desde ese momento parece ser que es "tradición" culpar a esos rebeldes de cualquier suceso extraño que pase, algo que también explicó el ranchero cuando fuimos a por el vagón, parece ser que el herrero del pueblo murió hace algunos meses en su forja. Se supone que un accidente, aunque algunos dicen que hacía armas para esos rebeldes y le quitaron de en medio en un encontronazo-explicó Capitán.

-En cualquier caso, parece que el inquisidor Serpejo ha estado siguiendo la pista a algunos incidentes y sucesos extraños que no ha precisado, pero que supongo que son similares a esto. Según dice, el resto creen que está loco y que son casualidades, pero él ve como se está socavando la autoridad del país y la estabilidad de este feudo de forma lenta pero segura, de hecho, piensa que todos ellos están conectados y hay una conspiración en marcha-añadió. Podría descartarse como locuras de la edad, pero que el ranchero unas horas antes hubiera comentado de pasada algo similar en cierto modo le inclinaba a pensar que podría haber algo de realidad en esas sospechas. 

-En cuanto a la muchacha, como apunta el cabo Barril, parece ser que creen que el patrón de este país vela por ellos, siendo la deformidad algo muy raro. Supongo que eso la señala como alguien alejado de las bendiciones de ya sabemos quien, y por tanto, como un objetivo. En cuanto a tiempos, solo sé que quiere resultados, y cabe esperar que pronto. Lo que me lleva a las palabras de Mago Serpiente, sí que ha manifestado preferencia porque sea algo público y que atraiga atención, por poca gracia que me haga-explicó. 

-Lo de las cabras es un punto interesante, y en cierto modo de fricción-continuó, asintiendo a Rastrojo-no he sacado mucho en firme, pero lo que he sacado es interesante. Según explicó, en muchos mitos se asocia las cabras a las brujas, y dice que ha habido rumores sobre las cabras y carneros de este pueblo durante décadas. Rumores disparatados, siendo más concreto, lo que me encaja con cabras caminando sobre sus patas traseras. Por lo visto, incluso se llegó al punto de llevar a cabo unas investigación hace lustros, por sacerdotes, capturando y examinando cabras con comportamientos extraños, sin resultado alguno. Sospecha de una corriente de idolatría hacia las cabras, por parte en concreto de los más tradicionalistas, que además parece fraguar alguna división en el pueblo, ya que se está dando una variación ganadera hacia las vacas. 

-Y por último, Carnonegro esta...-añadió, acercándose al mapa y recorriéndolo con el dedo hasta señalar el punto 10-aquí. 

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-Lo de que el Inquisidor Serpejo entre y salga de su tienda sin ser visto, me hace pensar que quizá Rastrojo tenga razón. Y más habiendo el asunto de los hombres-cabra de por medio. Un cambiapieles podría tomar su forma y engatusar a la Compañía para que en su nombre ejecute algo que perjudique tanto a ésta como al verdadero Inquisidor. Debemos estar muy seguros de que el encargo procede del verdadero hombre, no de un suplantador. -Se encogió de hombros, no le gustaba darle la razón al chamán, pero era lo que había.- Eso en primer lugar. Y en segundo, aunque la deformidad sea aquí tomada como una mala señal, ¿qué conecta a la pobre víctima, Enrietta, con los rebeldes? ¿Por qué una tortura más en esta tierra de torturas iba a soliviantar a esa facción, cuando otras no lo han hecho?

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-No... Creo que no me he explicado bien. No he dicho sin ser visto, creo. He dicho sin pisar cualquier otro lugar del campamento-recapituló el Capitán-además de que se esconde bien, podéis preguntar a Cielo que quedó muy confuso, tiene la capacidad de estar en un segundo agazapado fuera del campamento, y al siguiente en su tienda haciéndome señas para que acuda. Y me refiero a literalmente un segundo. 

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Espera, ¿qué?

Lo que le sorprendía al chamán no era la capacidad de teleportación del Inquisidor, pues ya habían conocido a Seldocha con la capacidad de viajar a través de los senderos sombríos. Lo anómalo era que la odiosa Khadesa le diese la razón. Respiró hondo para tratar de recobrar la pose de persona cabal y luz guía de la Compañía Negra.

Primero, si las deformidades se consideran una maldición, tendremos que discutir en algún momento qué hacer con Caracabra. Tal vez sería interesante que tuviera un casco como el del Cabo Barril, que le tapara la cara. Podría evitarnos problemas con la población local. Es cierto que atravesó el pueblo junto con todos nosotros sin incidentes, pero con la distracción de toda una columna militar que hacía que no le prestasen tanta atención.

Es posible que el poder de "saltar" del Inquisidor no sea propio, sino que la magia resida en la tienda. Eso implicaría que no podría moverse tan alegremente por ahí. Es peligroso detectar la magia de la tienda, con Varecnae y el Inquisidor en la zona, pero podría hacerse después de que Varecnae se marchara de aquí, mientras el Capitán tiene una reunión con el Inquisidor en algún lugar del pueblo, o el Inquisidor da algún discurso público o atiende alguna celebración local. Quizás un ahorcamiento. Sin embargo, verificar si es un trocapieles no será fácil.

Lo que yo haría es invitar a los hombres del torreón a una cacería de trocapieles. No una cacería en serio, no sobreviviría nadie si lo intentáramos, pero serviría para alejar a su líder de Carnonegro y poder entrevistarse con él para conocer su versión de lo que está pasando. Preguntarles si el Inquisidor estaba "raro" al volver de un viaje, y ese tipo de cosas. Dependiendo de la nueva información, existe una manera legal de ofrecer protección a Enrietta: el contrato con Jacques de Malar ofrecía la posibilidad de reclutar nuevos miembros para la Compañía Negra entre los hombres libres y los voluntarios. Si la reclutamos, estará a salvo del Inquisidor, que depende de Malar, y esa podría ser nuestra carta para negociar con los hombres del Torreón, ya sea para apoyarles y cuidar de la amorfa, o para traicionarles y que nos entreguen a Enrietta por iniciativa propia. Entonces, si es esto último, le damos tormento como estaba convenido.

Asaltar el torreón por la fuerza para secuestrar a Enrietta sería más complicado. ¿Alguien vio alguna ventana a la que pudiéramos acceder desde el techo del carro de combate que nos ha entregado el Inquisidor? Eso sería más rápido y tendría mayor efecto sorpresa que llevar una escalera: detienes el carruaje de pronto junto al torreón y a subir.

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-La nota sobre Caracabra es interesante, pero creo que innecesaria-replicó el oscuro, con énfasis especial en la palabra "creo"-me explico... Parece ser que parte de los tratos que hicieron hace nueve milenios con el dios les protegen de esa clase de cosas. Sin embargo, los k'hlatas no formáis parte de ese trato. De hecho, en este mundo, ni siquiera deberíais estar aquí, os confunden con un pueblo muy lejano si no recuerdo mal. Por eso no creo que vayan a por ninguno de vosotros por ese motivo-dijo, aunque quedaba claro que por supuesto la panda de fanáticos y paletos que componían aquel país podrían ir a por ellos por cualquier otra razón que se les pasara por la cabeza. 

-Podría ser algo de la tienda... Me pareció escuchar algo como una puerta abriéndose, por si os sirve de ayuda-añadió, mirando a ambos magos-en cuanto a la caza de trocapieles, creo que puede volverse en nuestra contra. Al menos parte del pueblo les adora, cada vez lo tengo más claro. Ah sí, otro detalle interesante: parece que las caravanas varisias tienen un pase ancestral que les permite entrar y salir de este país y moverse por él. 

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-¿Un portal? En su tienda. Es posible, claro. 

También Khadesa lanzó una mirada a los magos, ellos debían saberlo mejor. Pero quería comentar algo más antes de que se diera la reunión por acabada, y aprovechó el pequeño paréntesis de silencio para hacerlo.

-Por cierto, hay algo que creo que deberíamos aprovechar. Los conocimientos del Tío Samuel, a través de Piojillo. Creo que ya conocéis la historia de los dioses semi-hermanos enfrentados, y la lucha contra Zon-Kuthon por parte de la diosa Shelyn. Bien, Samuel conoce símbolos, y sabe que hay seguidores de la diosa en muchas zonas. Podría haberlos aquí. Sería útil usar ese conocimiento para encontrar esos seguidores, si es que existen. No sé mucho más al respecto, pero me parece que habría que ahondar en todo esto.

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Barril observó el punto que había señalado el Capitán como correspondiente a Carnonegro, para luego ir trazando un círculo con la mirada alrededor de los que marcaba el mapa en sus proximidades. Siguió escuchando lo que se decía en la tienda, para intervenir de manera breve en referencia al Inquisidor Serpejo.

— No creo que sea un suplantador. En todo caso supongo que nuestros magos pueden echar un vistazo a ese anillo que te dio, Capitán. De ahí se podría sacar algo. En cuanto a ese ruido como de una puerta, podría tener un cofre que le permitiera moverse como ese ritual de piedras que hemos usado en el asunto de Seldocha, quién sabe.

Al respecto de la chica, la mejor manera de tomarla es llamar a la puerta con el anillo y el contrato a mano. Abrirán y podremos tomar lo necesario. Supuestamente el anillo que te ha sido entregado concede ciertos poderes, Capitán. Si hay que hacer algo con ella, bueno, eso ya lo tienes que decidir tú, Capitán.

Hablando de varisios, hay una caravana de ellos ahora mismo en Carnonegro, la dirigen los hermanos Costache, un varón, Lucian, con aspecto de mercader y una hembra guerrera, Voctorina. Parece que han sido atacados en su ruta por el bosque por los Harapientos, lo cual me hace preguntarme si no sería la caravana que iba a Verdín y debíamos custodiar originalmente. Es un tema que no les hemos sacado, claro. Por lo que nos han dicho, parecen dirigir en gran parte el Campamento Varisio Oeste, uno de los cuatro que están representados en este mapa. Esta gente es orgullosa y capaz, están bien equipados y tienen aspecto de manejar oro a raudales. —

Barril no había querido dar más importancia al asunto de las cabras. Era una historia que de nada les valía y de ningún apuro les sacaba. Por otro lado, veía entrar en la torre algo fácil, ya que que les abrieran la puerta dada su autoridad concedida era algo bastante posible. El qué hacer con la chica era algo más complicado: el orondo Oscuro sabía que no todos los presentes tendrían estómago para hacer lo que estaba ordenado, así que esperaba haber dejado claro que se podía contar con él para esos aspectos. Dejaba los asunto de los dioses y sus tejemanejes para otros más listos que él.

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La paranoia de Rastrojo, vendida como cautela, era algo habitual en él. Formaba parte de su insoportable personalidad al igual que otras muchas y encantadoras cualidades cuyo listado me llevaría demasiado enumerar. En cambio, la aquiescencia de mi prima Khadesa con respecto a las tesis del chamán era algo que no me había llegado a esperar. Sí, ella era una paranoica, pero en otras cuestiones y debido a su mojigatería e ignorancia, a su maniqueísmo y a lo corta de miras que era. Lo que no había esperado es que aquellas envidiables cualidades hubieran permeado hasta lo más profundo de su ser mancillando la sensatez que en no pocas ocasiones había demostrado.

- Las casualidades dejan de serlo cuando demasiadas coinciden en muy poco tiempo y todas parecen tener el mismo efecto.- Sonreí. - El anillo, Matagatos... - añadí extendiendo la mano.- Me gustaría saber si su manufactura es digna del desposorio de nuestro Capitán o una mera baratija llena de promesas pero sin la capacidad real de atar tu voluntad.

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Ponzoña no pudo dejar de sorprenderse de ver a Khadesa entrar en la Tienda de Mando. Durante su permanencia en Nidal, en ningún momento había sido llamada, sin haber dado razones de ello. Y ahora, sin mediar comentario acerca de que fuera a estar presente, nuevamente estaba allí. No dijo nada, pues no procedía. Ignoraba si su esposa sabía que intervendría en las decisiones que se tomarían en aquella tienda o si Capitán lo había decidido unilateralmente. Pero tanto en uno como en otro caso, se sentía incómodo. Había algo que no fluía y no le gustaba y como la presa de un castor, la madera se acumulaba y el agua se represaba. 

-Creo que nos dispersamos. El asunto es detener a una mujer deforme y torturarla para cumplir con los deseos del Inquisidor en aras a descubrir a unos posibles rebeldes. No es algo que me agrade y creo que afectaría a la moral de nuestros hombres. Una cosa es luchar contra un enemigo que se bate contra nosotros y matarlo. Otra torturar públicamente a una mujer cuyo único delito es tener una deformidad. Ya sufrimos las consecuencias de aberraciones similares antes de llegar a Nidal. No quisiera que pasáramos por lo mismo. ¿No hay alternativas? Habláis de varisios con carta blanca para desplazarse de un lado a otro. ¿No se podría negociar con ellos que se lleven a la mujer? ¿Hoy mismo? -su rostro serio era particularmente sombrío. 

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Mago viborita, maestro de las obviedades, señor de la lengua de humo. Sonrió ampliamente, callando lo que pensaba ante la ya inevitable actitud de su primo, cuyo infantilismo se acrecentaba con el paso del tiempo, enrocado en una posición provocadora que sin la respuesta que esperaba, solo le dejaba en evidencia. 

Miró a Ponzoña, sorprendido de su propuesta.

-No creo que sea posible. Ignoramos a quién deben o muestran su fidelidad y diría que esta es volátil y no responde sino al brillo del oro. Por otra parte, permanecerán aquí aún unos días, con lo cual toda posibilidad de huida en su caravana queda descartada. Al menos en principio -dijo a su pesar. La idea no era mala, aunque potencialmente impracticable-. Los varisios comercian con muchas cosas, entre otras información y según llegamos a saber, conocen a Seldocha, a la cual consideran fiable. Volviendo al tema. Coincido con el Cabo Ponzoña en que tenemos un problema que puede trascender a nuestras filas, afectando a la moral de la Compañía. La detención en sí no es preocupante. Lo que sí lo es, es la cuestión de la tortura pues correría por nuestra cuenta además. Ordenar a uno de nuestros soldados que lo haga... No es algo que me gustaría que se hiciera. Que la iniciativa corresponda a un mando, me parece igualmente malo. Quedaría la posibilidad de pedírselo a uno de nuestros aspirantes, nativos del país y que quizá podrían considerar esto como algo natural. No veo a Gobaldet muy apto para ello. Sabueso es otra cosa. Pero sigue sin gustarme. No obstante, debemos barajar las posibilidades menos perjudiciales. Aunque también deberíamos establecer un punto de partida. ¿Vamos a cumplir con lo que se nos ha pedido o vamos a intentar liberar a esa mujer de su destino y jugar un doble papel?