Partida Rol por web

VIGÉSIMO TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 24, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: ANTES DEL OCASO. - CLIMA: CIELO NUBLADO. FINOS COPOS DE NIEVE.

La tensión se podía cortar con un cuchillo. El chamán no creía que el reparto de tropas entre Barril y Ponzoña se hubiera pactado de manera amistosa, después de todo las hienas son muy territoriales. Ese era el principal motivo de la reunión: comunicar el resultado del reparto. Rastrojo se preguntaba si continuaría en los Hostigadores. Después de cómo le había hablado a Barril para defender a Preocupado, no tenía muchas esperanzas.

Pero había otro problema allí dentro... A oídos de Rastrojo habían llegado noticias de que Gobaldet fabricó un fetiche de madera con forma de grajo, por encargo de Serpiente. Le había sentado como una patada en el estómago. ¿Qué magia negra usaría Serpiente en ese medallón para manipular al Gran Grajo, o para hacer daño a Rastrojo? Esa mirada traicionera y esa sonrisa de superioridad no auguraban nada bueno.

Bueno... parece que nunca salimos de la tienda de mando, ¿verdad?-dijo, para romper el hielo-. Siempre de reunión en reunión...

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Capitán se reunió con el resto, con un humor mucho mejor que el que tenía tras la partida de Seldocha. Al menos había algún progreso, había podido purgar su ira a base de un entrenamiento intensivo y podían continuar adelante... Aunque, como siempre, había detalles que pulir antes de proceder con la ceremonia de aquella noche.

-Bienvenidos. Y no te preocupes, Rastrojo, esta reunión debería ser bastante más corta. Creo que solo tenemos cuatro asuntos encima de la mesa: reparto de escuadras, nueva información sobre este lugar, como proceder en la ceremonia de esta noche, y nuestros siguientes pasos. Empecemos, ¿habéis llegado a alguna decisión sobre la división de los Campamenteros?

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──Señor. ──Saludó.

Luego miró hacia Barril y Ponzoña, para saber qué destino les había tocado.

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El Hiena miró a Barril y asintió. Habían hablado largo y tendido, hasta la extenuación, prescindiendo de lo que querían para ellos y priorizando siempre lo que sería mejor para la Compañía. Eso había supuesto cambios, algunos esenciales, incluso en el seno de las propias escuadras, fundamentalmente la de los Hostigadores. Ponzoña mostraba un rostro serio, que apenas reflejaba lo que realmente sentía. Pero en aquel momento, si hubiera podido hablar libremente, hubiera dicho que se cargaba en muchas cosas, incluida la disolución de la unidad campamentera.

-Seré breve -parecía ser la única concesión a su amargura. No explayarse en el reparto-. Hemos hecho modificaciones. Considerando las necesidades de ambas escuadras incluso nos hemos planteado cambios internos. Infantería será una unidad pesada, un ariete capaz de romperlo todo. Hostigadores será una unidad ágil, lista para escurrirse donde haga falta y dar golpes efectivos. Bien. Dado que contamos con un chamán y un mago, Rastrojo pasará a formar parte de la infantería. De igual forma, Campaña y Palomita se integrarán en las filas de Barril -la pérdida de Campaña, su mejor amigo, era algo que nadie sabía lo que pesaba al Hiena-. Tenemos dos reclutas, Piojillo y Desastre. Llegado el momento, el primero pasara a los Hostigadores. El segundo a Infantería. De entre los Campamenteros a disolver, los siguientes serán Hostigadores. Ballestero, Chamán Rojo, Frontera, Reyezuelo, Sabandija, Tarado. Los restantes, serán infantes y el resto se mantiene en sus actuales puestos -dijo a los presentes-. Nos hemos planteado también la creación de una unidad de caballería, una pieza que se formará en en los supuestos en los que sea factible. Pelagatos, Analista y Palomita serían los primeros en integrarla. Hay mas monturas, una segunda de Analista y las que nos proporcionarán en breve por nuestra nueva misión. Debemos tantear entre los nuestros para incrementar esa unidad. Capitán, también eres jinete pero tu labor entiendo debe ser independiente de dicha unidad. Dichos jinetes, si bien cuando peleen a pie estarán en sus respectivas unidades, como caballeros serían independientes y deberá decidirse quién está al frente de la misma. La propuesta lógica parece apuntar a Analista pero creemos que deberían hablarlo entre ellos o decidirlo tú, Capitán. Quedan Sabueso y Gobaldet. Aún es pronto para decidir nada sobre ellos. No sé si me dejo algo. ¿Barril?

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Los días se habían sucedido con una intensidad en los entrenamientos que había sido demoledora. Curiosamente, pese al ritmo frenético de los mismo, Barril se encontraba perfectamente. Mejor que hacía unos días de hecho. Parecía que después de lo que les había arrebatado en cuerpo y mente el Señor de la Medianoche, empezaba a rodar de nuevo. Había incidido en entrenamientos de rapidez y lanzamiento de lanza, algo en lo que destacaba negativamente. Sabría que nunca sería un gamo, pero esperaba llegar a la soltura y aguante de la que había hecho gala. Se le había visto entrenar con sólo una parte de su armadura, la coraza y el casco, y parecía que el lento y torpe Barril era capaz de moverse a buen ritmo sin vestir su armadura de manera completa. La exposición del Capitán para con la reunión de hoy, le hizo asentir, primero en su dirección y luego en la de Ponzoña.

— Es como dice Ponzoña, Capitán. Nos hemos replanteado una distribución a mayor escala dentro de las Escuadras.

Quedaría como ha comentado Ponzoña, ingresarían a la Infantería desde Campamenteros, Keropis , Lombriz y Plumilla. Desastre queda como Recluta, si recupera su rango volvería a la Infantería. Y desde Hostigadores lo harían Campaña, Palomita y Chamán Rastrojo. Esto hace que pueda establecer dos núcleos dentro de la Escuadra: Infantería Ligera y Pesada.

Y esto también hace que quiera un segundo la mando dentro de Infantería, que en mi caso sería Grito; él se haría cargo del día a día de la Infantería Ligera.

Debido a que Ponzoña ha hecho un gran sacrificio en ese ámbito, he pensado ofrecer a Dolor e Indómito para que engrosen las filas de los Hostigadores. Son guerreros valientes con habilidades diversas que pueden tener buen uso en Hostigadores. Sí me gustaría ser Padrino de Dolor en su Juramento, a pesar de que se vaya con los Hostigadores con el beneplácito de Ponzoña.

Quedan dos asuntos sobre los hombres, primero qué se hará de los broches y capas de los degradados, y qué se le ofrecerá a Dolor en su ceremonia del Juramento, ya que ahora no contamos con más excedente que el broche del difunto Uro, el cual juró sin capa, creo recordar. El segundo es que quería proponer el dar la primera soldada a los hombres. Un soldado con el bolsillo vacío ve su moral menoscabada hasta sin tener dónde gastar su plata. —

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──Señor, antes de cobrar su soldada te pedirán el dinero que aportaron a las arcas de la Compañía. Me parece que es un terreno resbaladizo, pero si: habrá que plantearlo. Sin embargo, lo haría después, y cuando tengamos con qué devolver todo el dinero aportado. ¿Lo tenemos? Si lo tenemos, y se le añade una soldada, entonces si que es buena idea.

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Rastrojo tenía una sensación agridulce. Estaba por un lado feliz por no tener que aguantar a Ponzoña, pero ir al frente del combate como un miembro de la infantería sonaba bastante peligroso. También era buena noticia lo de recibir la soldada, pero no sonaba tan bien cuando, como dijo Ballestero, no les habían devuelto lo entregado en el templo.

Sin embargo, Rastrojo poco podía decir fuera de su campo de experiencia. ¿Ser chamán? No, ser mozo de cuadras...

El caballo del Capitán, Hechizado, siempre tuvo algo de sobrenatural. No se dejará montar por otro jinete. Eso nos deja para ese proyecto de caballería, en estos momentos, cuatro caballos: Dante, Beltza, Orgullo y Jerifalte.

No dijo más, solo subrayar lo obvio. Tenían cuatro caballos, pero solo tres jinetes. Rastrojo no estaba muy convencido de porqué lo había dicho. ¿Se postulaba como el cuarto jinete? Desde luego sabía montar. ¿O solo estaba proponiendo que alguien debería empezar a entrenar con la montura que quedaba? No. Solo quería asegurarse de que no usaban el fondo común para comprar caballos a lo loco: no tenían jinetes, no necesitaban tirar el dinero en ello.

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-Gracias, Barril. Los acepto más que satisfecho -dijo tendiendo su mano al cabo para estrechársela-. Y por lo del empadrinamiento, no hay problema.

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-¿Una unidad de caballería? -sonrió agradado por la propuesta-. Sí, cuatro caballos, Rastrojo además del de Capitán. Pero a ello sumaremos otros tres caballos de guerra como resultado del nuevo contrato. Eso daría hasta un total de ocho jinetes, nuestro Capitán incluido. Puede ser una muy buena baza de cara a cualquier batalla.

Reflexionó unos segundos.

-La soldada no es mala idea, pero yo también veo necesario devolver antes lo que cada uno cedió a la Compañía. Y creo que no habría problema para ello. De hecho, dejaría la soldada para un momento posterior y como resultado del contrato si finalmente se acepta, que creo que, guste o no, parece la menos mala de las opciones. Respecto a las capas y broches de los degradados, yo puedo custodiarlos. Y en cuanto a Dolor, tenemos dos opciones. O cederle una de los capas de Desastre o Piojillo, pues a fin de cuentas, no hay titularidad sobre ellas, o mandar tejer un en un futuro. Broche, podría ser el de Uro. Pero este es un problema que va a repetirse conforme nuevos hermanos juren. Hay que buscar una solución a futuro. 

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Capitán escuchó lo que se planteaba, pacientemente y observando a unos y otros conforme hablaban, intentando entender qué pasaba por cada cabeza cuando tomaban la palabra. Algunos eran más fáciles de leer que otros, ya fuera por familiaridad o simple transparencia. Sin embargo, las cuitas que quedaban tras bambalinas serían asunto para otro momento. 

-Bien, tenemos un reparto... En cuanto a la Caballería, nos sigo viendo pocos, pero si creéis que podemos manejarnos en estos números, cuenta con mi bendición. Aunque había pensado en Palomita como núcleo de un futuro pelotón de Caballería, si quiere ser Analista quién la dirija hasta que ella se curta en el mando, tampoco pondré objeciones. 

La mención a la soldada y, sobre todo, el dinero que se debía hizo que el oscuro alzara levemente las cejas, negando suavemente a continuación.

-Me había olvidado totalmente de que debíamos dinero a los hombres... Bueno, más allá del botín pendiente de repartir, contamos con un adelanto de cien monedas de oro. Es perfectamente posible pagarles, aquí y ahora si lo consideráis oportuno. Aunque... Seguramente sea mejor mañana, con calma, intuyo que no va a ser algo rápido de hacer-dijo-en cuanto a las capas, seguramente tendremos que encargar nuevas capas negras, aunque no sean originales. Dolor puede jurar con una de las capas de los degradados, no solo no son titulares de las mismas, además han cometido una falta.

-Si nadie tiene nada que comentar sobre esto... ¿Nueva información?-preguntó, especialmente a Analista y los magos.

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──Un asunto menor, señor. El nombre de recluta de... ──Desde el principio había evitado llamarle por su nombre. ──...aquel a quien llamo Soplagaitas: a los hombres les gustaría llamarle Aserrín, o Astillas. No se muy bien qué nombre le va, pero es algo que tiene importancia.

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Aquella reunión estaba resultando ser especialmente aburrida con los Cabos de Hostigadores e Infantería jugueteando con sus hombres, sin que ellos lo supieran, a algo parecido al juego de las sillas. Para mí quedaba la opinión que de ello tuviera, aunque fuera lo que fuera lo que pensaba, ni siquiera me importaba. Me quedé, eso sí, con el detalle de que Rastrojo cambiaba de escuadra y me pregunté si echaría de menos los correctivos de Ponzoña.

La reunión siguió mencionando el germen de la formación de una unidad de caballería, el pago de la soldada y la devolución de las deudas. Todos temas la mar de interesantes para el alma de toda fiesta que era, y siempre sería, un contable. Ya me imaginaba a Lengua Negra saltando de alegría – no de forma literal, pero si en espíritu -, con el culo bien sentado mientras pasaba cuentas de un lado a otro en un ábaco.

Ahora, cuando la reunión llegó a la intervención de Ballestero que trajo a colación algo tan rematadamente trivial como el apodo de un cualquiera, pase del tedio exteriorizado como indiferencia a esbozar una sonrisa y enarcar una ceja.

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Rastrojo estaba dispuesto a apostar diez monedas de plata a que el leñador moriría en batalla antes de poder disfrutar de cualquier mote... Sin embargo, no tenía diez monedas. Y no las tenía por culpa de Analista. Sin el aliciente del dinero, aquel punto del orden del día le traía sin cuidado.

Pero si no estuvieran hablando de ello, lo más probable era que el Capitán retomara la petición de nuevas informaciones. ¿Qué nuevas esperaba de Rastrojo? Se mataba a entrenar prácticamente todo el día, salvo el tiempo de siesta, comida, búsqueda de bayas, meditación, aseo y... Bueno, ya no hacía guardias durante la noche desde que el grupo de Analista regresó, pero eso solo significaba que esas dos horas eran dos horas de sueño adicionales.

Miró a Serpiente. ¿Se supone que ese era el momento de contarles lo ocurrido con Lombriz? ¿Las visiones? ¿El abismo perturbador en el alma del K'Hlata? Rastrojo no tenía muy claro cómo proceder. Si negaba que tenían esa nueva, Serpiente podría dejarle en evidencia llamándole mentiroso y desvelando la naturaleza de aquel ritual. Pero el chamán no tenía claro que fuera a salir nada bueno de soltar esa información. Siguió mirando a Serpiente, tratando de saber cómo iba a manejar la situación su odiado némesis.

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Capitán no pudo evitar sonreír levemente ante la ocurrencia de Ballestero, trayendo aquel asunto a la reunión de mandos. Era un acto de sencillez y de tradición tan simple que, en cierto modo, era encomiable. Pero, aunque eran las pequeñas cosas las que daban sentido a la existencia, aquel no era el momento ni el lugar de tratar algo así. 

-Ballestero, estoy seguro de que durante la instrucción el nombre que deba ser aplicado cuajará. Tristemente no podemos dedicarnos a debatir esto... Y, si nadie tiene datos nuevos que aportar...-dijo dubitativamente, con una última mirada a Analista y manteniendo aquel silencio tiempo suficiente por si quería tomar la palabra-hemos de proseguir. La ceremonia. 

-Yo empezaría desde lo mejor, ascensos y demás motivos de alegría, que no son muchos, a lo peor... No querría enturbiar con mal humor las pocas buenas noticias que debemos dar. Entiendo que sería mejor empezar por la admisión a reclutas, después el juramento de Dolor, el ascenso de Rastrojo... Y después pasar a presentar brevemente el contrato, informar de que se pagarán deudas y primera soldada pronto, y de la disolución de Campamenteros y los castigos. ¿Alguna objeción o algo que me deje en el tintero?

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La cara de Serpiente era un poema. Logró de Ballestero algo que no había ocurrido en años. Una leve sonrisa. Fue una especie de mueca extraña, pero inconfundible. Siguió defendiendo a sus hombres en cualquier pequeño asunto. Para otros no tenía importancia, pero eso no le importaba a él. La superstición y la honrilla de pronto cobraban importancia cuando entre las espadas del enemigo y tu cuerpo lo único que había era el cuerpo de un compañero.

──Yo lo mencionaría, señor, cuando los acepte como reclutas. Astillas gusta más. Lo siento, señor, ya me callo.

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Serpiente muestra en su mano al Capitán el emblema que ha hecho fabricar expresamente para el ascenso de Rastrojo. En su elaboración han participado Gobaldet y el Cabo Ponzoña y es una hermosa y sencilla muestra de arte. Una insignia tallada en madera que representa un Grajo.

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Ninguna objeción, Capitán...

Rastrojo miró visiblemente nervioso la mano de Serpiente. Por el ángulo de los asientos que ocupaban, el mestizo no sabía qué era lo que el mago mostraba al Capitán, pero se lo olía: el dichoso grajo. Desde anoche le perseguía el miedo a una curiosa conclusión, la idea de Serpiente había imbuido magia en el fetiche a modo de maldición y que, en cuanto Rastrojo se lo pusiera, se transformaría en grajo.

¿Qué...? ¿Qué es eso que tienes ahí, Serpiente?-preguntó mientras su pie daba pequeños golpes al suelo, bajo la mesa.

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Después de estrechar la mano de Ponzoña en mudo acuerdo con el Hiena, Barril se había encerrado en un terco mutismo. Sólo la mención de Ballestero sobre las soldadas pareció traerle de vuelta, justo cuando los Magos se enzarzaban en sus juegos de poder. La verdad es que tenían cosas que organizar, ya se arreglarían con sus asuntos.

— Bien, devolver lo tomado de cada miembro de la Compañía parece algo lógico, bien visto Ballestero. Hagamos eso en la ceremonia, no como un anuncio de algo que se hará pronto. El asunto de la primera soldada tal vez requiera un poco más de estudio, sí. El orden que propones parece bueno, Capitán. Creo que es momento de ponerse manos a la obra. —

Barril observa la figurita con curiosidad. Él mismo tenía algo parecido en su poder, algo que representaba otras cosas, pero que era una alusión al mundo espiritual así mismo, a los espíritus de los antepasados y de los que estaban en el otro lado. Como no sabía en qué lado estaban ahora realmente, sólo le quedaba esperar que sus plegarias siguieran siendo oídas desde el más allá.

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La figurita que apareció en las manos de Serpiente consiguió atraer la atención de Capitán, que la observó con cierta curiosidad.

-¿Puedo?-preguntó, tendiendo la mano, para recogerla nada más la obtuvo de su primo y empezar a darle vueltas entre sus dedos, valorando su manufactura.

-No está nada mal... Casi le dan ganas a uno de ascender a mago-comentó, con una leve sonrisa y un rastro de humor, antes de devolvérsela a aquel que la había sacado.

-Bueno, pues dado que parece que cumpliremos la palabra dada a Lord Jaques, al menos de momento... Y que todo está listo, más vale ponerse manos a la obra. Pero no, Barril, el pago se hará mañana. Hoy solo lo anunciaremos, piensa en la cantidad de monedas que hay que contar y el papeleo a revisar... Analista sin duda preferirá ir despacio y asegurarse de que todo se realiza correctamente, ¿no?-dijo, en dirección a su primo. Una vez tuvo respuesta, se puso en pie y dio una palmada.

-Pues diría que estamos. Manos a la obra. 

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Todos los mandos van saliendo de la Tienda de Mando al exterior, donde aguarda toda la Compañía Negra.