Partida Rol por web

VIGÉSIMO TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 24, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: DESPUÉS DEL OCASO. - CLIMA: CIELO NUBLADO. HA DEJADO DE NEVAR.

Y, bueno. Ahí estaba el momento. Tampoco había sido para tanto. Estaba muy interesado en las reacciones de los hombres. Miraba desde su posición muy tranquilo.

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Keropis era una estatua de mármol erosionada por el tiempo. Una escultura cubierta por los restos de una armadura herrumbrosa que representaba a un guerrero anónimo de una civilización perdida y olvidada. Imperturbable y frío como un glacial. No parecía haber vida dentro de la carcasa de metal. Solo esos llameantes ojos verdes, los dos fuegos fatuos que refulgían desde las profundidades del abollado yelmo, le diferenciaban de los silenciosos estsfermos que descansaban entre las sombras que inundaban el campo de entrenamiento.

No reaccionó de modo alguno ante el ascenso de Rastrojo. Tampoco se inmutó ante las sentencias dictadas para sus dos compañeros de pelotón. Eran soldados que habían desafiado la autoridad de un superior. Podían argumentar razones o causas; podían dibujar contextos; podían buscar excusas... Pero la realidad de un soldado era, desgraciadamente para ellos, mucho más simple: el cabo ordena y el soldado obedece.

Una daga en la noche hubierrra sssido mejorrr sssolución que prrrotessstarrr una orrrden a la visssta de todosss...

El ermitaño gorgoteó quedamente. El sonido podía recordar a la desesperada lucha de un ahorcado por conseguir aspirar una última bocanada de aire, pero sus compañeros de pelotón ya habían aprendido a reconocer la risa inquietante del Guardián de los Muertos.

Tras el ajusticiamiento de Desastre, por fin algo consiguió arrancar al eremita de su indolencia: el anuncio del desmantelamiento de los Campamenteros. Keropis volvió la mirada hacia el enorme cabo Barril y el grupo de aguerridos mercenarios que formaban frente a él. La decisión lógica sería adjudicarlo a la infantería: era un soldado con armadura completa que había demostrado sobradamente su eficacia y su letalidad durante el ataque al campamento de los Capas Rojas. Tres de ellos, incluyendo a su líder, habían caído bajo el filo de su sagrado kopesh. Las resplandecientes esmeraldas de sus ojos bascularon hasta el cabo Ponzoña y su grupo de Hostigadores. El pelotón del Hiena había perdido a Uro, uno de sus más fieros luchadores; tal vez el ermitaño pudiera ser un digno sustituto del Ungido como punta de lanza de la unidad.

Keropis aguardó en silencio la decisión de los mandos. Al fin y al cabo, él solo era un soldado.

Ellos orrrdenan, yo obedezco...

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-Frontera, y después Piojillo-dijo el oscuro al ver las manos alzadas-pero si es alguna pregunta sobre vuestro destino, los cabos os lo comunicarán cuando hayamos acabado. Ya están decididos, y veo complicado que nos pleguemos a peticiones de permanecer en un pelotón u otro-añadió, por si se trataba de algo de eso. 

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Frontera bajó de nuevo la mano, y también la cabeza, algo azorado.

—Sólo era eso Capitán, quería saber ya nuestros nuevos destinos. Esperaré a que lo comuniquen los Cabos.

Para el Nubes Dispersas no tenía mucho sentido comunicar un cambio de tal magnitud y retener la información de cómo iba a afectar a todos y cuáles eran sus nuevas escuadras, pudiendo detallarlo al momento y dejar tranquilos a todos. Pero quizá lo que iban a comentar a continuación era algo de bastante importancia también, no podía saberlo. La cuestión es que el Capitán se había olido por donde iban a ir las preguntas y lo había cortado antes de realizarlas, así que ya sólo le quedaba esperar a que los Cabos les indicaran quién iba dónde, más tarde.

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Tal y como esperaba, tras las buenas noticias llegaron las malas. Preocupado escuchó con atención las palabras de Capitán e incluso sintió algo de vergüenza. Eran soldados, todo aquello sobre la cadena de mandos era algo que todos deberían tener grabado a fuego en su interior y es cierto que últimamente algo fallaba. Cuando llamaron a Piojillo y a Desastre a dar un paso al frente, Preocupado no pudo evitar pensar en su pequeño desliz. Quizá en aquél momento no había actuado de forma plenamente consciente, pero lo había hecho mal. ¿Y si le llamaban también a él?

A partir de ese momento todo ocurrió muy rápido. Desastre quiso defenderse, pero aparentemente solo empeoró la situación. A continuación llegó el castigo. Un varazo, dos, tres... Y Desastre cayó inconsciente. Preocupado quiso ayudar, pero sus hermanos se le adelantaron y prefirió no entorpecer más la situación con intervenciones innecesarias. 

Preocupado no recordaba demasiadas cosas de su vida en el otro mundo, pero llevaba muchos años en la Compañía como para haber olvidado alguna de sus tradiciones. Estos castigos no eran algo nuevo y aunque no le gustaba ver cómo sus hermanos sangraban a manos de algún mando, entendía que la disciplina era algo necesario. Además, ya sabían dónde se metían al juramentarse como miembros de la Compañía. 

Tras llevar a Desastre para que se recuperara en la tienda de mandos, llegó la siguiente noticia. ¿Se disolvían los Campamenteros? Ciertamente, Preocupado no sabía si aquella decisión era algo bueno o algo menos bueno, ya que el funcionamiento de la Compañía en el otro mundo estaba muy difuminado en su mente. Supuso que sería algo bueno, ya que no parecía una decisión tomada a la ligera y eran pocos miembros en las distintas escuadras. Todo apoyo sería bienvenido. Lo que más le inquietaba eran las transferencias. ¿Qué habrían planeado? Probablemente no todos se lo tomarían bien y le preocupaba que fuera una fuente de problemas. Fuera como fuese, Preocupado se adaptaría al trabajo que le tocara hacer. No eran buenos tiempos para quejarse, como acababa de remarcar el Capitán, la disciplina y la obediencia era algo que no debían olvidar, y menos en tierras extrañas. Muchas cosas estaban pasando y pocas especialmente buenas.

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Muele, muele molino.

Las supuestamente sorprendentes nuevas de la disolución de los Campamenteros no hicieron "ni fu, ni fa" en la limitada imaginación de Campaña. Mientras tuviera a sus compañeros al lado, enemigos que triturar, y órdenes claras, lo demás ¿realmente importaba?.

Esperaba la ayuda de cualquiera de sus compañeros. Estaba dispuesto a sangrar por cualquiera de ellos. Sobre tales sólidos fundamentos descansaban las ideas de Campaña y su tranquilidad de espíritu. Que unos estuvieran allí o aquí no se le antojaba más que aire vibrado a través de la garganta, y tiempo.

Bueno, apréndete bien los cambios, apréndelos de memoria Campaña, no te equivocarás con las órdenes del Cabo Ponzoña. ¡Recuerda! ¡Recuerda!.

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A Desastre se lo llevan para atenderlo, aunque parece ser que está estable. Dudo que el campamentero fallezca por heridas tan leves como las causadas por una porquería de varilla. Ahora, solo esperar a ver si la Compañía Negra completa aprendió la lección o si lo tomarán como un agravio que cobrar.

"No me extrañaría. Al parecer los mandos no son respetados como corresponde, a pesar de que el Cabo Barril ostenta el rango hace mucho tiempo y el Capitán ganó el suyo legítimamente, antes de vernos mermados a como estamos. Yo estuve ahí, aunque como un recluta solo pude mirar de lejos."

Pero entonces viene la siguiente noticia y esta sí que es algo que no me esperaba. El pelotón de los Campamenteros se disuelve en el acto. Nunca analicé mucho la función de ese equipo. Sé que la palabra "campamentero" tiene similitudes con la palabra k'hlata para "campamento" pero solo cuando lo menciona el Capitán entiendo que no era sino un rango indigno y servil. El resto iba a la guerra mientras ellos servían comida y cavaban letrinas.

"Supongo que en la libertad de la Compañía Negra y en la búsqueda del honor que acá prima, también me habría sentido ofendido."

Pero ya no más. Ahora sus miembros serán divididos entre infantes y hostigadores, por lo que podrán perseguir gloria al igual que ellos sin estar por debajo, sin ser los sirvientes nominados del resto de sus hermanos. Me parece una decisión sabia y justa, que de seguro se ganará el favor de muchos. Hasta que no seamos un grupo mucho, mucho más numeroso y en algún contrato donde no podamos ocuparnos por igual de los quehaceres, no se nombrarán campamenteros y, supongo que para ese momento, no serán los ex-campamenteros presentes, que todos ya son veteranos y saben luchar. Pero bueno, ese es un problema para un futuro del que aún estamos muy alejados.

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Afirmo al Capitán y espero por Frontera, aunque me decepciona un poco el saber cuál iba a ser su pregunta. Para mí resultaba evidente que nos lo dirían cuando quisieran, y que no por preguntar ibas a conseguir que te lo dijeran antes.

Devuelvo la mirada al Capitán. Entonces supongo que me toca a mí, Señor. Son tres cuestiones que se me han ocurrido en el momento de mencionar la disolución de mi antigua escuadra: los Campamenteros.

La primera va en función de las órdenes que di cuando era jefe de los campamenteros, y que Ballestero mantuvo. Sugerí que lo que más necesitaba la Compañía Negra era una unidad de ataque a distancia y, sí bien nosotros no podíamos formar una unidad como los arqueros, por ejemplo, al menos deberíamos practicar en ataque con armas a distancia. Sé que a raíz de mis palabras varios de mis compañeros empezaron a practicar más con armas a distancia y menos con armas cuerpo a cuerpo. Me pregunto si han tenido eso en cuenta a la hora de hacer el reparto, pues imagino que en la infantería pocas probabilidades habrá de usar un ataque a distancia, más allá de quizá arrojar alguna lanza.

La segunda pregunta va relacionada con el tema de la permanencia en las escuadras a las que nos asignen. Si en un futuro se incorporan nuevos miembros a la compañía, ¿se reconstituirían los Campamenteros? Y si es así, ¿los que ahora estamos aquí volveríamos a cambiar de escuadra?

Respecto a la tercera pregunta, no sé si le corresponde a usted responderla o al cabo Barril. Entre los Campamenteros la inmensa mayoría llevamos armaduras de cuero, en parte por costumbre pues a algunos ya les pareció mucho renunciar a sus vestidos tradicionales y cambiarlos por una armadura cuando el actual Analista nos proporcionó armaduras a todos, y en parte por no poder conseguir nada mejor. Sin embargo la infantería siempre se ha caracterizado por tener unas armaduras pesadas. ¿Se ha tenido en cuenta la dificultad que tendrán quiénes entren a la infantería para conseguir una armadura pesada? ¿Existen fondos suficientes como para conseguirlas? Más que nada porque la infantería va en cabeza, y combatir así con una armadura ligera puede ser... complicado, digamos por no decir suicida.

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Lombriz no se esperaba para nada las palabras del Capitán. Se quedó anonadado durante un rato, pero esta vez no era por el problema de su cabeza, si no porque realmente fue una sorpresa mayúscula. Miró a Ballestero repetidamente, mientras intentaba digerirlo todo.

¿A eso se debían las ausencias de su jefe para las reuniones en la tienda de mandos?. No era capaz de digerir todo aquello, ni como tomárselo.

Lo hecho, hecho estaba, y por mucho que Piojillo, o el espíritu que habitaba dentro de él empezase a preguntar tonterías de las cuales, al menos Lombriz, nunca jamás había estado de acuerdo con él, iba a cambiar. Lo había discutido con Piojillo y Ballestero, les había apremiado a hablar con el Capitán para los cambios en la escuadra y mejorarla, para que solo al final, gastando el último virote que les quedaba a los jefes de los Campamenteros, se lo expusiesen al Capitán. Error, lo deberían de haber hecho cuando Lombriz lo dijo. Otra vez que no le hacían caso y la cosa se iba a la mierda.

Sintió rabia por como lo ignoraban cuando tenía razón. Que se jodiesen. Que se jodiesen todos por listos, Piojillo, Ballestero y el payaso de Chamán Rojo. Le estaba bien empleado.

Y encima estaba intentando decidir a donde iban a ir los Campamenteros, o a lo que a juicio de Piojillo era lo mejor para ellos. ¿Acaso les habían preguntado para elegir? No, la cosa no iba así, te mandan a un sitio y a cumplir, fin de la cuestión. Piojillo no estaba entendiendo absolutamente nada. Negó con la cabeza todas y cada una de sus palabras. Por Lombriz no hablaba, al menos.

Por último, miró a Barril, ojalá el desempeño en la misión de Adriana le hubiese hecho ver que era un tipo válido. Y si no a Hostigadores, se encogió de hombros y espero la asignación de plazas.

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-El reparto se ha realizado en función de las capacidades actuales de los soldados, no tenemos el lujo de poder pensar a largo plazo. Sin embargo, en el futuro, quiero recuperar tanto Caballería como Arqueros-explicó Capitán, decidiendo ahorrarse añadir el "si es que llegamos tan lejos" que le vino a la mente-pero de momento tendremos que pasar sin ambas. Esto en cierto modo responde a la segunda pregunta, puede haber cambios de escuadra a futuros... Pero de momento, no está sobre la mesa recuperar Campamenteros. En cuanto a la tercera pregunta, hasta donde sé, creo que la intención es infantería pesada, e infantería ligera para flanqueo... Pero eso sabrá responderlo mejor el cabo Barril-dijo, mirando al acorazado infante. 

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Mira como cuando le interesa habla como Piojillo. Lo está fingiendo... ¡Lo sabía! Si es que... Solo fingió ser Tío Samuel cuando tuvo que lanzarme una pulla, en cuanto salen temas de logística y organización, oh, mágicamente vuelve a ser Piojillo. La madre que lo hizo. ¿Y qué es eso de que los de Infantería llevaban armaduras pesadas? Indómito, Cielo, Preocupado... buenos K'Hlatas que luchan en Infantería a pecho descubierto. ¿Debería pronunciarme sobre las costumbres de llevar o no armadura? Tal vez debería, pero no sé en qué sentido. Si defiendo la tradición, ¿quién me apoyaría? Piojillo se ha mostrado a favor de quebrar la tradición, y todos los Campamenteros le seguirán como borregos. Tampoco los Oscuros dirían nada, no son sus costumbres ni sus asuntos. ¿Y si les digo a los K'Hlata que lleven armadura? Me culparán en cuanto, por falta de movilidad, uno de ellos sea rodeado con facilidad por los enemigos antes de que lo maten.

Mejor me quedo calladito... Yo no quiero problemas...

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Si bien el anuncio de la disolución de los Campamenteros le pilló por sorpresa... tampoco era tan de extrañar; era una de las opciones disponibles... o arreglar su carencia de liderazgo formal, o deshacer la Escuadra y repartir a la tropa entre las otras dos. Si se había decidido esta decisión... estaría bien ponderada, y se habría tenido en cuenta el reparto de tareas que habría que hacer entre Infantería y Hostigadores.

Lo que sí le pilló por sorpresa, fue la declaración de que habría intercambio de componentes de Hostigadores y de Infantería... le pareció, cuanto menos, curioso. Llevaban ya bastante tiempo en las respectivas Escuadras, y estaban adaptados a la idiosincrasia de una y de otra, aunque... en el fondo... se lo tomó con cierta indiferencia; tanto en una como en otra, los Cabos al mando se encargarían de la integración de los nuevos componentes, y ya se encargarían de adaptarse a los usos y tácticas respectivas.

De todos modos, no dejaba de ser un cambio importante, y las últimas palabras del Capitán, en el sentido de una futura recuperación de Escuadras... era esperanzadora. Si llegaban a tal punto, sería que la Compañía habría prosperado en estas tierras. Respiró profundo... era un rayo de luz lejano, pero aparentemente, alcanzable.

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Para Sabueso aquello significaba nada. Campamenteros, infantería, pelotones, caballería, arqueros... Distaba mucho de la forma de hacer las cosas que había conocido Sabueso... pero el monje escuchaba atento y aprendía. Tenía que hacerlo, pues por azares del destino ahora formaba parte de ese mundo. Se preguntó si llegarían a ser una compañía mercenaria grande, como le habían dicho que fue en el pasado, o si antes terminarían muertos o peor, desquiciados y vagando sin rumbo por el enorme bosque de Usk.

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 El ajusticiamiento por parte de Cabo Barril había sido duro, quizás demasiado para Indómito, pero eso estaba bien. Si tal despliegue de fuerza podía encoger sus corazones, entonces es que la disciplina estaba dando resultado, solo esperaba no volver a olvidar la cadena de mandos.

 El castigo le había dolido en el alma, ahora tocaba dolerle la cabeza, escuchar la decisión del Capitán sobre disolver a los Campamenteros. Cada vez tenían menos regimientos ¿qué pasaría con la Compañía si seguían perdiendo miembros? ¿o acaso planeaban reclutar más miembros? ya habían sumado 2 esa noche, así que la posibilidad no era tan descabellada para Indómito.

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Afirmo al Capitán. Me imaginaba algo así, aunque la posibilidad de entrar en una escuadra para luego tener que volver a cambiar aunque sea a largo plazo siempre es un fastidio.

Cuando dice siguiente pregunta la deberá responder el cabo Barril le miro mientras pienso en los miembros de la infantería. Sé que no todos tienen armaduras metálicas, pero tampoco armaduras de cuero. Con algunas notables excepciones, claro. Infantería de flanqueo... Interesante.

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Grito levantó una ceja al escuchar las palabras de Lombriz y la segunda cuando escucho a Piojillo.  Quizá estuviera hablando nuevamente el tal Samuel pues no entendía aquel comentario sobre las armaduras de la infantería.   El propio león portaba una armadura de cuero como muchos de sus compañeros de infantería y eso no le había impedido mostrarse letal en los últimos encuentros acabando con 3 enemigos.

Bien es cierto que Grito portaba varias nuevas cicatrices, pues aquellas armaduras ligeras se abrían con facilidad ante el filo de una espada y tan solo el valor y la agilidad separaba a aquellos guerreros de la muerte.

Las palabras de Capitán dejaron una pincelada interesante, al parecer la reorganización de escuadras traería consigo especialización dentro de ellas, sin duda era una idea interesante y más si con ello conseguían aumentar el nivel de profesionalidad de la compañía lo cual sin duda ayudaría con la disciplina.

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Con dos cojones, Capitán lo había hecho. ¿El qué? Pues, disolver un pelotón no le parecía poca cosa. Al menos a él. Supuso que los Campamenteros tampoco estarían muy contentos. Se encogió de hombros imperceptiblemente. Él apenas era un aspirante a recluta, y le daba un poco igual a cual pelotón pertenecería luego. 

Lo que sí le interesó de inmediato era lo concerniente a Piojillo. ¿Qué coño? ¿Una posesión... del Tío Samuel? Gobaldet se heló hasta los tuétanos, invadido por un escalofrío producto del temor a lo sobrenatural. Lo peor es que había hablado con él antes. Por Zon-Kuthon. Sin perder tiempo se hizo una antigua señal verdinesa contra el mal en la palma de la mano. ¡Las autoridades nidalesas tenían que quemarlo en la hoguera!

Pero eso no le correspondía a él, al menos no ahora. Gobaldet era de todo, menos un imprudente. No se enemistaría con su nueva familia, no. Se limitaría a observar al cabrón poseído, y si intentaba alguna movida extraña, le macharía la cabeza de un palazo, o de unos cuantos, y el Señor del Dolor se regocijaría por su manera tan pintoresca de realizar un exorcismo.

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Barril pasaba su enorme peso de un pie a otro tras las preguntas de Piojillo el Recluta, para luego ver cómo el Capitán las respondía si bien de manera breve y algo evasiva, para mirarle por último a él. El gordo y acorazado Cabo le devolvió la mirada, y atado por décadas de disciplina no soltó el discurso ni el puño como hubiera deseado.

— Con tu permiso, Capitán. Respondiendo a lo que no se suele hacer, que es tener en cuenta los alegatos de un Recluta, por voluntad de la máxima autoridad de la Duodécima, me explicaré. La Infantería tendrá una organización que no ha de interferir en el modo de lucha K'Hlata de abordar los combates poco protegidos.

Sólo un imbécil mandaría a luchar a un hombre por debajo de sus posibilidades, y sé que algunos de vosotros lucháis mejor con una armadura ligera o incluso sin ella. Puedes estar tranquilo, recluta Piojillo, a nadie se le va a poner al frente a aguantar el tipo con una armadura ligera como primera opción de haber otras opciones.

Por aclarar ciertas cosas, en la Infantería sólo dos llevamos armadura pesada, y esos somos Lagrimita y yo mismo, y casi todos llevamos poniéndonos en el frente, como corresponde a la Infantería, desde hace bastante. Podéis ver que los demás Infantes visten para la lucha al estilo K'Hlata, más bien ligeros. Sin embargo los cambios que se van a suceder sí van a permitir nacer a la Infantería Pesada y a la Infantería Ligera. Cada una tendrá sus funciones tal como determinen las circunstancias, las necesidades y los avatares en los que nos veamos envueltos.

De todas maneras antes de preocuparme del funcionamiento de los nuevos Escuadrones, Piojillo, me preocuparía de pasar el periodo de instrucción; antes en realidad no se pertenece de facto a ninguno de ellos. Pero me ha parecido bien aclarar el asunto de que el pueblo K'Hlata tiene su manera de luchar, la cual respeto y admiro, por supuesto. Sois grandes guerreros, eso os ha permitido pasar el periodo de aspirantes, reclutas, ser soldados para Jurar y que todos seamos Hermanos. Los que estamos al mando tenemos todo eso en cuenta y más cosas que generalmente no se comentan en estas reuniones.

Gracias por permitirme hablar, Capitán. —

La enorme mole del Cabo Barril se cruzó de brazos mirando en primera instancia al Capitán, luego a Piojillo, para a continuación pasear su mirada entre la tropa allí reunida. Dar las razones de algo solía suscitar más preguntas, y esto no era un debate, si bien Barril esperaba haber sido lo suficientemente claro como para dejar algunos cabos bien atados.

En el casco del Oscuro paseaban diferentes pensamientos, en su mayoría de tinte agridulce. Piojillo hacía preguntas como si todavía fuera el Jefe de los Campamenteros, como si estos tuvieran una entidad que se volvería a constituir y él fuera a retomar su lugar al frente de ellos. Por una parte eso hablaba de su buena disposición y su preocupación por el resto, un signo de proactividad digno de alguien con la responsabilidad del mando. Pero sus acciones previas en el asunto que envolvió al Cabo Ponzoña (fuera aparte de su reciente posesión por parte del Tío Samuel) hablaban de alguien inseguro y celoso de la responsabilidad adquirida, a quien quizás el mando le quedaba grande. Si Piojillo encontraba el temple para rehacerse de sus cenizas y volver a ser digno de confianza era algo que sólo él podía empezar a construir; pero parecía que por cada piedra que ponía, Samuel quitaba otra de ese esfuerzo. Eso y la no aceptación de su nueva condición, por lo que parecía. Cuanto antes aceptara que su posición en la Compañía había cambiado, antes podría empezar a labrar su futuro el K'Hlata, fuera este el que fuera.

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Tras el alegato del Cabo Barril afirmo a todo lo dicho. Gracias, Cabo. Y gracias también, Capitán, por haberme permitido hacer mis preguntas y recibir una respuesta de ellas.

¿Tenía alguna opinión al respecto? Por supuesto que la tenía, pero también sé que prolongar la conversación lo que puede provocar es que termine con un intento de puñetazo por parte del Cabo Barril, y entonces la cosa se iría a la mierda. Mejor me guardo mis opiniones, si es que el tío Samuel me lo permite.

Tengo que encontrar eso que en algún momento tanto Analista como Capitán vieron en mí, tengo que tomar yo el control de esta situación y no al revés. Decido hundirme entre las filas del resto de soldados y esperar más notificaciones.

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Palomita asintió ante las palabras de Capitan, y entendió perfectamente a todos los que habian recibido el jarro de agua fria. Ella era la última de la compañia que pertenecia a la caballería y su escuadra, por motivos evidentes, habia sido disuelta, no tenia mucho sentido existiendo tan sólo ella.
Capitán la había dicho cuando se lo comunicaron que su intención era, en un futuro, restituir las Caballería y nunca había dudado de sus palabras. Por delante la esperaban varios dias, semanas, puede que meses, de trabajo con los nuevos reclutas, conseguir monturas, entrenarlas en el combate y buscar compañeros que supieran manejarse encima de una montura durante un combate, pero la sangre, que la bullía cuando se lo dijeron, se habia apaciguado.

Dió un paso hacia delante y espero a buscar un momento para hablar. Perdonad - Saludó con un sonoro golpe en el pecho de su armadura - Puede que os haya entendido mal, pero ¿esto quiere decir que ahora mismo la compañía se organizará en infantería pesada y ligera? ¿O existiran estas distinciones entre la infanteria y los hostigadores estaremos por otro lado?

La armadura pesada de la mujer, a pesar de ser bastante ligera a la hora de moverse, hacian de ella una buena vanguardia a falta de una montura donde mostrar sus verdaderas aptitudes.