Partida Rol por web

EL SOL SE HA PUESTO.

TODOS LOS PUESTOS DE COMERCIO HAN CERRADO YA.

EXCEPTO LA TIENDA DE GROG, QUE PERMANECERA ABIERTA Y ANIMADA HASTA EL AMANECER.

ES LA HORA DE CENAR, PARA LOS POCOS PRIVILEGIADOS CON DERECHO A CENA (el Grog al menos es nutritivo y casi cuenta como cena, los Reclutas reciben una única ración al día, pasado el mediodía).

KHADESA:

- Te has preparado a conciencia y has caminado hasta la tienda del Teniente, en el lado Este del Campamento.

- Justo cuando el sol se pone llegas a la entrada de la tienda del Teniente, es una tienda de mando amplia.

- Llegas exactamente puntual.

- "Buenas noches, hijo. ¿Quieres algo de cenar? Tengo sopa de cabra." -

Antes de apartar las pieles y entrar, la Quinta Pitonisa se detiene, y calma sus nervios. Por que sí, está nerviosa. ¿Qué habrá hecho que el Teniente y el Analista, dos de los más importantes personajes de la Compañía hayan decidido hacerla venir? ¡Y para cenar! La sola perspectiva hace que salivee, sin poder evitarlo. Ha comido unos puñados del rancho de su hermano, pero no ha querido abusar. Ahora comerá una comida completa, ¡de oficial!

Sin embargo, no es esa visión la que más altera a Khadesa. Es el hecho de sentarse con ellos, escuchar a un hombre al que admira mucho. El Analista es, tradicionalmente, pero más en este caso, la sabiduría en persona. No sólo recopila y escribe los hechos que constituyen la historia de los acontecimientos en los que interviene la Hermandad. No sólo los preserva y los da a conocer, leyéndolos periódicamente. Cada Analista es por sí mismo una Institución, pero ella intuye que el actual es aún más clave que los que le han precedido. Oh sí, le admira.

Tras un breve destello con todos esos pensamientos, y con la curiosidad aguijoneando su cerebro, decide que ha llegado el momento. Se yergue, casi solemne. Sonríe apenas, y se dispone a acudir por fin a la cita.

-Soy Khadesa, la Quinta Pitonisa. Espero llegar puntual. ¿Puedo pasar...?

Asentí.
La sopa de cabra podía considerarse un manjar y no iba a dejar pasar la ocasión. Además solo había comido media ración de gachas y aunque estaba acostumbrado a arreglármelas con mucho menos siempre venía bien estar cuanto más alimentado mejor. Reparé que llevaba mi escudilla de madera en la mano desde que había salido de la tienda de Khadesa.

-Muchas gracias Madre, aceptaré la sopa. Traigo hasta una escudilla. Nos la han regalado a los nuevos. Digo enseñándole la escudilla.

Entre la media ración de gachas, la sopa de cabra y la jarra de grog que me esperaba luego se podía decir que ese día estaba siendo todo un regalo para mi estómago.
Sigo a mi madre hasta la parte posterior donde se encuentra la olla con la sopa y espero a que me sirva, para después sentarme.

-Está muy buena! digo después de dar el primer sorbo. A decir verdad esta muy caliente todavía para apreciar todo el sabor, pero la sopa de mi madre siempre está buena.

Por un momento dudé si salir de la tienda cuando no vi reacción alguna en Peregrino. Ese hombre en ciertos aspectos resultaba más misterioso que un mago. Si me había entendido esperaba que tuviese la decencia de buscarme, si no quizá la curiosidad por lo que podía haberle dicho cumpliría la misma función. En el peor de los casos simplemente me ignoraría como había hecho durante gran parte de la tarde. Eso me cabreaba, aunque si ocurriera seguramente terminaría yendo yo a buscarle para dar respuestas a la gran cantidad de preguntas que me planteaba, preguntas que serían más numerosas en caso de que no me hubiese entendido: un supuesto tagliano que no entiende Bajo Tagliano con la maestría con la que lo hablaba yo era algo verdaderamente extraño.

Una vez fuera cubrí mi cabeza con la capucha tan pronto vi que lloviznada. Había pasado dentro más tiempo del que quería y el Sol se ocultaba ya en el horizonte. Me encaminé al norte hacia nuestro nuevo campamento fijándome en el camino si había mucha gente esperando en los pozos para coger agua. Si no había demasiada no me importaba llenar mi pellejo, en caso contrario seguiría directo hacia mi tienda pues había perdido ya demasiado tiempo. También eché un vistazo a la tienda de Khadesa intentando ver si estaba vacía o había alguien dentro.

Doy un trago a la par que mis compañeros y hermanos cuando invitan al brindis.

Luego cuando comienza la música me quedo observando mientras doy leves sorbos al grog la danza de las prostitutas, disfrutando de su contoneo y baile.

Doy un sorbo al grog mientras mi ánimo se templa. Me giro acodado en el mueble que haga las veces de barra para mirar a los presentes.

Interesante conjunto: Guepardo, Jabalí, Mentiroso, Ojopocho, Rastrojo y Peregrino. 

Mientras espero hago memoria repasando lo que recuerdo o me ha llamado la atención de cada uno de ellos.

No le pasó desapercibido la mirada hacia Sicofante, y de hecho eso produjo en ella que entrecerrará los ojos. Intentaba ganarse un poco a aquel hombre pero estaba claro que su mente se centraba en su compañero Recluta.

- Genial… -murmuró- Pues muchas gracias, señor. Me pasaré de vez en cuando por aquí y le aseguro que recomendaré a mis compañeros que vengan a comprarle –terminó con una amplia sonrisa.

Finalmente se marchó, y aunque se paró un segundo a poco más de un paso de Sicofante desistió en hablarle. No había tenido mucho trato con él y eso hacía que la precaución fuera siempre poca. Allí, inmóvil y de pie junto a la tienda del mercader se le veía bastante sospechoso. Normal que su intento de agradar al vendedor hubiera caído en saco roto.

- Que tipo más raro –volvió a murmurar mientras se dirigía hacia las puertas que custodiaba Centinela. Con cuidado desdobló un poco la tela impermeable y se la colocó sobre la cabeza; así probaría su efectividad durante el trayecto.

- Hola otra vez –sonrió- Voy a dejar esto –se refería a la tela- Supongo que puedo volver a entrar a por mi Grog.

Serpiente había dejado libre su sitio y seguían llegando reclutas. Se dio cuenta de que el llamado Lengua Negra les observaba. Le hizo señas con el brazo.

-¡Eh! ¡Siéntate con nosotros! Hay sitio de sobra.

Cierto es que Mentiroso estaba bebiendo bastante esta noche, pero hoy había comido bien y su mayor interés era enterarse de cosas. Hoy había conseguido tres jarras de grog gratis y reunir a unos cuantos reclutas a su mesa. Quizá entre toda la cháchara intrascendente alguno contara algo de interés, o quizá escuchara algo de la mesa de al lado...

¡Incluso aún hay bebida! Además creo que sera mejor que empecemos a seguir brindando...

Miro a Serpiente irse, sin haber entendido del todo lo que dijo, pero si entendí que me regalaba su bebida, por lo que tomo su jarra y la pongo junto a la mia para seguir bebiendo de ella.

Veo a los recien llegados a la tienda, reconociendo a los que son Reclutas, compañeros nuestros. Ese Lengua Negra, habia oido que era hijo del Capitán de la Compañia. Era extraño que no haya detectado favoritismo hacia él hasta terminada la instrucción. Extraño pero admirable, en mi tribu aun el más querido de los niños no tiene ninguna clase de favoritismo ante el resto en cuanto a sus deberes y sus instrucciones, sobre todo entre los Sacerdotes de la Espada. En hecho era que si habia logrado graduarse, significa que algo tiene para ofrecerle a la Compañia.

Miro a las prostitutas que se ofrecen, y luego las ignoro completamente. No me interesa el escaso placer que puedan ofrecer sus bastos cuerpos, similares a los de los hombres pero con exceso de senos y caderas. Aun si me interesase, no tengo con qué pagarles, así que paso. Dudo encontrar a una mujer de mi raza aquí, pues no se rebajaría a mostrar u ofrecer sus dones a cambio de dinero y sobre todo a estos barbaros, pues son mujeres virtuosas y dignas de honores.

Continuo bebiendo, intentando entender lo que hablar, pues aun el K'Hlata es un idioma que no domino bien.

En tanto llega el que espero me acerco a Peregrino y en un tagliano aceptable le digo en voz más bien baja:

¿Este es tu idioma nativo? Quizá te vendría bien alguna orientación con el k'hlata . . . puedo traducir si alguna vez lo necesitas.

Utilizo un tono neutro, no he acudido a dármelas de listo ante el extraño venido de lejanas tierras. Simplemente le ofrezco mi ayuda sabiendo que otro día puede ser él quien esté en disposición de hacer lo mismo por mi.

Miro al recien llegado Lengua Negra. No sé por qué tendrá tan raro apodo, pero viendo el resto de los que he oido, no espero que tenga un motivo muy intelectual. Su actitud es amable, y parece gentil. Es el hijo del Capitán, no me extrañaría que apreciase el significado de la Compañia y de la camaraderia propia de esta vida. Quizas realmente espera afianzar lazos de compañerismo con todos los miembros de su generación. Su habla hacia mí en privado, demuestra que o quiere saber más de mi, o quiere ayudar a que nuestro trabajo sea mejor. La verdad es que entiendo lo que me dice casí tanto como lo que me han dicho en K'Hlata, por lo que le respondo, en un K'Hlata muy mal hablado:

- "Yo no entender mucho tú. Gracias igual."

Le sonrio e inclino la cabeza en gesto de agradecimiento, luego continuo bebiendo de mi grog y del que Serpiente gentilmente me brindó.

Rastrojo tomó media docena de cojines de los laterales de la tienda y los amontonó para hacerse un auténtico trono de comodidad. Su espalda había soportado demasiado tiempo la dureza de la tierra por las noches. Es curioso como las dificultades son capaces de fortalecer a gente como Uro, mientras realiza la tarea contraria en los débiles. O tal vez solo sea que los fuertes se entrenan mejor y al llegar a Reclutas la diferencia ya se ha acrecentado mucho con los peleles, hasta hacerse abismal.

Se había sentado a dos cogines de distancia del grupo de Jabalí, la corte que parecía bailar a las órdenes de Serpiente. Acariciando su jarra de grog sin levantar la vista demasiado. Ahora, esas mismas comadrejas le doraban el oído al hijo del Capitán.

Más allá, por los rincones de la Tienda de Grog, el exterior dejaba de proyectar sombras en las lonas que hacían de pared. Buena señal. El sol se había ocultado, y dejaba vía libre a los espíritus, los borrachos y las putas; fauna salvaje que hacía suya la noche. El Campamento Principal se quitaba la máscara y mostraba su verdadera naturaleza. Sin mentiras, ni farsas. Y, si tenías el dinero suficiente, sin prejuicios en el color de la piel. Un momento tranquilo para un mestizo como Rastrojo.

Saboreo el resto de la sopa, apurando la escudilla hasta que no quedó ni rastro. Realmente está sabrosa.

-La sopa está muy buena Madre.

Me levanto y aclaro mi escudilla en un cubo con agua. La sopa se lava mucho mejor que las gachas, que son más viscosas, así que no me lleva mucho tiempo dejar la escudilla limpia de nuevo.
Había sido una velada agradable, con la excepción de la ausencia de Khadesa, me había recordado a cuando éramos pequeños y disfrutábamos de la cena todos juntos.
Con el paso de los años, y quizá ya viendo las cosas desde otra perspectiva, me había comenzado a formar una teoría propia sobre la situación con mi madre. Esa distancia que ponía entre sus seres queridos, quizá no fuera debida a la falta de afecto. Creo que por un lado lo encontraba beneficioso para nosotros, para que no dependiéramos de ella y aprendiéramos a arreglárnoslas por nuestra propia cuenta. Eso lo había conseguido, ambos comenzábamos una vida independiente.
Por otro lado era la pitonisa principal del campamento y eso conllevaba a la par una responsabilidad que era difícil de compaginar con dos hijos. En la mayor parte de los casos las pitonisas debían mostrarse reservadas y misteriosas y cualquier otra actitud podría verse como una debilidad.

Puede que no sea así, pero prefiero creer que voy por el camino adecuado. Quizá ahora que ya somos independientes se sienta un poco más libre hacia nosotros.

Me dirigí hacia donde se encontraba la manta y la esterilla que hasta hacía pocos días había estado utilizando mi hermana y comencé a enrollarlas juntas, dejando la escudilla en el centro para así solo tener que llevar un bulto.

-Gracias de nuevo por la esterilla y la manta. Si no me necesita me retiraré. Querrá descansar.

Había estado muy callada durante la cena, pero eso tampoco era raro. Seguramente tenía muchas cosas en la cabeza.

Si necesita algo más de mi me lo dirá.

Estaba muy agradecido por todo lo que estaba pasando ese día. Mi padre me había proporcionado dos buenas armas y una magnífica armadura.

Él solo espera de mí que de la talla como recluta y me convierta en un hermano juramentado lo antes posible, y después que progrese en la Compañía. Intentaré no decepcionarlo.

Mi madre me había proporcionado un lecho decente donde dormir y una buena cena.

En cuanto pueda buscaré alguna planta o animal para ella y para Khadesa de los que les sean difíciles de conseguir por aquí. Eso les dará ventaja sobre las otras pitonisas.

Espere un gesto de mi madre que me diera permiso para irme o para quedarme si tenía algo que decirme antes.

- Uro pasa del campamento de instrucción al Campamento Principal nuevamente.

- Es de noche y está lloviendo.

TIENDA DEL TENIENTE:

La tienda no es tan grande como la del Capitán, pero es mayor que la de cualquiera de las Pitonisas.

Cuenta con una cama con dosel, varios baules, sillas, postes con soportes para antorchas, un brasero encedido que da calidez a todo el interior... Y una excelente mesa de madera a cuya cabecera se sienta el Teniente. A un lado está sentado el Analista, enfrente del cual queda libre una silla.

La cena parece consistir en pollo asado con una guarnición de verduras también asadas y cerveza para beber.

El Analista sonríe a Khadesa cuando ésta entra y el Teniente le hace un gesto para que se siente.

- "Adelante, muchacha, comparte nuestra mesa." -

Al encaminarse hacia la puerta Sur, URO se cruzó con el desgarbado personaje que llamaban LOMBRIZ. Nunca había hablado con aquel recluta durante la instrucción, y todo parecía indicar que tampoco lo haría aquella noche.

A juzgar por el gesto de adormilada estupidez que se había dibujado en su rostro, parecía que el muchacho se hallaba bajo los efectos del dichoso “grog” de los blancos, o de alguna otra sustancia similar que los diablos hubieran ideado para arruinarse las cabezas.
En otras circunstancias, el insensible URO se habría lamentado amargamente por el despreciable papel al que había sido reducido su camarada, pero pronto recordó que el joven tampoco había demostrado demasiada lucidez durante el entrenamiento. En definitiva, no sería una pérdida tan tremenda después de todo.

Apenas si le dedicó una mirada cuando pasó junto a él. Lo más probable era que el pobre idiota ni siquiera lo recordara.

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Cuando atravesó la puerta Sur, URO dedicó un respetuoso saludo a CENTINELA. Ciertamente empezaba a admirar a aquella mujer, que había permanecido estoicamente en su puesto durante todo el día, incansable, y resueltamente imperturbable ante las inclemencias del tiempo.

La mujer parecía dura y decidida, y el musculoso guerrero comenzó a preguntarse cual podía ser la causa de que la mantuvieran lejos del frente. Él no tendría inconvenientes en combatir a su lado, y de hecho, la preferiría a la mayoría de los otros reclutas.

Sumido en tales pensamientos, se encaminó con paso tranquilo hasta la única tienda que aún parecía tener algo de vida en su interior.