Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Campamento Principal: Zona de los seguidores de campamento.

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04/09/2011, 22:46
Seguidores de Campamento de la Compañía.

LEYENDA:

- Yunque: Herrería.

- Tocón con hacha: Carpintería.

- Balanza: Puestos de comerciantes.

- Estrella de cinco puntas: Tiendas de las Pitonisas.

- Montón de plata: Zona bajo el dominio de Usurero.

- Concha: La Tienda de Grog y las casas de las prostitutas.

- Corona: Alto Mando.

- Espadas cruzas: Tiendas de la infantería.

- Caballo: Tiendas de la caballería.

- Arco y flecha: Tiendas de arqueros.

- Flecha suelta: Tiendas de exploradores.

- Cabeza de cabra: Una de las zonas de pastoreo de rebaños.

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07/09/2011, 19:01
Soldados de la Compañía.
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CENTINELA DE GUARDIA:

- La Centinela deja pasar a Khadesa al interior del Campamento Principal sin ningún problema.

- A esta hora los niños corren y juegan por todas partes.

- Los artesanos ya están trabajando en sus chozas.

- Herrero y Carpintero han vuelto al trabajo.

- Los comerciantes abren sus puestos.

- Usurero debe estar en su refugio.

- La Tienda de Grog todavía no ha abierto, siempre abre tras el mediodía.

- Los seguidores de campamento preparan el rancho para hoy: gachas de avena cocinadas en enormes ollas de hierro.

- La parte del campamento donde acampan los Soldados está muy tranquila. Sólo hay unos treinta aquí, y la mitad están durmiendo y la otra mitad de guardia en la empalizada.

- El Teniente y el Analista están al mando.

- Dicen que los magos están a punto de irse los cuatro, si es que no se han ido ya, hacia Antílope, donde están el Capitán y el grueso de la Compañía.

 

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08/09/2011, 07:27
Khadesa.
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La muchacha devolvió el saludo a la Centinela, no sin antes recordarle amablemente que se había instalado en la tienda de palmas rojas como la Quinta Pitonisa, por si tenía algo que consultarle. Allí la encontraría.

Luego se dirigió hacia allí, cruzándose con hombres y mujeres que se afanaban con sus cosas, a los que repitió su oferta, y con la nube de chiquillos, algunos de los cuales conocía bien, pues la ayudaban recogiendo leña o cargando trastos.

Pasó junto a la tienda de Kamaria, pero no estaba fuera. Tampoco miró dentro. Su madre estaría en la suya, a ella sí pensaba saludarla. Ya, quizá le volviera la espalda, o recibiera un simple bufido por respuesta. Pero era su madre.

Tras ello, se internaría en su nuevo cubil, y acabaría de ordenar y de disponer sus cosas. Quizá elevara una plegaria secreta a la Diosa. No esperaba gran cosa, no acababa de creer que, si la Diosa realmente existía, se dignara poner sus ojos en ella. Pero, ¿quién sabe...?

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08/09/2011, 08:51
El Cráneo de Plata.
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- En muchas religiones se cree que aunque los dioses no respondan, siempre observan y escuchan las plegarias de los fieles.

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08/09/2011, 20:01
Centinela.
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- "Puedes pasar, Recluta." -

La Centinela se aparta levemente franqueando el paso.

Ponzoña entra al Campamento Principal.

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08/09/2011, 20:03
Seguidores de Campamento de la Compañía.
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AYUDANTE DE CARPINTERO:

- Cuando Khadesa llega ante su tienda de campaña grande se encuentra a dos mozos de los que suelen ayudar a Carpintero. Llevan una mesa y dos sillas de madera de aspecto más bien sencillo, pero de buena factura. Parecen estar esperándola.

- Ponzoña: Una tirada de Otear podría permitirte ver esta escena.

 

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08/09/2011, 20:19
Ponzoña.
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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08/09/2011, 21:49
El Cráneo de Plata.
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PONZOÑA:

- Divisas con facilidad la zona donde están las coloridas tiendas de las Pitonisas y ves a Khadesa junto a dos civiles que traen muebles de madera.

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08/09/2011, 22:26
EL TIEMPO SE AGOTA.
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MEDIODIA.

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08/09/2011, 23:18
Khadesa.
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Al acercarse a su tienda, tras conversar con varios de los artesanos y pasar por la tienda de Yamila, Khadesa vio a un par de los muchachos de Carpintero. Llevaban una mesa, y un par de sillas. Y parecía que...

-Buenos días, chicos. Bonitos muebles. ¿No serán un regalo para mí, no tendré tanta suerte...? ¿O sí...?

El tono era alegre, parecía muy sorprendida. Y miraba golosa el conjunto, aunque evidentemente no quería hacerse ilusiones.

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09/09/2011, 00:16
Ponzoña.
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Tan pronto como la centinela le franqueó el paso, Ponzoña atravesó la puerta que hasta aquel momento había supuesto una frontera entre dos mundos, una frontera inasequible hasta no haber demostrado su valía en la instrucción. Tal barrera no le había supuesto problema alguno, del mismo modo que su desaparición tampoco tenía gran significado para él. Era uno de los muchos sinsentidos propios de aquellos que lideraban la compañía de mercenarios. Él, simplemente los aceptaba.

Su avance fue lento. Era un territorio desconocido pese a todo y si bien las reglas para moverse en él, habían sido claramente expuestas, su desconfianza habitual primaba y condicionaba sus movimientos. Tanto daba que allí un león no pudiera atacarlo o que no fuera a recibir el letal mordisco de una mamba. Allí habitada un animal aún más peligroso. El hombre.

Se detuvo un instante. Su mirada oscura registró cuanto le rodeaba. Allí no imperaban la suciedad y el desorden del campamento de instrucción, pero por contra, detectaba el miedo materializado en aquella empalizada que abrazaba a esta zona y al foso que más allá trataba de impedir que algo entrara. Abrió la boca para aspirar profundamente, enseñando fugazmente una dentadura fuerte y blanca. El aire estaba libre del hedor de las letrinas pero a cambio, podía percibir otro hedor, el de la corrupción. Sus ojos se detuvieron un instante en el techado rojo de una tienda y resbalaron hasta la figura femenina que ante su entrada, hablaba con dos hombres. Los muebles atrajeron su atención. Hechos de madera, sintió nuevamente la punzada que hacía apenas nada había descartado. Y fue la madera lo que le llevó a acercarse hacia ellos.

No dijo nada cuando llegó. Solo se limitó a a pasar su encallecida mano sobre la superficie de la mesa casi con delicadeza. Después, la miró a ella, tan pálida como un espíritu del aire, y sus ojos hablaron de su deseo de tocarla, aunque no con delicadeza.

- Son buenos muebles - su voz resonó con su acostumbrado timbre grave. Tras ello, se dio media vuelta y se alejó.

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09/09/2011, 10:46
Khadesa.
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-¡Eh! ¡Espera! Espera...

La mujer había seguido el gesto del guerrero con curiosidad y sorpresa. La dulzura con que el aparentemente rudo, tosco hombretón, había rozado la madera no había pasado desapercibida para Khadesa. Ni posiblemente la mirada que le había dedicado a ella, aunque nada en su expresión varió por esa causa, y sí por la anterior.

Cuando él se giró para alejarse, ella le tomó por el musculoso brazo, o lo intentó, pues su mano no consiguió abarcarlo, y resbaló por la piel hasta la muñeca.

-Eres Ponzoña... ¿verdad? Me pregunto por qué te pondrían ese nombre... ¿acaso llevas veneno en la sangre...? -Sonreía, bromeaba. Pero enseguida su rostro mostró una chispa de seriedad, casi solemne.- Es extraño como has acariciado esa superficie de madera. No me lo esperaba, sinceramente. Es... bueno, no lo imaginaba, en un hombre como tú. Pero amas lo que la Madre nos ofrece. Lo respetas. Y yo a ti por ello.

Soltó su mano, pero en vez de alejarla, posó los dedos sobre el hombro negro, y paseó las yemas en un movimiento gemelo, idéntico al que él había hecho sobre el mueble. Y luego sí los alejó, dejando caer la mano, y dejándola, descuidada, sobre su propia cadera. Cerca, según pudo ver Ponzoña, del mango de una daga, un mango de hueso con algunos motivos tallados en él. Y en la otra cadera vio entonces otro mango, éste de ébano, negro como la oscuridad, también tallado.

-Soy Khadesa, la Quinta Pitonisa. Esta es mi tienda, te recibiré en ella siempre que lo desees, para ayudarte en tus combates, para conseguirte buena suerte, para leerte algún recado o escribirte una oración. O quizá un poema de amor para una bella compañera...

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09/09/2011, 12:26
Seguidores de Campamento de la Compañía.
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JOVEN AYUDANTE DE CARPINTERO:

- "Con los mejores deseos del señor Carpintero. Espera que esta mesa y estas dos sillas le sean de utilidad a la hora de abrir su tienda como Pitonisa." -

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09/09/2011, 12:36
Khadesa.
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-¡Vaya! Dile a Carpintero que además de útiles, sus muebles son de excelente madera, y que están muy bien hechos. Que pasaré personalmente a agradecerle el regalo, o mejor, que si quiere pasarse por mi tienda le tendré preparada una bolsita de yerbas contra el demonio de la carcoma. Voy a hacerlo ahora mismo.

Los ojos chispeaban, lucecitas verde mar, llenos de alegría por el obsequio.

-Carpintero me ha ayudado mucho con mi choza, es un buen amigo...

Lo dijo medio girada hacia Ponzoña, pero dirigiéndose a los dos muchachos, para que la oyeran antes de que se fueran.

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09/09/2011, 12:45
Ponzoña.
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Ponzoña, sin volverse hacia ella, se detuvo al sentir el contacto de la mano de la pitonisa sobre su brazo que acabó resbalando hasta su muñeca. Una oleada de deseo le recorrió desde la nuca hasta las caderas. Eran ya muchos meses sin una mujer y la leve presión unida al aroma sutil y salvaje a hembra que la pitonisa desprendía provocaron que su cuerpo se enervara. Pero conocía las reglas de aquel lugar, sabía qué podía hacer y sobretodo qué no podía hacer allí.

La escuchó. No dijo nada, mirando aún en la dirección en la que se había alejado inicialmente. Su lucha interior para no poseerla allí mismo, constante. Entonces sintió la caricia sobre su hombro. Breve, suave, lánguida. No supo si ella había retirado su mano o si se él se había apartado como lo hubiera hecho del fuego lamiendo su piel. Pero entonces sí la miró. Los ojos de Ponzoña eran negro sobre negro, las pupilas convertidas en fosos insondables. Mas el brillo habitual había desaparecido. Eran como los pozos de aceite que a los pies de la lejanas montañas servían a algunas de las gentes de aquella zona para alimentar sus antorchas. Se decía que alguno de aquellos pozos ardía eternamente.

- Sé quién eres - la voz era ronca cuando habló, indiferente a que los dos hombres a los que Khadesa había agradecido el regalo del carpintero estuvieran presentes -. Y me recibirás en tu tienda si mi deseo y necesidad van acompañados de monedas. Ponzoña no es mi nombre, sino aquel con el que me designaron al llegar aquí. Ignoro por qué. Tal vez sí haya veneno en mi sangre. O en mi alma. O en ambas. O no. Solo los espíritus y los dioses lo saben. Tanto da que me llamaran Ponzoña o Excremento. Solo son palabras para herir. Y solo hieren si permites que te hieran - el brillo regresó paulatinamente a sus ojos, devolviéndoles la vida -. Amo lo que la Madre ofrece - añadió, sabiendo a quién o qué se refería aunque les dieran nombres distintos - y también amo algunas que no me ofrece y nunca me ofrecerá.

Ponzoña calló. Veía las tallas de las dagas. Regalos caros de manos expertas.

- Si solo me has visto como un guerrero y nada más, no debes de ser una buena pitonisa. Se dice que vosotras sois capaces de ver el pasado y lo que ha de llegar, y que leéis en el corazón y espíritu de los hombres. Tal vez solo seas demasiado joven y aprenderás con la edad. Ese es tu privilegio. Una vida larga a la que otros como yo no podemos aspirar. Soy Ponzoña, quinta pitonisa. La tierra bajo mis pies es mi hogar y el cielo mi techado. Te recibiré siempre que lo desees y te ayudaré si lo necesitas. Sabrás donde buscarme si así lo quieres. Ahora debo irme.

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09/09/2011, 13:53
Khadesa.
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-Te equivocas conmigo, guerrero. Hombre. Todo, y nada. Pero no te culpo, también tú eres inexperto, por lo que veo. Sí, soy joven, y me falta aún la astucia de la edad, pero no me avergüenzo de ello. La tendré, si la Diosa lo permite. Sin embargo, me has juzgado mal. Vendo mi trabajo, es cierto, porque he de sobrevivir. Pero no vendo mi amistad. Y cuando te he hablado de que vinieras si me necesitabas, lo he hecho después de decirte que te habías ganado mi respeto. No, cobro mis trabajos, pero ayudo a mis amigos.

Khadesa se giró, evidentemente ofendida. Y, de espaldas, dejó que Ponzoña se alejara si así lo quería.

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09/09/2011, 15:05
Ponzoña.
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No parpadeó, no sonrió, no hizo nada. Su rostro permaneció inalterable ante la ofendida respuesta de la pitonisa.

- Tu vida ha debido de ser muy simple, quinta pitonisa, si reaccionas así ante la sinceridad o ves dobles sentidos donde no los hay. O tu madre no te ha enseñado bien  - ante su propia mención de Madame Yamila, Ponzoña hizo un gesto de protección invisible para los ojos de Khadesa, vuelta de espaldas -. ¿No recuerdas haber gritado a los cuatro vientos tus servicios durante la formación? ¿O acaso las palabras tienen significados distintos a uno y otro lado de la puerta que separa nuestros mundos? No, no te he juzgado mal. Tú confundes mis palabras. Y hablas de amistad. No debes conocer su verdadero significado, al igual que no me conoces a mí. Es un bien escaso que se ofrece o se conquista pero que exige tiempo y conocimiento. Además, no hay amistad posible entre hombre y mujer. Y si algún espíritu demoníaco la hiciera posible, no desearía amistad alguna contigo. Puedo desearte como mujer. Podría desearte como compañera o esposa y madre - Ponzoña había dado un paso al frente. Solo una hoja de mopani hubiera cabido entre su pecho y la espalda de la mujer que, sin embargo, no tocaba salvo por el calor que desprendía. Su voz era como una nube negra cargada de electricidad y su aliento movía algunos cabellos de la coronilla -. No como amiga. Pero atenderé a tu oferta de ayuda cuando la necesite y mantengo la mía. Hasta que muera.

No dijo más ni esperó respuesta. Dio un paso atrás, se giró y se alejó. Sabía que podría ser castigado por la forma en que había hablado a la pitonisa. No le importaba. En su mente, solo había imágenes para dos cuerpos, ébano y marfil, entrelazados, sudorosos, ardientes.

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09/09/2011, 20:01
Seguidores de Campamento de la Compañía.
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TIENDA DE KHADESA:

- Los ayudantes de Carpintero colocan la mesa y las dos sillas dentro de la tienda.

- Lo cierto es que serán cruciales para atender a cualquier cliente y realizar cualquier ritual, dede una adivinación a una sesión de espiritismo o una limpieza de aura.

- Una vez colocados los muebles, saludan a Khadesa con una inclinación de cabeza y se marchan.

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09/09/2011, 20:07
Piojillo.
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Un individuo irrumpe en la tienda de Khadesa cuando Ponzoña ya se va.

- "¿Qué se cuece por aquí?" - El hombre mira a Ponzoña con una sonrisa.

- "Vaya, sí que son rápidos tus servicios, Pitonisa." -

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09/09/2011, 21:56
Khadesa.
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La voz grave, ronca casi por la carga oscura que contenía, el calor que emanaba de su piel, el aliento en su espalda, en su nuca, haciendo revolotear en su viveza los cabellos...

Khadesa cerró los ojos, algo que Ponzoña no pudo ver. Su cuerpo temblaba levemente, a mitad de camino entre el deseo que esas sensaciones despertaron en ella, y la rabia contenida por ello, por sentirlo. Era una mujer de los Oscuros, debía controlarse, y puso todo su empeño en ello.

No respondió, tampoco él lo esperaba. Se mantuvo erguida, de espaldas, el aroma de jabón y hierbas flotando a su alrededor, el suyo, el de él. Le oyó marcharse. Oyó despedirse también a los muchachos de Carpintero.

Finalmente abrió los ojos, para encontrarse con Piojillo, y su corrosivo comentario. Lo ignoró, pero le sirvió para calmarse, para reencontrar su equilibrio. Sonrió a medias.

-Y bien, Recluta, ¿deseas tú alguno de esos servicios...?