Partida Rol por web

- Sicofante monta sobre su caballo de monta pesado, Recio, y emprende el regreso con su grupo, el Grupo II.

Durante el resto del tiempo, mientras unos iban y venía, permanci sentado sobra una piedra, mirando al infinito con la mirada perdida.

Por mi cabeza pasaban las imágenes del combate, mi primer combate. La sangre, las decisiones que hay que tomar en milésimas de segundo, la muerte que yace a tus pies y que está dispuesta a aceptarte a la menor oportunidad. Y los compañeros. Ya había caído uno, y muchos estábamos heridos. Posiblemente alguno más no llegaría a ver un nuevo día, y eso solo en nuestro grupo.

¿Qué habria sido del resto? ¿habrían sido atacados de la misma forma? ¿o tendría razón Matagatos y esto solo fue una distracción para aniquilar a alguno de los otros grupos?

La incertidumbre y la poca información que nos llegaba sobre eso no ayuda en absoluto, por lo que seguí jugueteando de forma distraida con las piedrecitas y el barro que se amontonaba a mi alrededor.

- Cochinillo está de guardia, aunque algo distraído, cuando cree ver en la distancia una extraña figura que se acerca.

- Parece un guerrero que porta una armadura herrumbrosa muy antigua y deteriorada.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- Detrás del guerrero de la armadura herrumbrosa, llega ahora, a cierta distancia, un jinete montado sobre un camello.

Levándome de la piedra donde estoy sentado, ¡Mirad! ¡Allí! digo señlando en la dirección de la figura que se acerca

Esa armadura herrumbrosa es parecida a la de Reyezuelo, pero ¿qué hace por ahí él solo?

Con estos pensamientos, desenvaino la espada oscuro y abrazo el escudo, dando unos pasos hacia delante

¡Identificate! digo acercándome un poco para ver si el jinete está persiguiendo al de la armadura, o vienen juntos.

-Sssoy Kerrropisss, jefe de campamenterrrosss -dijo el ermitaño a Cochinillo mientras llevaba las manos en alto, para que no se sintieran amenazados- Vimosss una polvareda a lo lejosss y me enviaron a invessstigarrr a lomosss del camello de Mancillado, sssin mucho éxito puesss el animal me tiró y huyó.

Seguía avanzando despacio pero empezó a escuchar el sonido de un caballo, por lo que se dió la vuelta con la mano en la empuñadura de su espada herrumbrosa.

Ante las advertencias de Cochinillo, Matagatos reaccionó recogiendo su lanza del suelo y se levantó inmediatamente dejando todo lo que estaba haciendo. Cuando Keropis se identificó se relajó un poco, hasta que vio una segunda figura acercarse por detrás.

-¿Y quien es tu amigo? Le dijo señalando al jinete que se acercaba montado en un camello. Matagatos miró a todos indicando que estuvieran atentos, el jinete podía ser tan solo una avanzadilla de un grupo enemigo.

-Yo no he venido con ningún amigo -dijo mientras desenvainaba la espada y no apartaba la miraba verde brillante del jinete que venía detrás de él- hasssta ahorrra venía sssolo y he essscuchado el trrrote cuando Cochinillo me dió el alto.

Al menos si sufría un ataque no sería estando solo.

- El camello se sigue acercando y pronto se hace evidente que su jinete es Mentiroso.

MEDIA TARDE.

- Repentinamente, un gran grupo de gente se aproxima por el Norte.

- Son al menos treinta o cuarenta personas, incluyendo algún jinete.

- Finalmente dais alcance al Grupo I de Matagatos.

Una vez que veo que era Mentiroso quien seguía a Keropis, les saludo con una sonrisa

Me alegra veros aquí amigos. digo justo antes de ver la polvareda que levanta el grupo de personas que avanza hacia nosotros.

Busco con la mirada a Matagatos Deberíamos de formar una linea de defensa hasta que sepamos de que se trata.

El viejo León camino con desgano, su cuerpo no era el de antes y sus ánimos tampoco le eran fieles. Sin embargo, adoraba el paisaje de la tierra, y porque no hacerlo, se sentía como en casa. El día pasaba y el gigantesco sol se posaba justo en su cabeza, era rutina que dentro de horas se escondiera para descansar. Sus pensamientos acortaban la distancia, algunos eran oscuros y otros no tanto. En su pecho recorría una sensación de soledad y angustia, un viejo león como él estaba acostumbrado a llevar esas emociones durante la vida.

León llego con el resto al grupo I de Matagatos, las órdenes eran claras atacar y destruir con la menor cantidad de bajas posibles. El era consciente de su estado y de sus habilidades, la distancia le favorecía y el factor sorpresa amplificaba su ventaja. Se dirijo hacia su superior Lombriz y exclamo - La noche buena para trampa - el viejo león sabia lo que decía - cuando cazamos  bestia grande - hizo una pequeña pausa - atacamos de sorpresa - el anciano no tenía ninguna intención de atacar cual bruto, sino todo lo contrario.

Un gorgoteo surgía del interior de la armadura de Keropis, como si estuviera intentando gruñir o algo. Con la espada desenvainada por la amenaza del jinete que al final era Mentiroso, el ermitaño se situó junto a Cochinillo, pendiente de las órdenes de Matagatos, pero preparado por si el otro grupo llegaba antes a ellos.

Más valía que no les pillaran desprevenidos. 

El K'hlata había permanecido durmiendo ininterrumpidamente desde que Matagatos le ofreciese el agua que había calmado momentáneamente su sed. Sin embargo, el grito de advertencia de Cochinillo le había despertado. En su estado, medio convalenciente de su gastroenteritis y con agujero en el estómago, poco le importaba quien viniese y dejara de venir. Estaba irremediablemente a merced de sus compañeros y, ahora, sus hermanos. 

Había querido seguir durmiendo, pero el hambre le poseyó en cuanto abrió los ojos y no le dejó volver a cerrarlos. Habría pedido algo de comer, pero tenía miedo del dolor que un poco de pan podría producir al pasar cerca de la herida que tenía en el vientre. Mejor pasaría hambre, había pensado, por si acaso. 

Con la mirada, busco a alguien conocido que me pueda informar de lo que ocurrió hace unos instantes, cuando vimos levantarse la gran polvareda. Estoy nervioso y quiero ponerme al corriente cuanto antes. Al primero que busco es a Cochinillo, que si mal no recuerdo, estaba a las órdenes de Matagatos. Cuanto antes lo encuentre, antes podré preguntar cuáles son las bajas y más tranquilo estaré.

Hubiera tendido la mano para ayudarle a subir, pero sabía que habría sido despreciada por aquella renuencia al contacto físico de su primo. Aun así, sentado a la grupa, sentía su proximidad y el calor que despedía. Durante un tiempo permaneció en silencio, mientras avanzaban al paso, un centenar de metros por delante de los demás, distancia suficiente como para que sus palabras no pudieran ser oídas.

-Reciprocidad -dijo al fin-. Pocas certezas tengo en esta vida, pero una de ellas, salvo que me sorprendas mucho, es que no funciona contigo. Y en general, con casi nadie. Por eso hace tiempo decidí que debía actuar sin esperar respuesta, buena o mala. A veces es frustrante, pero sería peor no hacer o decir algo solo porque mi interlocutor no vaya a responder del modo en que me gustaría -afirmó-. Hace tiempo que dijiste que mi visión del mundo es parcial. Bueno, eso siendo generoso con tus palabras. Más bien sería un impedido según tú. Un ciego en tu mundo lleno de matices gracias a la magia, a ese poder que tanto deseas y en cuyo altar tantas cosas sacrificas. Tal vez por eso actúe torpemente desde tu perspectiva. Ofreciendo un cinto que no es para ceñir la cintura, sino el dolor por ejemplo. O preguntando por tu estado, algo que me preocupa, te guste a ti o no, le des importancia o no. Un ciego que tantea con su bastón, golpeando aquí y allá, sin saber hacia donde avanza, tan solo con la esperanza de seguir hacia adelante, aunque ante él se abra el abismo que no llega a percibir -dijo mientras la viento azotaba suave su cara-. Pero, ¿sabes? Prefiero eso a quedarme quieto. Prefiero decepcionarte a guardar un silencio que posiblemente valorarías más, pero que me decepcionaría a mí. Ya ves, no hay reciprocidad ni esperanza de ella. Solo egoísmo por mi parte -añadió con una risa suave-. Es como hablar contigo. Resulta estimulante, con tu mordacidad y tu ingenio vivo. Un oasis en medio de este marasmo de bocas abiertas que escupen palabras como quien vomita el vino rancio de la víspera. Más egoísmo de mi parte. Y eso que no siempre he podido hacer lo que he querido. Como cuando tu castigo. Hubiera querido poder estar contigo y atender tus heridas. No las físicas. Esas no hubiera sabido cuidarlas. Aunque ahora me dirás que de las otras no tienes. A fin de cuentas estás tan bien como puede estarlo quien no está bien -un deje de ironía se escurrió entre sus palabras-. Serpiente, ¿te resulta tan difícil aceptar que hay quien te quiere y se preocupa por ti?

Después del viaje, finalmente llegábamos hasta donde se encontraban Matagatos y los demás. Aquel camino, eterno para mi, había llegado finalmente a su fin. Ansiaba verlo después de haber oído que estaba herido. Había varios más que necesitaban asistencia y rogaba por que hubiésemos llegado a tiempo para poder atenderlos. No quería correr a pesar de mi ansiedad, me contente solamente con verlo sano y salvo. Sentía como mi corazón respiraba en paz luego de ello. Con paso tembloroso me acerco a el.

-Matagatos… - Le digo en un susurro aliviado – Me alegra verte bien… ¿Dónde están todos los heridos…? Quiero verlos para revisar sus heridas…-

Me sentía angustiada por los hermanos que habían caído y estaban heridos. El que los hayan atacado no era buena señal. Esperaba que durante un tiempo por lo menos, no tuviésemos más problemas con ataques.