Partida Rol por web

Quizás el ponerse a hablar cuando estáis rodeados por cinco esqueletos no es tan buena idea, eso casi lo comprueba Lidar que consigue moverse en el último momento antes de que uno de los esqueletos consiga golpearle

- So-soy el Ka-Karuth del Distrito-to Nueve -se obligó a decir en alto, alzando cada vez más la voz- En nombre de la Dama Carmesí ¡No temáis, vengo a salvaguardar vuestra vida! -vocideró al final el Karuth, tanto para hacerse oír como para sacudirse el miedo que le invadía- ¡También hay un monstruo aquí, una armadura completa y un hacha! ¡Os la llevo!

Sin consideración por sí mismo aprovechó que todavía que quedaban segundos de Santuario para tomar un hacha del suelo, el arma que mejor podría servirle al que esperaba fuese un guerrero en la habitación contigua, y encaminarse hacia allá.

Las cosas parecían salir bastante bien para ti, el ghoul había sucumbido, ahora era un seguidor más para tu causa, no estarías sola en ese lugar.

Una voz te llega de la puerta noreste:

- So-soy el Ka-Karuth del Distrito-to Nueve -se obligó a decir en alto, alzando cada vez más la voz- En nombre de la Dama Carmesí ¡No temáis, vengo a salvaguardar vuestra vida! -vocideró al final el Karuth, tanto para hacerse oír como para sacudirse el miedo que le invadía- ¡También hay un monstruo aquí, una armadura completa y un hacha! ¡Os la llevo!

En cuanto Vincent agarra la daga esta comienza a brillar con una luz blanquecina que parece rodear al joven, al intentar agarrar al pájaro mecánico éste comienza a volar sin dejarse agarrar.

Lobatov se pone los brazales, pero al intentar ponerse el sudario ve que se cae, no se queda fijo en su cuerpo, es como si lo rechazase.

Decidis seguir juntos, os dirigís hacia la puerta de madera, en cuanto Lobatov intenta abrirla sale una guadaña del techo que oscila de un lado a otro golpeando al joven muchacho, haciendole un feo corte en el hombro

Antes de salir, resopló. Llevaba unos pocos pasos y ya notaba el peso de todo aquello; ahora si que estaba convencido, el hombre tenía razón. Con un gesto de desagrado, tiró finalmente el pulverizador de rocas y la silla de montar, notándose mucho más ligero en el momento en que soltó la carga.

El pájaro, por otro lado, parecía revolotear sin dejarse atrapar, y no había tiempo para capturarlo, así que ahí se quedaría también.

—Ahora...

El sonido de la guadaña le detuvo en seco. Así que trampas. Por suerte no había sido él, pero no quitaba que hubiera más; debían andarse con cuidado. Además, generaba un problema entre ellos, ¿quién iría primero? El que lo hiciera tendría ventaja al llegar a la salida, pero también se encontraría con más problemas. Lo mejor era que alguno se ofreciera voluntario, o a suertes. Mmm. Si nadie lo decidía así, iría él mismo. La ventaja de llegar primero se anteponía al peligro.

—¿Alguno quiere ir primero? —Se encogió de hombros—. Si no, iré yo.

Y sin más preámbulo, si nadie se lo impedía, salió al pasillo. 

Comienzo a conjurar, mis manos brillan con un color morado y proyecto un rayo de energia arcana hacia la puerta.

La cuchilla se movió tan rápido que no me permitió siquiera apartarme para evitarla, haciéndome ese feo corte. La primera sangre ya se había derramado, y no era otra que la mía.

Cuando el primer tipo preguntó por ir el primero, quité la mirada de la herida para mirarle directamente iremos haciéndolo por turnos. Yo lo he hecho en esta ocasión, la siguiente será para otro digo poniéndome por delante. Después de que hubiera saltado la trampa el muy caradura quería hacer como que él se arriesgaba. Niego con la cabeza volviendo mi atención a la puerta, intentando escuchar más allá antes de franquear la puerta.

    Villtur contuvo la carcajada que a punto estuvo de salir por su boca hasta convertirla en una sonrisa de soslayo. En verdad no le agradaba lo que acababa de suceder ni encontraba particularmente gracioso el hecho de que la trampa podría haber acabado con el muchacho, aunque si que encontró de algún modo irónico que justo el que se había atrevido a pronunciar aquella especie de amenaza velada hubiera sido el primero en sufrir las consecuencias.

    No obstante se aproximó al momento con cierta preocupación a observar la herida, no parecía grave. Tras ello regresó sobre sus pasos y tomó otro par de velas, el tercero de ellos había tenido una buena idea con cogerlas y no se lo iba a negar.

   -No hay problema, puedo igualmente hacer de avanzadilla aunque es posible que no estoy muy acostumbrado a esta clase de sitios cerrados tengo buen oído.- Poniéndose al lado de el otro asomó al pasillo tratando de saber mejor a lo que les pudiera tocar enfrentarse tras la guadaña.

Agachando la cabeza para evitar el ataque de la criatura, Lidar no esperó para defenderse. Lanzó su mano derecha buscando las costillas de su rival pero este se movío rápido y evitó el golpe, pero el humano no esperó para seguir con sus ataques y con la pierna golpea la rodilla haciendo que el esqueleto cayera y aprovechó para darle una patada que quebró alguno de los huesos.

Se limitó a encogerse de hombros, aceptando. Si ellos querían ir delante, no iba a poner ningún problema, no era necesario discutir por algo tan nimio, sobre todo cuando uno se jugaba el cuello con ello.

—Pasad entonces —dijo dejando sitio para que le adelantaran—. Iré el último.

Siguiendo el ejemplo del otro hombre, se apresuró a observar y escuchar antes de seguir avanzando.

Con una sensual sonrisa la clériga ve como el muerto viviente cae ante el poder de la elfa oscura, sin embargo, esto recién comenzaba por eso Anazareth no tardo en tomar la armadura liviana y equipársela a gran velocidad para luego tomar aquel mangual y sostenerlo con su mano hábil, moviendo el arma lentamente para captar su modo de uso. Luego con total calma, al mismo tiempo que la voz del nuevo sacrificio inundaba el lugar, la clériga tomo la misteriosa bola de cristal y trató de concentrar sus poderes malignos para ver si hay algún tipo de reacción…

Segundos después, las claras pupilas de la drow se dirigieron a la puerta en donde la voz del hombre se alzaba, sin embargo y mientras ordenaba al muerto viviente posicionarse al lado de la puerta para hacer un asalto sorpresa con su patológica mordida, Anazareth se posiciona, al igual que su vástago putrefacto, al lado de la compuerta con el único objetivo de atacar sin previo aviso a la nueva ofrenda oscura hacia su señora.    

Dos esqueletos se pusieron al lado de Fonkin, el gnomo consiguió esquivar el ataque del primer esqueleto, pero el segundo consiguió golpearle hiriendole en el brazo.

Lidar da un rodillazo al esqueleto que tiene enfrente haciendo que caiga al suelo, de una patada casi consigue acabar con él, pero no ha sido suficiente para reducir la amenaza.

Los dos esqueletos que quedaban deciden atacar al simio, solo uno de ellos es capaz de herirlo, aunque parece que el simio ni se inmuta, o eso parece, porque de un solo golpe con la garra acaba con uno de los esqueletos. El constructor de hierro que había allí golpea con un puñetazo al otro esqueleto que atacaba al simio, acabando con él, dejándoos únicamente con tres esqueletos contra el que debéis enfrentaros

Disparas una explosión de energía contra la puerta, pero ésta sigue tan normal, como si no le hubieras hecho nada, necesitarás más potencia en tu ataque

Coges el hacha gritando a la persona que está en la otra habitación de que no te mate, que vas para allá, no hay respuesta, no sabes si te ha escuchado, pero al abrir la puerta de hierro te das cuenta que está bloqueada y que no puedes pasar

No encontráis ningún pasillo como esperabais, sino que da directamente a una nueva habitación, una tan grande como la anterior y bastante vacía.

Hay una mesa de madera redonda en la esquina suroeste de la habitación, pero no hay nada encima.

La habitación tiene varias puertas, dos al este, muy cerca de por donde habéis entrado, una al sur, otra al norte, una al suroeste y, una última, al noroeste

Escuchas el sonido de una batalla tras las puertas del este, en la puerta del noroeste suena como si alguien o algo intentase echarla abajo.

- ¡La puerta está cerrada! ¡Probad a abrirla desde vuestro lado o dadme una señal! -vociferó el Karuth cayendo en la cuenta que, muy probablemente, hubiese de enfrentarse al monstruo de la habitación.

Moris era un jóven de paz, amor, afecto, compasión y fe. Hasta donde le alcanzaba la memoria jamás había herido a nadie aunque sí que había asistido en muchas eutanasias religiosas, despedidas de gente anciana y enferma que abandonaba esta vida cuando todavía les quedaba la dignidad.

Ahora quien había de demostrar su coraje era él y Wee Jas tenía una voluntad clara con respecto a los no muertos: Nadie escapa a la diosa de la muerte.

Con un entrecortado suspiro por el miedo a acercarse a aquella abominación el sanador se lanzó hacia delante y comenzó a equiparse el reforzado mandil en aras de protegerse.

- Bruja Roja, ante la fauce y la garra me encuentro; si a mí ha llegado el momento --- rezó mientras temblaba para tratar de guardar entereza y que no le pudiese el pánico.