Partida Rol por web

Habíais llegado al Valle Aislado atraídos por las leyendas de Larin Karr. El famoso aventurero drow había reunido, en sus correrías por la Infraoscuridad, un tesoro digno de un dragón y lo había guardado en una cripta de su propio diseño, en algún recóndito lugar de los túneles de la Infraoscuridad que zigzagueaban tortuosamente bajo el pacífico valle. Había que estar loco para intentar robar a Larin Karr... pero hacía muchos años que nadie le veía, y decían que el drow se ha reunido ya con sus dioses.

​El sendero por el que viajabais aquella fría mañana serpenteaba entre pequeñas colinas boscosas, por la orilla del río Wren. Después de caminar por espacio de más de una hora, podéis oír débilmente los graznidos de una bandada de cuervos más allá del siguiente meandro. Con precaución llegáis a lo alto de una rocosa y escarpada colina para tener una mejor vista de la zona. Lo que se extiende ante vuestros ojos os llena de desaliento.

Hay un vagón volcado, con sus contenidos esparcidos sobre el sendero como las tripas de una bestia moribunda. A su alrededor están despatarrados tres cadáveres erizados de flechas: un hombre, una mujer y el caballo que tiraba del carromato. Los cuervos van a darse un festín.

El silencio acostumbraba a dominar mi caminar, desde mucho antes incluso de que la compañía estuviera formada como tal. Antes de nuestra última adhesión, y del anterior, y de la clériga Valentine, cuya magia divina podía causarme tanto mal debido a mi peculiar naturaleza, la adherida a mi alma en las más oscuras y lóbregas criptas de la Colmena. Ya en el principio que sobrevino al final de mi vida en la casa Strigoismith, las cosas habían sido así para mí. Cuando mi camino, por algún chiste del azaroso e irónico destino, se unió al de la paladín Aalis, aquel tipo de pausas en mi vida, el caminar con o sin rumbo, siempre estaba teñido de un sosiego silencioso que, para otros, podía resultar... inquietante.

Sabía que a Aalis le molestaba. Lo había reconocido desde el principio, pues ella era abierta y le gustaba hablar, preguntar, darse a conocer. Quizás por eso agradecí el día en que Valentine se unió a nosotras y pudo ofrecerle algo de lo que ella anhelaba, esa alegría de la que yo carecía. Yo podía ofrecerle otras cosas, como la lealtad que se había ganado en las terribles circunstancias en que nos habíamos conocido. Incluso amistad. Sí, sentía eso hacia ella, tanto como lo había sentido por alguien tiempo atrás. Alguien que ya se encontraba al otro lado.

Lo bueno del silencio era que permitía meditar, pensar... reaccionar. Y aquel día toda la compañía se mantenía en silencio, como si todos sintiéramos de una forma inconsciente y sobrenatural lo que estaba por venir. No era así, aunque en ocasiones era tentador pensar que había un plan para todas las cosas. Mis ojos se alzaron a las alturas, detectando los comensales de un festín tan natural como incómodo para quienes tan sólo veían el rostro alegre y agradable de la vida.

Emisarios del último final... -Susurré señalando a los cuervos que sobrevolaban un punto en concreto. Demasiados para ser una presa pequeña.

Ascendimos la loma, descubriendo el origen de tal revuelo. Un carruaje destrozado, con su carga desparramada, y tres cadáveres. Dos de ellos, humanos. Apoyé mi guadaña en el suelo, sujetándola con una mano mientras miraba alrededor. La muerte en sí no me impresionaba, la veía con la absoluta naturalidad con que se contemplaba la puesta y la salida del sol. Pero aquellas muertes daban cuenta de un peligro en el territorio.

Flechas... -Murmuré, arrastrando la ese como era costumbre en mi forma de hablar- No se han llevado la carga... -Apunté. Si fueran salteadores de camino, ¿no sería lo más normal? Miré a los demás, suspirando ante la idea de que cualquiera de ellos pretendiera arrebatarle el banquete a los cuervos para entregárselo a los gusanos- Supongo que querréis que nos acerquemos a investigarlo más de cerca...

Desde que sintiera la llamada había sabido cuál era mi destino, pero nunca imaginé la forma que este tomaría. Mi determinación por llevar aquel modo de vida sustentado en la legalidad y la protección del bien me había llevado ante escenarios muy diversos, protagonizados por personajes muy dispares, pero el presente sin duda se llevaba la palma.

Desde hacía ya un tiempo compartía senderos con Elsbeth, habiendo surgido entre ambas una amistad motivada por la lealtad y el compañerismo que sólo surgía en el campo de batalla, y que el tiempo afianzaba. Fue toda una sorpresa para mí descubrir sus habilidades, llegando incluso a plantearme si permanecer juntas no iría en contra de mis principios, pero pronto me demostró que aquella aura oscura que transmitía sólo rodeaba un puro corazón. La enigmática y sibilina mujer resultaba inquietante a veces, pero al mismo tiempo tenía un magnetismo que no sabía explicar.

Nuestros pasos terminaron llevándonos hasta Valentine y el drow llamado Olplyn, ambos de extraordinarias capacidades. La primera era afable, aunque sus maneras a veces me ponían algo nerviosa, incluso más que el sepulcral silencio que a veces Elsbeth se empeñaba en mantener; mientras que el mago era un ser tranquilo y cortés. Todos ellos habían demostrado respetar el bien, o al menos no atentar contra el mismo, con lo que concluí que permanecer en aquel grupo era una buena manera de continuar con mi cometido, incluso cuando se decidió ir en busca del famoso tesoro de Larin Karr.

Aquel día, caminábamos por la orilla del rio Wren cuando escuchamos una bandada de cuervos, cosa que Elsbeth no tardó en señalar a su particular manera. Subimos la rocosa colina en pos de ver qué sucedía, comprobando que al otro lado no sólo se encontraba un carromato volcado con su carga desperdigada por el lugar, sino los cadáveres de dos personas y un caballo. Elsbeth en seguida volvió a señalar lo que llamó su atención, apuntando de forma muy acertada que no era normal que el cargamento hubiera quedado allí abandonado.

- Supones bien. – afirmé ante sus siguientes palabras. – Sin duda no se trata de un robo, con lo que es posible que se trate de un peligro mayor a unos simples asaltadores de caminos. Además… - busqué a Valentine con la mirada. – Deberíamos dar sepultura a esos cuerpos cuando averigüemos quiénes son. – sugerí, esperando el parecer del resto.

Los cuervos y el hedor de las vísceras desparramadas anunciaban el dantesco espectáculo mucho antes de llegar, era obvio como iba a reaccionar Aalis y el drow no pudo evitar un pequeña mueca de sorna a sus espaldas y una cómplice sonrisa con Elsbeth indicando con un deje--allá vamos otra vez--.En cierto modo Olplyn agradecía la presencia de Elsbeth, a pesar de que no hablaban mucho entre ellos poco importaba cuando uno ha sido criado en las sombras. El sabio drow era más abierto que ella pero eso no quería decir nada en absoluto, no era más que una mascara de falsa cortesía bajo la cual el astuto drow ocultaba sus verdaderas intenciones y por eso mismo agradecía la mediación de esta cuando intentaban explicarle conceptos abstractos de los que la lengua drow carecía, tales como:amor, compasión, altruismo, bondad.

A lo largo del viaje Olplyn había demostrado ser poseedor de muchos conocimientos útiles y el mismo enarbolaba ese practico argumento de su "funcionalidad" como excusa para poder permanecer junto a ellos, siempre era más cómodo viajar en grupo que solo y no tenia mucho reparo en recurrir a su magia para zanjar los problemas con los que se encontraron. De todos modos el drow siempre recurría primero a la palabra, la negociación o la retorica para enfrentar los problemas del camino, él creía que para al fuerza siempre había tiempo y como carecía de ella no le daba importancia. Para él era una cuestión de pragmatismo pero pronto entendió que esa actitud calmaba las preocupaciones de la paladina, con más motivo entonces ¿por que no sosegar el corazón de su compañera por tan poco esfuerzo?. Era un balance positivo, una victoria para ambas partes.

Dejó sus pensamientos de lado para centrarse en su alrededor, obviamente se quedaría en un segundo plano pero estaría pendiente de la conversación por si en algún momento su ayuda era requerida.--Sino roban la mercancías y no se comen los cadáveres solo puede ser una cuestión de territorialidad. Obviamente el uso de flechas indica cierto grado de inteligencia.--desde su mente surgió una llamada hacia su pequeña compañera Duk-thak una rata almizclera con quien había formado un vinculo empatico a través de la magia--Puedes salir a darte un festín pequeña, evita a los cuervos y si reconoces algún tipo de olor avísame. Espero que no sean elfos.--al poco un bulto se movió en su zurrón. Desperezándose la oronda rata bajo por la capa del mago de forma silenciosa, mezclándose con el entorno dispuesta a cumplir las ordenes de su amo.

Desde aquel día que me había despedido de mis compañeras en el templo y me había topado con la Paladín moribunda llevada por una nigromante (vaya cuadro extraño), nuestros caminos se habían unido. Posteriormente habíamos tenido un par de incorporaciones más, haciendo nuestro heterogéneo grupo lo suficientemente fuerte, creíamos, como para buscar la cripta de Larin Karr. El grupo era heterogéneo, pero agradable. Nadie buscaba su beneficio por encima del grupo, al menos por ahora, si no que éramos conscientes de que lo mejor para cada uno era lo mejor para el grupo. La unión hace la fuerza.

Según nos aproximábamos a la zona de cuervos, me ponía nerviosa. Algo me huele mal. Una vez llegamos a lo alto y vimos el espectáculo, meneé la cabeza.

-Pobres almas, muertos por nada. Estoy de acuerdo contigo, Aalis, habría que darles descanso.- Digo bajándome del caballo.-Pero no descuidemos nuestra defensa. Los que hicieron esto podrían estar aún por aquí.- Digo, mirando a uno y otro lado buscando alguna señal que confirme o niegue la presencia de enemigos. Veo como  Duk-thak  va hacia los cadáveres y espero a tener algo de información mientras desenfundo la espada.

Me aproximo a menos de 60' de la escena y lanzo un "detectar magia". Esto no me huele bien. Nada bien.

Descendéis la colina boscosa y os acercáis a la escena del ataque.Os acompaña un inquietante y misterioso silencio, sólo turbado por algunos raros graznidos de los cuervos que vuelan en círculos sobre vuestras cabezas, irritados porque halláis interrumpido en su festín. El olor fétido a carroña inunda vuestras fosas nasales y os revuelve el estómago, pero seguís adelante de todas formas. 

Quienquiera que atacara la caravana había volcado sus mercancías sobre el camino, metódicamente. Valentine lanza su conjuro para detectar auras mágicas, pero no ve ninguna entre las mercancías ni los cadáveres. Entonces se percata de que los atacantes sólo habían dejado objetos poco valiosos o demasiado pesados como para ser transportados con facilidad. Tal vez habían descartado el robo con demasiada prontitud. 

Duk-thak emerge entonces del cadáver de la mujer con un pequeño libro ensangrentado en el hocico. Intrigado por el hallazgo de su familiar, el elfo oscuro lo ojea y comprueba que se trata del diario de la difunta mujer. Abre el diario por la última página y lee en voz baja:

Las miradas se sucedieron entre los miembros de la compañía, como comenzaba a ser una costumbre que, en cierto modo, me intrigaba. Comprendía su origen, mas no terminaba de atisbar si aquello nos dirigía en alguna dirección, o simplemente se convertiría en una sana costumbre sin mayores consecuencias. Olplyn me sonrió, en el momento apropiado para mostrar con ello que ambos pensábamos lo mismo respecto a la posibilidad de tener que encargarnos de aquellos cuerpos. Aalis, en cambio, buscó con la mirada a Valentine, su apoyo en tales menesteres, dejando claro ambas su predisposición, o más bien sentimiento de deber, a dar sepultura a aquella pareja. Cerré los ojos un instante, un gesto de ligero hastío que sabía menos incómodo que poner los ojos en blanco.

Yo vigilaré... -Susurré delicadamente, apoyándome nuevamente en mi guadaña con gesto aburrido- A no ser que tratar esos cuerpos os resulte... incómodo... -Sonreí de medio lado, con menos malicia de la que podía dar a entender. Los cadáveres resultaban desagradables para la mayoría de la gente, como el hedor a carroña que ya convertía en fétido el aire a nuestro alrededor junto a la macabra escena, mas no para mí. Yo había convivido con la muerte casi toda mi vida, aprendiendo lo secretos básicos a través de los cuales comprenderla y doblegarla. Poco me importaba mover unos cuerpos, cascarones sin vida. ¿Era un ofrecimiento? Sí, a mi peculiar manera.

El bicho que acompañaba a nuestro mago pareció con un librito, ofreciéndoselo a Olplyn, quien comparte con nosotros la lectura de los últimos días de aquella mujer, a través de las letras de su diario.

Vampiros... -Murmuré con diversión, ante la idea de que el temor de los aldeanos les llevase siempre a pensar en la aterradora imagen de los inmortales bebedores de sangre, como si mis antiguos señores se dedicasen a saltear caravanas- Drows... -Añadí sonriendo a Olplyn con picardía, dado que su simple semblante debía ser ya temido por aquellos lares- Seguimos un camino interesante, por lo que se ve...

El drow recibió complacido a su familiar.--¡Bravo pequeña!Creo que de todos los inblith que conozco eres la única que nunca me decepciona.--trasmitió su aprobación a través del vinculo mental, para luego dedicarle unos instantes a la lectura del diario.--Queridas mías, es más bien una lectura ligera ,con una pobre caligrafía pero parece ser que nuestro camino es frecuentado por todos los problemas y supersticiones de la zona más que por hábiles literatos. Sefagreth no ha bendecido a estos, sus fieles en esta ocasión, espero que al menos les compense al recibirlos. Veamos, drows, como no; descartaría a los míos pues no solemos usar flechas y de hacerlo con dos disparos sería más que suficiente para acabar con un campesino.--cuando Elsbeth se ofreció a vigilar el mago se aproximo curioso a la escena, examinando la carga y comprobando que el saqueo había sido concienzudo, pero apresurado. Volvió a indicar a Duk-thak que olfateara la zona y el se dirigió hacia la el otro lado del camino, de donde posiblemente vinieran los atacantes, él era incapaz de seguir un rastro en la espesura pero cualquier necio podía encontrar pisadas y hacerse una idea del tamaño de las criaturas.

En cierto modo le intrigaba el que hubieran derribado el carro, eso podía indicar la presencia de una criatura muy fuerte, lo cual significaría problemas, por ello examinó el lateral del carro a fondo para ver si había sido derribado de un único golpe o tan solo volcado por una banda de orcos henchidos por el furor de la victoria.Por último tomó una flecha para examinar su pluma y su manufactura, tal vez eso le diera alguna pista sobre los atacantes..

Me aproximo al carruaje con los demás, sin notar nada mágico en el ataque.

-Es un ataque normal, no detecto nada de magia.-Comento a mis compañeros.

Echo una ojeada al diario, y lo que leo me hace emocionarme.

-Eso es amor verdadero, unidos en la vida y en la muerte. He de rezar unas plegarias para que se reencuentren más allá.- Digo algo compungida. Me arrodillo entre los cadáveres y rezo una breve plegaria aprovechando que tengo las espaldas cubiertas. El hedor es asqueroso, pero es parte del ciclo de la vida. Sólo espero que hayan podido reproducirse y dejar unos bonitos vástagos en este mundo, dando continuidad al ciclo de la vida.

Una vez termino, miro a la Paladín.-¿Cómo lo hacemos? Alguien tiene una pala? ¿ Amontonamos simplemente piedras encima de ellos? Me gustaría que los enterrásemos juntos.

Aparte de que una rueda está destrozada, no tienes claro cómo ha volcado el carromato. Sólo cabe especular.

Las huellas parecen ser de criaturas humanoides. Iban calzadas. Por la profundidad a la que se hunden las pisadas, pertenecen a una criatura mucho más pesada que tú. Por la distancia entre las mismas, son bastante más altos que tú. Se dirigían hacia el noreste, adentrándose en las colinas Gaskarr.

Las flechas parecen normales y corrientes, sin nada que destacar. 

El drow se veía algo ridículo sujentándose los ropajes en alto para no mancharse, tratando de evitar el barro en la medida de lo posible y no tuvo ningún reparo en pisar alguno de los cuerpos si ello evitaba la opción de embarrarse las botas, al fin y al cabo ninguno de los muertos se quejó pensaba, Olplyn para si. Tras una inspección minuciosa dio un amplio rodeo evitando el lodazal para sentarse sobre la hierba cerca de Elsbeth, esperando que el resto se acercaran también antes de compartir sus averiguaciones, si bien era de carácter afable no le gustaba tener que repetir las cosas dos veces, un leve deje de autoritarismo racial.

--Mis estimadas compañeras, creo que no nos gustaría rondar estos lares si los atacantes volvieran en breve, pues son tantos que no he podido llegar a contarlos bien. Eso o el lodo y el caos del ataque ha hecho que parezcan muchos más de los que son. Eso si son mucho más altos que yo, mucho más pesados que yo y viajan hacia el noreste con cierta premura, hacia las colinas Gaskarr. Aunque no puedo aseverarlo al cien por cien, creo que se podría tratar de una banda de orcos o similares, que ahora mismo deben estar de regreso hacia su cubil para festejar su victoria. Así pues, creo que podríamos dejar los ritos funerarios para un futuro venidero.¿No sería más noble entregar sus cuerpos en Pembrose, qué enterrarles de cualquier manera en la vera del camino?Seguro que sus allegados os agradecerán muchísimo más ese gesto, que yo  el permanecer aquí más tiempo del estrictamente necesario.--musitó en un hábil y ladino juego de palabras mientras buscaba con la mirada la grupa de algún caballo que pudiera llevar los cuerpos.

Valentine se mostró de acuerdo en dar sepultura a aquellas dos pobres almas, mientras que Elsbeth se ofrecía a vigilar, a menos que tratar con los cadáveres nos resultara incómodo. No es que fuera habitual encontrarme con cuerpos en estado tal, pero ni eran los primeros muertos que veía, ni la primera vez que tendría que enterrar a alguien.

- Gracias, bastará con que vigiles. – hice saber a la mujer, viendo cómo poco después el familiar del drow regresaba con algo.

Olplyn nos leyó en voz baja lo que aquel diario decía, mostrando su opinión acerca del texto, compartiendo además que descartaba que se tratara de los suyos. Elsbeth se limitó a murmurar algunas palabras, ante las cuales no pude evitar una mirada de reproche. Una no muy dura, y lanzada de modo que sólo ella pudiera percibir, pero que dejaba claro mi descontento ante que aquella situación le pareciera divertida, con aquellos cadáveres allí presentes.

Mientras la clérigo rezaba unas plegarias, eché un vistazo alrededor del carruaje, queriendo divisar un lugar donde enterrar a la pareja. Fue entonces cuando el drow compartió cierta información, sugiriendo además llevar con nosotros los cuerpos; momento en que Valentine también me preguntaba sobre qué hacer.

- Ciertamente, creo que bastaría con que permanecieran juntos, pero me gustaría devolverles a la tierra; y me temo que no cuento con una pala. – respondí a la valkyria. – Si podemos cargar los cuerpos en tu caballo la idea de Olplyn es una buena alternativa, puede que sus allegados deseen enterrarles ellos mismos. - sugerí, dirigiendo mi mirada también al resto.

Asiento, encontrando lógicas las palabras del Drow. Ni me había percatado de la posibilidad de que los asaltantes regresasen.

-Bien, pongámolos en mi caballo y partamos rápidamente. - Confirmo a mis compañeros. Echo un vistazo rápido al rededor mientras hablo. Me alejo a por el caballo, más fácil acercarlo a él que llevar a los cadáveres hasta donde está. Lo traigo cogido de las riendas y acariciándole entre los ollares. No me hace mucha gracia continuar el camino a pie, pero no voy a dejar los cadáveres aquí tirados siendo víctimas de los cuervos y otros carroñeros. Y menos aún si alguien (miro a Elsbeth de reojo) quisiese levantar sus cuerpos en forma de no muertos.

-Creo que ese diario debería acompañarles. Es una hermosa declaración de amor, y si encontramos a algunos de sus familiares o amigos seguro que les gustaría conservarlo.-Le digo al Drow.

Esta situación me ha puesto algo triste. Pobres, asesinados en mitad de la nada, lejos de sus seres queridos, pero juntos hasta el final.

Dejo al caballo al lado de los cadáveres y me agacho a coger el más liviano.- ¿Me echáis una mano? puff- Digo entrecortada por el esfuerzo que supone para mí levantar el cadáver.-¿Alguien puede darme unos trozos de cuerda?

Cómo no, en seguida comenzaron a hablar de entregar los cuerpos a la tierra y los gusanos, como si esos asquerosos animales que reptaban bajo tierra fueran más dignos que las aves que nos sobrevolaban y nos observaban desde ramas sin hojas de árboles cercanos, clavando en nosotros sus ojos negros con la esperanza de que les dejemos alimentarse. Suspiré, pues aquello no tenía ningún sentido para mí, y menos aún lo tenía que nuestro mago ofreciera como alternativa cargar con ellos. Sin embargo, no me molesté en replicar, a la espera de que las demás se pronunciasen.

Fue entonces cuando me di cuenta de la mirada que me clavaba Aalis, como si me estuviera reprochando algo aún esforzándose en disimular. Alcé las cejas y apreté los labios, sorprendida, encogiendo ligeramente los hombros y haciéndole un gesto de incredulidad. No entendía qué diablos creía que había hecho mal, si casi ni había abierto la boca.

El asunto de los posibles asaltantes atrapó mi atención, sumiéndome en un atisbo de concentración que me permitió apartar aquello de mi mente. No habían sido drows, la puntería había sido alarmantemente imprecisa, y el peso de las huellas indicaba una procedencia mucho menos delicada.

Si son orcos... tal vez pueda negociar con ellos. -Murmuré, para quien quisiera prestarme atención- Conozco su idioma y sus costumbres, he convivido con ellos... -Había hecho más que eso, en realidad. Había sido su pequeña bruja, su respetada hechicera, allá en las grutas de la Colmena. Pero aquella parte de mi historia, de los presentes, tan sólo Aalis la conocía, y muy superficialmente. No deseaba que la paladín se alejase de mí por saber demasiado de lo que había sido... y era- Coge tú la cuerda... -Dije en apenas un murmullo, agarrando aquel cuerpo y cargándolo hasta la grupa del caballo, sosteniéndolo a la espera de que lo atasen.

Sería más sencillo dejar que la naturaleza siguiera su curso. Nunca entendería a aquella gente.

No era la primera vez que Olplyn notaba el malestar entre sus compañeras, no podía evitar reírse por dentro. Todo aquello comparado con su infancia era un leche de rosas, quien le hubiera dicho al joven mago que un día viajaría acompañado de tres mujeres, sin estar a las ordenes de ninguna, sin ser azotado por sus látigos de cabeza de serpiente y siendo él quien tomara ciertas decisiones. Le parecía increíble y disfrutaba de esa libertad, a veces le agradaba discutir por el mero hecho de ejercitar su mente, no por molestar a sus compañeras, de nuevo el bien reprobaba al mal y la rosa negra se sentía molesta e incomoda pero no contraatacaba en ningún modo, ni siquiera verbalmente; a la larga esa actitud podía llegar a ser peligrosa y el drow prefería recurrir al humor ácido para liberar tensión.--Agradezco mucho vuestra sabia decisión Aalis, seguro que su familia os estará eternamente agradecida.--con un pequeño saludo dirigió su atención hacia la cleriga con una pequeña sonrisilla juguetona.--Creo que podrías usar los viejos arreos y riendas del tiro para afianzar los cadáveres a tu montura, Valentine pero mi fuerza sería más un estorbo que de ayuda.  El diario no creo que sea un problema esta noche lo ojeare, pero me surgen un par de dudas que tal vez puedas aclararme¿por que estas triste?. No comprendo esa reacción, son seguidores de una fe que no es la tuya y además la fertilidad no engloba el ciclo de la vida y la muerte ¿no deberías estar complacida por que han llegado juntos al final de su camino?. Por otro lado si esos orcos han robado por necesidad y tienen descendencia eso también sirve a los designios de tú Dios de forma indirecta, es por eso que no comprendo tu pesar.-- le encantaba cuestionar y disfrutaba con ello. Le ofreció una sonrisa al resto y les invito a unirse al improvisado mientras proseguían con su camino.--No creo que los victoriosos asaltantes estén por la labor de negociar y como ya dije no estoy del todo convencido de la raza, mejor no arriesgarnos por el momento.--al poco su familiar le pedía con leves tirones de los ropajes volver a acurrucarse en el zurrón para una nueva siesta a lo largo del camino

Decidís cargar a los cadáveres, maniatados, en la grupa del caballo de Valentine. Los cuervos no se dan por vencidos tan fácilmente y os siguen por el camino, como macabra nube de tormenta; sus graznidos desafinados resuenan en vuestros oídos como el coro luctuoso de un cortejo fúnebre. Las aves negras se vuelven cada más atrevidas y agresivas, y tenéis que repelerlas agitando las manos y las armas.

Bien avanzada la mañana, con la parvada de cuervos aún aleteando sobre vuestras cabezas, el sendero serpea junto a un caprichoso saliente de roca. Veis una delgada columna de humo que delata la existencia de una cabaña escondida bajo el saliente. 

--Estas malditas bestias son unas avariciosas¿acaso no les era suficiente con las bestias de carga?.Alabados sean los sordos, esos graznidos están empezando a sacarme de mis casillas. No digo que no deban comer, pero que al menos no armen tanto algarabío--en ese momento divisa la columna de humo, indicándolo con un disimulado gesto --Bueno, por fin algo de entretenimiento, creo que iré a echar un vistazo tal vez algo de comida caliente me quite el mal humor o podamos encontrar alguna sabana para envolverlos, a ver si así despistamos a esos carroñeros. ¿Ponemos rumbo en esa dirección? ya "desapareceré" cuando estemos más cerca.--entre el repertorio de habilidades del drow estaba la de hacerse invisible. Cosa que ya les había ayuda en el pasado y que el mago gustaba de recordar dándose cierto valor e importancia como un útil activo del grupo.

Cuando el drow comenzase a hablar, le dediqué mi atención de soslayo, observándole sin pestañear ni mostrar expresión alguna. Su agradecimiento a la paladín no podía ser sincero, de modo que el mago volvía a entrar en una de esas fases suyas de ironía y diversión a costa de sus compañeras. No entendía por qué no se limitaba a decir abiertamente lo que pensaba, en lugar de andarse con aquellos jueguecitos, y en cierto modo me resultaba molesto.

De hecho, le miré de frente cuando se dirigió a mí, cuestionando mi capacidad negociadora con los orcos, así como la naturaleza de los asaltantes y la idoneidad de aquella estrategia. Entrecerré los ojos, planteándome de qué serviría explicarle el tipo de negociaciones a las que hacía referencia, o aclararle cómo y cuando planteaba tal posibilidad. Pero, finalmente, me limité a sonreír con malicia sin dignarme a ofrecer tales explicaciones.

Atamos los cuerpos a la montura y seguimos camino, debiendo espantar a los carroñeros emplumados de cuando en cuando, pues el hambre los impulsaba a arriesgar más a cada momento. Yo no les hice el menor caso al principio, asumiendo con naturalidad que los cuervos se alimentasen de los muertos. Sin embargo, cuando Aalis y Valentine comenzaron a mostrarse molestas con ello, acabé por echarles una mano en la tarea de espantar las aves.

Donde hay humo, hay fuego... -Dije, enigmática, al contemplar aquella columna de humo junto a un alto saliente en la roca- Y donde hay fuego, alguien que lo alimenta... -La columna de humo desvelaba la existencia de una cabaña, una que estaría habitada. ¿Amigos o enemigos? Era difícil saberlo, aunque nuestro mago bien podía descubrir como mínimo una parte de la naturaleza de sus habitantes dando un paseo a su alrededor sin ser visto.

Estoy de acuerdo...

Miro al Drow con cara de extrañeza.

-Estoy triste porque estas vidas han acabado prematuramente, porque una bella historia de amor se ha visto truncada. El envejecer juntos y felices rodeados de nietos correteando les ha sido privado, y eso me entristece. Y todo por cuatro miserias que habrán robado esos orcos.

Me encojo de hombros.-Pero ahora ya nada podemos hacer por ellos, salvo darles digna sepultura o entregarlos para que se la den.

Una vez los cuerpos estaban asegurados, comenzamos a caminar, llevando al caballo de las riendas.Bueno, estrirar las piernas tampoco me vendrá mal. Muchas horas a caballo me deja el culo dolorido.

Espanto a un cuervo que había osado posarse en la grupa del caballo. Malditos bichos. Que se coman al caballo es verdad.

-Bien, vayamos hacia allá, pero no perdamos las precauciones. A lo mejor los atacantes están allí, u otros enemigos...-Digo observando la columna de humo. Si la elfa estuviese aquí, podría explorar un poco. El drow valdrá.-Está bien Olplyn, pero antes acerquémonos a ver si podemos ver algo.

Mi viaje me había llevado a un pueblo cercano a un lugar llamado el valle aislado, donde no paso mucho tiempo para que escuchara el rumor del tesoro de Larin Karr, quizá ahí podría encontrar algo que me ayudara con mi causa, pero por los rumores que corrían sería mejor no ir solo, estuve buscando por varias semanas, averiguando información en las tabernas, detalles sobre este tesoro, pero era difícil identificar que era superstición y que realidad, lo que si era claro es que sería un viaje peligroso.

Luego de un tiempo logré contactar con una mujer que se hacía llamar Valentine,  planeaba viajar hasta el lugar, le expresé mi interés en acompañarla a ella y su grupo. Al detectar que no contaban con alguien con una buena habilidad para encontrar trampas, le propuse unirme a ella y ayudarles con esa tarea.

A pesar de ser una persona agradable y haber establecido una grata conversación, parecía no haberme ganado del todo su confianza, pero si el relato sobre el tesoro era cierto, lo mas probable e que el lugar se encontrara infestado de trampas mágicas, así que decidió aceptar mi ofrecimiento.

Lamentablemente, el día que emprenderían el viaje, una de mis identidades, un joven  que empezaba a ganarse un espacio social como hijo de un burgués de tierras lejanas, dentro de una escuela de esgrima con estoque, fue retado a un duelo, sería un deshonor no aceptar el duelo, por lo que decidí alcanzar al grupo después de esto, mi entrenamiento me había dado grandes habilidades con el estoque, por lo que el duelo fue fácil, pero resulto por tardar mas de lo esperado.

Después del duelo, tome de nuevo la identidad de la elfa y me dirigí en dirección al camino que me había indicado aquella mujer, me había retrasado bastante por lo que me costó alcanzarlos. Después de pasar por una caravana que al parecer había sido atacada, empecé a moverme sigilosamente, parecía que podía encontrarme con peligros en el camino.

Unos metros después de la caravana, logro encontrar a Valentine, en una escena que me resulto macabra y perturbadora, un hedor terrible circundaba el lugar y tras de ellos una bandada de cuervos graznando en un unísono coro ensordecedor y junto a ellos un Elfo Drow y otra mujer que portaba un aura tenebrosa, ¿qué estaba pasando?, esta escena parecía sacada de las historias más terroríficas que había leído.

Se me ocurrió que el grupo había sido atacado por estas criaturas, y ahora eran prisioneras, sabía que los elfos Drow, disfrutaban de usar la necromancia para descomponer cuerpos y causar terror, o al menos en mi experiencia, aquel malévolo elfo Drow que hacia parte del grupo de saqueadores al que algún día pertenecí solía usar estas desagradables practica para causar terror a sus víctimas.

A pesar de todo, era curioso ver como Valentine, y la que aprecia ser la paladín de la que me había hablado se veían especialmente tranquilas, así que decidí seguirles en sigilo antes de hacer nada, al ver que el Draw se aleja un poco en dirección a una extraña cabaña, escondido a una distancia prudente, lanzo un conjuro de cuchichear mensaje y le pregunto a Valentine.

-Valentine, soy Sol, por fin he logrado alcanzarlos, veo que llevan consigo cuerpos, y que un Drow las acompaña ¿Qué está pasando?, ¿tiene problemas?, ¿Necesitan que las ayude a liberarse del Drow?, puedes responderme en susurros y solo yo te escuchare.

Realmente los drow me causaban algo de miedo, y más portando una forma de elfo.