Partida Rol por web

Habíamos terminado de preparar el muro de fuego, aun mejor de como estaba antes, para proteger la puerta y evaluando la integridad restante del Fuerte. Luego hicimos guardias y descansamos de manera organizada para no dejar desprotegido nuestro muro pero recuperar las fuerzas gastadas. Finalmente, la Flora llegó y con ella trajo los regalos prometidos y más.

Miro al cielo y veo las lanzaderas bajar y acomodarse, mientras la infantería ligera hace un despliegue como les enseñan en la academia, aunque claramente innecesario. Camino hacía la lanzadera donde vienen las cosas del Escuadrón Fox y le pongo la mano en el hombro al nervioso chiquillo que aun apunta con su Morita hacía las ventanas del almacén, como esperando a que salgan bichos de él, bichos que claramente jamás ha visto con sus propios ojos:

 - "Descansa, hijo. Todo despejado."

Le digo sin expresión alguna mientras paso de él, con la leve esperanza de que no se ahogue con las inmensas gotas de sudor que caen de su frente.

Cuando llego a la lanzadera, veo las sorpresas que vienen, incluida la presencia del Capitán Dorgotiev, quien será un gran aporte a la causa por ser un combatiente veterano y con capacidad de mando. Organizo el material que va dirigido a mi Escuadrón y, con permiso del mando, hago que mis hombres lo lleven al muro sur:

 - "Bockman, Raynor y Mackeyn. Ayúdenme a llevar nuestros regalos."

Una vez los llevamos y separamos las cosas por categorías, comienzo a hablarle a mis hombres acerca de como lo haremos:

 - "Bueno chicos, tenemos varios juguetes para divertirnos. Bockman, aquí tienes tu nuevo Morita, Salúdense y conózcanse, que su relación será intima."- Digo mientras le indico la ametralladora rotaroria -"Cada uno sabe qué es lo que mandó a pedir, así que saquen de las pilas de manera civilizada, como los buenos niños que son. Sin agolparse. Sonny, esas son tuyas."- Le digo mientras le muestro las tres cargas explosivas -"Tu dirás donde las ponemos y yo diré cuando las disparamos. Entregarás los detonadores a quienes creas que deben tenerlos, incluyéndote a ti mismo. Es una gran responsabilidad, pues son nuestro último recurso para largarnos con vida. Si los malgastamos, no tendremos ningún recuerdo que dejarles de despedida a los bichos y eso podría significar que nunca lleguemos a las lanzaderas, así que usa tu ingenio. Confío en tu criterio."

Luego de eso comienzo a sacar los cargadores que pedí mientras superviso que el resto haga lo suyo de manera ordenada y esperando a ver si sobra algo para distribuirlo de la manera más sabia posible para los eventos que se acercan y que, según lo que la Flota ve, no han de ser demasiado prometedores. 

Vigilo desde el muro Sur manteniéndome en todo momento en mi puesto.

Comunico por radio con mi Sargento:

- "Señor, mi consejo táctico es un reparto ordenado de la munición. Aconsejo dar más municiones a los mejores tiradores, para que puedan realizar más ráfagas de fuego sostenido. Eso me excluye, pues soy un tirador mediocre, Señor." -

Mkoll devoró con fruición todo plato del pequeño banquete al que pudo echar mano. Sin embargo, su estado mental seguía alterado y no sabía si podría siquiera pelear en la siguiente oleada. Una que, sin duda, iba a dejar a la altura del betún a las anteriores. 

Mackeyn ayudó a clasificar el nuevo material que nos habían traído. La mayor parte del nuevo equipo era munición -¡bendita munición!-, pero también trajeron para la Fox nuevas armas para defenderse del ataque de bichos que vendría tarde o temprano. Desde luego, por la cantidad de munición entregada y por las armas, el anterior ataque sería un juego de niños con el que se avecinaba. 

Pero lo mejor ahora era disfrutar del banquete (quizás fuera el último) y esperar a que se produjera el combate. Dereck, tras acabar con la tarea encomendada por el sargento, coge su parte de ración y comienza a comer con ganas. 

Sonny, espero que esos detonadores maten a muchos bichos- le dice- colócalas en buena posición, ¿eh?- tras escuchar el comentario de Kurt, se acerca a él y le da una palmada en la espalda- no seas tan duro contigo mismo. Todo el mundo falla alguna vez, incluso yo- dice, sonriendo- además, viendo todo el equipo que nos han dado, eso significa que va a venir una buena cantidad de bichos a por nosotros. Tendrás tantos blancos a tiro que no podrás fallar ni aunque lo hagas a propósito.

Por si en los últimos tiempos quedaba alguna duda, sacarosla de la mente: Sonia ODIABA en esas horas muertas de vigilancia tres cosas con toda su alma: El frío, la nieve y la puta flota. Tenía muy claro que, si sobrevivía a toda la campaña que se realizase en ese planeta, iba a pedir un permiso para irse al rincón más caluroso de la puta galaxia durante una semana mínimo. Que asco, por Dios... Esa manera de calarte el frío en los huesos era casi antinatural y a la latina le ponía de los nervios. Y encima los de ahí arriba.. ¿A qué cojones esperaban? ¿A qué se congelaran todos?

Las noticias de que iban a bajar a llevarles suministros no sólo no la animaron, sino que la cabrearon más. ¡Se suponía que sólo iban a estar allí seis horas! Pero claro, como siempre, Inteligencia y la Flota no saban ni una y los que pagaban el plato eran siempre la IM.

Sin embargo, la chica no perdió los papeles y se encargó de pedir lo que necesitaba cuando hicieron las peticiones. No fue demasiado, pues iba bastante bien de munición, pero tenía en mente algo especial...

Finalmente, llegaron, aunque se tomaron su tiempo para bajar. Y cuando lo hicieron, el despliegue de la infantería ligera fue verdaderamente patético y bochornoso. Tanto, que Ramírez no pudo callarse un:

- Estos idiotas no durarían ni tres segundos en un verdadero combate.

Se quedó en el muro, esperando a que el sargento organizara lo que les habían traído y luego, junto a Dereck, Bockman y Jim, lo trajeran para que cada uno cogiera lo suyo. Pero claro, primero comieron, que falta les hacía, tal y como estaban los ánimos. No obstante, el hecho de comer no hizo que la infante pasara por alto la "generosidad" la la Sirius Beta. Aquello apestaba. Lo que habían visto hasta ahora podía no ser más que el comienzo.

Y los muros no estaban para tirar cohetes...

Aún así, una vez terminó su amplio rancho, fue al montón a coger exclusivamente lo que había solicitado: un cargador más de Morita y... un juguete nuevo. Una Belcher. Tenía la corazonada de que, si la escopeta secundaria de su rifle le estaba funcionando tan bien, ¿por qué no probar con la hermana mayor?

- Empiezan a gustarme las distancias cortas.- dijo con una sonrisa, cogiendo el cargdor extra para la misma que encontró. El resto de la munición, que la distribuyera el sargento como considerara oportuno.

Por fin llegaba la flota aunque sólo fuera para reponer suministros. Primero con un despliegue de infantería ligera digno de un desfile aunque hecho por infantes asustados y novatos. - Seríamos así cuando empezamos en la IM? se preguntaba el artillero suponía que sí pero ahora ya todos los del fuerte eran veteranos hasta cierto punto, para bien o para mal. Aún cansado de colocar bichos en el muro de fuego, siguió al sargento a por la munición y comida correspondiente para la fox. Recogió sus 2 cargadores morita que había solicitado así como una nueva bandolera para las granadas, de forma que fuera capaz de recargar su Triple GL de forma más eficiente. - Y sin duda las granadas van a ser muy necesarias en un futuro próximo, por qué si no se iban a molestar en darnos tantísimos suministros y un banquete?

Una vez sobre el muro con toda la munición lista para ser repartida cogió algo de comida y sentado contra el muro comenzó a disfrutar del festín. A su lado posaba la nueva MW-206, un juguetito que la flota les había dado sin siquiera pedirlo y lo que acojonaba al artillero ya que sin duda esperaban un ataque masivo o muy continuado. Cuando terminó de comer se levantó y cogiendo la metralleta miró dónde iría mejor. - Sargento dónde considera que debería instalar el arma nueva? yo creo que este arma debería ir justo al otro lado de la puerta y así tener dos armas pesadas cubriendo ambos lados de la puerta. De ser así necesitamos a alguien que use la otra arma o no usarla salvo en caso de última necesidad.

Recojo los objetos que he solicitado: una bandolera de munición, una Underslung Shootgun, un cargador extra de Shootgun, y dos de rifle Morita 203.

Me coloco la bandolera, con los nuevos cargadores en ella. Acoplo la Underslung Shootgun debajo del fusil Morita TW-203-A y compruebo las armas. Están plenamente operativas.

- "Sonia, no debemos menospreciarlos de ese modo. Todos hemos sido así de novatos. Recuerda que esta es para mí tan sólo mi segunda misión, y aun así he perdido la cuenta de bichos muertos con mi Morita." -

Poco a poco los infantes fueron desembarcando todo lo que la flota les había enviado, a la par fueron administrando todas estas cosas al tiempo que disfrutaban del sabor de tenerlas en su poder. La tranquilidad reinaba por completo en el fuerte, en gran medida debido a la reciente comida y a la gran cantidad de municiones que habían recibido.
Incluso había bajado un medico en las lanzaderas y había estado atendiendo a todos los heridos. Incluyendo al trastornado explorador de la Fox a quien tuvieran que drogar para que pudiera seguir combatiendo con normalidad.
Los oficiales sabían que la subida de moral era buena señal, les haría falta cuando llegaran mas arácnidos; aunque por otro lado, las preocupaciones de los infantes acerca de los propósitos de la flota podrían causar problemas. La flota había asegurado prestar ayuda en caso de ser sobrepasados en número por los arácnidos, sin embargo los supuestos refuerzos que les enviarían no tenían experiencia alguna en combate al parecer y eran simplemente infantería ligera, quizá al final llegarían a ser mas bien un estorbo. Mas preocupante aun era el hecho de que nadie hubiera hablado acerca de una evacuación, la flota seguía persistente en mantener el fuerte a todo lugar.

Y todos estos pensamientos cobraron mas sentido cuando los pilotos de las lanzaderas llamaron apresuradamente a su tripulación indicándoles que tenían que partir cuanto antes. El capitán Tsumina se acercó a preguntar lo que sucedía mientras varios de los infantes hacían lo mismo a fin de enterarse también a través de la conversación del capitán.
Pocas fueron las palabras que se lograron captar de entre la conversación del capitán con los pilotos antes de que estos partiera, las mas claras y que se quedaron en la mente de los infantes mientras se iban transmitiendo de boca en boca fueron: movilización, arácnidos, miles, dos kilómetros. Hubo una frase final que muchos escucharon pero que pocos tomaron en cerio ya que tras tanto oírla se tornaba en un mal chiste “la flota estaba por llegar, debían resistir”.

Tras la partida de las lanzaderas de la flota, muchos permanecieron observándolas alejarse al tiempo que se preguntaban que sucedería ahora. El capitán Tsumina sabia bien esto y entendía las preocupaciones de sus hombres, por lo cual clamando a viva voz la atención de todos grito con fuerza para que todos pudieran escucharle. -Guardianes de Sirius, el destino quiere que esto no acabe pronto, e incluso nos depara una aun mas dura prueba.  Miles de arácnidos se están movilizándose desde todas las direcciones en torno al Fuerte Helado, nos tienen rodeados, se encuentras a algo mas de 2 Kilómetros de distancia y están avanzando lentamente en esta dirección- caminando en torno a todos los presentes el capitán hablaba con firmeza y confianza al tiempo que intentaba infundirles estos sentimientos a sus hombres. -La flota quiere que mantengamos el fuerte hasta que la fuerza de combate llegue a la órbita del planeta. Y nosotros mantendremos el fuerte, pero no lo haremos por que ellos lo ordenen, lo haremos por nosotros, para nosotros. Nos mantendremos firmes y acabaremos con todos ellos. Lo haremos por que somos los Guardianes de Sirius y nosotros jamas somos derrotados, combatiremos hasta el final y prevaleceremos-.
El capitán guardo silencio unos momentos mientras escuchaba las exclamaciones de sus infantes -Debemos combatir ordenadamente y con eficiencia. Sargentos, les dejó esa tarea a ustedes. Coloquen los Derringer al centro de cada flanco a fin de tener una amplitud de fuego, distribuyanse a todo lo largo y vigilen los cielos, no sabemos que es lo que nos va a atacar primero-.

Si las palabras del capitán Tsumina habían sido alentadoras, las del capitán Dorgotiev los trajeron de vuelta a la tierra de cierto modo. Parándose junto al capitán pero un tanto detrás de él para reflejar que el no estaba al mando exclamo -Las fuerzas de la flota pueden tardar en llegar por lo que habrá que sacar esa idea de la mente, deben estar completamente concentrados en lo que deben hacer, y lo que deben hacer es matar bichos. Tengan siempre en mente que un infante es efectivo como infante en combate solo en la medida que entiende que él ya esta realmente muerto-.

Las palabras del Capitán Dorgotiev no son muy alentadoras, pero está en lo cierto, ya es muy tarde para pensar en algo más que no sea matar bichos. Y el discurso del Capitán Tsumina... es el de siempre: aguantar cueste lo que cueste hasta que llegue la fuerza de combate, algo que cada vez parece menos probable.

Mientras escucho los discursos de los capitanes compruebo el estado de mi Morita TW-203-a y el de mis nuevos cargadores de munición. Son lo único que he solicitado a las lanzaderas, se me da bien el rifle morita y ahora no me parece un buen momento para experimentar con otras armas. Me concentro bastante en esta labor ya que mi destino dependerá de la fiabilidad de este rifle.

Tras recoger y comprobar el armamento específico solicitado por mí, aguardo las órdenes de mi Sargento.

Mkoll tuvo una "reentrada" en la realidad del combate cuando el sanitario le pinchó aquella cosa. Su pulso se aceleró, mientras la adrenalina inundaba sus venas. Estaba listo para el combate, y esta vez no fallaría. Recogió del equipo el aditamento de escopeta para Morita, que aplicó a su Hawkeye, así como un rifle de asalto TW 203-a que colgó a su espalda, consciente de que así tendría un arma que emplearía la munición estándar.

"Por si hubiera problemas..."

También colocó su bandolera de munición, y los cartuchos extra que había podido raspar a la intendencia de la flota. Aún quedaba el reparto del equipo adicional, pero de éso se encargaría el sargento.

"Al que debería presentarme."

Se acercó a él tras el discurso de ambos capitanes, se puso firme y dijo:

-Señor, el explorador Mkoll se presenta listo de nuevo para matar bichos, señor.

Despliegue de infantería, novatos y todas esas cosas. Nada útil en ese momento y después un pequeño banquete... eso si es útil para subirles los ánimos tras el clima extremo que están soportando en ese planeta helado. Tras comer un poco y recoger lo que había pedido, se dispone a seguir valorando los puntos débiles de la muralla, más que nada porque tiene la sensación de que todo eso no es bueno y la huida de los pilotos con las lanzaderas y de los dos capitanes le confirman las sospechas... lo que les viene encima no es bueno.

-Esto pinta mal... será divertido.

Sonríe mientras comprueba el estado de su rifle y el de su pistola. Un error a esas alturas y con tal horda enemiga cayendo sobre ellos puede ser más que fatal.

Me acerco a Mkoll y le devuelvo la granada que le cogí antes. Él sabrá usarla mejor que yo.

Hurra, nos traen comida y novatos para levantarnos la moral, pero también ingentes cantidades de munición y nos dejan aquí para morir como verdaderos "héroes".-Los pensamientos del cabo no eran muy alentadores pero sabía que nadie podía leerle la mente...o al menos nadie que él supiera.-¿Divertido? Te aseguro Billy, que va a ser el espectáculo de fuegos artificiales y viscosidades de bicho mas grande de la galaxia. Además aquí siempre es navidad y cada 25 de mes la flota te trae regalos.-Como ya había echo en mas de una ocasión, levantar la moral de la tropa era indispensable para el buen funcionamiento del escuadrón y su supervivencia. No había motivo para hacer que los chicos desconfien y se rindan antes de tiempo. Mientras recogía la munición que había pedido vio como algunos tenían regalos "extra" y se preguntó si de haber pedido una chica con una buena botella de vino, seguramente que la flota se la habría mandado. Evans dejó escapar un suspiro mientras miraba la llanura helada.-Me he decidido a comprarme una casa. Allí, junto a ese montículo de nieve, y con un gran jardín de invierno.-

Desde el momento que habíamos terminado de revisar lo que podíamos reparar, y sabiendo que nos lo iban a traer con ese tan anunciado e inútil desembarco de equipamiento -¿por qué no pueden sacarnos ya de aquí, si la flota está al caer?- me dedico a pasar el resto del tiempo hasta entonces matando el tiempo y sustituyendo en guardias, mientras noto cómo mi estómago ruge bajo la armadura y las raciones y el agua vuelan sin dar paso a nada más que llevarse al buche.

Y entonces llega el momento, y mientras todo el mundo contempla el desfile y mira cómo de lenta es la flota en bajar, igual que siempre, yo sigo echándole un ojo al exterior. Me importa un comino que digan que van a tardar, de los bichos no hay que fiarse y prefiero ser concienzudo. Pero en el momento en que empieza el despliegue de comida y otros manjares, no puedo evitar unirme a mis compañeros y hacerme con un buen montón de provisiones mientras doy un paseo por el muro y le doy trabajo a las mandíbulas. No mucho trabajo, porque termino rápido, pero trabajo al fin y al cabo. El Sargento sabe cómo entretenernos incluso en una situación como ésta, así que sonrío contento como el niño bueno que soy admirando mis juguetes de navidad -aunque en mi pueblo celebramos la antigua fiesta del solsticio de invierno, pero viene a ser lo mismo- y agradezco mis esfuerzos por entender de explosivos que he hecho últimamente.

-Señor, me pongo con ello de inmediato. Se van a enterar estos bichos de lo que vale un buen explosivo humano, señor. -Entonces vienen más noticias de los mandos, dándonos un tiempo jodidamente corto para trabajar en todo lo que tenemos que trabajar, que no es poco. Y no puedo evitar corear al Capitán Dorgotiev con un "Señor, un muerto por cada mil bichos, señor". Pero eso no me quita una idea de la cabeza. -Sargento, ¿me encargo primero de plantar los explosivos en el exterior o ayudo a Billy con las reparaciones de la puerta?