Partida Rol por web

Desde tu escondite ves como Roy y Jack se acercan y adentran entre las carretas. Parece que no hay ningún movimiento hostil hacia ellos por el momento.

-Hola buenas gentes -comenzó a decir Roy para romper el hielo-. Tenemos un herido por un disparo ¿No tendréis un médico que pueda ver sus heridas y curarlas?

Roy no quiso decir nada más de los que le acompañaban ni de cómo viajaban. Solo quería que les ayudaran y si podía ser compartir campamento esa noche.

-Y a cambio, si quieren y está a nuestro alcance, quizás podamos ayudarles en lo que necesiten -se ofreció el cazarrecompensas.

Veo cómo nuestra presencia levanta más curiosidad que temor y que la gente no parece que vaya a responder hostilmente, así que hay que corresponder llevando la pistola a su funda y las manos ligeramente alejadas para no suponer una amenaza, voy andando junto a Roy, saludo moviendo ligeramente el ala de mi sombrero.
- Un saludo, yo soy Jack.

El viejo Pete siguió agazapado esperando lo que estaba por suceder, las opciones eran variadas, la más extrema era que se pusieran a tiros para lo cual era el que tenía las mejores opciones y en el otro extremo siempre podía decir que estaba cuidando a su compañero. 

-Todas las opciones, dentro de lo malo, son buenas.- Resolvió egoístamente en su fuero interno.

Las gentes os miran con curiosidad pero sin nigún ademan hostil. De hecho, al escuchar que preguntáis por algún médico os señalan a uno que está sentado a la vera de su carreta charlando con un par de mujeres que se encuentran cocinando algo en una gran olla.

Al veros levanta la mirada en vuestra dirección pero no hace ademán de levantarse.

Permanezco junto a Roy, se puede decir que no son gente de muchas palabras, aunque lo que nos interesa no es que sean muy habladores, si no que puedan ayudarnos con las heridas de forma que podamos hacer el resto del viaje en mejores condiciones.

El hombre que te presentan como médico se encuentra sentado al borde de una de las carretas charlando con un par de mujeres que parecen estar preparando la cena en una gran olla.

Al escuchar a Roy las mujeres dejan de sonreír y bajan la cabeza para mirar únicamente a la olla. El hombre se levanta y se coloca frente a Roy con las manos en las tiras de los tirantes que sujetan su pantalón por debajo de su chaqueta negra. Escucha pacientemente la petición del cazarrecompensas y le mira de arriba abajo sopesando sus palabras.

- ¿Donde se encuentra ese compañero suyo, señor? – Le pregunta a Roy con una voz levemente ronca.

Veo la predisposición favorable del hombre que tiene conocimientos de medicina, también parece que nuestro "anfitrión" lleva una férrea disciplina entre la gente del grupo, quizás alguna sea su hija, quién sabe, pero si nos ayudan, lo que suceda no es asunto nuestro.

Aunque se dirige a Roy, me adelanto a contestarle:
-Está aquí cerca. Le indico más o menos la posición donde habremos dejado la diligencia. No queremos moverlo mucho, los remiendos que hemos tratado de hacerle no nos gustan mucho.

Miro de reojo a las chicas con las que hablaba, pensando si serán algún intento de conquista de nuestro médico. Hace mucho que no vemos mujeres, pero aún así parecen casi unos ángeles.

Roy asiente a las palabras de su amigo y socio Jack. Y haciendo un movimiento con su mano le invita a que les siga. Sin dejar de sonreír, para parecer más afable, comenzó a andar de vuelta a la carreta.

-Y ¿hacia dónde se dirigen? -preguntó Roy mientras andaban.

El hombre comienza a caminar en vuestra compañía y le echa una mirada a Jack al ver que este mira a las mujeres que allí se encuentran. – Vamos en dirección a Salt Lake City. – Contesta a Roy. - ¿Son muy graves las heridas que tiene vuestro compañero? – Pregunta con interés.

Poco a poco os vais acercando a la diligencia que habíais dejado escondida un poco más atrás.

Después de un rato en el que ves que los dos pistoleros entablan conversación con los colonos por fin vuelven en dirección a la diligencia. Ves que un hombre los acompaña y charla con ellos.

Cuando llegan atu altura te unes a ellos.

Roy mira al tipo y observa como mira a Jack cuando éste se fija en las mujeres. Sin decir nada continua caminando y contesta al supuesto médico.

-Pues la verdad es que no soy médico, pero como puede ver he sufrido bastantes heridas en mi vida, con lo que le puedo asegurar que está bastante mal, de hecho porque conseguimos para la hemorragia, porque si no ahora no estaría con nosotros -comentó sonriente al recordar que había sido él quien había conseguido curar a su amigo.

-Y ¿cómo es que van Salt Lake City? ¿Han encontrado oro o algo así? porque he visto que son bastantes?...perdone mi indiscreción, llevamos mucho tiempo luchando palmo a palmo de terreno y, créame, son las únicas buenas personas con quienes nos hemos encontrado...todo lo demás sufrimiento y pólvora...

Roy miró al suelo compungido, recordaba a Brian Johnson quien murió a manos de los indios y todas las dificultados que habían pasado cada uno de ellos, pues todos más o menos habían podido morir a lo largo del camino.

Ningún buen momento me evocaba el nombre del lugar, un infortunio tras otro como afirmaba Roy, sin duda que algo muy poderoso debía atraerlos  allí, o quizás dejar atrás otros malos momentos. Sean cuales sean sus motivos, eran suyos y eran respetables, aunque en el fondo esperaba que recapacitasen de donde se estaban metiendo. Andaba junto a los demás sin dejar el paso, esperaba que la ayuda sirviese de mucho, un alivio para nuestro viaje.

Pete se incorporó pesadamente sin soltar el arma y se acercó a modo de comité de bienvenida a saludar al que acompañaban tanto Jack como Roy.

-Mis disculpas por no haberme acercado, debía vigilar a nuestro hombre herido. Soy Peter Franklin pero me puedes llamar Pete.

Los tres acompañasteis al hombre hasta la diligencia que se encontraba unos metros más atrás de donde había quedado esperando Pete. El hombre se subió para examinar a Tyler y al cabo de unos minutos volvió a bajar de la diligencia colocándose las mangas que previamente había remangado. Según aquel hombre las heridas del sheriff estaban bien cuidadas y ahora debían cicatrizar. Lo único que tenía que hacer Tyler era descansar para evitar que las heridas volviesen a abrirse.

Con las buenas noticias volvisteis a subiros a la diligencia y a vuestros caballos para proseguir vuestro camino. Llegasteis al improvisado campamento que tenían montado a la orilla del río y os disteis cuenta de que iba a ser complicado el poder cruzarlo. La corriente era fuerte y parecía ciertamente profundo. Por suerte, había un transbordador para poder cruzarlo.

A la orilla del río os encontráis con un tipo menudo, de aspecto descuidado, con barba de varios días, mirada entornada y voz chillona. – Buenas tardes. Supongo que querrán cruzar al otro lado con esa bonita diligencia. – Os saluda al veros acercaros.