Partida Rol por web

Aquellos días los había pasado especialmente mal, no es que fuera un tipo super sociable, pero la verdad era que aquel lugar, aquella soledad, o aun peor, tener gente con la que no hablar me mataba. Aunque el doctor me daba una información que no me interesaba en absoluto se lo agradecía, simplemente por la posibilidad de comunicarme con otro ser humano.
Mis heridas habían mejorado, pero aun tendría que descansar unas dos semanas más si quería reponerme del todo. Esperar era lo único que me quedaba, aun a sabiendas de que mi hora podía llegar en cualquier momento, pero estaba preparado para ello.

Aquel día me sorprendió la visita de aquella demoníaca mujer, a pesar de que no me gustaba demasiado su compañía, debía admitir que cualquier visita era bien recibida en aquellos momentos. Y aun herido como seguía, un paseo sería muy de agradecer.
Me incorporé como pude y le hice una modesta reverencia.

-Sería un placer acompañaros mi señora.- Dije, entonces caí en sus palabras y alzando una ceja pregunté.- Espera, ¿cómo de largo?

El tiempo pasa dilatado como el aire pesado y ardiente que me rodea durante semanas. El ánimo, enardecido cuando me capturaron y durante muchas jornadas, empieza a pesarme tanto como el calor. La ira me acompaña como siempre, pero se vuelve interna, silenciosa, mastico rabia durante días, pero por primera vez en años no tengo ningún arranque de violencia por semanas.

Las noticias de Daeron me tienen sin cuidado y me sorprende que estando grave, resista. Ojalá le quede algo permanente. Si vive.

La visita de mi “anfitrión” fue largamente esperada. Una definición tenía que llegar pronto. No espero mucho de la mayoría de mi familia, quizás decida ejecutarme. Sin embargo sus palabras me sorprenden, puede que sean un engaño.

- No me puedo quejar de la estadía, pero voy a volverme loco si sigo aquí encerrado. Cualquier viaje me quedará bien, aunque sea a las estancias de R´hollor.

-Tres días a caballo…+informa cándidamente+ Iremos a Lanza del Sol.

La capital del reino. En el extremo Este de Dorne, la sede de la casa Martell. Es lo más parecido a una ciudad de verdad que ha permitido florecer el reseco desierto. Pero a decir verdad, las implicaciones de tal viaje cambian cualquier buena perspectiva que sugiriera el conocerla.

- Quizás veas a tus parientes y a tu tío…+sonríe con sorna+ Justo antes que le corten la cabeza. Queremos que estés en la audiencia cuando responda ante el príncipe Martell por su insolente ataque.

Encoje los hombros levemente bajo la túnica oscura, con un siseo de telas.

- Tendrá cierto parecido, no diré que no. Cabalgaremos tres días bajo el sol del desierto. Sin duda estaréis cerca de vuestro dios. Pero el destino final es otro.

Junta las manos, que desaparecen bajo las mangas.

- Iremos a Lanza del Sol, donde el príncipe Martell ha citado a los Hansemigth a responder por sus actos. Seguramente tendréis que aportar vuestro testimonio. Asimismo será un buen momento para averiguar sobre vuestros parientes y las posibilidades que tenemos de llegar a un trato por vuestra vida... Ya que por mucho que vuestra visita pueda agradarme, preferiría resolver esto a la brevedad. 

Mi rostro se ensombreció, no iba a tener tan buena suerte como para que me liberaran sin más. De echo no me extrañaría que acabara sin cabeza también. Y lo peor de todo es que no estaba en forma para defender a mi señor padre en un juicio por combate. Quizás mi hermano...

-Es muy amable por vuestra parte dejar que me despida de ellos.- Dije sin demasiada alegría. Me lo iban a quitar, lo único a lo que me había aferrado todos aquellos años y me lo iban a quitar.- Supongo que será mucho pedir. ¿Pero podríais informarme de como se encuentran las cosas a día de hoy?
No me debéis nada, pero hace mucho que no se de ellos...

Ladea la cabeza unos centímetros, frunciendo el ceño.

-¿Cómo se encuentran? No han cambiado mucho. Salvo que mis otros hermanos y hermanas ya han sido informados de esta afrenta. Según como se resuelvan las cosas en Lanza del sol, puede que nos veamos de nuevo todos, cuando vayamos a demoler Valle Carmesí y destripar a vuestros parientes…

Esboza una sonrisa lobuna y se humedece los labios con deleite. Paladeando el sabor a sangre.

- No es algo en lo que puedas hacer nada, salvo mirar. Ahora aséate. Cuando termines los guardias te llevaran al patio para que te orees. Partiremos en un par de horas. 

Era mala... la situación era muy mala, y mucho me temía que nada podía hacer por cambiarla. Si las noticias habían llegado hasta Lanza del sol solo un buen político podría arreglarlo, y yo desde luego no lo era.
Aunque no todo eran malas noticias. Por mucho que me vigilaran siempre tendría más opciones de escapar en el viaje que en una jaula. Incluso de intentar asesinarlos... Pero por un lado seguía convaleciente, y por otro no sabía como mis acciones podían ahora perjudicar a mi familia.

-Muy bien...- Me limité a asentir con gesto sombrío.

Me habría gustado preguntar por Abh, pero no me pareció buena idea, así que lo descarté.

Siento el calor de mi cuerpo subir nuevamente. Mi familia, montón de traidores. Pensar en volver a verlos me irrita nuevamente. Sólo la esperanza de que mi hermana esté presente me alivia en algo. Quizás pueda hacer un plan, y escapar con ella. Dejar todas las mentiras y engaños atrás.

- ¿Y qué gano si colaboro?

Ladeo la cabeza levemente, observándote con seriedad.

- No creo que haya nada que ganar en vuestro caso, salvo la chance de ver a los Hansemigth humillados. En realidad, tampoco es necesario que vengáis voluntariamente. +le dio una inflexión clara a esta última palabra. Buena cama y comida no cambiaban la situación de prisionero+ Y podemos arreglarnos sin un testimonio. Pero sin duda vuestras palabras podrían servir para terminar de remachar el asunto…

Frunce el ceño levemente, recordando algo mas.

- También para que podais estar si se da que negociemos los términos con que cerrar este asunto. Aunque he escuchado que la mayoria de los piratas de Hierro abandonaron Dorne,. Los Hansemigth parecen haberlos atacado, tomando a varios prisioneros. Quizás algunos de ellos sean vuestros parientes… 

- Verás – Digo en tono seco- A mí no me interesa ni quedar bien con mi familia, ni mucho menos esos bastardos Hammsemight. Puedo ayudarte diciendo lo que haga falta, eso seguramente allanará el camino a tus intereses. A cambio busco mi libertad. Si además me ayudas a rescatar a mi hermana de las manos de esos cobardes, te ofrezco mis servicios y los secretos para la entrada a la fortaleza de mi padre.

Apoya su cuerpo contra la pared lentamente.

-Esos son precios muy exagerados… Tu libertad por un testimonio es muy pobre cambio realmente. Eres un pirata y el Príncipe Martell valorara tu palabra en esa medida… como mucho...

Encoje los hombros, al tiempo que cruza los brazos.

- Respecto a lo otro ni mencionarlo. No necesito una guerra con los Hansemigth si puedo destruirlos en la corte, y no tengo forma de ir a invadir un castillo en las Islas de Hierro, mucho menos interés. Tendrás que conformarte con lo que te ofrezco, o nada. Simplemente dejaremos que la tortura extraiga la información. Personalmente no tengo aprecio por esos métodos, pero mi hermana es… otro asunto, como Daeron podrá comentarte. El también vendrá a ver la caída de su casa. +sonríe de medio lado, al final.

Un balde de agua, jabón blanco y un trozo de tela áspera. Al menos ya no necesitas que otros te lo pasen, puedes por tu cuenta, aunque el escozor de las heridas hace que sea una tarea muy lenta. Todavia pasaran semanas, sino más, en volver a tu plena forma. Un tiempo que quizás no tengas

Con eso en mente y tras el baño, te llevan al patio frontal. Ves la torre Gargalen, el brillante sol, y sientes el aire del mar en tu rostro, así como el del desierto. Una veintena de jinetes, los mismos que capturaran a Lowe, están aprontándose, como así también algunos caballos más de menor calidad para los sirvientes, y un par muy buenos, de nobleza.  No hay carros. Se espera un viaje rápido pues. Ojala tus huesos lo aguanten.

Alzo la mirada y simplemente respiro. He pasado muy malos tiempos, y los que se presentan por delante no pintan mejor. La verdad es que no temo por mi destino, mi vida carece de importancia dentro de todos los tejemanejes políticos, y al fin y al cabo yo solo seguía órdenes. Con aquello podría ganarme el perdón, pero ¿para qué?
Que me quitaran a mi familia sería peor que quitarme la vida misma y estar atado de manos tanto literal como metaforicamente me hacía aun más daño. Mi familia se hundía y no podía hacer nada para evitarlo. Y lo peor de todo es que parte de responsabilidad la tenía yo mismo... Pero ¿qué podía hacer más allá de aguardar que el destino me presentara una oportunidad de ayudar a mi familia?
Estuve a punto de preguntar por si nos acompañaría el capitán, pero la verdad era que lo dudaba, y que tampoco importaba. Así que me limité a mirar al horizonte, a mi futuro.

Sonrío amargamente - Tu hermana puede intentarlo de nuevo, ya me tuvo al sol y sólo consiguió que abrace más a mi señor. He ofrecido lo que tengo, si no te interesa no veo para qué has venido a verme. Sin un acuerdo entre nosotros ese juicio tuyo puede no terminar tan bien como te gustaría. Es una cuestión de obtener el máximo provecho y no tendrías costos. Si no te parece que puedes ganar más de lo que pierdes, sólo pido una túnica roja para marchar hasta Lanza del Sol.

Keled suspira lentamente, caminando hacia la puerta con un meneo de cabeza.

- No estas ofreciendo nada de valor, capitán. Solo palabras y posibilidades que no son útiles a mi casa, y ahora el velo de una insinuación desagradable. He sido educado, con la esperanza de encontrar suficiente dignidad en vos para hacer lo que es correcto… esta vez. Pero si lo preferís del modo difícil, así sea….

Parpadea un poco, guardando las manos mientras su voz se oscurece.

-Creo que os dije que nosotros no tomamos prisioneros, señor Drakengaard. La celda al sol, era solo la persuasión suave. Os mostraremos el trato duro antes de partir.

Mira a los guardias, alzando el pecho

- Desnudadlo y arrojadlo en las letrinas, como al otro. Luego que mi hermana disponga de él. Decidle que basta con que llegue vivo y capaz de hablar, a Lanza del sol. No necesita estar entero... +ordena, con un estremecimiento que le hace sacudir los hombros hacia adelante, visualizando claramente la alegria que tendria Arianna de cortar y tajear a alguien. Pero al menos él no tenía que presenciarlo, si ella se ocupaba.

La paz lograda en estos días de encierro empieza a diluirse pronto. No soporto a este alfeñique, afeminado, de una delicadeza irritante. Hice mi intento de hablar, pero es una niña. Casi deseo que me pongan en manos de la hermana que parece tener mucho más huevos que él.

Que me corten y me quemen, me laceren y humillen. Quizás sea lo que merezco.

Los guardias comienzan su tarea ni bien Kaled sale del cuarto, tomando entre dos a Lowe mientras un tercero le arranca la ropa sin ninguna delicadeza. Los trozos de tela son arrojados a un costado de la habitación y el isleño, ahora desnudo, es llevado a transitar los pasillos de la fortaleza, hasta el patio frontal de la misma.

El sol cálido lo recibe. Puede verse mucho movimiento de la caballería y sirvientes aprontando monturas, la comitiva que partirá a Lanza del Sol. También una figura familiar… Daeron, de pie, pálido y esperando, mientras observa la marcha de la que participara, quiera o no. Todos detienen un momento sus actividades, para observar lo que ocurre.

El joven Hansemigth quizas sea el que mejor lo entiende, y puede sorprenderse un poco viendo desnudo al orgulloso capitán, pero sin duda mas cuando los guardias lo van guiando, no hacia los caballos,  sino a un lateral del castillo… ese donde están las letrinas. El fétido pozo espera.

A pesar de que nuestra relación no había sido la mejor, no le deseaba para nada lo que le iba a acontecer al capitán. Era un destino horrible, casi peor que la muerte, de hecho podía provocarte la propia muerte, una lenta, nauseabunda y deshonrosa. Esperaba que el pobre diablo sobreviviera a ello, era lo bastante rudo para conseguirlo aunque no pareciese muy listo.
Lo más extraño de aquello era que acabase allí, que lo torturaran de aquella forma solo podía significar que el capitán había intentado algo, alguna estupidez que hacía que cualquier trato con los isleños ya no pareciese tan valioso. O quizás simplemente nadie había querido pagar su rescate y se iban a divertir antes de matarlo, a saber. No te podías esperar nada de los Gargalen, pero entonces, ¿qué habrían hecho con Ahb?

Ya preguntaría si tenía ocasión a alguno de los curanderos.
Mire a la tropa esperando que se empezara a movilizar, iba a ser un viaje muy largo...

Todos me miran pasar como a un muerto en vida. La expresión en los rostros de los testigos de mi marcha es de terror, hasta pena en algunos. No me atemorizo, siempre he sido lo bastante necio como para no asustarme con el miedo de los demás.  Miro con desprecio a los otros, con el pecho inflado, convencido de que no debe ser para tanto.

El pozo se encuentra a un costado de las letrinas de madera que usa la tropa. Es un aro enrejado de hierro, que un par de hombres se apresuran a correr con palos. Apesta, con un hedor impresionante. Su fondo se pierde en la oscuridad, así como las dimensiones. Pero no cuesta nada imaginarse que hay al final.

Sin ceremonias, Lowe es arrojado dentro a darse un chapuzón en la mierda, entre las risas de los soldados…

Afuera, Daeron ve salir del castillo otra figura. La especial Arianne. Suelta y relajada, casi sonriente mientras hace girar la lanza en sus manos, acompañada de un par de soldados que cargan varios bolsos. Envía estos a la comitiva, y lo mira con sorna. Pero en vez de ocuparse del joven Hansemigth, va hacia el costado, en busca del capitán. Esta vez la cuestión de la tortura será rápida..