Partida Rol por web

Npc secundarios. Skills 5/4/4/3/3/3/3. 4 especialidades a medio rango.
Alford: mercenario espadachin
Shiva: soldado armas contundentes
Asdar: caballero religioso
Alesha: exploradora y arquera salvaje

Arqueros veteranos, npc relleno veterano. Skills 4-3-3, con especialidad en arco y supervivencia
Kodran
Helga
Styrmir
Yozenduff
Snorri
Svarti
Yngwe el guapo
Pilgrimm
Osca
Bianca

Npc relleno andalos. 4/3/3,. infanteria. especialidad en espadas y lanzas
Auren: caballero errante, secreta mujer
Wilford: caballero elegante?

Poco a poco, los Flechanegra se preparan para invadir su antiguo hogar. Es una sensación extraña, ni duda cabe. Casi pareciera algún juego de niños, como volver tras una noche de juerga sin ser descubierto. Solo que en vez de una reprimenda, son las crueles lanzas y hachas de los salvajes las que esperan.

Hay demasiado en juego para tomarlo a risa. Los números están parejos esta vez, y el valor no le falta nunca a un norteño, pero un error puede salir muy caro, no solo a ellos sino también a los indefensos prisioneros.

Es hora de demostrar para que valen esas manos ásperas, curtidas, cuando se trata de recobrar lo que les pertenece.

Aníbal, Snorri, Dánae y Fenrir avanzaron como sombras, separándose del grupo que se internaban en las alcantarillas. ¿Quién mejor que Fenrir? Les señalaba exáctamente donde debían ir y a veces Aníbal se asustaba cuando veía al huargo tras ellos, quien se movía como una sombra que solo dejaba por rastro las huellas de tierra en la fina capa de nieve que se depositaba con cariño sobre las calles.

Ni un alma se asomaba a las ventanas de sus casas con esos salvajes haciendo lo que querían en la ciudad. Aníbal les guió por la calle del manantial, bordeando la fuente hasta llegar a las puertas que entraban al fortín, el pequeño edificio o cuartelillo en el que estaban los calabozos. Aníbal echó un vistazo a la vigilancia, aunque probablemente esperarían a que empezara el jaleo, por si habían más salvajes dentro que salieran y se marcharan

Fenrir se había ofrecido a guiar en cierta forma al grupo de Aníbal... Galadir no los acompañaría, pero en todo caso podía servirles que estuviera afuera rondando el castillo. Si necesitaban podían ver cuándo se desataba la hecatombe para que ellos entraran en acción.

-Esperemos... con Galadir podremos saber cuándo debemos avanzar... yo les digo... si hay problemas, sacúdanme- dijo el sabio mientras se acuclillaba y se concentraba para entrar en la mente de su compañera...

Galadir, låt mig komma in och dela din ädla kropp... tack... tack... tack...

De pie junto a la Puerta del Druida, el pequeño grupo espero a que comenzara la lucha, mientras el grueso de la tropa se infiltraba por las cañerías.  No obstante, no fue tiempo desperdiciado.

Fenrir dejo su alma fluir y moverse, de su cuerpo al del águila, y muy pronto se sintió dentro de la fiera ave. Era… absolutamente otra cosa. Sus sentidos, su fuerza, su agilidad, sus instintos… todo cambiaba. Y la llamada del viento en las alas, se hacía sentir de una forma increíble, clamando por su compañía en lo alto.

La bestia no desaparecía; se hacían uno con el hombre. A largo plazo, eso podía tener riesgos muy serios, pero por ahora, era sencillamente hermoso.

Tras un breve instante de ajuste, comenzó a aletear y elevarse junto a la muralla del castillo, pasando de largo fácilmente de la vista de los guardias en las torres. Estos apenas le dirigieron un vistazo, tomándole sin duda por solo otro pájaro. No tardo en superar la muralla de la fortaleza de Robledo y volar sobre el frente. Diviso la entrada… y noto de inmediato que no había guardias en esa posición. El frente estaba abierto y desprotegido.

Todos parecían encontrarse en el patio, las torres, o en una terraza, ninguno cerca de donde el grupo esperaba... En total eran poco más de una veintena de hombres vestidos de pieles, haraganeando, comiendo o unos pocos, vigilando los exteriores. Quizás hubiera más dentro, pero  eso no podía saberlo. Lo único cierto, era que los números estaban parejos y la sorpresa todavía les favorecía. 

Tyr guardo silencio y tomo la delantera, indicando con un gesto a Rorgo que le siga, mientras el resto de los hombres y mujeres de aquel grupo de valientes se abrían paso uno a la vez. La única obviedad fue cerrar la marcha con Asdar, Auren y Wilford… cuyas armaduras de metal resonaban torpemente en cada mal paso. Nada mejor para echar a perder la sorpresa, pero tampoco podían quedarse fuera. Después de todo eran de los mejores en combate cuerpo a cuerpo.

Tras unos cuantos minutos de cautelosos pasos, llegaron a la boca deseada, la que daba al patio. Afuera podía oírse sin dificultad el sonido de hombres murmurando, conversando… No estaban muy lejos de la entrada. Habria que si o si, salir luchando y listo para ello.

Solo había un hacha de mano en la diestra de Tyr y nada más que ropas sobre su pecho, contra la imponente armadura y hacha larga de su tío. Quizás era hora de cambiar lugares. Con una leve sonrisa, cedió la iniciativa a Rorgo, aunque si lo rechazaba, él la tomaría sin dudar. Anibal y los demás esperaban esta distracción… y el filo de su arma, la venganza.

-Tu primero, tío… +susurro quedamente.

Tomó la palabra de Tyr y le avanzó ocupando su puesto. Rorgo sabía que su aspecto, por mucho que él no quisiera, siempre hacia dudar al enemigo y tenía que aprovecharse de ello, pues tendrían que suplir de alguna forma la diferencia del número de hombres. Se escuchaban  voces  y ya estaban próximos a la entrada, se giró hacia los demás justo antes de asomar por la boca de desagüe e hizo un gesto con su mano desarmada indicando que iba a entrar y que lo siguieran.

Destapó la rendija y sin hacer grito de advertencia, posiblemente ya les habrían oído empezar a salir, pero si no los habían visto tampoco sabrían su localización exacta, salió corriendo por en medio del patio hacia el primer salvaje que tenía delante alzando su hacha con las dos manos. Pronto lo siguieron los demás que iban saliendo uno a uno del húmedo pasadizo que acababan de recorrer. Styrmir, uno de los más rápidos ya había empezado a apalear a uno de los salvajes y la bella Bianca disparó una de sus flechas a la cabeza de uno que intentaba alejarse para advertir a los demás.

Esperaba que el alboroto que montaran ahí en el centro fuera más que suficiente para distraer la atención de Aníbal y los demás.

Rorgo sale como una fiera al campo de batalla antes que nadie. Ninguno de los salvajes tiene tiempo a reaccionar, cuando el feroz norteño se abate sobre el más próximo al desagüe. Su gran hacha traza un sorprendente arco y abre en canal al primero de los infelices, acabando con él.

Segundo emerge Tyr, y veloz se desplaza hacia el lado opuesto que su tío, usando su pequeña hacía de mano para buscar un hueco en el hombro del rival. La hoja hiende al salvaje, pero no lo bastante fuerte para matarlo gracias a las gruesas pieles... Mira al Flechanegra con odio, listo a devolver el golpe. Pero este nunca llegara, ya que Shiva, la cual aparece a su lado, se encarga de remediar al aplastarle la cabeza con su maza. Leve es la sonrisa en los labios de la guerrera.

Stymir y Bianca apenas salen y preparan sus arcos, pero eso toma tiempo valioso. Entretanto, Alford toma pie entre ambos, preparando su espada para ganarles esos segundos que necesitan, en tango Helga sale y los demás van preparándose…

Los salvajes se encuentran azorados. Dos han caído antes que ninguno blanda un arma. Pero se recuperan deprisa, y un rugido escapa de sus labios agrietados, para luego lanzarse a la lucha.

Adelantándose con pasos calmos, Alford encara al primer salvaje que se encuentra, y adelanta su espada. No se toma ningún reparo, y tras un leve galanteo con la hoja en el frio aire, la hunde a fondo en el vientre del bruto, acabando con él en un instante. Luego la saca, empapada en rojo, pero lista para el proximo...

Deja atrás a Tyr y empuña su mazo contra el próximo rival. Pero ahora es ella la que se confía, y el impacto es amortiguado por los brazos enfundados en pieles del soldado salvaje, quien permanece de pie tras el mismo!

La joven se apresura junto a Alford y dispara al salvaje mas cercano. Pero su tiro va con prisa y solo roza el brazo del hombre, causando apenas un ensangrentado rasguño…

Detras de su compañera esta Helga, y sus flechas mas que dispuestas a apoyarla. Otra saeta se clava en el mismo hombre, esta en donde el vientre y el pecho se juntan. Pero, duro como los hombres mas alla del muro son, no cae!

A diferencia de las chicas, él se para junto a Rorgo, confiando en apoyar el brazo del fuerte guerrero. Su saeta demuestra estar a la altura, acabando con la infeliz vida de otro de los soldados, gracias a un impacto certero en la cabeza.

El resto de los arqueros comienzan a salir y cargar, amontonándose en torno a su punto de ingreso al tiempo que preparan sus arcos. No cabe duda que la próxima oleada de saetas será letal, visto como el patio va poblándose de cuerpos salvajes sin que siquiera un rasguño ellos llevaran.

Hay que seguir así, hasta el final. Siempre y cuando puedan protegerlos de la viniente embestida.

Finalmente, la señal llega.

No es un grito de Rorgo, ni un bramido de Tyr, o la silbante saeta de alguno de sus acompañantes.

Son los feroces gritos de los salvajes, bramidos casi animales que surgen de las bocas de los conquistadores de Robledo, al ver que su presa todavía vive y les enfrenta.

Únicamente Fenrir puede darse una idea de cómo va la lucha, mientras observa desde los ojos de Galadir. Para los demás, permanecerá en el misterio, y solo resta confiar en que sus amigos y parientes lograran la meta.

Es hora de avanzar.

Fenrir disfrutó ese pequeño viaje. Siempre lo hacía. Volar era una de las sensaciones más hermosas que había vivenciado. Muchas veces se había replanteado si no podía ser adictivo o al menos que le dejara una sensación sosa el volver a sus dos piernas, pero una y otra vez había logrado superar ese miedo. Si ese miedo siguiera apoderándose de su mente, más peligro habría. Pero por ahora era algo que tenía controlado.

Finalmente la señal que estaba esperando llegó. Pensó que tal vez sería comenzada por sus aliados, pero no, se dio cuenta gracias a sus enemigos. Y éstos eran feroces...

Con un planear cada vez más rápido y descendente, quiso asegurarse de la situación para no dar una mala interpretación de los hechos.

Vamos Galadir, veamos más de cerca todo esto...

Aníbal alargó la mano, los salvajes salían de los cuartelillos y del interior, era el momento de luchar contra la impaciencia y la excitación, desenvainó su espada y la puso frente a sí, apretó el pomo y recordó la primera batalla contra los salvajes , recordó el golpe y recordó la derrota al recobrar el sentido. En aquella ocasión su padre, el Rey Sweep, murió porque no luchó a su lado, no dejará que sus hermanos murieran ahora. Tyr cuídate.

Los cuerpos iban cubriendo el suelo poco a poco y las esperanzas de que el plan resultara iban aumentando. Si seguían así podrían rescatar a ambos y seguir con el plan se defender su fortaleza desde dentro,  desde donde pertenecían.

Rorgo tras abatir al primer enemigo por sorpresa se prepara para encarar al siguiente. Ahora ya no lo tendrían tan fácil, o eso pensaba él. Emitiendo un feroz rugido se preparó para clavar su querida compañera en el hombro del enemigo más cercano. El hacha atravesó con gran facilidad la carne del salvaje dejando brotar la sangre. Sin dejarle un respiro otro de ellos se le estaba acercando por la espalda, mas no dejaría que se le acercara lo suficiente girándose con el arma alzada tomando el impulso necesario para rasgar las harapientas vestiduras del salvaje y herirlo.

Tras haber herido a ambos se gira a su alrededor para ver si siguen en pie y cuál será su próximo objetivo. Empezaba a diivertirse, empezaba a sentirse cómodo. Estaba en su casa y no iba a permitir que esa gente, que Azoth y sus esbirros, pusieran un pie en ella nunca más.