Partida Rol por web

Los días empiezan a transcurrir lentamente y se vuelven semanas…  Las cosas continúan bien por algún tiempo y avanzan sin duda, aunque es difícil precisar distancias navegando ese mar de arboles sin marca. Pero luego empiezan a complicarse.

Unos 10 días después de separarte de los Flechanegra dejan de encontrar caza, e incluso hierbas comestibles. Ni siquiera un bocado para meter en sus estómagos durante varias jornadas. Karkaroth es una bestia fuerte y puede resistir la privación bastante bien, pero Galadir pierde fuerzas a ojos vista. Tu no estas mucho mejor. Deben detenerse un par de días a intentar recobrarse, so pena de que el ave muera de hambre.

Finalmente, no obstante, el lobo logra dar con un ciervo extraviado. La carne asada les devuelve las energias, pero no hay manera de recuperar el tiempo perdido. Ya se hallan mas al sur y eso también trae un problema, puesto que la nieve esta desapareciendo; conseguir agua también se volverá un inconveniente, si no encuentran un rio pronto. Eso sin contar que será mejor que den con  alguna señal que guie su senda, ya que simplemente caminando hacia el sur, es poco probable que se den de bruces con la fortaleza de los Umber.

Un par de días después hallan la primera señal de vida humana. Huellas de caballos entre los arboles… y poco mas adelante, un lugar donde los cuervos se alimentan….

No queda duda que hay un cuerpo debajo de sus negras plumas.

El viaje al sur estaba siendo mucho más complicado de lo que había esperado. ¿Hacía tanto tiempo que no había estado en los bosques que ahora le costaba tanto sobrevivir en ellos? ¿Y si los Dioses no estaban bendiciendo su viaje? ¿Qué podía hacer para corregir su rumbo?

Todas esas preguntas, y más, pasaron por la cabeza del sabio día a día. Cada vez que veía que Galadir tenía dificultades para conseguir presas, Ferir le pedía disculpas y si tenía algo para darle, le daba. Karkaroth era otro cantar, pero también sentiría los rigores del viaje si seguían así.

Y él parecía que ya no estaba para esas travesías. ¿Estaban siguiendo el rastro o ya el lobo lo había perdido? Intentó corroborarlo él mismo varias veces a lo largo del viaje, para asegurarse de que estaban en el camino correcto. Pidió guía en sueños, y observó la naturaleza. Nada.

Una batalla... pensó Fenrir al ver esos cuervos, y las huellas de caballos. ¿Quiénes serían?

Ni bien Karkaroth cazó rápidamente uno, y Galadir otro, los demás cuervos huyeron en desbandada. El hombre de los animales se acercó al cuerpo con la intención de descubrir qué había sido de él, de dónde provenía, y hacía cuánto tiempo que estaba muerto. ¿Quiénes serían los jinetes? ¿Umber? ¿Alguna otra casa nobiliaria? Una partida de jinetes podría seguir sin problemas, pero antes deseaba sacar la mayor cantidad de información de ese lugar donde la muerte se había llevado a varias vidas.

Los cuervos dejan un tendal de plumas negras, pero no huyen del todo, solo se elevan hacia lo alto y se quedan circulando mientras unen sus números. Incluso la amenaza de Galadir no es suficiente cuando se trata de un banquete como este, pero tampoco se lanzan a ciegas, aguardando a ver si se retiran…

Ciertamente es una carnicería. Alrededor de una docena de cuerpos humanos y unos cuantos caballos se encuentran en el claro, devorados en gran medida. Están demasiado dañados por las aves y otros carroñeros para examinarlos, pero resulta muy claro que no murieron de causas naturales. Tambien es evidente que no llevan poco tiempo, ya que no queda demasiada carne en ellos...

Se aprecian restos de armaduras de pieles, lanzas, y algunas hachas rotas en el lugar. No son armas de salvajes, sino que están forjadas en hierro, lo que significa que son norteños. Pero no llevan ningún estandarte o insignia reconocible.

Karkaroth entretanto husmea en las cercanias y finalmente vuelve. Con la cabeza, señala en dos direcciones, indicando dos rastros distintos… Uno marcha hacia el Sur. El otro se dirige al Oeste.

Ferir se tapó la boca y la nariz con la manga. Por más que había pasado tiempo, el mero hecho de ver tal carnicería obligaba que pusiera todo su énfasis en no vomitar.

Cuánto dolor, cuánta muerte... ¿qué había sucedido allí?

Luego Karkaroth llamó su atención. ¿Oeste o Sur? ¿Hacia dónde podía ir? Hacia el Oeste, probablemente lo llevara hasta el territorio Umber. Si seguía hacia el Sur... ¿sería Niamh?

El viejo hincó una rodilla en la nieve acariciando el pelaje del lobo mientras veía cómo Galadir recuperaba fuerzas gracias al cuervo que no había podido escapar a sus garras. Las demás aves continuaban con su faena, como si aquellos depredadores no significaran nada para ellas.

Esa decisión podía significar el fracaso o el éxito en su misión. Tan simple y tan difícil de tomar al mismo tiempo. Cerró los ojos y meditó un momento, sintiendo la brisa fría, los olores, las sensaciones...

Tendría poco sentido que Niamh desviara su viaje al Oeste, aunque fuera buscando el camino principal.  Sin duda las huellas en esa dirección eran de una parte de los que habían luchado en este claro, pero difícilmente se mezclaría con la joven. Deben ser del otro grupo, a los que pertenecía el cadáver…

En cambio al sur… el viento frio acaricia tu rostro, llamándote. La casa Umber debe estar en el sur y seguramente sabrían de alguna lucha en sus dominios. Es mas, es probable que también participaran de este conflicto, por lo que seguir el rastro de sus hombres sin duda te llevaría a ellos. 

Los Umber... pensó Fenrir sintiendo por un momento lo que sentía a veces en los sueños... deben saber algo más, y hasta pueden tener a Niamh...

Fenrir revisó una vez más en busca de algo que le pudiera servir para el viaje, y luego enfiló hacia el Sur con Karkaroth a la cabeza. Se arrebujó en la capa de piel, y miró una última vez hacia el claro donde había sucedido esa matanza.

Tierra somos, y a la tierra volvemos...

El camino por el bosque húmedo y frio no se hace más fácil, pero el rastro permite que al menos sea claro. Los jinetes (pues pasado un tiempo resulta obvio han sido varios) dejaron su huella claramente entre el follaje al irse, y también a veces su sangre. Karkaroth apenas tiene que esforzarse para mantener el rastro.

De todas formas toma toda otra jornada para alcanzar un vasto claro; desde allí, se divisa un castillo de tamaño modesto, pero con imponentes torres y muchos hombres en las almenas. También hay jinetes patrullando el alrededor, y mas alla hacia el sur una pequeña aldea que se confunde con los arboles. Pero lo mas importante, es el rojo estandarte del gigante encadenado que flamea en sus banderas… el emblema de los Umber.

Había llegado. Las almenas repletas de hombres, los jinetes patrullando... estaban alerta y habría que averiguar el por qué. De todas formas, él era un simple campesino a los ojos de cualquiera. No tenía ni autoridad para intentar hablar con el Lord... aunque tampoco quería hacerlo. A menos que fuera muy necesario. Primero pasaría por el poblado para averiguar qué sucedía, y para eso tendría que dar un rodeo, así como también esconder a Karkaroth para que no lo viesen, ya que un lobo huargo como él bien podía despertar la ira de los cazadores.

Te toma el resto del día dar el rodeo, ya que también hay patrullas en la periferia de bosque.  Cuando llegas al sur, ya es de noche, y antes de las luces del poblado se divisan varias hogueras afuera: puestos de guardia evidentemente, dado que la aldea no tiene una empalizada ni nada que la proteja directamente.

Mientras tanto tienes tiempo de pensar; es una lastima que no hablaras con Anibal antes para aclararte algunas cosas, pero en líneas generales no sabes que los Umber tengan una gran relación con los Flechanegra, mas bien al contrario. Mientras los del estandarte del gigante tienen una gran reputación honorable y son valorados en la región, los Flechanegra están apenas encima de los hombres de los clanes. Básicamente, bandidos con titulo.

Así pues es difícil pensar en motivos por el cual estos irían prestos en su ayuda… Aparte de que, al menos en apariencia, están ocupados defendiendo sus tierras.

Los Umber estaban en pie de guerra. ¿Qué estaría sucediendo por allí? Tendría que averiguarlo y no quería llamar la atención, pero tendría que hacerlo. Sería raro que hubiese algún forastero al día siguiente y que ninguna de las patrullas no se lo hubiese encontrado antes. Daría pie a una serie de preguntas y sospechas que no quería generar en hombres que estaban esperando ser atacados. Prefería ser lo más directo posible.

Fenrir comenzó a caminar dándole una última mirada a sus compañeros. Ojalá los pudiera ver nuevamente.

El viejo se apoyaba en su cayado, y se dirigió directamente hacia una de las fogatas. Un viajero errante buscaría la seguridad de la luz, más que nada uno honrado como él...

-Alto! Quien anda por ahí?! +es el firme cuestionamiento que resuena en la noche cuando te aproximas a unos 10 metros del fuego.

Ya mas cerca, puedes observar que efectivamente, junto al fuego hay una media docena de soldados, la mitad acostados, los otros en guardia. El que habla parece ser su cabecilla, un hombretón curtido pasados los treintas.  Tanto él como sus hombres están volviendo las espaldas a las llamas para no comprometer su visión en la noche, lo cual informa que no son novatos sino que tienen cierta experiencia.

También es obvio que son diferentes a los cuerpos que encontraste. Visten cotas de escamas de hierro y se abrigan con capas de buena piel, llevando el emblema de los Umber con orgullo. Son soldados de primera.  Habra que ir con cautela si están tensos…

-¡Un viajero buscando el calor de la lumbre!- respondió deteniendo su avance y levantando su mano libre -¿Los Umber aún poseen hospitalidad? Necesitaría pasar la noche a cubierto-

Fenrir sabía que si estaban así de nerviosos, mejor era no provocarlos.

La mirada del hombretón te estudia detenidamente, buscando armas sin duda.

-Acércate… No es noche ni tiempo para viajeros. ¿Cómo te llamas y de donde vienes?+replica, indicándote las llamas para que entres al circulo de lumbre, o quizás para que tomes calor de las mismas. Puede que ambas cosas.

-Oh... hay viajeros y viajeros- respondió Fenrir mientras caminaba hacia el fuego, sin ocultar sus armas: su espada colgando del cinto, su hacha de mano del otro lado de la cintura, y su arco a la espalda.

Ningún viajero que se precie de serlo estaría sin armas en el Norte, donde los lobos y los bandidos son tan cotidianos como la nieve cubriendo todo hasta el horizonte.

-Mi nombre es Fenrir, "El Sabio" me dicen por mis conocimientos y consejos- respondió el viejo -Es más, si hubiera algún herido o enfermo, bien podría intentar ayudar-

Y finalmente, debía responder la pregunta complicada.

-Vengo de aquí, y de allá... pero mi hogar está al Oeste de aquí, llegando casi a la costa-

-Ajam… ¿De la costa? +replica, con la mirada ceñuda+ ¿Quién es tu señor?

No apresta las armas, pero se mantiene alerta, sin duda desconfiado. Algo no le cierra en tus palabras..

-Podríamos tener algo de trabajo para ti, buena carne y cerveza…+añade como al descuido, pero alentando tus palabras un poco.

Los soldados entretanto siguen el ejemplo de su jefe, pero parecen algo mas relajados, volviendo a vigilar mas los alrededores que a ti. Cerca del fuego, el calor es agradable, pero tambien puedes notar que de los acostados hay uno vendado parcialmente. Estos soldados han estado en la lucha no hace mucho.

-Antes de que saliera a caminar mundo, mi señor se llamaba Jon Karstark...- dijo sinceramente el viejo acercándose al fuego -Soy de "Nieve Eterna", un poblado a unas millas de Bastión Kar-

Miró al soldado y sonrió de lado.

-Si tienen trabajo para mí, carne y cerveza, creo que he llegado al lugar perfecto- dijo calentándose las manos y sin mirar al herido, sino más bien, centrándose en rezar a sus Dioses para que lo ayudaran en un momento crucial.

-¿Qué necesitan de mí?- preguntó mirando nuevamente al soldado que le había hablado desde un principio.

Asiente con un lento cabeceo, pero su expresión no se vuelve automáticamente amistosa por el reconocimiento del nombre. Indica con la mandíbula adelantada al lesionado, mientras los adormilados se despiertan.

-Owen recibió un lanzazo hace un par de días… Parecía un rasguño, pero se puso peor. El sanador todavía no ha tenido tiempo de llegarse hasta aquí. Si puedes hacer algo por el, tendrás comida esta noche. +indica sobriamente.+ Luego veremos.

Dos días… es mas o menos el tiempo que llevaban los cuerpos del claro pudriéndose.

Fenrir se acercó al herido y se descolgó la mochila.

-Owen... mi nombre es Fenrir... te ayudaré con la herida, ¿de acuerdo?- le dijo amablemente mientras esperaba a que éste se sacara la ropa de la zona para poder actuar con sus hierbas y conocimientos.

-¿Tienen vendas limpias? Necesitaré agua también- le pidió al soldado que había hablado con él.

El hombre, un soldado joven que no debe rozar la veintena, asiente. Despacio se quita la manta para dejarte ver su herida. Las vendas cubiertas de sangre seca en el brazo derecho… Tiene otras, sobre su cabeza y hombro, pero esa de lejos se ve es peor. En tanto la retiras, te pasan un cuenco con agua, y unos trapos que hacen las veces de vendas.

Luce muy mal. El lanzazo golpeo la cara interna del brazo, sin duda cortando una vena. Pero aparte la zona esta infectada; probablemente algún trozo de la punta le quedo dentro, o bien tenia alguna toxina. Es tarde para salvarle el brazo, pero morirá si no se lo amputan. E incluso así puede que no lo logre.