Partida Rol por web

Lady Mollie entra en el salón corriendo justo después de que Sir Llywelyn se haya marchado

-Mi señora, ¿os habéis enterado? -preguntó la joven intentando recuperar el aliento-. Los sajones se han adentrado en Salisbury, dicen que los han visto cerca del señorío de Woodford

Eslasaid se encontraba disponiendo las últimas preparaciones tras la partida del caballero, hablando con el servicio y finiquitando todos aquellos asuntos. Así que, cuando vio venir a Mollie con aquellas prisas su corazón dio un vuelco pues ahora siempre esperaba malas noticias y, de nuevo, así era...

- Mollie, más despacio, por favor... - Escuchó con atención lo que estaba diciéndole mientras su rostro mantenía aquella expresión preocupada que ya era habitual en ella - Debemos avisar al Conde y a mi esposo... Es posible que lo sepan ya pero no podemos arriesgarnos... Avisar al correo, que tengan preparada una paloma, iré en breve para enviar la misiva. Qué preparen también al jinete más veloz, deberá ir raudo a avisar a su señor. Avisar también a las gentes de Cholderton e Idmiston, prepararemos patrullas ciudadanas.

Edward ya estaba hablando, pero Llywelyn había emprendido la marcha 10 días atrás, precisamente para esto. Él mismo podría haber entregado esa misiva, pero, venía para actuar de otra manera. Quería hablar con el Conde, y no dudaría en marchar a la guerra otra vez, pero, quería poner en conocimiento datos y demás para, poder luchar. Ya lo había hecho antes, lo de dirigir un grupo, y puede que no fuese el mejor general de todos, pero, estaba en ello.

- ¿Podemos hablar Mi Señor?

Sir Cuthbert miró sorprendido a los caballeros que iban en dirección a los sajones... Un tanto perplejo esperó para ver si iban a atacar a los sajones o habían llegado a algún tipo de acuerdo. No le parecía sensato lo segundo aún así aguardó antes de tomar una decisión, para ver qué hacían allí tantos caballeros sin ejército y tras los sajones.

El rubio se sonrojó un poco, pues la premura y la sorpresa le habían impedido mantener las buenas formas, que Sir Ewan sí que pudo mantener. Sin embargo, su vista permanecía fija a la masa de sajones que se movía por el terreno.

— Ciertamente os acompañaré, Sir Ewan —respondió él, afirmativamente, mirando de reojo a su escudero—, aunque Stapleford está demasiado cerca de la línea de avance de los sajones, podría ponerse en riesgo el escudero. Recomiendo que Lucas vaya a Burcombe, pues Sir Aidan es un buen amigo suyo, ¿no? Estoy seguro que atenderá a sus palabras con prontitud. Frederick puede hacer el viaje hasta Newton y alertar a Sir Alein también —miró al mencionado y asintió, pues el joven ya tenía sus órdenes. Volvió a mirar a los sajones, inseguro—. La cuestión es cómo evadirlos, aunque si lo hacemos al abrigo de la noche a lo mejor podríamos sobrepasarlos. Otra opción es dar un rodeo a galope.

Mientras hablaba, el señor de Tisbury acariciaba nerviosamente el pomo de su espada.

Sir Ewan negó con la cabeza - Dudo que podamos esperar a la noche, estarán en Woodford antes de eso. Tenía pensado rodearlos y aprovechar la velocidad de la montura para sobrepasarlos y llegar al señorío antes que ellos, con tiempo de preparar las defensas. Si nos abrimos lo suficiente para evitar su flanco norte podremos hacer buen tiempo sin que nos vean. - miró a los escuderos luego, y asintió - Es una buena idea, Lucas, ve a buscar a Sir Aidan, y dile que marche hacia Woodford con la gente que considere necesaria, dile que hay cien sajones en marcha hacia dicho señorío, y que envíe también aviso a Sarum. También deja aviso en Barford de pasada, pero no te entretengas allí, necesitamos a Sir Aidan.

Que sea muerte pues! MUERTE!!!!

El sonido de los caballos al golpear el suelo me recuerda a los tambores de guerra, el viento en la cara y el enemigo al frente que ve como nos precipitamos hacia ellos llevando dolor y sangre. Esto es lo que mejor se nos da da los caballeros de Britania, convertir nuestra tierra en instrumentos de música y nuestros brazos en instrumentos de furia y venganza.

El impacto contra el débil extremo de la formación sajona termina con varios caracerdo por el suelo gimiendo y alguno parece que para no levantarse más y nosotros sobreviviendo al primer impacto. Era de esperar pero ver cómo la sangre resbala por mi brazo y saber que no es mia... eso no lo esperaba. Ha sido un buen golpe.

Me paso los dedos  por la cara que ahora queda teñida por 4 líneas rojas y golpeo mi escudo con rabia. Muerte, Muerte, Muerte!!!!

Caderyn tragó en seco, pues Sir Ewan tenía razón... aunque por mucho que su espada quisiera probar sangre sajona, ahora había otra cosa templando los pensamientos y las acciones del rubio. Volvió a mirar en dirección a Berwick, suspiró, y luego asintió a su hermano de armas.

— Debe hacerse —respondió él, decidido.

El de Tisbury desmontó con rapidez, pues había estado viajando en su rocín, y no tardó en montar el corcel que Sir Roderick tan agraciadamente les había regalado. La bestia relinchó con suavidad, impaciente, pues era la primera vez que Caderyn lo montaba fuera de su señorío. Por lo menos estaba bastante más descansado que su caballo de viaje, cuyas riendas entregó a su escudero para que lo llevara consigo.

— No me habéis fallado nunca, Frederick, y ahora sería un mal momento para empezar —bromeó con el joven, dándole una palmada en la espalda y finalmente enviándolo hacia Newton. Acto seguido, miró a Sir Ewan—. ¿A la de tres? —preguntó, tratando de mantener la gracia en su voz, aunque la verdad es que estaba bastante preocupado. Al menos le había cambiado la silla al corcel con antelación, y aquella vieja reliquia que le había legado su padre seguramente le vendría de maravilla en un momento así.

Algún día se contaría historias sobre dos locos que se enfrentaron a un ejercito de sajones ellos solos, solos con sus monturas y sus lanzas, pues ni siquiera sus escuderos estaban con ellos.

Los gritos de guerra sonaron en el campo de batalla cuando Sir Bronn y Sir Floridas se lanzaron al ataque, Sir Bronn como alma enloquecida comenzó a golpear a los sajones con su lanza acabando con uno de ellos, clavándosela quien sabe donde, pero el palo de la lanza estaba ensangrentada y con eso le bastaba, y lo mejor de todo es que seguía teniendo su lanza, no la había perdido en combate.

Sir Floridas detrás de él clavó su lanza en uno de los sajones que tenía frente a él, la lanza se rompió en el impacto, pero consiguió dejar gravemente herido al sajón que cayó inconsciente al suelo.

Pero los sajones les superaban por número, pronto se vieron rodeados, había cuatro por cada lado de ellos, no sabían si vendría la ayuda, pero quizás cuando llegasen... fuese demasiado tarde...

-Hablad rápido, no sabemos del tiempo que disponemos -urgió el conde cuando Sir Llywelyn pidió hablar con él

Ves como los dos hombres se lanzan al ataque contra el ejercito sajón, son ellos dos solos, pues no ves que estén con sus escuderos. Uno de ellos, Sir Bronn, consigue matar a un sajón, el otro, Sir Floridas hace caer a otro, pero pronto son rodeados por el ejercito sajón

Mientras Sir Ewan da instrucciones a su escudero escucháis un grito, entonces lo veis, Sir Floridas y Sir Bronn se han lanzado al ataque, pero están ellos solos, pues no veis a sus escuderos por ninguna parte. Podéis ver como cada uno acaba con un sajón, pero están en inferioridad numérica y pronto son rodeados por el ejercito sajón

Te aproximas al río que da al señorio de Woodford, es entonces cuando escuchas un grito, entonces lo ves, Sir Floridas y Sir Bronn se han lanzado al ataque, pero están ellos solos, pues no ves a sus escuderos por ninguna parte. Puedes ver como cada uno acaba con un sajón, pero están en inferioridad numérica y pronto son rodeados por el ejercito sajón

Ahora que veía más de cerca al ejército Sajón y sabía que los demás caballeros habían acudido a su tierra para rescatarla. Cosa que los enaltecía más como caballeros, se congratuló por ello y esperó ver cuan cuantioso era el ejército enemigo.

No tenía buena pinta y, lo peor, era que sus dos vecinos se habían lanzado de cabeza a una muerte segura... Algo que Caerwyn consideraba una negligencia, como una hormiga frentando una bota.

Resopló indeciso, mirando en todas direcciones. ¿Acaso el Conde no habría recibido su mensaje? Esa posibilidad le hirvió la sangre.

—Kieran— dijo, muy serio a su escudero —. Dame la lanza y ve a los señoríos más cercanos a Woodford. Alértalos del peligro inminente y consigue toda ayuda posible. Si ves a otros caballeros, avisa de que Sir Bronn y Sir Floridas pueden estar en peligro— fue dando las órdenes una a una, claras y concisas —. Y no le digas a Sir Caderyn que corro peligro... No quiero que haga algo temerario— miró hacia el lugar donde el ejército estaba rodeando a sus compañeros y apretó la mandíbula —. Vete ya, Kieran. Nos volveremos a ver, muchacho— dijo, esbozando una sonrisa, aunque sonaba más a despedida —. Y que Dios te guarde.

Vio a su escudero partir y arrugó el ceño. Aseguró su escudo, afianzó su lanza y resolpló, antes de dar un toque a su montura con los talones. Necesitaba pensar bien cómo proceder para ayudar a sus camaradas, pero en absoluto quería cometer una temeridad.

No tenía miedo, incluso sintió la tentación de ayudarlos, pero había mucho más que arriesgar y, ahora, otra vida dependía de ella. Su única esperanza, era cubrir la retirada de los dos caballeros si tenían la sensatez de salir de aquel embrollo.

No era momento de pensar ni buscar tácticas, todo a nuestro alrededor es armas afiladas y cuerpos que buscan nuestra muerte, no queda otra que golpear y movernos, golpear y movernos porque si nos rodean estamos acabados.

Clavo la lanza en una cara fea... qué vamos a esperar de los Sajones! un sajón menos en Britania hará que nuestra tierra sea una tierra mejor.

Al ver a los imprudentes caballeros cargar contra un enemigo superior, su corazón se encendió y por un momento estuvo a punto de acompañarlos... pero entendió que era más importante llegar a Woodford y avisar a su señor que lo atacarían. Luego rescatarían a Sir Bronn y a Sir Floridas. - Sir Caderyn, se que deseais como yo uniros a la gloria de ese asalto, pero nos debemos al Conde y no a nuestras pasiones, gabalguemos hacia Woodford, nuestros compañeros nos han regalado tiempo de gracia. - no sabía cuánto se detendría la marcha del ejército para reducir a los caballeros, pero ese tiempo debía aprovecharse para preparar las defensas.

Con las órdenes dadas a los escuderos, Sir Ewan se dispuso a rodear al ejército sajón en compañía del de Tisbury.

Caderyn apretó la mandíbula al ver que Floridas y Bronn, dos de sus camaradas y hermanos de armas, se lanzaron contra el ejército sajón. El caballero cerró sus dedos en torno a la empuñadura de su espada con tal fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, pero una simple mirada hacia más allá del río bastó para disuadir al de Tisbury, que dejó salir todo el aire de sus pulmones de golpe. Las palabras de Sir Ewan lo devolvieron a la realidad.

— Tenéis razón —concedió escuetamente, tomando nuevamente las riendas del corcel con ambas manos, presto a cabalgar—. Con algo de suerte y buena voluntad, los sajones preferirán reducirlos a asesinarlos. Después de todo, son riquezas lo que buscan —el caballero espoleó su montura y murmuró una plegaria por sus compañeros, siguiendo de cerca al caballero de Dinton.