Partida Rol por web

Viendo que el tamaño del ejército enemigo era abrumador... y sabiendo que nada podía hacer para ayudar a aquellos caballeros, se dirigió con su plebe a Sarum para alertar a la ciudad y ponerse a salvo en su castillo fortificado. Teniendo cuidado de no ser descubierto y alejándose de forma astuta de sus tierras, aprovechando que el enemigo estaba ahora concentrado en los caballeros que presentaban batalla al ejército Sajón. Pasó por Newton... y mandó a su escudero allí para que alertara de la horda de sajones y que después se dirigiera hacia Sarum. Para reunirse con él tras la muralla.

Tras dejar los restos de su lanza clavados en el pecho de uno de los sajones, Sir Floridas desenvainó una espada. No desenvainó su espada normal, sino una antigüedad de cobre de su familia. Si debía morir, al menos su herencia familiar probaría la sangre sajona. En esos segundos, cuatro sajones le rodearon. Vio de refilón como Sir Bronn era también rodeado. O abrían un hueco, o estaban perdidos.

Sir Floridas centró su ataque en uno de los enemigos con la esperanza de poder salir sobre su cadáver.

Estaba claro que no había mucha paciencia en estos momentos. Hace una leve reverencia y asiente.

- Mi señor, deseo obtener su permiso para hacer de explorador, batidor y escaramuceador contra los sajones, y si tiene a bien, poner o disponer de cualquier ayuda, será bien recibida. Por supuesto, toda información que se obtenga, tanto de movimiento de tropas, como de avances y demás. Además, tengo pensado que puedo obtener ayuda de hombres de armas, como sargentos y demás. Hace un gesto personal, con la mano sobre el corazón. - Siempre en beneficio del Reino, de la gloria de sus Señores y de la Paz en sus tierras. De todas maneras, me gustaría participar en este Consejo de Guerra, y si obtengo misión o permiso con el mismo, aceptando órdenes del mismo y colaborando para el bien común.

Sir Bronn clavó su lanza en uno de los sajones, pero éste interpuso su escudo que sumado a su armadura consiguió reducir bastante el daño recibido. Mientras tanto, uno de los sajones que lo rodeaban lo golpeó con su hacha haciendo que perdiese el equilibrio y cayese al suelo, en el suelo los golpes de los sajones eran fáciles de dar en su objetivo al tenerlo rodeado, pronto los golpes fueron demasiado para el pobre caballero que cayó al suelo inconsciente.

Sir Floridas sacó su reliquia familiar y golpeó con fuerza a uno de los sajones arrancándole la cabeza con aquella espada, por desgracia la espada se rompió al hacer aquella gesta, pero tenía arreglo si era capaz de llevarlo a un herrero. Pero Sir Floridas al igual que Sir Bronn, se había concentrado en un solo enemigo, dejando a los demás con posibilidad de atacarlo con la guardia bajada, el primer golpe no tardó en llegar, pero a diferencia de Sir Bronn, Sir Floridas consiguió mantenerse sobre su montura, un segundo ataque casi lo hace caer, pero encabezonado en mantenerse sobre su montura, así lo hizo. Finalmente un tercer ataque consiguió traspasar la dañada armadura y clavarse en la femoral, cuando el caballero cayó al suelo, ya estaba muerto

Ves como la batalla sigue sucediendo mientras Kieran se marcha a avisar al Conde, entonces ves que los dos caballeros caen de sus monturas. Los sajones siguen su camino hacia el señorío de Woodford, en esta ocasión sin nadie que se lo impida

Mientras Sir Caerwyn en el puente que une el extremo donde se encuentran los sajones y el camino hacia Sarum, ve de repente una gran comitiva, en su mayoría de campesinos, es entonces cuando ve a quien los lidera, es Sir Cuthbert

Mientras la lucha tiene lugar, llegáis al señorío de Woodford, encontráis las puertas abiertas, entonces entendéis porque Sir Floridas y Sir Bronn han decidido luchar en campo abierto, el señorío está abandonado, no queda nadie, ni campesino, ni animales, nada, al parecer Sir Cuthbert había hecho huir a toda su gente abandonando así su señorio.

Pero lo peor fue, cuando el sonido de una trompeta os anuncia que los sajones están cada vez más cerca del señorio, al parecer el combate había acabado

-No va a haber consejo de guerra, los sajones están en nuestras puertas, han entrado en Salisbury, vamos a atacar con nuestras tropas, seguramente será una pequeña avanzadilla de reconocimiento, pero no dejaremos que se salgan con la suya, si perdemos mucho tiempo se retiraran antes de poder hacer nada, así que acercaros Sir Edward y vos al señorío de Woodford y ser nuestros exploradores, cuando llegue con la tropa quiero saber a qué fuerza nos enfrentamos

-Al parecer vuestro esposo y el Conde están informados, me he encontrado a un campesino que veía por el camino, es él quien me ha informado, pasaba justo por el camino cuando el séquito del Conde se paró porque unos escuderos le dieron aviso de que los sajones habían sido vistos en Salisbury, el Conde junto a vuestro esposo y otro caballero han ido a Sarum para prepararse para el ataque

- Entiendo... Aún así no podemos quedarnos ociosas... Debemos procurar que Cholderton e Idmiston estén a salvo, que sus gentes no corran peligro, aunque debamos intentar organizar una milicia entre el pueblo... Porque no creo que sea adecuado que nos quedemos encerradas aquí mientras el resto del pueblo está en peligro... 

Era justo lo que ofrecía y pedía permiso, aunque mi propuesta era sustancialmente más amplia.

Al mismo modo que se había presentado, realizó la misma genuflexión, y con un sardónico: - Con su permiso. Giró grupas y se encaminó, con un: - Vamos Noah, la guerra no espera.

Sir Edward era buen jinete, así que seguro hablaría lo que hubiera que hubiese interrumpido Llywelyn, y les alcanzaría en breve.

El pelinegro gruñó impotente, pero meterse allí era un suicidio. Quiso gritar de ira, cargar contra ellos... pero la cordura gritaba más fuerte y le instaba a buscar refuerzos.

Fue entonces cuando, mientras los sajones proseguían hacia Woodford, Caerwyn logró divisar a otro caballero y no dudó ni un instante en acudir a su encuentro, espoleando su caballo para unirse a Sir Cuthbert en cuanto reconoció sus colores.

Sir Cuthbert divisó a sir Caerwyn que se acercaba a ellos. El caballero se acercó a aquel hombre que había demostrado su valía varias veces en el combate. Con un gesto de cortesía de la mano se acercó para hablarle desde su caballo: - Son ochenta sajones los que están invadiendo mis tierras vamos a Sarum y de paso alertar a los Newton. En la ciudad podemos pedir soldados, atacar solo caballeros sin soldados es una locura, Sir Caerwyn, por favor razonad y venid conmigo.

—Sir Cuthbert— dijo el de Berwick al llegar hasta él —, me alegra veros con vida— dijo con sinceridad antes de mirar con pesar hacia el grueso de los sajones —. Pero me temo que Sir Floridas y Sir Bronn han caído tras lanzarse contra los sajones... No llegué a tiempo a detenerlos— resopló impotente antes de volver a mirar al señor de Woodford —. Imagino que son vuestras gentes— dijo el de Berwick, señalando a los aldeanos —. Os acompañaré y ayudaré a protegerlos, pero creo que Sarum pudiera ser el verdadero objetivo de los sajones— comentó el pelinegro —. Igualmente he enviado a mi escudero a avisar a los señoríos cercanos, y escribí una misiva al Conde antes de salir de Berwick Saint James...— suspiró, negando con la cabeza al recordar a sus vecinos —Sólo espero que Dios se apiade de nosotros.

Caderyn detuvo su montura de golpe al ver que Woodford estaba abandonado, compartiendo con Sir Ewan una mirada de preocupación y, hasta cierto punto, temor.

— ¿Acaso se han sacrificado por un señorío vacío? —preguntó, mirando hacia las puertas abiertas de par en par, apretando la mandíbula—. No tenemos nada que hacer aquí, Sir Ewan. Lo mejor será continuar nuestra marcha hasta el próximo señorío. Con algo de suerte, nos encontraremos con Sir Cuthbert en el camino, y quizás alguien más que pueda prestar ayuda.

Dicho esto, el de Tisbury volvió a espolear su montura, dispuesto a alejarse de aquel lugar, pues intentar defenderlo era equivalente a cargar contra los sajones a campo abierto: un suicidio. Lo que más le preocupaba era que cada vez se alejaban más de Sarum, pero esperaba que las tropas del conde fuesen lo suficientemente rápidas.

Sir Caerwyn dudaba en lo que debía hacer, si seguir la petición de Sir Cuthbert o no, es en ese momento cuando dos caballos se acercan a ellos. Son Sir Llywelyn y Sir Edward

Veis una gran columna de humo, es el indicativo de que el señorío de Woodford ha caído, al parecer el ejercito sajón no tenía intención de capturarlo, solo de crear terror y destrucción.

Cuando los hombres del Conde de Salisbury llegan es demasiado tarde, no encuentran más que las ruinas de lo que en su momento fue Woodford. Sir Cuthbert se había quedado sin hogar, en caso de no poderse permitir comprar o rehabilitar el que una vez fue su hogar, debía depender del Conde, convirtiendose en un caballero mantenido.

En mitad del caos y la tristeza, un hombre camina por el camino, desorientado, herido y triste, Sir Bronn, al parecer había conseguido pagar su rescate y ahora volvía a ser un hombre libre