Partida Rol por web

Camino despacio, tomándome todo el tiempo del mundo y con mis ojos bailando entre los presentes y un pergamino que oteo de vez en cuando. Con el ceño fruncido de vez en cuando emito un gruñido leve hasta que al fin llego al lado del pelotón novato. Muchos estarán lloriqueando e implorando por marcharse a lo largo del día, y no puedo evitar preguntarme cuántos me sorprenderán. Pocos, seguro.

Una mirada de soslayo es todo lo que le dedico al instructor, tras observar su posición  y cerrar los ojos un segundo como único saludo. Después veo cómo solo unos pocos han avanzado y han intentado cuadrarse. El lado derecho de mi labio se alza para mostrar un poco de mi blanca dentadura en una amenaza similar a la de un depredador que ve presas demasiado fáciles.

Bethanie, un punto menos. Threkor, un punto menos. Anthor, un punto menos. Y todos los demás que no estáis en posición, otro punto menos. Tenéis treinta segundos para estar en lista o marcharéis por donde habéis llegado.

Mi voz no tiembla, por el contrario, suena dura, segura y contundente. Lo que decía, se hacía. Una rápida mirada mirada al instructor dejaba claro que sé que me ha entendido y que está  tomando nota. Solo entonces comienzo a caminar hacia los pocos formados y la primera es Naya, a quien miro de arriba a abajo, doy un paso hacia la izquierda, evaluándola con la mirada y llevo mi índice a su mentón para girar un poco la cabeza, apenas perceptible, hacia la derecha. Asiento un poco más convencido y entonces una única palabra.

Nombre.

Mas no espero a que responda, doy un par de pasos hacia la siguiente recluta, su hermana. A ella le alzo el mentón y echo sus hombros un poco para atrás. Mis ojos se clavan en los suyos, un par de segundos y, sin decir nada, paso al siguiente.

El chico siguiente, Vingard, hace que me quede mirándolo directamente a los ojos, sin inmutarme, sin parpadear por medio minuto y respirando con fuerza. Hay algo en su mirada que me gusta, más hay algo en su postura que no, pese a haber imitado bien a las chicas: meto mi pie entre los de él tras colocar ambas manos fuertes y firmes en sus hombros, marcando la yema de los dedos sólo para ofrecerle el seguro de que no caería y muevo el pie de derecha a izquierda hasta que sus pies quedan perfectamente alineados con sus hombros. Entonces, otro par de segundos mirándole antes de pasar al siguiente.

Sólo espero que estos momentos le de tiempo a la panda de novatos a colocarse, o dejarán de ser novatos demasiado pronto.

Inspira con fuerza y descruza su gesto, brazos largos y sueltos. Decide equilibrar los hombros, sacando pecho y posicionando los pies con parsimonia. Era una imitación nítida de los que no habían perdido punto alguno. Eso sí, cuando Vingard rectificó los pies, le acompañó en un acto reflejo.

Cuando no era necesaria más mímica, volvió a mirar al frente.

Vingard dibujó de nuevo su media sonrisa. Con la expresión fija al frente, tras observar los ojos fríos y profundos de su Instructor. Era un hombre duro, directo e inflexible. Un reto de lo más interesante. Por el momento su astucia le había permitido sortear la impresión inicial. Pero necesitaría algo más para cuando empezaran los puñetazos.

Debía percibir todo a su alrededor, descubrir las capacidades y debilidades de sus compañeros, tratar de avanzarse a las pruebas para poder estudiarlas. La ventaja es que indagar sobre ellas no estaba prohibido. ¿Quizás Ali sabía algo sobre las pruebas que habían superado los anteriores guardianes? Debería preguntar, entrenar y prepararse.

Entonces Vingard pensó en un lugar donde podría sacar más información de la guardia negra. De seguro en la enorme biblioteca había tomos enteros sobre las pruebas de ingreso, los grandes luchadores de antaño y hasta podría encontrar la biografía de ese tutor de piel oscura y mirada de acero.

Adaptarse o morir. Y solo el más fuerte sobrevive.

Un punto menos, ¿pero esto que es?

A pesar de todo, intenté adoptar la posición rígida y artificial que Naya y Vingard habían adoptado al principio. Me daba la impresión de que las cosas serían más duras de lo que en un principio había supuesto. Lo de pasar unas pruebas para ingresar estaba bien y lo de la disciplina militar, bueno, creía que todo se reducía a llevar armadura, matar gente en las guerras y no dejarse matar en esas guerras. Lo de las poses y saludos no me imaginaba que fuera tan estricto.

Creo que iba a tomar mis primeras clases de disciplina.

Pasé la mañana en la fila, seguro era uno de esos "talentos" con los que Orholam dotaba a la gente. Al parecer lo tenia. Habia sobrevivido en base a pastelitos y a las conversaciones cercanas que me distraian. En definitiva Orholam me ayudaba. Cuando llego el tipo bajo y musculoso. Me giré a escucharlo, no solo por las ansias de comenzar, sino por el tono de voz energico fuerte. Aun asi, lo que de verdad me hizo ponerme firme fue el hombre alto y fornido que estaba a su lado al que no pude evitar mirar de reojo. 

Pensé que el suelo temblaria cuando hablara, por suerte, solo me estremecí yo. El instructor lo llamó Puño de hierro. No sabia que clase de nombre era ese ¿Pariano? Tanto su apariencia como su nombre eran intimidantes. Y mientras hablaba sentia ganas de correr. Seguro la dieta de los guardias negros estaba limitada a piedras. Necesitaria equilibrarlo con bastantes ciruelas para poder pasarlas. Pero debia ser fuerte, asi me den tierra de comer. No podia regresar a casa sin haber entrado a la guardia. 

No podía creerlo, ¿un punto menos solo por no saber lo que nadie me había indicado?, resoplé enfurecida e intenté imitar la postura de los demás, en especial la de Naya a quien no le había dicho nada. Desde luego parecía que no iba a ser un camino de rosas, quizás no había sido muy buena idea venir después de todo, pero ahí estaba, ahora tenía que dar lo mejor de mí e intentarlo al menos.

Miré de reojo a los demás, alguno parecía que también le había pillado de sorpresa lo que nos había dicho el hombre oscuro que daba tanto miedo, me aliviaba no ser la única que no sabía como comportarse, al menos no me sentía tan sola. Le dirigí también una mirada furtiva a Thony, esperaba que él lo estuviese llevando mejor que yo.

Al escuchar que Beth recibía amonestación se reprendió por ello, pero apenas le había dado tiempo a colocarse ella. Luego intentaría compensarselo.

Puño de Hierro se le acercó y sin querer aguantó el aliento, sintiendo, más que escuchando, el latido sordo de su corazón. Cuando la tocó, de la sorpresa, se le escapó el aliento en un suspiro. En sus ojos brilló el orgullo al alejarse él. Si sólo le corregía aquello no iba por mal camino.

Cuando sintió que el comandante no miraba le lanzó una mirada de disculpa a la rubia y acto seguido llamó la atención de Anthor. Con rápidos gestos para que no la pillaran, le señaló que sus manos debían sujetarse a la espalda. Tras eso se colocó de nuevo.

El muchacho imitó a Naya y a Cameron en cuanto el comandante os amonestó a todos los que no estabais en posición.Te miró sonriendo sin que nadie le viese,dándote aliento.Aunque podías ver perfectamente que estaba tan sorprendido como tu por las palabras de Puño de Hierro

Tras las palabras de Puño de Hierro,el instructor vuelve a tomar la palabra con voz alta,clara y enérgica

-"A la Guardia Negra no se viene a remolonear.Aquellos que piensen que esto es una forma de saltarse algunas clases,están equivocados.Somos un cuerpo de élite.Nuestra misión es proteger la Cromería,al Prisma y,por encima de cualquier cosa,a la Blanca.Todos y cada uno de nosotros daríamos la vida por ellos así que aquellos que no estén dispuestos a morir defendiendo la vida del Prisma o de la Blanca pueden irse por donde han venido,no estáis obligados a permanecer aquí.Es vuestra última oportunidad antes de empezar el entrenamiento.Aquellos que se queden deben tener claro que todo lo que aquí aprendan irá dirigido a ese fin.No hay otro.Nuestro lema es proteger y servir a la Cromería ¡¿ESTÁ CLARO?!"-pregunta con un rugido al que casi todos los que se encuentran allí reunidos responden con un "¡SI,SEÑOR!" que resuena por todo el patio

El instructor sonríe de manera satisfecha y asiente al comandante

-"Ahora,el comandante y yo nos daremos la vuelta.Aquellos que deseen irse tienen cinco minutos para hacerlo.Cuando nos giremos de nuevo,los que sigais aquí empezareis mañana vuestro entrenamiento,aunque por cortesía del comandante hoy tendreis una primera lección"-a un gesto suyo ambos hombres se alejan de vosotros unos pasos y os dan la espalda.

Un par de muchachos y una chica se alejan en silencio...

Proteger al prisma y a la blanca. A los elegidos de Orholam. Eso sí que es un honor. Inflo el pecho y trato de enderezar los hombros un poco más, sin exito alguno. Ya no se podia estar más firme cuando grité: 

-¡Señor, sí señor!

Me quedaria. 

Vi a algunas personas alejarse. Ellos se lo pierden. Este debe ser el mayor honor que exista para un trazador.

Había tanto que aún desconocía. Tanto por ver y descubrir. Ardía en deseos de conocer al prisma, el Orholam, la blanca... Tener la oportunidad de apreciar el poder que desprendían, comprender su lugar en la creación. Poder defender los pilares sobre los que la misma realidad se sustentaba en un delicado equilibrio. Y la posibilidad de luchar en la guardia empezaba a ser más que un simple ejercicio. Una forma más de pertenencia, un nuevo hogar.

Sin embargo le gustaba tener los pies en el suelo. Las posibilidades de ser descartado eran aún muy altas. Y su experiencia en combate, contra algo que no fueran ciervos, patos o jabalís era casi nula. Debería entrenar duro para llegar a adaptarse, y buscar la forma de llevar las pruebas a su terreno.

Cuando el instructor dio las ordenes Vingard se unió al unísono.- Señor, sí señor.

La suerte estaba echada.

Mis pasos son firmes y no se detienen, pese a que escucho cómo Naya da su nombre. Mi misión ahora es valorar su postura, algo más importante de lo que les pueda parecer, más decido no ponerme a hablar de ello. No varío el rostro en momento alguno, como si estuviese petrificado, sencillamente todos tienen algo que mejorar: desde la inclinación del cuerpo o la curva de la espalda hasta unos brazos que cuelgan a la altura de los hombros pero son incapaces de terminar en la espalda tomando con una mano la opuesta.

Cuando el instructor habla, me alejo un par de pasos y me doy la vuelta, cerrando los ojos.

La visión de espaldas podría ser más imponente si es que eso era posible. Gracias a tener los brazos en detrás del cuerpo, formando, los músculos de la espalda se dejan ver amenazantes a través de una tela que parece pugnar por romperse de un momento a otro. También la anchura de los hombros se resaltan y la ropa se queda sensiblemente tensa. Cualquiera que me viese y no supiese quien soy podría pensar perfectamente que se trata de una perfecta escultura en obsidiana y para muchos que me conocen no habría demasiada diferencia. Igual de duro, de impasible, un rostro que era casi igual de difícil de modificar. La postura en mis piernas indica que puedo reaccionar desde cualquier posición a la que alguien se acerque a mí y que además estoy lo suficientemente clavado en el suelo como para ser un objetivo difícil de derribar o desplazar. Y el leve movimiento de mi cabeza acompaña a una respiración profunda que sólo se ve interrumpida por unos pasos que se alejan.

Tras que pasen tres minutos, en lugar de los cinco prometidos, dedico girarme y observar a los que aún permanecen. Emito un leve gruñido de protesta que surge de lo profundo de mi pecho pero pronto ese gruñido se convierte en una sonrisa que desafía a los presentes con su mera existencia.

Voy a proponeros un juego -miro al instructor, esperando a que asienta antes de proseguir yo-. Sé que algunos estáis acobardados, otros ardéis en deseos de comenzar. Y yo de ver de qué pasta estáis hechos.

Muestro un pequeño cilindro metálico que llevo colgando del cinturón y de él saco una pluma azul. Aguardo unos largos diez segundos, permitiendo que puedan verla bien. Sólo cuando me he asegurado de que todos la hayan visto mis ojos regresan al instructor.

Prepara dos minutos.

Y regreso a los pequeños cadetes, aspirantes más bien.

Tenéis dos minutos para intentar coger la pluma. Si alguien quiere abstenerse de intentarlo, puede regresar el año que viene. Si lo intentáis y no lo conseguís, haréis el examen de modo normal. Si fingís que lo intentáis, no podréis volver. Si nadie lo consigue, deberéis pasar una prueba de resistencia extra. Pero si uno lo consigue... perderá sus negativos y le daré una carta de recomendación que he escrito, para quien sea su instructor personal. ¿Comprendido?

Mi mirada deja completamente claro que no admitiré un no, no obstante, aguardo la respuesta de los cadetes antes de comenzar con el juego.

- Señor, sí señor.

Fueron las palabras de tono bajo que salieron de mi boca, empezaba a estar asustada, cada vez me parecía más una mala idea el haber venido, aunque la sonrisa que me dedicó Thony sirvió para darme fuerzas. 

Escuché las palabras finales del instructor que dieron paso a un discurso por parte del feroz Puño de Hierro, no entendía lo que tenía que hacer, ¿coger la pluma?, pero... ¿cómo?. Aún así, tragué saliva y decidí hacer algo que nunca antes habría hecho, dí un paso adelante y miré con firmeza al imponente hombre.

- Señor, sí señor, yo me ofrezco voluntaria para intentarlo.

Realmente estaba muerta de miedo, temía que mis piernas dejaran de sostenerme en cualquier momento, pero había pasado el Trillador, y ahora estaba allí, dispuesta a darlo todo por mi familia, y ahora, también por él.

Vingard escuchó atento los términos de la prueba. La sangre hervía en su interior, ansioso de participar en la primera prueba real. A pesar del frio de la noche que se cernía sobre ellos con su manto oscuro. A pesar del dolor de los músculos agarrotados por la posición y la espera. Tenía ganas de correr, buscar y atacar. ¿Podrían tratar de trazar para arrebatarle la pluma?¿Tendrían que luchar directamente contra él, todos a una como una horda de ratas? Fuera como fuera no se lo iba a perder.

- Señor, me presento voluntario señor. ¿Se podrá trazar durante la prueba?

Aunque debería usar la inteligencia si quería tener alguna oportunidad en aquella prueba. Esperar el ataque de sus compañeros y encontrar algún fallo en la defensa de su escultural instructor para tratar de arrebatarle la pluma. O quizás buscar algún truco ingenioso con el que lograr confundirlo. La mente de Vingard empezó a volar buscando alternativas y posibles estratagemas.

Con que coger una pluma. Si todos fallamos, la pasaremos mal, si alguien lo logra, sera beneficiado y nos beneficia ligeramente a todos. Era obvio. Queria que lo intentaramos de forma individual buscando el mayor beneficio sin darnos cuenta que ganamos más obteniendo todos la opcion ligeramente buena. Tenia sentido para mí, ¿o estaba tergiversando sus palabras? Al diablo. Seguro las escogió muy bien.

-Me ofrezco voluntario, señor. -digo, antes de susurrarle a Naya:

-Dile a los demas que tenemos que hacerlo entre todos si queremos tener alguna oportunidad. 

Luego me quede escuchando, esperando a la respuesta sobre sí se podia trazar o no. Aunque ¿de que me servia a mí? Posiblemente quemara la pluma. Era muy arriesgado lanzarnos todos, aun trazando. Seguro tenia un plan. 

Incoscientemente habia relajado mí postura y me habia ladeado un poco, preparado para correr a por todas cuando dieran la señal. 

Naya miraba fijamente al comandante. Aquello prometía. Pero las reglas eran algo confusas. Vingard había planteado una de sus dudas.

- Yo no quiero esa recomendación, así que por mi bien - le sonrió a Lennart gratamente sorprendida. Era una buena idea - Tuya será - le guiñó un ojo antes de volverse a Beth y su hermana y decirles lo mismo.

Tras eso, se despojó de la parte de arriba. Sus mangas eran muy anchas y entorpecerían sus movimientos. Debajo llevaba 1camisola sin mangas que le había confeccionado una de las criadas de su madre para cuando entrenaba en casa.

Volvió a adoptar la postura anterior antes de hablar. - Yo también quiero intentarlo señor. Vale cualquier cosa?-

No sería yo el único que se quedaría allí quieto

Yo también me apunto, por supuesto. Y ganaré