Partida Rol por web

Alya caminaba cerrando la marcha; una vez más, utilizando la experiencia labrada en todos sus años sobreviviendo a la persecución para confundir y difuminar el rastro de la compañía todo lo posible, para confundir a los perseguidores. Quizás, hacerles pensar que habían encontrado una manera de cruzar alguna de las rejas cerradas en lugar de la abierta.

Cada minuto que les hiciera dudar, o cada posibilidad que les obligara a explorar podía marcar la diferencia al final del día.

El cansancio empezaba a hacer mella en la joven inquisidora, acentuado por el esfuerzo físico y mental adicional que había supuesto el breve, pero intenso, interrogatorio que había acabado con el truculento "botín" en su mochila... Pero con la determinación de quien pretende vender cara su derrota al ver la esperanza cada vez más lejos, continuaba adelante.

Por todo ello, casi le saltaron las lágrimas de alivio cuando lo que esperaban que fuera la enésima trampa resultó ser una casa segura.

Al menos eso aparentaba. Sus instintos de Inquisidora entraron en acción de forma inmediata; el nigromante caminaba a la cabeza de la marcha con mucha tranquilidad, como si supiera que no tenía nada que temer en la ruta que estaban siguiendo. ¿Era una muestra de que estaba tan convencido como ellos de que encontraría sirvientes de Lilith aquí, o porque sabía de antemano lo que se iban a encontrar? ¿El gnomo era quien decía ser o era todo parte de una trampa de miel? ¿Y cómo Judith tenía tan localizados a los Vigilantes como para efectuar un rescate así de oportuno?

Todo aquello podía ser un simple pequeño milagro de la providencia para los defensores del bien y el orden; pero el trabajo de una inquisidora de los talentos de la psiónica era no dar por supuestas las apariencias y siempre mirar tras el telón. Siempre trabajar para ver si todo era lo que parecía.

A este fin, volvió a extender sus matrices mentales*, en busca de rastros de hostilidad a su alrededor y para tener acceso constante a las mentes que la rodeaban. Una vez más, en alerta. Si aquello era tan bueno como parecía, podría descansar y recuperarse del sobreesfuerzo después... Si no, era mejor ser consciente de la trampa en la que entraban lo antes posible.

- Alya Grimhailer, inquisidora de Iomidae. - Se presentó, antes de dejarse caer pesadamente en una de las sillas.

Aunque pegarse con los guardias era una idea tentadora, los pobres sólo obedecían las órdenes que les daban, ser leal era una virtud ¿Pero ser leal a un jefe dominado por un vampiro seguía siéndolo? De todas maneras huir era la acción necesaria, información antes que combate y esas cosas.

Pero al menos al cruzar la puerta no esperaba encontrar a un gnomo bastante amable, toda una novedad en la ciudad, pero Balthor no podía dejar de desconfiar.

- Me llamo Balthor y este gato es Ronroneo, agradezco la ayuda, aunque cuando hay vampiros por medio, puede que su mente este dominada y nos sonría y luego nos raje el cuello...- mira al tal Eldon y se encoge de hombros - nada personal, las sospechas de siempre - luego se acerca a la mesa de las viandas - ¿Hay pescado? hace tiempo que no tomo uno decente.

En cuanto toma algo con buena pinta en su manos mira a Shandal.

- Has entrado muy tranquilo listillo, si escondes algo te lo vamos a sacar de mala manera.

Vicnan también saludó y se presentó. Sus instintos le indicaban ser precavido, pero por otro lado necesitaban el descanso y se permitió bajar la guardia.

Pero no con Shandal. Vicnan lo sentó en una de las sillas y se ubicó a su lado. Sirvió un poco de vino y se lo mostró.

- Voy a sacarte la mordaza para que tomes algo, incluso puedo darte de comer si no lo has hecho ya. Espero que no traiciones mi confianza -

Lo dijo en voz alta para que todos lo oyeran, no quería hacer nada que pusiera incómodo a sus compañeros, pero tampoco podía dejar al prisionero sin beber. Aguardó que el mago asintiera para liberar su boca.

Temiendo ir directos a una nueva trampa, pero conscientes de que donde estaban no era seguro, recogieron sus cosas, amordazaron a Shandal y empalaron a la vampiresa, y se marcharon de allí apresuradamente, antes de que la guardia y quien fuera que estuviera al otro lado trasteando con los mecanismos, les encontrara. Para cuando los soldados entraron, ellos ya no se encontraban allí, sino caminando hacia un destino incierto a través de los túneles, guiados por Abelgos.

La sorpresa fue mayúscula cuando no solo no se toparon con enemigos, sino que, en lugar de una emboscada, fueron recibidos por un aliado de la Hermandad. No esperaba encontrarse nada así y, a pesar de que todo parecía indicar que por fin estaban teniendo algo de suerte, se mantuvo alerta, receloso. Esas dudas se fueron disipando lentamente cuando cerró la verja y a medida que pasaban los minutos y ningún enemigo surgía de entre las sombras, más aún cuando mencionó a Julieth; cuando todo acabara, iba a tener que agradecer en condiciones la ayuda de esa mujer. En cualquier caso, la tensión se esfumó por completo cuando vio la enorme mesa cargada de viandas.

—Hambriento sobre todo, gracias —dijo con una sonrisa, respondiendo a lo dicho.

Y siguiendo el ejemplo de su anfitrión, sentándose a la mesa sin remilgos y sin la desconfianza de los demás; si aquella comida y bebida resultaba estar envenenada, bueno, lástima para el gnomo. Se sirvió un gran plato de carne, variando entre varias de las exquisiteces que había allí, y tomó una copa, que rellenó de vino tinto dos veces, pues la primera se lo echó al gaznate de un solo trago. Solo cuando hubo satisfecho su sed en primera instancia, se acordó también de presentarse.

—Yo soy Agatosh —comentó parco antes de empezar a comer.

Todo aquello estaba poniendo a Ildyra de los nervios, las anteriores emboscadas no se las esperaba, pero es que esto... esto era la emboscada más obvia del mundo, sin embargo... ¿No lo parecía?

La Paladín de Shantia se quedó a una distancia que creía segura. Había mordisqueado algo de sus propias raciones antes y aunque la comida parecía apetitosa....

Se permitió acompañar a Marcus para cerrar bien la reja y comprobar que siguiera cerrada, la paranoia empezaba a a atenazarla demasiado. El Estress de desconfiar de todo al final pudo con ella y decidió dejar de darle vueltas a todo, sentandose a comer sin decir demasiado.

La astuta mirada de Eldon Turen no paso por alto la desconfianza de los Vigilantes ante la hospitalidad ofrecida. A pesar de ello, su rostro no mostraba desgrado o ofensa alguna, sino mas bien todo lo contrario. El brillo de sus ojos daba entender que los entendía hasta el punto de sufrir su dolor como propio.  

—Es un placer conocerles. Por favor, no teman y coman algo— volvió a ofrecer con amabilidad—. Si lo desean pueden ofrecerme la comida que quieran y gustosamente la probare para descartar cualquier sospecha. Mi intención es ofrecerles un alto en el camino, ante la amenaza que se cierne sobre la Hermandad.

» ¿Vampiros?— preguntó con incredulidad, tras lo cual guardo silencio unos instantes antes de continuar hablando—. Sinceramente no puedo asegurarles que no haya sido dominados por una de esas criaturas. Solo tienen mi palabra, la cual no creo que sea mucho dadas las circunstancias.

Vicnan, amable y de buen corazón, quito la mordaza del arcanistas, para así ofrecerle algo de beber y comer. Aunque Shandal se mostraba sumiso y aceptaba casa bocado de comida con agradecimiento, el inquisidor percibía como este escuchaba con atención, tratando de captar cada una de las palabras allí pronunciadas.

—Poco después de que Arcanum explotara, recibí dos visitas. La primera fue la de la guardia local, la cual me informó sobre la traición de los Vigilantes. Al parecer vosotros sois los causantes de las recientes desgracias de la ciudad, todo en un intento de sustituir a los dirigentes actuales por personas elegidas a dedo—explicó el gnomo con un ligero tono de indignación—. En su visita me ordenaron cerrar el acceso subterráneo, para así ponerles entre las cuerdas. Ahora bien, dado que es de dominio publico la gratitud y afinidad que proceso por ustedes, regresaran y peinaran este sitio por completo.  Si lo hicieran mientras ustedes siguen aquí, dispongo de un pequeño laboratorio oculto entre estas paredes.

» En cuanto al destino incierto del antiguo archimago es posible que lo descubramos, siempre y cuando mi segunda visita despierte— añadió con una ligera sonrisa—. Malherido, la mano derecha del Nalen´Dag, vino hasta aquí buscando cobijo. Antes de poder responder a mis preguntas, Mhun perdió el conocimiento. De modo que trate sus heridas lo mejor que supe y lo deje descansar.

Mientras pronunciaba aquel pequeño monologo, el humanoide de pequeño tamaño, observaba con inquietud y de manera repetida al prisionero. Sin duda no se sentía cómodo hablando de todo aquello. La razón era obvia. Si todo lo que decía su anfitrión era cierto, exponer de manera abierta su obstrucción deliberada a la guardia local y Shandal, lograba huir y contarlo, sin duda su perdería la vida.  

Creo que hablo en nombre de todos los recelos a la hora de pedirle disculpas por el mal gesto, pero los villanos de este cuento siempre iban uno o dos pasos por delante nuestra y ahora toda precaución es poca. Agradecemos el gesto para disipar sospechas pero bien haber tomado un antídoto previamente... -Me encojo de hombros.

Su palabra no, pero sus ojos si, se le nota en la mirada a un manipulado, carente de emociones como un muñeco de madera.  Así se les distingue. 

La última noticia si consiguió que se descruzase de brazos con una mezcla de preocupación y alivio, de algún modo ese ratoncito le había caido en gracia. Busco cruzar la mirada con Aerin que es la única que me consta del grupo que puede sanar mágicamente.
-¿Podrías encargarte? -Le pregunte con cierta urgencia.

Según pensaba en el ratoncito herido y el paradero desconocido del archimago y las posibles opciones me fue creciendo un enfado y clave la mirada en la de Shandall antes de volver a dirigirme al gnomo.

-Estimado anfitrión, nuestro prisionero se quedó a mitad de contarnos algunas cosas. ¿Hay algún lugar de la casa donde podamos continuarla sin molestar al vecindario?

Alya dedicó una mirada de soslayo a Vicnan, para acentuarle la incomodidad de su anfitrión y recordarle el riesgo que había asumido por el grupo y los aliados que les restaban a los Vigilantes en la ciudad. Por otro lado, aquel remanso "seguro" les proporcionaba la oportunidad de reanudar el interrogatorio de forma más extensa y completa, para completar la información que el nigromante ya les había dado.

Pero la Inquisidora no podía negar que le pesaban los ojos a aquellas alturas. - Pienso que deberíamos refugiarnos en primer lugar, al menos hasta que nos aseguremos que nos escurrimos entre las grietas del barrido de la guardia. Descansar lo que buenamente podamos y, después, - dedicándole una mirada con una cruel sonrisa al nigromante para evitar que se sintiera demasiado cómodo. - continuar la conversación donde la dejamos. Sin distracciones esta vez.

De la otra manera, creía, aumentaba las posibilidades de que les descubrieran y hacer frente a una mala situación todavía cansados.

Empezó a atacar la comida dispuesta frente a ella, buscando principalmente platos fuertemente especiados.

Vicnan sabía que se había ganado el recelo de algunos de sus Hermanos Vigilantes al tomar la decisión de mantener vivo, y sin heridas graves, a Shandal. De cualquier manera, no trataría de justificarse nuevamente. 

Cuando el prisionero terminó de comer y beber, Vicnan volvió a amordazarlo y comprobó que las ataduras estuvieran firmes. Había un problema con atar a un hombre concuerda: si el nudo era firma, a los pocos minutos la piel empezaba a cortarse y las muñecas sangraban. No era una herida grave, pero sí muy dolorosa. Los guardias prestaban poca atención a este hecho y los prisioneros aceptaban el dolor como parte del precio a pagar por salvar la vida. 

Pero no Vicnan. Elevó una breve plegaria a Sarenrae y curó las muñecas del prisionero.

- Esto hará tu estadía algo más confortable. - dijo a Shandal - Lo estás haciendo bien. Nadie puede cambiar su pasado, pero todos podemos reconstruir nuestro futuro. Aún hay esperanza para ti -

Luego se levantó y declaró al grupo: - Yo haré guardia. Como la otra vez, puedo transmitir mi poder a dos más. El resto, como dijo Alya, que aprovechen para dormir. Gracias señor Turen, no olvidaremos esto. - y mirando al prisionero, agregó - y perdóneme por los inconvenientes -

- Te ayudaré con la guardia. - Se ofreció. Sus sentidos eran bastante agudos, amén que muchas de sus herramientas de Inquisidor seguían sin haber sido usadas... Pero sobretodo, le preocupaba que hiciera sentir demasiado cómodo a Shandall y le hiciera recuperar el nervio para resistirse cuando reanudaran el interrogatorio.

—Deberíamos movernos al laboratorio secreto; Alya tiene razón, es mejor que aprovechemos ahora a descansar lo que podamos sin preocuparnos de si la guardia aparece. Y si ese lugar está insonorizado... Mejor que mejor, podremos seguir ahí con la conversación, sigue sin gustarme la idea de irnos de la ciudad. Si no, tendremos que pensar en otro sitio dónde instalarnos más a largo plazo.

Entre la vampiresa y Shandal, esperaba que obtuvieran algunas respuestas, pero abía tantas preguntas aún... No habían acabado allí, eso sin duda. No solo era cuestión de descubrir todo lo posible, también de enmendar la situación, no podían marcharse sin limpiar la imagen de la Hermandad. Y menos aún sin saber si había más enemigos desconocidos, o el destino de sus aliados. Mhun, en ese sentido, podría ayudar; se alegró de que hubiera sobrevivido y estuviera allí.

—Por cierto, ¿dónde está ese ratoncillo?

Mientras Balthor comía, comprobó que sus compañeros ya estaban repartiendo las tareas, por lo que terminó las viandas, y se dispuso a buscar un sitio tranquilo.

- Si lo tenéis todo controlado, buscaré un sitio tranquilo, con que tenga un fuego me vale, no necesito algo lujoso con una cama, si algo raro se acerca seguro que Ronroneo lo huele.

Aparte prefería no estar en una habitación por si a Shandal le daba por escapar, gracias a su olfato lo habían capturado, no era el momento de perderlo de nuevo.

Yo también montaré guardia una vez me haya encargado de ver al ratoncito.

Caidus escuchó las palabras del gnomo con interés.

—Bien. Si decidís despertar a Mhun, esperaré para poder oír lo que dice. Si no, me iré a dormir hasta que él despierte. Apenas me tengo en pie, compañeros.

Miró los alrededores con curiosidad. Desde luego, era el momento de preguntar. mientras empezaba comer y beber sin miedo, no les quitaba ojo a la vampiresa ni a Shandal, no quería problemas.

- Curioso, Julieth sabe muchas cosas de la ciudad. ¿Qué nos puedes contar de ella? ¿Cuánto lleva aquí? - Y la pregunta que no podía formular era cuanto era de fiar. Empezaba a tener sus recelos de ella, todo resultaba demasiado fácil, como quien perseguía al ratón para volverse su presa en cualquier momento. Y mientras ese ejemplo surgió, se encontró con la ratita herida. - Si me llevas a verlo, intentaré sanar sus heridas.

- Ojala tuviese algún objeto personal de Lilith, o su sangre, creo que podría sacar algo de información con un nuevo truco que aún no he probado...

-Me duele la cabeza... voy a echarle un vistazo a Muhn.

Sus conocimientos de medicina eran extremadamente básicos, pero aún así, sus dones divinos no podían hacerle daño, por lo que antes de descansar se decidió en sanar a aquellos que lo necesitaran. Era extraño verla tan apática, pero por las circunstancias era comprensible.

Shandal suspiró de alivio cuando el hechizo de Vicnan sano por completo las heridas de sus muñecas. Cuando el arcanista abrió los ojos, realizó una inclinación de agradecimiento al inquisidor de Sarenrae. Tal acto no supo como tomárselo, si como un rayo de esperanza o como una manipulación más.  Poco importaban aquellos dilemas, pues el interrogatorio estaba apunto de reanudarse.

—Lo cierto es que pueden utilizar de nuevo el laboratorio para tales menesteres. Lugar en que por cierto se encuentra Mhun— respondió Eldon con voz calmada—. De modo que síganme. Yo mismo les guiare hasta allí.  

» Recomiendo que la gran mayoría de ustedes descansen en mi laboratorio— dijo el gnomo mientras les guiaba a través de su mansión—.  Cuando regrese la guardia, no creo que vean con buenos ojos multitud de camas desechas.

El comerciante de vinos detuvo sus pasos frente a una liberaría. En esta pulsó con fuerza de manera secuencial tres libros, activando poco después un mecanismo que abrió una puerta oculta que daba acceso al laboratorio secreto. Un olor a leña quemada y aromas alquímicos les abofeteo poco después de entrar y comenzar a bajar las escaleras.  

—Lo cierto es que Julieth siempre se ha mostrado colaboradora con los Vigilantes, siempre y cuando con ello ganara algo a cambio— pronuncio en susurro ante la pregunta de la joven bruja—. Lleva apenas unos años, menos de una década diría yo. Siempre ha tratado de mantenerse ajena al movimiento político de la ciudad, sin por ello perder la oportunidad de recabar información.

» Ahí tenéis a vuestro compañero— dijo bajando un poco mas el tono—. Si quieren puedo marcharse o quedarme. Lo que ustedes digan.

Alquimista y paladina se acercaron con lentitud al pequeño roedor, el cual yacía inmóvil sobre un esponjoso cojín. En un comienzo pensaron que este estaba muerto, pero segundos después fueron conscientes del ligero subir y bajar de su torax al inspirar y espirar. Sin perder un solo momento ambas mujeres trabajaron en equipo. Mientras Aerin cosía una a una las diferentes lesiones, Ildyra calmaba el dolor de Mhun con una simple caricia, para posteriormente terminar de sanar las heridas.

Cuando finalizaron, la larga cola del roedor se movió levemente, para posteriormente comenzar a balancearse de un lugar a otro. Poco después Mhun abrió los ojos con lentitud, casi como si sus parpados pesaran como dos losas de piedra. A pesar de ello los Vigilantes vieron alegría en su mirada al reconocer unas caras conocidas.

Aerin o no le escuchó o le ignoró deliberadamente pero decidí que no era importante, en ese momento al menos. Bajé al laboratorio que si es donde debían dormir mas valía saber como acceder.

El lugar me pareció de la mas funesto sin embargo esa sensación pasa a un segundo plano cuando se vi al pobre ratoncito malherido y medio muerto. Quise de inmediato ir a ayudar pero las mujeres se me adelantaron y pese a sentirme algo impotente era mejor dejar actuar a las personas mas cualificadas.

Cuando veo que el ratón recobra la consciencia me acuerdo de como respirar y siento alivio. Me acerco y le dedico una sonrisa al ratón mientras que, con cierta firmeza, agarro la mano de la semielfa (Aerin) y pongo en su mano un vial de sangre, el que encontré en fondo falso del tonel. 

-Supongamos que es de la vampiresa madre. Aunque los prisioneros igual pueden arrojar algo de luz. -  

Hecho eso me doy media vuelta y busco al gnomo.

-Eldon Turen ¿No? Salgamos de aqui, no querrá ver esto. Si es tan amable de guiarme hasta la parte mas alta de su casa o al tejado...

Balthor baja con los demás al laboratorio, la verdad es que una instalación como esta chocaba un poco con el afable gnomo, las mansiones de esta zona eran de lo más secretas e interesantes.

- ¿Qué interés tenéis para tener un laboratorio así Eldon? Ya parecéis mayor para esas cosas, a menos que os gusten mucho los locales como el de Julieth, pero las pociones de ese tipo suelen tener malas consecuencias.

El grupo de veteranos se acerco mucho al roedor herido, parece que era alguien conocido, con una orden mental le dijo a Ronrroneo que se quede quieto, no es plan que se coma a ese bichillo.

- ¿Qué le paso? Puedo ralentizar cualquier veneno que tenga, parece que le tenéis aprecio.

Viendo que ya usaban curaciones, les dejó que estuvieran con el animal, al fin y al cabo Balthor sabía lo que era tener lazos con los animales.

Al contrario que a otros, a Agatosh no le sorprendió ni extrañó aquél laboratorio; era un avezado alquimista, y entendía la pasión que ese oficio podía levantar en cualquiera. Allí se sentía como en casa. De hecho, aprovechando que no iba a necesitar dormir, pretendía hacer uso de algunas de aquellas cosillas que veía.

—¿Puedo utilizarlo? —preguntó al entrar, dando por sentado un si como respuesta.

Aparte de la mesa de alquimista lleva de viales y sustancias, allí, entre aquellas paredes, también estaba Mhun. Fue lo segundo que atrajo su atención, aunque no se acercó, ya que otros más preparados para lo que el ratoncito necesitaba lo hicieron antes; no pasó mucho antes de que el familiar del archimago despertara. Era un alivio verle entero.

—Ya estás a salvo, pequeñajo. ¿Qué ocurrió en la Torre?

Respecto a su anfitrión, no se molestó en decirle lo que tenía que hacer. Coincidía con Abelgos en que era mejor que no estuviera allí cuando empezara el interrogatorio, pero era decisión del gnomo quedarse o no.