Partida Rol por web

Caidus se reactivó ante la posibilidad de obtener algo de información nueva. Además, sentía gran curiosidad por lo ocurrido según Mhun. Esperaba con avidez la respuesta del pequeño roedor a la pregunta del compañero.

—¿Y cómo llegaste hasta aquí? Si aún puedes hablar, es que sientes el vínculo con el archimago. A no ser...

Las posibilidades de la relación entre Nalen'Dag y Mhun eran varias, pero cualquiera diferente a la suya con Smurf era improbable, difícil.

Me ocupo de coser al ratón, menetras pienso en lo que pensaba hacer a continuación. Es un movimiento arriesgado, pero no creo que me pueda localizar de vuelta. A continuación, entono unos cánticos místicos y bebo una de mis pociones. Era hora de usar la sangre que tenía Abelgos, con un poco de suerte, encontraría una pista. Cojo un poco de agua en un cuenco y empiezo a respirar profundo, invocando mi don como hija de las brumas, que sean estas las que me muestren mi destino.

Alya disfrutó de la copiosa comida con calma, de nuevo moviéndose en la retaguardia del grupo cuando fueron al laboratorio del gnomo. - Sí, extremadamente oportuna la llegada de Julieth. - pensó para sí, la sana dosis de paranoia de su oficio en acción.

Ella no conocía al ratón, por lo que permanecería en un segundo plano, sus habilidades no aportarían nada que sus camaradas no hubieran puesto ya sobre la mesa... En su lugar quedó a la expectativa, en el lado opuesto de Shandall a Vicnan; haciendo de metafórico demonio para el ángel que el otro Inquisidor estaba fingiendo ser. El interrogatorio no se había reanudado, pero era momento de empezar a crear la atmósfera en la mente del nigromante de nuevo...

Eldon Turen al comprender las luces y sombras de la situación que se avecinaba, decidió dejarles a solas en aquella habitación, no sin antes despedirse con una inclinación respetuosa de cabeza.

—La distinción de los vinos Turen es gracias a mi buen olfato para la alquimia— explicó con gran orgullo—. Es por ello que mis experimentos, así como mis recetas, necesitan de este lugar para mantenerlos en secreto.

» Por supuesto, mi laboratorio es suyo, pero le agradecería que no tocara mis proyectos—añadió poco después mientras comenzaba a subir las escaleras—. Me temo maese Abelgos que en unas pocas horas amanecerá, quizás dos o tres; sin embargo, si quiere seguir subiendo al tejado con gusto le guiare

Una vez sus compañeras habían terminado de sanar las heridas del roedor, Balthor se acercó y lo examino. Con sus gruesas manos lo tomó con delicadeza y comenzó a examinarlo con diligencia. Todas sus heridas habían sido bien curadas y no presentaba ningún daño interno; sin embargo, la debilidad era dueño del cuerpo de Mhun. Su respiración era superficial y sus ojos les observaban con lentitud. Aquello no tenia sentido. Su cuerpo estaba muriendo a pesar de que había sido remendado y sanado.  

— Uno de los estudiantes nos traiciono. Logró adentrarse en los aposentos del archimago, para así liberar a Zalgrán mientras descansábamos— relato con voz cansada—. Cuando estábamos apunto de perecer, Nalen´Dag decidió destruir la torre desde dentro con la esperanza de acabar con nuestros enemigos.

» Antes de que todo explotara, lanzó un conjuro protector sobre mí y me sacó por la ventana — continuó mientras una lagrima solitaria caía por su pequeño rostro—. Podía haberse salvado, pero eligió sacarme allí y ahora él esta muerto.

Aquella noticia cayó sobre los Vigilantes como un jarrón de agua fría. Bien era cierto que habían tenido poca relación con el anciano semielfo, pero sabían que su muerte había supuesto una gran pérdida para la hermandad. Durante unos instantes el silencio gobernó en la habitación, mientras los héroes meditaban sobre lo sucedido.

Cuando la tensión amenazaba con cristalizarse, en su lugar explotó como lo había hecho Arcanum apenas unas horas antes. Aerin, quien había estado observando absorta el cuenco de agua, cayó al suelo y comenzó a convulsionar. Confundidos y enfurecidos miraron de inmediato al prisionero, el cual observaba la escena con una mezcla de sorpresa y felicidad. ¿Había sido él o la visión que había visto la bruja?

La Hija de las Brumas quitó el corcho del vial, liberando un olor dulce y embriagador. En respuesta sintió como su corazón comenzaba a latir desbocado. El líquido del recipiente parecía llamarla de manera silenciosa y seductora. Quería beber.

Durante unos instantes alzo la pequeña botella de vidrio sin saber si dar un pequeño sorbo o dejar caer unas gotas en el interior del cuento. Finalmente, vertió una pizca de sangre y observó con fijeza las ondas del agua. Al principio, solo el reflejo de sus ojos en el líquido carmesí le devolvía la mirada; sin embargo, poco después sintió como el tiempo se ralentizaba y una profunda oscuridad comenzaba apoderarse de su alrededor.

Lo primero que vio fue un rostro desconocido tornado en placer. Las manos de la mujer tocaban su pecho, mientras su pelvis subía y bajaba de manera lenta y erótica. Aerin trato de moverse, pero no pudo, pues solo era una invitada, una espía en aquel acto de pasión y placer. A pesar de ello era consciente de su entorno o al menos del cuerpo de la vampiresa.

…su aroma embriagaba sus sentidos…

…su piel marmórea e inmaculada había sido esculpida para ser acariciada…

…sus labios carnosos y rosados clamaban ser besados…

…sus gemidos música para sus oídos…

La Vigilante sintió como un fuerte deseo, primigenio y salvaje, comenzaba aflorar en el interior de su pecho. Su mente, acostumbrada a ser clara y lucida, comenzaba a perderse en el torrente de sensaciones que su atípico escudriñamiento le mostraba. Terca y tenaz, observo a su alrededor tratando de encontrar una pista con la que descubrir el paradero de Lilith. Justo antes de perder el control y dejarse llevar por el deseo, logró ver un antiguo cuadro del que memorizo cada una de sus partes. 

El cuadro que había visto durante el escudriñamiento, se trataba de un retrato de una persona de origen noble, en concreto de Sir Francis Dannat. Este noble era vizconde de los dominios de Fenrys, Shitary y Darwen.

Sin duda alguna sabía que este lienzo era el original, ubicando al momento el próximo destino de los Vigilantes: La ciudad de Shitary.

Por otra parte, sabia con certeza que a pesar de que este vizconde permite la entrada de la Hermandad de los Vigilantes por su territorio, sus ideas no son en absoluto afines con los de la Hermandad. Nunca ha pedido la ayuda de la organización y en las ocasiones que no ha tenido más remedio que tratar con esta, su trato ha sido frio.

Vicnan contuvo su impulso de ayudar a Aerin. Su compañeros podían atenderla, él no podía bajar la guardia con Shandal.

- ¿Hiciste algo a Aerin? - le preguntó al prisionero quitándole la mordaza - no olvides que no puedes mentirme -

El inquisidor estaba casi seguro que Shandal no había tenido nada que ver, estaba atado y amordazado, era imposible que invocara sus poderes. Pero tenía que confirmarlo aunque sea para evitar que alguno de sus hermanos Vigilantes decidiera eliminar cualquier riesgo degollando al mago.

Así que el archimago estaba muerto, pero al menos también Zalgrán. La pérdida para el bando de los Vigilantes había sido mayor, pero con la caída del guerrero y la captura de los demás peones de Lilith, las cosas se habían puesto de cara; una vez sortearan a la guardia y todo se solucionara, la situación mejoraría rápidamente y el orden regresaría a ese maldito lugar.

Por desgracia, las sospresas no cejaban, y de repente Aerin cayó al suelo. Shandal sonrió, aunque no pensó que tuviera nada que ver; no, lo que la hubiera pasado tenía que ver con la sangre. Mierda.

—Ayudadla, maldita sea —pidió a los más duchos en las artes curativas. Él tenía sus medios, pero no eran los más sutiles ni los mejores, especialmente para a alguien a quien tenía aprecio. En su lugar, también se giró al arcano—. Si has tenido algo que ver, lo que te haga Alya te parecerá un juego comparado con el infierno que te haré pasar —dijo. Viniendo de un demonio, no era una amenaza vacía.

Balthor se acercó hacia Aerin y uso uno de sus hechizos curativos aunque no sabía el alcance de los daños, sin duda el ritual que estaba realizando con la sangre había salido mal y ahora estaba en peligro.

Se acerco a Shandal y le dio un puñetazo en el lateral de la sien, no puso toda su fuerza en ello, al fin y al cabo no era el momento de arrancarle la cabeza.

- No te alegres desgraciado, aún estás aquí.

Luego volvió a observar a Aerin, quizás pudiera averiguar algo.

"Cuando crees que amaina la tormenta es cuando resuena el trueno mas gordo"

-No fuí a ayuda a Aerin cunado estaba en el suelo convulsionando, y no era por mi relación amor-odio con ella, es que mis conocimientos de medicina eran limitados y no sabría bien ni por donde empezar. Esperé a ver si alguien mas capacitado actuaba, mientras me aparté tratando de tener una mejor percepción de todo, ser mas consciente. Muchas miradas acusatorias se fueron hacia shandall pero su cara de sorpresa me llevó a pensar de que no esperaba que eso pasase aunque su sonrisa se la hubiese quitado de un puñetazo de no ser que Balthor fue más rápido.

Podría ser un hechizo si, de shandall u otra cosa. Podía haber cometido una terrible pifia al manipular la sangre que le ofrecí o bien podría ser la comida del convite. Busqué a nuestro anfitrión con la mirada mientras que mis manos fueron sin disimulo alguno a mis espadas. Si alquién mas de los que hubiese comido caía entre convulsiones ese gnomo tendría problemas, asi que trató de no perderse detalle de nada. 

Se acerco a Shandal y le dio un puñetazo en el lateral de la sien, no puso toda su fuerza en ello, al fin y al cabo no era el momento de arrancarle la cabeza.

No lo degollaron, pero Balthor pasó a la acción y se descargó con un golpe.

Vicnan le dirigió una mirada desaprobadora pero no hizo más. No iba a discutir con sus compañeros por defender a una lacra como Shandal, pero seguía estando bajo su protección y tampoco podía dejar que lo maltrataran.

Se enfocó en el cuenco, absorta del resto de la conversación. Poco a poco su mente fue fundiéndose en las imágenes, y empezó  vislumbrar algo. Un cuerpo, hermoso, el de una mujer. Algo que e contorneaba, en atisbo de... de perfección. Su mente empezó a convertirse en deseo y anhelo. La quería, quería ser como ella, pagaría cualquier precio. Apenas pudo tomar nota de los detalles.

Empezó a contornearse de placer en el suelo, sintiendo los embites de la criatura. Algo la cogía, pero era uno de esos sueños que no quería terminar, no, ELLA ERA SUYA - NO ME LA QUITARÁS - Abrió los ojos furiosa en un grito y sus dedos fueron a la daga, para apuñalar al que tenía delante y la despertaba. Al ver a Balthor, tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no apuñalarlo ahí mismo.

Retrocedió un poco, dejando caer la daga. Temblorosa, se quedó un rato en el suelo, sollozando. Casi había perdido el control. No era digna. Casi había roto sus votos... y si se encontraba con la vampiresa, sabía que los rompería. Tardó un poco en recomponerse...- La he encontrado... a ella...creo... pero no está aquí... no está en esta ciudad -

Su voz no tenía fuerza. No quería volver en su búsqueda. Se perdería en si misma. Notó los ojos clavados del nigromante en ella. No sabía lo que ocurría, pero sí que sentía un asco por ese hombre como por nada en el mundo.

Las sospechas de la Inquisidora, curiosamente, no fueron de inicio en dirección al nigromante prisionero. Sus redes psiónicas estaban tendidas todavía y no había recibido ninguna señal de intención hostil en ellas, ni su atención extendida en todas direcciones había captado nada desde su dirección... No, aquella sonrisa debía significar que el hombre sabía algo que ellos todavía no.

"Todavía" pareció responderle con su propia sonrisa taimada durante un breve instante antes de acercarse a la compañera caída, cumpliendo con su papel de sanadora no ocupada, aunque no fuera tan ducha como algunas de sus camaradas.

- ¿Alguna pista que pudiera indicarnos dónde está? - dijo en voz baja, intentando ser reconfortante. No utilizó su segunda voz para comunicarse con Aerin, puesto que aquella reacción le resultaba vagamente familiar; parecía haber sido víctima de alguna intrusión no deseada, y lo último que necesitaba era otra visita paseándose por su cabeza en aquellos momentos.

Agatosh suspiró, aliviado, cuando Aerin pareció recobrarse; lo que fuera que la hubiera ocurrido, ya había pasado, volvía a ser ella misma; además había conseguido información. No pudo menos que sonreír, consciente de que aún estaban lejos, pero cada vez más cerca de dar una paliza a esa tal Lilith. Y por el momento, a la otra vampiresa que tenían atrapada y a ese cabrón de Shandal; al pensarlo, el gesto de su cara se ensanchó, mirando al arcano, ya no con odio, sino con malicia. Disfruta este pequeño descanso, parecía estar diciéndole con su mirada. Ya sabes lo que toca a continuación.

Eldon observó con ojos desorbitados la escena, sin duda preocupado por la joven bruja. Fue entonces cuando Abelgos atrajo su atención y lo sacó del laboratorio, no solo por el bien del gnomo de avanzada edad, sino porque tenia trabajo que hacer. Las alturas ofrecían grandes oportunidades para aquellos que tenían una buena vista y un agudo sentido del oído. El drow no lo sabía, al igual que sabía que poco tenía que aportar durante el interrogatorio, de modo que eligió algo que en lo que era útil. 

Instantes después, antes de que Shandal pudiera responder, Balthor le propinó un golpe contundente cargado de ira contenida. El impacto no fue todo lo fuerte que podía haber lanzado el bárbaro; sin embargo, pareció ser lo suficiente para hacerlo caer. Preocupado Vicnan se acuchilló junto al arcanista y lo agitó ligeramente. En un comienzo lo hizo con suavidad, pero al ver que este no respondía lo hizo de manera violenta. No hubo respuesta.  

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, el inquisidor colocó sus dedos índice y mediano de la mano derecha en su cuello y esperó. Sintio como su pulso iba reduciéndose a gran velocidad, hasta finalmente detenerse por completo. El prisionero había muerto. Habían perdido una oportunidad valiosa para obtener información adicional, a pesar de que este se había mostrado reservado y esquivo.

¿Ahora que se supone que debían hacer?

Eldon observó con ojos desorbitados la escena, sin duda preocupado por la joven bruja. Fue entonces cuando Abelgos atrajo su atención y lo sacó del laboratorio, no solo por el bien del gnomo de avanzada edad, sino porque tenia trabajo que hacer. Las alturas ofrecían grandes oportunidades para aquellos que tenían una buena vista y un agudo sentido del oído. El drow no lo sabía, al igual que sabía que poco tenía que aportar durante el interrogatorio, de modo que eligió algo que en lo que era útil. 

Poco tiempo después de que el elfo oscuro subiera a lo alto del tejado y se colocara al lado de la chimenea para aprovechar la sombra que ofrecía, sintió como el calor almacenado por la piedra comenzó a adormilarlo. Cansado, abrió los ojos y parpadeo con fuerza tratando de alejar el sueño que lo acosaba; sin embargo, no fue aquello lo que le arrastro lejos del dominio de Morfeo, sino una conversación que tenia lugar apenas a unos metros.

—¿De verdad crees que los Vigilantes han hecho todo esto? — pregunto una voz desconocida.

—Pues claro que si— respondió una segunda voz, grave y profunda—. El poder corrompe y ellos no iban a ser la excepción.

—Lo entiendo, pero no creo que sea así— opino el primer guardia.

—Te digo yo que si— inquirió el hombre de mayor tamaño—. Han provocado todo esto para hacerse con el poder de todo Norul. Es más, según he oído al oficial, han intentado la misma jugarreta en otros lugares.

—¿De verdad? — preguntó incrédulo el primero.

—Lo que oyes. Para mear y no echar gota, ¿verdad? — continuó el segundo con indignación—. Por suerte los nobles se están movilizando para atacarlos o eso es lo que he podido deducir por lo poco que he oído.

—Pero eso podría provocar una guerra civil, ¿no? — preguntó el otro desconocido con preocupación.

—Quizás si, quizás no, lo que esta claro es que no vamos a poner el culo para que nos den bien por el ojete y mientras tanto sonreírles la gracia—pronunció con enfado el segundo guardia—. Lo que esta claro es que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que tomar cantas en el asunto. Como decía bien viejo, primero golpear, luego preguntar.

Los siguientes fragmentos de la conversación se perdieron entre las callejuelas de la ciudad de Norul. Pensó en seguirlos, pero ya había oído suficiente. Si aquello era cierto, debían regresar cuanto antes al campamento.

- Perfecto. - Maldijo bajo su aliento, dedicando una intensa mirada a Balthor... Más de evaluación que de reproche. El druida le parecía una criatura más de músculo que de cerebro, pero dudaba mucho que hubiera medido lo suficientemente mal su fuerza para partir el cuello del nigromante.

Sin perder un momento, se arrojó sobre el moribundo reo para intentar evitar que perdiera el hilo de vida que le restaba. Primero, dedicó un momento a llamar al poder divino de Iomidae para mantenerle lejos del plano de Pharasma un poco más*. Si con aquello no era suficiente, intentaría aplicar sus propios conocimientos mundanos para salvarle la inmunda vida, para luego curarle hasta que terminaran de necesitarle**.

Si con aquello no era suficiente para evitar que su alma cambiara de plano, usaría de nuevo dichos conocimientos para saber qué le había matado. No estaba tan malherido como para que tamaño roce le arrebatara la vida... Y mucho menos tras tan sospechosa sonrisa***.

Estaba claro que ahora todo el mundo le iba a culpar de la muerte de Shandal, pero esperaba que al menos pensaran un poco antes de acusar.

- No os parece raro que Lilith localice a Aerin y al segundo muera Shandal, la vampira debe tener un vínculo con sus siervos, y lo ha asesinado antes de que dijera nada más, encima seguro que sabe donde nos encontramos, si nos quedamos aquí vamos a meter en problemas al gnomo. Si alguno cree de verdad que ese puño a podido matarle, gustosamente le daré un golpe de verdad para que aprecie la diferencia.

Ahora la ventaja la tenía la vampira, estaban en una zona hostil con muchos caminos cerrados y pocos sitios donde ir.

Observó el cuerpo del nigromante morir. ¿Qué había pasado? Quizás la vampiresa había invertido el camino y visto la situación, quizás no, pero en cualquier caso, un tipo menos del que preocuparse... aunque todavía no estaba del todo conforme.

- ¿Cadius, puedes usar algún conjuro para detectar la magia? No sea que el mago ya tuviese preparado esto de antes. No sería la primera vez que juegan a traspasar sus almas los arquitectos de la muerte.

Y ahora, la parte difícil - Está en Shitary, pude ver un cuadro antes de desfallecer, un original que representa a Sir Francis Dannat. Ya en que parte no lo sé. Pero al menos podemos suponer que el lugar es otra de su bases.

- Entonces ya tenemos la siguiente ubicación a la que ir; nada nos queda por hacer aquí. Sus peones importantes están fuera de juego y nada de lo que hagamos aquí le causará daños significativos a sus planes. - Dijo, en lo que desenvainaba su mandoble (si es que sus esfuerzos en evitar que pereciera habían sido en vano). - Yo también conozco unos cuantos trucos para fastidiar planes... - Lo que muchos nigromantes obviaban era que el alma de un ser permanecía en su cuerpo algún tiempo antes de ser liberada tras la muerte; por ello, algunos conjuros menores eran capaces de devolver la vida a alguien si llevaba menos de un minuto o dos muerto... Por lo que se podía frustrar la huida con un poco de ingenio.

Su mandoble separaría la morada de su mente y su alma (la cabeza) del cuerpo del nigromante, y el truculento botín iría a compartir hueco en el mismo espacio que la vampiresa cadáver; el estado de estasis del espacio extradimensional retendría el alma tiempo suficiente como para considerar el cadáver incompleto... O que un clérigo o arcanista capacitado pudiera lanzar un Hablar con los Muertos y sacar la información que intentaba ocultar con su huida hacia Pharasma.