Partida Rol por web

El pelirrojo soltó una suave carcajada que acabó en una sonrisa de medio lado mientras miraba a Aerin y Abelgos.

—Yo que tú tendría cuidado con ella —avisó a este último—. Tiene una vena sádica, quedas avisado.

Luego miró al resto y el gesto de su rostro se borró, tornándose serio.

—Mi nombre es Agatosh, aunque muchos, sobre de dónde vengo, me llaman La Bestia de Darwen. Es un placer. Decidme, ¿qué es todo eso de que estuvisteis en el plano de la Muerte?

-Rata, no ratona,  ratita presumida y yo también tengo ideas sobre lo que te puedes comer. 

¿Pagar? -Casi me atraganto. -No hablaste en ningún momento del precio, exigir ahora un pago es de "ratas" y pícaros de la mas baja estofa.  -Mira a Mercer y le sonrio para que sepa que es una chanza y que su dinero está bien invertido. -Puedo pagártelo en besos en la mejilla, en almizcle,  en sexo sin tan necesitada continuas, o en salvarte de un villano en una mazmorra a oscuras. 

Chisto de forma altanera -Tendré el morro y la geta que quiera, ni que fueses mi... -Me quedo callado y todo interés por seguir con las chanzas se esfuma, tanto que solo respondo encogiendo los hombros ante la advertencia de Agatosh.

No podían importarle menos las discusiones que estaban teniendo aquellos dos, así que cogió su cenco de comida y volvió a agachar la cabeza, hasta que el grandote que se hacía llamar bestia les pregunto directamente.
—Pues eso mismo, que nos tuvimos que adentrar en el reino de Pharasma para matar a un nigromante y cumplir nuestra misión—. Alzo la cabeza para mirarle directamente con una sonrisa socarrona. —No te recomiendo que vayas antes de tiempo, no es un sitio muy acogedor.

- Bueno si ya habláis de follar es que ya estáis mejor, pero cuidado con ser como ratones, si me convierto en felino puedo dejarme llevar por los instintos y no es sano comerse a los compañeros, aunque Obad-Hai diría que son las maneras de la naturaleza, en fin, vosotros habéis tenido vuestra misión, es hora de que los demás tengamos la nuestra y que Balthor Than, la garra despiadada se gane esa insignia.

Alya supuso que era demasiado pedir que aquellas bromas continuaran rebotando entre ellos y dispersaran la sombra de los fracasos parciales que ambas compañías habían traído consigo, pero había valido la pena el intento y, después de todo, las nubes que pendían sobre el ánimo de todos parecían menos densas.

Había que encontrar las bendiciones de Iomidae en las pequeñas victorias, suponía.

Su poca expresividad volvió a desaparecer y se concentró en su cena, haciéndola desaparecer poco a poco del cuenco, al ver que Cylina empezaba a explicar lo ocurrido.

- Lo cierto es que tengo curiosidad por saber más del chupasangres con el que os enfrentasteis vosotros. El nigromante que derrotamos en ese dominio de Pharasma al menos parecía estar colaborando con uno, con intención aparente de crear un portal permanente entre nuestro plano y la prisión obsesiva de un espectro particularmente desagradable y su cohorte.- Dijo sin reprimir un escalofrío recordando la macabra obra que presenciaron. - Dudo que sea casualidad.

El mago acariciaba a su diminuto jerbo, el cual se contorneaba alegre en respuesta a las carantoñas recibidas, mientras obviaba la fútil conversación alrededor del fuego, concentrado en sus pensamientos. Por fin la conversación cogió un tono interesante y miró a la mujer de pelo blanco.

—Caidus me llamo. ¿En el reino de Pharasma, dices?—dijo Caidus con interés— Vuestra historia con el nigromante es interesante. Quizás sea como dices, Alya y esté relacionada de alguna forma con nuestro vampiro. Se hace llamar Atrox Belon, aunque a saber cuál sea su nombre auténtico. Hasta donde sabemos, tiene gran influencia en todos los estamentos de Norul, donde hemos tenido nuestra misión.—el mago miró de nuevo a Cylina—¿Cómo describirías el plano de Pharasma? ¿Difiere de los relatos más comunes? ¿Qué criaturas encontrásteis? ¿Alguno notó una distorsión al acceso de la magia arcana?

- Mi nombre es Vicnan - dijo posando su jarra en el suelo - y déjame decirte Caidus, que la luz de Sarenrae alcanza incluso el reino de las sombras -

- Pero el tiempo transcurre de manera diferente - agregó, algo más taciturno - Puedes caminar por sus grises senderos unas horas, y cuando regreses habrán pasado días. No es un buen lugar para explorar -

- Y sobre lo que encontramos allí, los moradores... algunos son sólo recuerdos que se niegan a ser olvidados. Otros, la locura provocada por el mismo recuerdo. Y lo peor: la carne usada como ladrillos, la sangre como adobe, y el odio como combustible para crear aberraciones -

Vicnan hizo una pausa, y concluyó: - No es un tema para hablar en la noche... -

Parecía que no todo eran chascarrillos, pullas y chistecitos subidos de tono. Algunos si tenían autentico interés por el conocimiento y aunque normalmente no era muy dada a  las conversaciones distendidas, le pedían información que a ella misma le hubiera gustado tener de antemano.

Miro al elfo durante unos instantes buscando las palabras para describir aquello que habían visto, pero Vicnan se adelantó y explico las cosas desde su punto de vista de beato sirviente de Sarenrae, así que empezó puntualizando las palabras de este. —Bueno, la última parte diría que más bien era cosa de pérfidas criaturas no deberían estar allí, como el nigromante o un extraño ser no-muerto que encontramos.

—Fuera de la ciudad de los muertos no parece haber gran cosa salvo los propios portales de entrada, sus guardianes y un gigantesco cementerio. En cuanto a la ciudad lo cierto es que no nos quisimos adentrar mucho, pero diría que la mejor forma de describirla es como una caótica amalgama de ruinosas construcciones, de distintos tiempo y lugares, poblada por espíritus que repiten una y otra vez las mismas experiencias—. Lo cierto es que no creía realmente que bastase con una explicación tan simple para describir aquel plano, pero es que tampoco sabía si era posible describirlo con palabras. —Respecto a la magia arcana, pues no sabría decirte, salvo por algún pequeño detalle funcionaba con normalidad. Pero teníamos a alguien a este lado que nos mantenía conectados con este plano, sin esa conexión me da que la cosa hubiera sido muy distinta.

Asintió a todas las palabras, realmente interesado, aunque más por curiosidad que porque pretendiera entrar allí, y nada tenía que ver eso último con que fuera poco acogedor. Si ella supiera... Para él, ningún sitio lo era, dada su ascendencia. De hecho, no sabía si realmente acabaría en ese reino cuando muriera. Puede que ya haya pasado el límite de mi humanidad, y mi alma acabe en los planos inferiores. Pese a todo, no era algo que realmente le molestara o que temiera.

Por lo demás, siguió atendiendo pero sin añadir nada más por el momento, guardándose sus opiniones. No creía que estuvieran relacionados, no directamente al menos, el vampiro y el nigromante, aunque cosas más raras se habían visto y si que era extraño que dos fuerzas de no-muertos hubieran decidido actuar a la par. ¿Una conspiración a mayor escala? Tal vez. Puede que, cuando regresaran a Norul dispuestos a terminar lo que habían empezado, hallaran respuestas a eso.

En silencio, siguió dando cuenta de su estofado, comiendo lentamente, y poniendo el oído en la conversación, recapacitando interiormente sobre ello.

Ildyra había sido muy protectora a la vuelta con la niña superviviente que habían encontrado, tal vez para ayudarse a si misma a sobrellevar el sentimiento de culpabilidad. Los compañeros de la hermandad le habían dicho que debía endurecer su corazón y ver lo bueno antes que la perdida, pues siempre hay gente a la que no se puede salvar y aquella manera de pensar era peligrosa, especialmente en una paladín.

Cabizbaja se despidió de la niña, sabiendo que la hermandad cuidaría de ella mejor de lo que ella podría y se acercó al grupo de conocidos que estaba en la hogera. Algunas caras la sonaban de cuando se habían separado antes de empezar, y otras eran nuevas. Era bueno que la hermandad tuviera abundantes reclutas, aquella era una profesión peligrosa y si no había un buen número de novatos, pocos llegarían a ser veteranos.

Con el humeante guiso en la mano se sentó junto a Cylina, y comió en silencio intentando enterarse de que estaban hablando para poder tomar parte.

-Bueno, veo algunas caras nuevas. ¿Habeis visto a Elentari?

Miró a su alrededor y no la vió cerca, por lo que decidió olvidarla de momento.

-¿Que tal os fué a vosotros?

- Yo no creo que el extraño no-muerto estuviera fuera de lugar. - apuntó sobre las palabras de Cylina. - Aquella mansión, todos aquellos ecos espirituales que torturaba, su hermana en el sótano junto al piano... La suya era la única voz real en aquel lugar, lo demás, todo aquello estaba construido para albergar su drama y su obsesión. Pharasma sabrá con qué objetivo. El nigromante, aquel gólem y sus creaciones, en cambio, sí, debían ser ajenos al panorama "natural".

- No la he visto desde que llegamos al campamento. - Respondió a la paladina, mientras revolvía un poco el contenido de su cuenco. - ¿Cómo está la niña? ¿Ha dicho algo más coherente?

Mercer sonríe ante las palabras de Abelgos, dando a entender que comprendió la broma. La verdad es que no le importaba que en el futuro le pagara, pero eso no se lo diría para ver -llegado el momento- si aquel ser era de palabra o no. Si Abelgos intentaba pagarle le demostraría que podía confiar en él y la confianza de Mercer tenía sus beneficios. Pero solo el tiempo demostraría la verdadera naturaleza del semidrow. 

Mientras siguen los relatos y las presentaciones pone especial atención a los nombres, para que no se le fueran a olvidar. El nombre de alguien era un dato que él valoraba, el nombre muchas veces lo era todo y en la vida había que tratar que cuando alguien pronunciara tu nombre lo hiciera con orgullo y aprecio o con terror, dependiendo el caso. Así podías saber si estabas haciendo bien las cosas. 

En cuanto a los relatos, le causaron un cierto desconcierto. Convertirse en ratones, viajar al plano de la muerte, todo eso sonaba tan extraño a tal punto que un chupasangres fue lo que más normal le pareció de ellos. Vaya que ya no sabía que esperar de su primera misión. Aunque de algo si que estaba seguro: quería que fuera memorable.

Tras probar el plato y hacer una mueca de dolor lo apartó un momento.

Se lo pensó unos segundos antes de responder a su compañera. -No sabría decir... es demasiado pronto, aunque es joven podría superarlo o arrastrarlo para siempre. No ha hecho más que preguntar por su hermano en los ratos que deja de llorar.

- Ah pobres niños, con tanto muerto y tanta muerte. ¿Pero vais ha volver a ese sitio jodido o ahora os toca otra cosa? Nunca tengo claro a donde te mandarán los vigilantes.

Balthor le dio la vuelta al espeto de pescado que se estaba preparando, un hombre tiene que comer al fin y al cabo, hablar no alimentaba.

 Lo cierto es que tengo curiosidad por saber más del chupasangres con el que os enfrentasteis vosotros.

Ya leeréis el informe cuando terminen de verlo los de arriba primero, pero es alguien que le gusta trabajar desde las sombras y que otros hagan el trabajo por él, eso cuando no controla mentalmente a los más débiles. Es poderoso, astuto y piensa a largo plazo. Y no nos enfrentamos a el, no directamente en un combate cuerpo a cuerpo épico. Lidiamos contra sus esbirros y logramos matar a uno. Tiene más, incluyendo al nuevo archimago de la ciudad.

¿Pero vais ha volver a ese sitio jodido o ahora os toca otra cosa?

Haremos lo que nos manden los superiores. -Dije llanamente mientras terminaba mi cena para luego levantarme y me dispongo a servirme algo de vino o cerveza. -O dicho de otra manera, ni idea.

Vicnan miró a Ildyra y le habló con algo de verguenza. 

- Hiciste muy bien en ayudar a esa niña. Confieso que yo estaba más preocupado por alcanzar a nuestros enemigos que por buscar sobrevivientes - se aclaró la garganta - Tengo que revisar mis prioridades, y admiro tu integridad -

Y eso fue más que suficiente para Vicnan. Volvió a su plato y su agua y no habló mucho más.

Caidus escuchó a Cylina y Vicnan atento.

—Gracias. El testimonio reciente de alguien vivo enriquece los encontrados en mis libros de estudio. ¿Quién mantuvo la conexión entre planos, uno de vosotros, alguien de la Hermandad u otra persona? ¿Está aquí, en el campamento?—la posibilidad de conocer a gente de elevado poder arcano, además del propio archimago, siempre era gratificante para el elfo—Me interesaría compartir conocimientos con colegas de oficio, aunque tenga una clase menor. Aprendizaje recíproco.

—Por cierto, Aerin, tengo una deuda contigo. No sé si nuestros caminos seguirán juntos y si podré saldarla. He pensado en compensarte con un pergamino de mi creación. Si te parece bien, piensa qué quieres.

La noche transcurría algo interesante, pero Caidus prefirió acostarse pronto. Apenas tendrían unos pocos días aciagos y tenía mucho que estudiar.

Con las primeras luces del alba, el elfo se despertó. Alimentó a Smurf, su jerbo, meditó brevemente ordenando sus actividades diarias e hizo sus ansiados ejercicios matutinos para mantener una forma óptima, según su criterio. Tras el aseo, extrajo de su bolso encantado el material necesario para el estudio.

A las pocas horas, la actividad en el campamento estaba más que comenzada. El ruido de los martillos, las conversaciones, los animales, o el olor de la comida sobre el fuego eran la señal para plegar su actividad para desayunar, antes de dedicarse a su objetivo: el archimago.

Mientras esperaba su turno para la primera toma del día, vio a Nalen'Dag junto a Marcus. Antes de perderlos de vista, Caidus se acercó a ellos.

—Archimago, capitán—saludó con una muy leve inclinación de cabeza—Archimago, hace tiempo que superé a mi maestro, y desde entonces he mejorado de forma autodidacta. Sin embargo, veo en vos la oportunidad de avanzar guiado por su conocimiento y habilidad. Sería un orgullo que me aceptara como pupilo mientras las labores de la Compañía me lo permitan.

-Fueron un sacerdote y una druida. Contestó algo seca al mago. -Desconocemos su paradero, aunque temo que fueran los primeros en caer, no parece que fueran de los que huyen ante el peligro, si no más bien de los que caen luchando.

Por supuesto podía estar equivocada, pero esa era la impresión que tenía de las dos personas.

Agatosh miró de reojo al mago elfo en ese momento y luego a Aerin. Fuera lo que fuera lo que mandaran sus superiores, seguramente la orden tardaría unos días en llegar, tiempo suficiente que podían aprovechar para ciertos asuntos. Por ejemplo, podían aprender unos de otros.

—A propósito de lo que dices, Caidus, tal vez puedas enseñarnos tu libro de hechizos. Podría venirnos bien ampliar nuestros conocimientos, si no te importa. —Paseó la mirada por los allí reunidos—. Va por todos. No sé quien será mi próximo compañero cuando los Vigilantes nos llamen a otra misión, pero todos los aquí presentes serán hermanos, y seremos más fuertes si aprendemos unos de otros.