Partida Rol por web

Anna seguía observando la puerta, tarde o temprano deberían abrirla para comprobar qué había hecho que permaneciera allí a pesar del desgaste y el tiempo. Okodar coincidía conmigo, no hacía falta ser brujo para saber que esa puerta no era natural y que si había aguantado el pasar de la horda de ogros no tenía sentido intentar abrirla por la fuerza. Anna ya echaba mano de sus bolsillos por algo que pudiera ser de ayuda cuando el lobo se acercó a la puerta... 

Cuando la puerta se convierte en un monstruo tentacular lleno de agudos dientes, y los tablones empiezan a cambiar de forma a Anna casi le da un vuelco al corazón, de poco se cae al suelo de hecho. Pero con linterna y espada en mano se lanza, enormemente insegura a tratar de pinchar algo... Un tablón, un zarcillo, la cerradura ¡Algo! Ka-kairi, ¿Anubis? ¿A donde le pego a esto? - Anna no tenía palabras para describir a tan informe criatura que se escapaba de cualquier cuento o fábula que hubiera oído en Kurd.

Al preciso instante de arañar con mi pata aquella puerta, toda curiosidad que sintiera por ella quedó inmediata y lamentablemente saciada. Sentí que algo me aprisionaba la pata, al tiempo que aquella puerta se manifestaba, ya no como una superficie de madera, sino como un monstruo que trataba de asemejarse a ello. Camuflaje, eso es lo que era, un camuflaje preciso para dejar a sus presas aproximarse sin detectar a su depredador. Y yo había caído en su trampa.

Por fortuna, al haber decidido permanecer en mi forma animal durante la estancia en aquel lugar, una mayor fortaleza recorría mi cuerpo. Me apresuré a tirar con fuerza, en un desesperado intento de liberarme, y afortunadamente así fue. Mi pata se soltó, y aunque mi instintivo movimiento de tratar de lanzar una dentellada a aquel ser fue infructuoso, saberme libre me daba renovadas energías para enfrentarme a la criatura.

Lo que parecía una puerta es ahora un montón de dientes intentando comerse a uno de mis compañeros - " Vamos Klad hoy vas a comer " - digo sonriendo contento de ver al fin a un enemigo lo suficientemente poderoso para ser un buen contrincante. Sin más llevado por mi propio instinto balanceo mi arma a dos manos y la descargo con todas mis fuerzas sobre lo que hace unos segundos era una puerta.

Miré sorprendido a la puerta-monstruo, tratando de identificar a la criatura y de averiguar con ello aluna debilidad de la cual sacar partido...

No era mucho lo que pude averiguar sobre aquel lugar, algo que dejó de tener importancia cuando aquella puerta que Lobo Blanco tocó con su pata lanzó de repente algo hacia él, algo que parecía estar dañándole. Acto seguido la puerta se transformó en un horrible monstruo, y ante aquella dificultad que se nos presentaba, dado que la herida de mi compañero no era grave; junté mis manos, agachando ligeramente la cabeza y dediqué una inaudible oración a mi diosa solicitando su ayuda.

- Mishakal, ayúdanos a enfrentar la adversidad, por favor, que tu poderosa bondad nos proteja y de fuerzas para afrontar el mal. - susurré.

Al escuchar a Anna traté de centrarme en averiguar algo sobre aquella inesperada criatura. Nunca había visto nada igual, pero era mucho el tiempo que había pasado leyendo.

Mi arma tras golpear la falsa puerta queda pegada por algún tipo de sustancia gelatinosa que surge de la herida que acabo de producirle, al ver que Klad ha quedado agarrada a la extraña sustancia, tiro con fuerza, tensionando mis hombros y con los pies bien afirmados en el suelo hasta arrancar con fuerza el arma.

Aquella criatura insistía en arrojar contra mí sus dolorosos zarcillos, que se clavaban en mi piel abriendo el pelaje que lo cubría con su contacto. Intenté soltarme nuevamente, con un gruñido que pronto se tornaría en gemido de puro dolor y desesperación. Y es que en aquella ocasión no lograba soltarme, y al hacer fuerza parecía que aquellas puntas sajaban aún más mi carne. Me sentía impotente, como el pequeño roedor entre las garras del felino, o el cuervo entre las fauces del lobo.

Algo me decía que mi destino estaba echado, a no ser que la manada lograse hacer algo antes.

 Desde una distancia segura, disparé una andanada de Proyectiles Mágicos a la criatura, esperando que le hicieran algo...

Okodar y Anna se vieron ambos atrapados, hombro con hombro, codo con codo contra aquello... ¿Estaba muerto? En las sombras que la tintineante linterna agitada por el combate se veía al monstruo agitarse y tratar de alcanzarles. Ambos tiraron de sus armas con fuerza e insistencia arrancándolas, con unos largos hilos de una substancia parecida a una baba gelatinosa. ¡Debía haber otra manera de acabar con aquello!

Sentí casi de inmediato la presencia de Mishakal, bendiciéndonos con su bondad, pero a pesar de su ayuda, las cosas no nos iban demasiado bien.

Anna y Okodar se vieron con sus armas atrapadas en aquel ser pegajoso, mientras que este trataba nuevamente de herirnos, fallando en su intento de atacar al semiogro pero acertando al pretender dañar al druida.

Las heridas de Lobo Blanco comenzaban a ser graves, y estas no tardarían en empeorar si no conseguía librarse del apéndice que pretendía apresarle. Así, me concentré y musité los distintos nombres de mi diosa para invocar su poder, posando una de mis manos en el lomo de mi compañero durante unos segundos; canalizando el poder sanador de Mishakal.

Tras ello, alcé la voz para dirigirme a la kender, sin perder aquel monstruo de vista.

- ¡Mortaja! ¿Sabes algo de esta criatura? - pregunté pensando que quizás ella habría escuchado algo sobre ese ser o alguno similar.

Okodar tras golpear a la criatura, no tuvo los suficientes reflejos coma para separar su gran martillo del cuerpo pegajoso, así que recurrió a sus fuerzas para ello, perdiendo el preciado tiempo necesario para realizar otro ataque.

La situación de Lobo blanco era mucho más desesperada, atrapado y herido por la criatura, sin poder despegarse. El zarcillo se cerró con fuerza en torno al lobo apretándolo con fuerza y atrayéndolo hacia la boca dentada. El otro zarcillo dejo de atacar a Okodar, y comenzó a enrollarse también en torno al cuerpo de Lobo Blanco.

Kairi consiguió invocar el don divido para restaurar parte de las heridas de Lobo Blanco y darle un poco más de tiempo. Entonces, Anubis también apoyo con su magia lanzando dos proyectiles mágicos.

- ¡Mortaja! ¿Sabes algo de esta criatura?

Mortaja se había quedado en retaguardia mirando la puerta monstruosa con cara de asombro. ¿Qué es? Pues no lo sé… contesta mientras coge una piedra del suelo y la inserta en su jupak, un bastón acabado en forma de Y unida con una tela para formar una especie de honda. Gira la jupak sobre su cabeza y lanza la piedra contra la puerta, pero la piedra da contra una de las paredes, revotando y casi dando a mortaja en la cabeza. ¡Ups! Que mala suerte.

 Viendo que la magia parecía lo único efectivo contra esta criatura, opté por repetir mi acción anteror, confiando en que esta vez fuera más efectivo...

Mi situación era cada vez más precaria, como el pequeño conejo atrapado entre los anillos de la serpiente. Había perdido la posibilidad de huir, y hacer fuerza era una tarea imposible. Mi carne se abría por el contacto de aquel tentáculo, el dolor se volvía insoportable y las fuerzas me iban fallando. Y entonces, escapando de mi hocico un gemido, vi aquella gran boca llena de afilados y desordenados colmillos. De algún modo, se presentó ante mí el puto convencimiento de que aquellas fauces representaban mi final.

Hubiera preferido, venerada Chidlev, perecer alimentando a una de tus criaturas. No obstante, aquel final también representaba la ley natural.

De pronto, sentí un intenso calor en mi lomo, y cómo mis graves heridas cicatrizan a gran velocidad. Me sentí fuerte de nuevo, vigoroso, lo bastante al menos para debatirme con renovada energía, en un nuevamente infructuoso intento de superar en fuerza a aquel tentáculo y lograr soltarme de su presión. No obstante, un nuevo tentáculo me golpeó, uniéndose al primero en su intento de arrastrarme a mi final.

Di gracias a Mishakal por sanar al druida, pero a pesar de su intervención divina, la situación seguía siendo muy complicada. Mientras Anna y Okodar recuperaban sus armas habiendo tenido que invertir un valioso tiempo en ello, Lobo Blanco volvía a ser herido y apresado por un nuevo tentáculo, aquella criatura parecía haberla tomado con él por algún motivo. Anubis lograba continuar haciendo daño a aquella monstruosa puerta, dejando claro que la única forma de enfrentarnos a aquel ser parecía ser el hacerlo a distancia.

Si al menos no quedáramos pegados a él, podríamos ayudar a Lobo Blanco a liberarse, pero en estas condiciones...

Lamenté, viendo cómo mi compañero trataba de zafarse, cuando tuve una idea. En ese momento escuché a Mortaja; quien parecía no tener nada que aportar, si bien intentaba ayudar con aquel peculiar arma.

- Hay que atacar a distancia, tomad mi ballesta si la necesitáis. Si atacamos a los tentáculos puede que suelten a Lobo Blanco. - le dije a los demás de forma apresurada, extendiendo mi brazo mientras trataba de conectar nuevamente con mi diosa. - Fuerza pura... Acude a mí. - murmuré llevando mi brazo hacia abajo.

Un avatar del bastón de Mishakal apareció entonces, señalándole a la celeste arma que dirigiera su ataque hacia la extremidad del monstruo que aún sostenía a mi compañero.

Tras arrancar a Klad de la sustancia pegajosa que la había atrapado, vuelvo a descargarla con todas mis fuerzas, volviendo a golpear a la criatura " puerta " - " Muere infecta criatura cambiaformas " -, es cuando voy a volver a golpear, cuando me doy cuenta que se ha vuelto a pegar a la maldita criatura, así que vuelvo a tirar con fuerza arrancando con un sonoro rasgido mi arma de su cuerpo.

Anna atacaba sin descanso, con la luz danzando de un lado a otro sin alumbrar a nada en concreto y dejando el escenario en aquel circo de sombras en el que los tentáculos rodeaban al brujo-lobo.  - A los tentáculos, sí a los tentáculos  - Anna se afanó en sujetar bien la linterna lo que le hizo tropezar con uno de los zarcillos que se retorcía por el suelo en busca de su próxima presa, la espada casi le sale volando por los aires de no ser por un equilibrio milagroso.

Lobo blanco se debatía entre los poderosos tentáculos de la criatura que no dejaba de apretar con fuerza inhumana, sin poder escapar. Los tentáculos apretaban el costado del poderoso lobo partiendo alguna de las costillas que se rompían con un ruido sordo.

Anubis continuaba lanzando sus proyectiles mágicos, pero si el combate duraba mucho más el mago se quedaría pronto sin hechizos. La clériga de Mishakal recurrió al don divino de sus dios invocando su arma sangrada, un bastón, que golpeo con contundencia a la criatura.

Anna, en el caos del combate, apunto esta de tropezar y perder el arma. Seguramente hubiera sido una presa fácil para la criatura de no ser por Okodar. El gran martillo Klad desciende sobre el cuerpo del ser impactando sobre la boca, varios de los dientes de la criatura se parten y otros tantos se hunden en la carne gelatinosa de está produciendo una horrible herida supurante.

Tras el golpe, los tentáculos dejan de hacer fuerza sobre el malherido cuerpo de Lobo blanco. La criatura se suelta de las jabas de las puertas y comienza a deslizarse en el suelo hasta quedar tendida cuan largo era supurando un icor maliciento por el centenar de heridas que cubren su cuerpo.

La habitación que aparece tras el cuerpo del monstruo puerta muestra una extraña dicotomía. Parece que la hayan limpiado recientemente, ya que los escombros del suelo han sido apartados a un lado y las paredes están limpias. Sin embargo, unas gruesas telarañas llenan gran parte de la habitación desde el suelo hasta el techo.