Partida Rol por web

Karin esplica que el dragón de platino representa a Paladine. Que sacrifico su divinidad para poder terminar con Takhisis, la Reina de la oscuridad.

Al final de la guerra de los espíritus, los dioses mantuvieron un concilio para decidir lo que se debía hacer con Takhisis. Finalmente decidieron castigar a la Reina, que pretendía esclavizar a todo el mundo, tanto mortales como espíritus. Como había roto la ley y roto el equilibrio, las deidades aplicaron la Sentencia del libro: fue convertida en mortal; y murió casi inmediatamente. Paladine, para mantener el equilibrio, sacrificó su propia divinidad.

Ahora Paladine camina como un simple mortal por las tierras de Ansalon.

Karin también comenta que las cosas importantes de un templo se deben de situar en la parte más profunda del mismo, en el santa sanctórum. Pero que en esta planta también se encuentra la biblioteca, que debería de ser la sala central, y la habitación del sumo sacerdote, que es la habitación cerrada con un equis roja en el plano.

Nada de lo que contaba Kairi acerca de aquel dragón, el dios Paladine y su enemiga Takhisis me interesaba demasiado. Las luchas de poder entre los dioses del Bien y del Mal no me preocupaban más de lo que lo hacía la destrucción que dejaban a su paso. Y es que ambos bandos causaban idéntico daño a los bosques, en aras de sus propios fines.

Además, no veía que nada de aquello pudiera sernos de utilidad, no como su explicación acerca de lo que debíamos buscar en adelante, que se reducía al sancta sanctorum en lo más profundo del templo, o la biblioteca y las dependencias del sumo sacerdote, en la planta en que nos encontrábamos.

Más tarde o más temprano, quisiera comprobar si queda algo rescatable en esa biblioteca. -Compartí con los demás, dejando en sus manos la decisión acerca de nuestro próximo paso- Al fin y al cabo, allí podría residir el conocimiento por cuya búsqueda me uní a esta empresa, en primer lugar.

 - Yo también estoy interesado en visitar la biblioteca. - Respondí, ante la petición de Lobo Blanco, después de escuchar con atención la historia de Paladine. Sin duda es una historia trágica, llena de sacrificio y amor por los mortales por parte del dios del bien.

Cada vez estaba más convencida de que aquel fragmento de luz que buscábamos era la lanza con la que se había destruido a Takhisis, pero, ¿para qué debíamos buscarla? No me lo había planteado antes, pero... ¿Y si la Reina de la Oscuridad había regresado de alguna manera?

Debíamos seguir avanzando, y aún aturdida por aquella idea, escuché cómo Lobo Blanco mostraba interés en visitar la biblioteca en algún momento; pero por motivos ajenos a la búsqueda que nos ocupaba. Era natural, tarde o temprano terminaríamos de seguir aquellos designios de los dioses y tendría que retomar sus asuntos, pero me apenó pensar en ese momento.

Me pregunté entonces qué haría yo cuando todo esto terminara, sin tener un lugar a dónde ir, aunque me detuve en ese pensamiento de manera muy fugaz; pues debía centrarme en el ahora.

- Claro, podemos visitarla. Además a mi también me gustaría echar un vistazo. - me pronuncié después de que Anubis también mostrara su interés en la biblioteca. - Pero si no os importa, yo investigaría antes esa interrogación del mapa, quizás obtengamos alguna información que nos sea de utilidad.

Extrañamente, las puertas de esta sala interior parecen del todo intactas. La recia madera parece nueva y no tiene ninguna señal de ataque o ni siquiera de debilidad debido al tiempo y la putrefacción.

La habitación tiene la forma de una cruz de brazos iguales, con estanterías alineadas en todas las paredes desde el suelo hasta el techo. En su tiempo esta habitación debió de contener la vasta colección de los manuscritos sagrados del templo. Los ogros fueron muy crueles en la destrucción de lo que pudieron encontrar, tirando los libros de los estantes y encendiendo una hoguera en el centro de la sala. Las marcas del fuego todavía pueden verse en el suelo y el techo está manchado de hollín.

Veis que, aunque las puertas han sido reparadas, el interior de esta sala no ha recibido el mismo tratamiento. Hay mesas de madera rotas y lanzadas a los lados, excepto por una única mesa situada en el centro de la habitación, donde hay una persona sentada.

Quien se sienta en la mesa está de cara hacia vosotros y es una mujer de piel pálido, vestida con un caftán largo y fluido. Un delicado velo, sujetado por peines de marfil, le cubre la parte baja de la cara. A un lado de la mesa hay varios libros amontonados y tiene un rollo de pergamino delante.

Bueno, parece que no soy la única que tiene curiosidad por la reaparición del templo. Bienvenidos, compañeros exploradores. Soy Anasana. Su voz es cálida y tiene un acento muy fuerte, pero su tono parece sincero

 Miré sorprendido a la misteriosa mujer y le respondí:

 - Saludos, soy Anubis y estos son mis compañeros. ¿Podemos preguntar quien sois exactamente y que hacéis en este lugar?. Deduzco que sois una especie de erudita, según parece...

La forma en que adoptamos la decisión de a qué punto del plano acudir antes fue... extraña. Tuve la tentación de preguntar si era habitual en el mundo "civilizado" hacer las cosas de tal manera, pero finalmente decidí guardar silencio al respecto. La sacerdotisa apuntó que deseaba inspeccionar otro lugar antes de ir a la biblioteca, pero de algún modo que aún no logro explicarme, su petición cayó en saco roto y terminamos acudiendo al santuario del saber.

¿Quién entendía cómo hacían las cosas?

El caso es que llegamos a la biblioteca, que en otro tiempo debía haber sido absolutamente impresionante, y comprobamos cómo la inmensa mayoría del saber que había albergado se había destruido por obra de la horda. Sin embargo, para mi sorpresa, aún quedaban algunos libros en el lugar. Y para mí doble sorpresa, había alguien allí, una... mujer.

Cuidado... -Murmuré a mis compañeros con desconfianza, echando la vista a nuestra espalda para comprobar cómo las puertas del lugar habían sido reparadas- Opalescente dijo que sólo una mujer araña había entrado en el templo desde su caída.

No por su naturaleza arácnida la tenía por enemiga, pero no sobraban las precauciones. Al fin y al cabo, habíamos dado muerte a dos de sus "hijas".

Sin entender muy bien el cómo y el por qué, acabamos en la biblioteca, siendo lo único claro que mi opinión importaba bien poco; algo que tuve en cuenta en lo sucesivo.

Al llegar al destrozado lugar, encogiéndoseme el corazón sólo de ver la ruina en la que se había convertido un sitio tan importante, nos dimos cuenta de que no éramos los únicos que lo visitaban.

Anubis en seguida se presentó y preguntó a la mujer quién era y qué hacía allí, resultándome curioso que llamara erudita a quien se había definido como exploradora. No era algo incompatible, pero lo único que sabía de esa mujer era que sabía leer. Quizás no fuera más que un modo de halagarla para ganarse su confianza.

Lobo Blanco, sin embargo, se mostró mucho más cauto; advirtiéndonos en voz baja que aquella mujer debía ser la mujer araña de la que nos había hablado la naga.

Siguiendo el consejo del druida, me mantuve a una distancia prudencial, dejando que fueran los demás quienes hablaran dado el poco valor que se daba a mis palabras. Aun así, me centré en aquella mujer, queriendo determinar si era de fiar o podía suponernos algún peligro.

Notas que Anasana oculta algo, pero no sabes el qué. Aunque de algo estas segura, Anasana tiene mucha curiosidad y mientras siga teniendo curiosidad no parece tener intención de atacar.   

Notas que Anasana oculta algo, pero no sabes el qué. Aunque de algo estas seguro, Anasana tiene mucha curiosidad y mientras siga teniendo curiosidad no parece tener intención de atacar.   

Sabes que Anasana oculta algo, y estas casi seguro que es su verdadero aspecto. No sabes que conjuro está usando, peor sabes que ella no es una humana. ¿Podría tratarse de la aranea, la mujer araña que comento la naga? ¿Podría estar Lobo Blanco en lo cierto?

De algo estas seguro, Anasana tiene mucha curiosidad y mientras siga teniendo curiosidad no parece tener intención de atacar.   

Soy una exploradora, una vagabunda. Soy seguidora de Chislev, de modo que viajo a lugares inusuales que son... impuros. Comenta mientras se levanta de la silla, dejando ver su esbelta figura. No soy clériga, pero tengo algunos talentos mágicos. Si encuentro algo de interés, contacto con algunos viejos amigos. Desdichadamente, no creo que el toque de Chislev pueda ayudar en este lugar. Como mínimo harían falta las lágrimas de Mishakal para limpiar el toque de la muerte de este valle, y las lágrimas han estado pérdidas desde la Era de los sueños.

Oí que la entrada al valle se había abierto y creí que era una señal de los dioses. Por desgracia, descubrí que eso no era cierto, pero entonces ya estaba aquí, así que... decidí echar un vistazo. Se ríe un poco. Debo admitir que, cuando algo atrae mi curiosidad, soy tan tenaz como cualquier kender... Al oír nombrar su raza, Mortaja, seguirá un instante antes de continuar indagando por lo restos de biblioteca en busca de algún objeto curioso.

Las primeras palabras de Anasana atrajeron mi atención poderosamente, al definirse para mi sorpresa como una seguidora de Chislev. Aquello me desconcertó, pero a medida que continuaba hablando mi suspicacia fue en aumento. En poco tiempo, había nombrado a mi diosa y a la de Kairi, así como la raza de Mortaja. Daba la impresión de buscar activamente atraer nuestra atención, como estaba logrando conmigo. ¿Una distracción? Mis ojos revisaron nuestro alrededor con desconfianza, temiendo que aquella mujer buscase mantenernos ocupados mientras se tejía una trampa a nuestro alrededor.

Sin embargo, parecía sincera en una cosa. A pesar de que se hacía evidente para mí que ocultaba algo, estaba seguro de que su curiosidad era auténtica, que realmente necesitaba saber más acerca de nosotros y nuestra presencia en aquel lugar. Y eso significaba que, si albergaba malas intenciones hacia nosotros, las postergaría hasta saciarla.

¿Cómo estás tan segura de que no es una señal, y que la mano de Chislev nada puede hacer en este lugar? Su poder es natural, puede ser brusco y salvaje, pero también pausado como el crecimiento de una raíz horadando la tierra, o el agua que rompe la piedra con el paso de los años. –Pregunté aún mirando alrededor, dejando que mi voz reverberase por la estancia, antes de mirarla directamente- Debería haber comenzado presentándome. Mi nombre es Lobo Blanco, y soy druida de Chislev… -Me presenté, posando una mano sobre mi pecho.

 Cuando Anasana menciona Las lágrimas de Mishakal, recuerdo a la misteriosa niña que nos visitó en el Campamento Miku y si mensaje críptico acerca de un fragmento de luz. ¿Es posible que se traten de la misma cosa y que se encuentran aquí, en este mismo templo?. Puede que esta sea la verdadera razón por la cual ella esté aquí y las ha mencionado para ver nuestra reacción y ver si sabemos algo al respecto...

Anasana parecía ocultar algo, pero no estaba segura de qué podía tratarse. Al menos nada parecía indicar que tuviera intención de atacarnos de inmediato, presa de esa curiosidad que se advertía en ella y que ya había mencionado; algo que no tardó demasiado en volver a hacer. Pero antes de ello, nos habló sobre ella y lo que allí sucedía, mencionando varios aspectos que curiosamente coincidían con varios de los presentes. ¿Trataba de llamar nuestra atención? ¿Estaba todo su discurso dirigido a tratar de satisfacer su curiosidad?

Lobo Blanco preguntó algo que yo también me preguntaba, permaneciendo pensativa a ese respecto y tratando de rememorar lo relativo a las lágrimas de Mishakal.

- Quizás sea porque el mal y el dolor que aquí moran van más allá del daño provocado a la tierra. - sugerí respecto al por qué el poder de Chislev no podía acabar con lo que allí sucedía. - Mi nombre es Kairi Moonlight, soy clérigo de Mishakal. - me presenté mirando a la mujer, mostrando una tenue pero amable sonrisa. - ¿Ha descubierto algo interesante? Quizás podamos intercambiar algo de información... - propuse esperando que aceptara, después de todo, seguramente estuviera deseando saber cualquier cosa que pudiéramos contarle.

Las lágrimas de Mishakal son un artefacto de la Era de los sueños. Se dice que eran dos lágrimas que cayeron de los ojos de Mishakal cuando se produjo el primer asesinato. Se creé que son unos zafiros con forma de lágrima que cuelgan de una cadena de plata. Las leyendas dicen que las lágrimas tienen el poder de calmar a los espíritus de los muertos y proporcionarles paz. Desdichadamente, no se han visto desde la Era de los sueños. Algunos creen que las lágrimas se separaron, y otros que fueron corrompidas por Chemosh, pero nadie ha sido capaz de encontrar ninguna evidencia de su existencia, ni de verificar esta leyenda.

¿Cómo estás tan segura de que no es una señal, y que la mano de Chislev nada puede hacer en este lugar?

No he encontrado nada divino, o que los dioses quisieran que saliera a la luz. He estado en muchas ruinas a lo largo del continente, he visto muchas falsas señales de Chislev y aun no he visto ninguna verdadera. ¿Puede que no sea digna de ellas? Comenta con clara frustración.

¿Ha descubierto algo interesante? Quizás podamos intercambiar algo de información...

He conseguido salvar algunos libros, la mayoría sobre religión durante el apogeo de la gloria de Istar.

En su mayor parte son tomos para estudiosos, aunque he descubierto algunos objetos realmente interesantes, al menos para una coleccionista de historias como yo. ¿Podrían ser los objetos que encontrasteis en la sala de las arañas y del monstruo puerta?

¿Y vosotros, que os a traído aquí? Realmente hay una señal de Chislev o de Mishakal en este templo. ¿Queréis volver a purificarlos?

Me resultó ciertamente curioso el razonamiento de la mujer, tanto como para fruncir el ceño y cruzarme de brazos, situando una de mis manos entre mi barbilla y mis labios. Su convencimiento de que la apertura del valle no era una señal divina, así como de la imposibilidad de Chislev para hacer algo por el lugar, venía del simple hecho de que no se le había manifestado a ella. Resultaba una mentalidad curiosa, muy diferente a la mía. Yo nunca esperaba que La Salvaje se me manifestase directamente, sino que contemplaba su gloria en cada hermoso paraje natural, en cada amanecer, en la melodía de un arroyo... y su fuerza en la furiosa tormenta, o en el romper de las olas contra un acantilado. Chislev sólo hablaba a quien quisiera escuchar, o al menos así lo veía yo.

No está en mi ánimo pretender conocer los deseos de mi diosa, únicamente obrar en base a lo que creo que ella espera de nosotros y confiar en que le plazca. -Repliqué a la mujer, con paciencia, pues entendía aquella frustración que parecía sentir- Ninguno somos dignos de que nos hable directamente, pero habla... a su manera. Y a veces somos semillas de un árbol que riega en silencio, sin nosotros saberlo.

Esperaba no resultar críptico en exceso, pero en esencia le recomendaba paciencia, y no buscar señales directas de Chislev, sino obrar según los deseos de la diosa, en base al ciclo natural.

La mención a los libros me llevó a descruzar los brazos, despertando en mí cierta ansiedad. La remota posibilidad de que entre aquellos libros se encontrase la llave para desentrañar los misterios de los pergaminos que había obtenido, y la esperanza de que con ello pudiera descubrir antiguos secretos druídicos, se encontraba ante mí.

Uno de los motivos por los que yo, personalmente, he venido hasta este paraje es, precisamente, la búsqueda de un saber que podría encontrarse en esos libros de los que hablas. -Expliqué- Obra en mi poder un antiguo tratado druídico, o eso creo, mas no me es posible leerlo pues está en lenguaje antiguo. Alguien me dijo que en este templo me sería posible, tal vez, encontrar el conocimiento necesario para traducirlo. -Expuse con humildad, aguardando a que la mujer compartiera si existía la posibilidad de que entre lo que ella había encontrado pudiera haber algo de utilidad al respecto- Respecto al incidente en esa sala... -¿Serían acertadas mis primeras sospechas, que la mujer era en realidad una mujer araña, y por tanto las arañas que habíamos matado eran sus... hijas?- ...ha sido un lamentable incidente, sin duda. Nos hemos visto en la obligación de defendernos, como marca la ley de la naturaleza. Pero no era nuestra intención dejar muerte a nuestro paso. Sí que nos gustaría devolver a este lugar la paz que hace tanto le fue arrebatada, sin duda...

- " GRrrrrr " - Digo ante tanta cháchara y diatribas sin sentido, pero se puede saber que ocurre, mis pelos están erizados y cuando mi cuerpo peludo me avisa es que algo malo ocurre, es verdad no obstante que siempre pienso que algo malo va a ocurrir, pero es que así es la única forma de estar alerta. Atento dejo que mis compañeros sigan hablando con la mujer hasta que algo se me enciende en una de mis pocas neuronas. Me acerco hasta Anna Decanto y le susurro al oído - " Anna, tu que sabes moverte sutilmente, ¿ como puede ser que todo estuviese inalterado ?, con polvo por el suelo, sin ninguna huella delatora del paso de nadie durante años, ¿ como ha llegado esta señora hasta aquí ? " - y me alejo para que piense sobre ello.