Partida Rol por web

Una rata... otra maldita rata. La compañía del pequeño animal le hizo pensar en lo vivido la noche anterior. Parecía que su no-vida en argentina iba a estar ligada a las cloacas.
Pensó por un momento en si aquella luz sería de verdad una sallida del alcantarillado o un reflejo emitido por el nosferatu que conocieron, tal vez eso fuera mejor; en su refugio tenía un montón de instrumental, era innegable que aquel vampiro sabía causar dolor.Quizás fuese eso lo que necesitaba para despejar su mente de una maldita vez.
Se abstrajo durante unos segundos recordando algunos de sus jueguecitos preferidos mientras seguía avanzando por aquel minúsculo e infecto tunel.Suerte que la vitae era muy poderosa y no dejaba que olvidase a los compañeros que estaban aún en la superficie luchando por sobrevivir, porque de no ser por eso Selina habría llamado a gritos al nosferatu para fuese a infligirle dolor.
Pese a un tremendo deseo de escapar de aquella situación no dejó de avanzar, tenía que ayudar a los suyos.

Gatear, gatear, abstraerse, pensar… Finalmente, tras minutos que parecen eternos, llegas a la siguiente boca. La pequeña cabina debería ser indistinguible de la anterior, apenas un cuadro donde convergen los tubos, y hacia arriba una escalerita que lleva de nuevo a la superficie, solo que en la esquina opuesta a la que estabas.

Pero está ocupada.

Quizás una respuesta a las plegarias. Quizás otra cosa mucho menos placentera. Difícilmente coincidencia. El hombre de la máscara  sostiene una rata en su diestra, a la cual pareciera estar hablándole. A su lado, elevado de la humedad sobre un viejo cajón de madera, hay… una clase de grabador? Los auriculares cuelgan a un lado.

No parece sorprendido de verte aparecer. Apenas ladea la cabeza cuando asomas.

-Hey… te recuerdo…+carraspea tras unos instantes en los que reconoce tu rostro+…Si... ayer nos vimos… o hace tantos pasos.

Estaba tan cansando, y por primera vez desde mi no-vida sentía reales ganas de "no vivir", como si toda energía se hubiera escapado de mis músculos marchitos y de mis pulmones, que ya no podían aspirar oxigeno. Sólo faltaba un tramo para que saliera, un empuje más, y aún así sentía que no llegaba; además, temía incesantemente: ¿moriría a tan sólo unos pasos de la libertad?, ¿un jaguar se cebaría contra mí, como lo había hecho con mis compañeros, en el último momento? Pienso en Sebas, en Agustín, y en tantos otros que se han vuelto cenizas dentro de las bocas de estas fieras, y sobre todo pienso en mi manada. ¿Habían tenido un destino igual que este? ¿Estaban todos muertos? Por mi cabeza pasaron las últimas palabras que me había dirigido Lucrecia antes de haber entrado en este maldito lugar, esas que había dirigido en contra de mi compañero Cristóbal, al cual no había vuelto a ver desde que los dos salieramos de Tucumán. ¿Podría estar realmente implicado en todo esto, ser una de las manos maestras?

Cuando llegó a la puerta no me lo puedo creer. Está cerrada. ¿Y si tengo que buscar la llave de esta también? Me quedan tan pocas fuerzas... Veamos si puedo abrirla con lo que me queda de músculos. Empuja con toda tu fuerza, Lucas, me digo, estamos a punto de salir de aquí.

AL ver el automóvil tan cerca, aún debe hacer un esfuerzo sobre humano para poder  llegar donde él e intentar sujetarse del capot como Ulises le había ordenado, cuando estuvo cerca, saltó a este, sujetándose de este, y luego abrirían las puertas. Era la única forma de poder escapar. Javiera estaba asustada, muerta de miedo, la muerte definitiva había sido una visión terrible para ella, que nunca antes la había presenciado, y el dolor no ayudaba en mucho.

Mierda... el tipo de la máscara. -Hostia puta...No pudo evitar que aquellas palabras se escapasen de sus labios.
Y, ¿que tenía que hacer ahora?¿seguir de charla? -Ufff, esta noche está siendo tan larga que parece que fue hace un siglo.

-Puede ser también… +admite. Su ratita se desliza por el brazo dentro de la túnica, perdiéndose rápidamente.+ Entrá. No me hagas decirlo dos veces

La máscara picuda sigue tus movimientos sin despegar su atencion ni un instante.

-Veo que estas sola. Arriba las cosas no fueron bien… pero debiste escapar para otro lado. +el tono es calmo y extrañamente cuerdo, muy diferente al que recuerdas. No por eso deja de ser algo tenebroso. Mucho más tras unos momentos+ Supongo que te das cuenta de la posición en la que estas, linda…

Junto a Ulises, los dos corren los últimos metros y logran aferrarse a la parte trasera del auto, haciendo pie en el parachoques y con las manos en el metal.

La máquina acelera. El agua y el viento les azota la cara pero es mejor que una garra, fijo. Quien sea que este al volante no se preocupa en frenar para que ustedes entren, sino en apretar el pedal y darle derecho hacia el sur, escapando…

Podes sentir la mano del morocho rodeando tu cintura.

-AGARRATE! +grita para hacerse oír. Sin duda él no se esperaba lo difícil que es sostenerse. Lo de pegar y meterse ahora no es muy probable… Pero contra su húmedo cuerpo podes sentir la débil esperanza todavía sin apagarse. El lobo va a quedar atrás rápido… solo tienen que aguantar unas cuadras mas.

De nuevo, la ilusión de tener corazón, desbocado, como un loco sin aliento,  que le señalaba que estaba viva, en el sentido claro, que los vampiros, pero cuando sus dedos se sujetaron del borde del capó, y Ulises la sujetó por su cintura, sintió su piel helada y mojada, la lluvia no ayudaba mucho en el escape, y se sujetaba con todas sus fuerzas, cuan lejos pudiera llegar, lejos de los jaguares, del lobo.

Sólo unas cuadras, sólo unas cuadras, y de ahí, a perderse en la noche, buscar un refugio, sangre, perderse para siempre si era posible. Javiera apretaba los dientes, sintiendo sus colmillos alargados, el hambre, el deseo de sangre, pero las reglas de la camarilla los separaban de aquellos malditos que diezmaban a los suyos, incluso cuando no supera ni un puñado. 

Sus dedos se aferran, con fuerza, sus uñas se saltan, pero sigue afirmada, su resistencia es mayor, su fuerza es mayor, y eso ayuda a mantenerse afirmada. Ulises debía sujetarse también, miraba sus ojos, deseaba abrazarlo, luego de 15 años, seguía siendo bastante humana, más de lo que a muchos vampiros les gustaría asumir. - no te sueltes...- agrega, aunque era redundante, pero era una urgencia. No debía perderlo.

Pensó por un momento en el lío en que se había metido, si se entretenía ahora en satisfacer las necesidades del enmascarado nunca podría ayudar a sus amigos...Le habló de la posición en la que se encontraba, al parecer los humanos y los vampiros no eran tan distintos.
A pesar de que no corriera sangre por sus venas no parecía muy diferente de cualquier Amo humano que hubiera conocido; tuvo la sensación de que le gustaba sentirse superior, pensar que la tenía a su merced y enteramente dispuesta a cumplir con sus exigencias.
Tal vez ese fuera su punto débil, si no se mostraba sumisa y asustada sino juguetona y altiva la dejaría marchar para ayudar a sus compañeros... y si no, seguro que iba a disfrutar de un buen rato de dolor y placer.
Se levantó muy despacio y se irguió hasta estar a la altura del enmascarado y mirarle a las oquedades en las que se suponían estaban sus ojos.
Una media sonrisa pervertida apareció en su rostro,-Se mucho de posturas... y creéme, esa es de mis favoritas. Pero no estaba huyendo sino buscando una vía de escape para el resto, si no fuera por eso me encantaría ver de lo que eres capaz, me encantó tu arte... El tono era calmado y suave, casi como un susurro.Pero a la vez firme y seguro. Trató de imaginar que no trataba con un vampiro claramente superior a ella sino con un joven y musculoso humano que trataba de convencerla para que fuese su esclava.

Presión, presión. Todo se trata de eso. Un segundo es todo lo que hace falta para que alguno de los jaguares vea que todavía queda un nabo acá dentro y venga a hacerte pedazos. Volver polvo tu esencia y desaparezcas sin más.

No suena bueno. Por eso cuando el cerrojo finalmente cruje y  la puerta se abre a la calle lluviosa, llena de autos escapando y gente corriendo, con una muchacha con las entrañas abiertas tirada en el centro, a la cual pisan sin contemplaciones… igual se las arregla para ser una mejora.

¿Ahora para dónde?

Un chasquido húmedo surge tras la máscara, extraño y algo desconcertante.

- Ah… una artista… Me complace que puedas apreciar mis obras. +su dedo enguantado señala el piso fétido de la alcantarilla+ Sentate. No tienes que preocuparte ya por los de arriba. Puedes centrarte en pensar en vos misma…

La risa hueca dura apenas un par de segundos. Toca el aparato a su lado.

-JHAJHA… te voy a dar una “muestra gratis”, por así decirlo. Los que pudieron escaparon. Los que no, ya son polvo. Tengo sus gritos acá guardados… Música de ambiente, nunca mejor dicho. Jhajha... ¿En que estaba?... ah sí… artista. Eso. O una obra quizás. +las ideas vuelven a irle desvariando+… Contadme más sobre la impresión que te dieron mis… muñecos. Tenemos tiempo de charlar...

Quizás si sobrevives a esta noche, quede grabado en tu mente. La oscuridad húmeda. El viento que azota las gotas contra tu rostro, como millones de lágrimas heladas. La ropa pegada al cuerpo sobre las heridas. El dolor de la tensión en los músculos. Las uñas rompiéndose bajo la presión de sostenerse en el auto. El miedo, el atroz miedo, buscando empañarte la vista y sumergirte en el terror final de quien ve la muerte por segunda vez.

Es lógico que cuando el vehículo pega un volantazo, ambos salen despedidos hacia la calle, rebotando en el pavimento dolorosamente. Por suerte están juntos y el rápido abrazo de Ulises hace que el daño se reparta en forma igualitaria, hasta que finalmente los dos quedan tendidos en el agua. La calle esta semiinundada por la lluvia. Una grande, probablemente una avenida. No hay tráfico por el momento y eso es bueno para evitar ser arrollados. Han andado… quizás 5 o 6 cuadras. Mucha ventaja.

Y tendidos boca arriba, mirando la tormenta que estalla, deben considerarse afortunados de seguir vivos. Como así también, que hacer a continuación.

Estaba tan preparado para morir, una vez más, que cuando la puerta se abre, dejándome el camino libre, no lo puedo creer. Por un momento me quedó mirando al frente como un estúpido, con la boca ligeramente abierta, como si la lluvia que caía fuera me atrayera más allá de lo inimaginable. ¿Realmente estoy libre? ¡Sí, mis ojos no me mienten!

Con cierta dificultad caminó hacia afuera, sintiendo sobre la cara la brisa helada de la lluvia. Estoy malherido, y me duele todo el cuerpo; pero si bien físicamente estoy deplorable, aún me queda cierto raciocionio en funcionamiento. Cuando veo a todos los que están allí corriendo para montarse en un vehículo, no me lo pienso mucho para decidir qué hacer. Con las fuerzas que me quedan corró hacia donde va todo el mundo, a la velocidad que me permiten mis heridas. No quiero ni imaginarme lo que pasaría conmigo si no logró montarme en un automóvil: pronto va a amanecer, estoy herido, necesito descanso, y seguramente comida muy pronto.

- ¡No se vayan todavía! ¡No se vayan todavía! - gritó a voz de cuello mientras corró en dirección a los autos.

Cayeron,rodando por la acera mojada, y quedando aún más empapados y sucios, pero vivos. Por unos segundos, Javiera se quedó tendida, sin saber si aquellas criaturas estarían cerca o no. Su cuerpo temblaba y el dolor se hizo aún más terrible, mas intenso, la vampiresa se giró y se dio cuenta que Ulises estaba a su lado, estaba vivo,  ella puso su mano en su pecho, y sus uñas rasgaron su camisa. 

- gracias... negro - sonrió, un gesto algo bobo, luego de lo que habían pasado -debemos... movernos... no sé a donde ir, tú conoces mejor este lugar, pero debemos movernos, alejarnos, necesito hacer llamadas... y saber que carajos está pasando...  - se sentó, y tocó su abdomen, estuvo  dos veces apunto de morir definitivamente, quería calma, un poco de tranquilidad, acurrucarse contra el pecho de Ulises, malditos modos humanos que sobrevivían.

La imagen de Antonia cruzó su cabeza, y se asustó por ella, ¿y si habían ido contra ella también?,  ¿si la había traicionado?, ¿traicionar a los suyos?. Maldita sea. A duras penas se puso de pie, y tomó la mano del moreno.

- te sigo...- apretó y entrelazó sus dedos con los de él. 

-¿En serio sabes que ha pasado ahí arriba? Todo el resto del jugueteo le había pasado casi desapercibido; sólo podía pensar en sus compañeros... ¿habría acabado todo ya?Sentía en su interior un fuerte sentimiento de culpa, sólo había querido ayudar, quería liberarlos pero parecía que se había salvado por huir arrastrándose entre mierda por una pútrida alcantarilla.

Los autos están escapando a derecha e izquierda, ignorando todo sentido de dirección en el afán de huir. Ninguno conocido, ninguno que pare. Tampoco ves a la gallega esa, Selina, aunque sería fácil perderla en esta oscuridad. ¿Dónde se habrá metido la muy puta? El resto que vos sepas siguen adentro, luchando y muriendo, aunque ojala ya hallan escapado al pasillo al menos…

¿Qué vas a hacer? Estos putos anarcas no te conocen y solo piensan en fugarse por su cuenta. Incluso la camaradería entre ellos parece olvidada ante la amenaza de una muerte segura…

-Aha… +contesta con cierto desdén, y casi podes sentir que sus ojos se entrecierran+ Deja de preocuparte. Si digo algo, es porque es.

Su pierna se mueve lánguidamente en un suave vaivén. Ni ves cuando la adelanta y encaja una patada en tu vientre, aunque no muy fuerte por la postura (si bien no por la intención). Suficientemente dura no obstante para hacerte tambalear un momento en el piso resbaloso de la alcantarilla. Un llamado a la atención muy elocuente.

-Ahora presta atención, piba… Quiero charlar... Lo podemos hacer aca... O podes venir a mi casa y jugamos un poquito mientras hablamos... Mis ratitas ya anduvieron dándote cariño cuando viniste con tus amigos, ¿no?. Ahora te daría algo más… personalizado.

Ulises asiente con un cabeceo, demasiado cansado hasta para hablar por un momento, o quizas aturdido de haber escapado. Pero el instinto se impone y quedarse tirados en la calle no es sano, seas vástago o mortal. Con un gemido crujiente se incorpora a tu lado y mira para orientarse, mientras su diestra busca la parte baja de tu cintura casi inconscientemente.

-Je… hoy por ti… ya sabes. +murmura en un tono entre cansado y avergonzada.+ Ok… General Paz.

Ahora que pueden mirar mejor notan que están en una zona muy arbolada, flanqueada más que nada por caserones y un gran parque. Ulises hace memoria pero está en blanco, sin enterarse. Es la primera vez que viene a este escondite y no es un barrio donde suela moverse.

Vos en cambio reconoces la plaza. Es la plaza General Paz justamente y el edificio ahí mismo es el pequeño Museo histórico de Buenos Aires. Alfredo te trajo como parte de la instrucción cuando recién vinieron a la ciudad… Están justo en el borde entre ciudad y conurbano. O sea que si van para ese lado tiene que haber enseguida mas casas y la zona bien urbanizada de Capital Federal. A pie... va a ser una larga caminata. Y el agua no deja de amontonarse sobre vuestros pies.