Partida Rol por web

Corría un frío día de invierno en el Norte, aunque por alguna extraña razón (mágica a decir verdad) el clima dentro de la ciudad de Argluna siempre era agradable. Nunca era muy frío y nunca era muy caliente.

Los sabios pronosticaban días muy fríos venideros, fríos intensos que congelarían hasta el tuétano de los huesos, pero la gente de la ciudad poca atención prestaba a los presagios de los sabios.

La taberna de la cabra bailarina explotaba de ruido, juerga y diversión. El licor corría por todas las mesas mientras los chistes, las risotadas, los cantos, los bailes, los cuentos y los instrumentos musicales ambientaban la taberna entera. La comida caliente llegaba a algunas mesas.

Una mesera rubia de belleza promedio, llevaba en una mano una bandeja con un enorme pernil de cerdo bien asado con piel crujiente, adornado de verduras y algunas frutas. En su otra mano cargaba 2 picheles de cuerno llenos de cerveza espumante. Ágilmente esquivaba borrachos y pasaba por pequeños espacios entre la gente hasta llegar a una mesa en particular.

En la mesa se llevaba la atención una hermosa mujer Iluskana (Dalla), vestida con fina ropa de seda y joyas que atraían la atención de más de un hombre con buenas o malas intenciones. A su lado un Iluskano de aspecto salvaje (Kroner) permanecía en silencio con el ceño fruncido y con cara de pocos amigos.
La mujer hablaba amistosamente con dos enanos (quién lo diría), con aspecto muy diferente entre sí. Uno era rubio (Bofrund) y el otro tenía el cabello y la barba negra como el ala de un cuervo. Con los enanos estaba un hombre de aspecto sencillo y amable (Karian) pero bastante fortentoso. Permanecía callado, escuchando la conversación de los Enanos con la mujer.

Tan pronto llega la comida, los Enanos son los primeros en lanzarse tras ella, como aves de rapiña sobre un cadáver fresco...

-Como venía diciendo... -Dijo el Enano de barba negra, primo de Bofrund, ambos a cargo del negocio del comercio de su clan. -Hacer negocios con tu familia es muy importante para nosotros, a ambos nos beneficia este consorcio. Tu familia puede llegar a tener participación en un mercado tan cerrado como lo es la ciudadela enana de Felbarr, mi padre es un hombre influyente y seguro hablará en nombre de tu familia con sus allegados.

Hablaba de negocios con Dalla mientras comía, los pequeños trozos de carne salían desprendidos de su boca como proyectiles mágicos en todas direcciones. Para fortuna de la dama, el alcance de esos proyectiles de mal gusto no alcanzaban a impactar su fino ropaje de confección élfica.

-A cambio, podríamos usar sus canales de exportación para vender más allá de la Marca. Claro, -Hizo una pausa mientras bajaba la comida con un gran sorbo de cerveza, que se regaba sin temor sobre su barba y su ropa. Terminó con un sonoro eructo. -Ustedes ganarían una comisión por las ventas y así ambos saldríamos ganadores en esta alianza...

La noche siguió mientras los negocios entre la mujer y los enanos iba tomando forma, algunos desacuerdos despertaban la ira de Beulf quien era apaciguado inmediatamente por su primo rubio.

Sin que casi nadie lo notara, un Elfo con aspecto de cansancio y desesperación (Elden) entró a la taberna, agitado y acelerado. Fue la primera taberna que encontró al llegar a Argluna, provenía del bosque de la luna en busca de ayuda. Supuso que una taberna significaría una fuente donde podría encontrar aventureros y mercenarios.

Para su sorpresa o su infortunio, aquella específica noche no habían gentes como las que buscaba en la cabra bailarina. Estuvo apunto de darse media vuelta para ir a la siguiente, cuando divisó al fondo una mesa con 2 fortentosos Iluskanos armados junto a 2 Enanos vestidos con armaduras hablando con una mujer. -Seguro son aventureros- pensó -Seguro esos hombres podrán ayudarme-

...

Eres de una zona conocida como el Valle del Filo del Invierno, es la última villa de civilización antes de llegar a las montañas del norte (en el mapa Nor-Oeste de la marca lo puedes ubicar).

La villa ha sufrido mucho en los últimos años, principalmente por incursiones de orcos. Pero la gente siempre se las ha apañado para sobrevivir.

Pero esta vez es diferente. Una maldición ha caído sobre la villa, la gente se ha reunido para enviarte como delegado a Argluna para contratar un grupo capaz de acabar con esa maldición. La maldición, dice la gente, está dada por un invierno extremadamente frío, la nieve cae constantemente cosa que no es normal ni siquiera en los inviernos más crudos. Echan la culpa a un ermitaño que vive a las afueras, pero no se atreven a visitarlo por miedo a represalias.

No te ha dado tiempo de investigar más a fondo el asunto por tu cuenta, así que es todo lo que sabes por ahora.

Kroner se había levantado de mal humor aquel día. Generalmente tenía una manera amable y no era un mal conversador... aunque tampoco era un dechado de virtudes carismáticas como Dalla. En otros momentos se hubiera detenido a observar con mayor detenimiento a la mesera, pero su atención estaba puesta en la nada misma.

Esas charlas de negocios lo aburrían soberanamente. Eso lo había puesto de mal humor desde un principio porque sabía que eso era lo que les esperaba. Muchas veces, cuando se hablaba de negocios, Kroner dudaba de si tenía que seguir al servicio de Dalla. Eran sólo momentos ya que apenas la observaba se daba cuenta que no sería buena idea. No sólo pagaba bien, sino que además le caía muy agradablemente. Admiraba su capacidad de para resolver cosas con el sólo uso de su palabra, ya que él tenía... maneras diferentes de llevar a cabo esas cuestiones.

Ya aburrido, comenzó a deambular su vista hacia otros lugares de la sala. Esa conversación no necesitaría de su atención, esos enanos los conocía y no eran una amenaza para la noble.

Cuando finalmente llegó la comida, Kroner se dedicó enteramente a ella, como si de una amante extrañada se tratara. Eso era algo que sabía hacer muy bien: comer y beber. Su apetito voraz hacía que fuera un competidor casi a la talla de alguno de los enanos, aunque cuando se encontraba a la intemperie prefería guardar energías a otras cosas que sólo digerir, cosa que podía hacer tranquilo en la bella Argluna.

Debería pasar a saludar a mi familia... pensó por un fugaz momento.

¿Cuánto tiempo más podría su padre mantener a su madre y hermanas menores? Cada tanto les mandaba dinero, pero parecía que se venía un invierno crudo y no sabía cuánto de ese dinero les quedaría.

Elder llegó a Argluna, tal y como se le había encomendado. Su desesperación era tan clara como su mal estado. Había logrado sobrevivir a la tormenta que el temible ermitaño propició para tratar de detenerle; era preciso para aquel malhechor no dejar que el elfo llegara a su destino.

Fueron varios días de viajes. El hambre, el cansancio y el frío hicieron que casi desfallecera en muchos momentos, pero Elder tenía una misión que cumpliría así diera su vida en ello. Había dejado todo por escrito por si fuera necesario, pero en realidad no deseaba rendirse hasta el mismo encontrar a las personas adecuadas. 

El elfo entró a la primera taberna que encontró en Argluna, mas por la fuerza de necesidad de abastecerse a sí mismo para continuar, que por cualquier esperanza de encontrar a la gente que buscaba. No fue mucho lo que Elder pudo hacer después de cruzar la puerta. Sus piernas flaqueaban y su visión se había empezado a nublar. Por alguna extraña razón, sus ojos se dirigieron hacía una mesa en particular, los que allí estaban parecían ser personas con gran capacidad -Tal vez ellos puedan ayudarme- pensó mientras caía al suelo, con la mirada fija hacia aquella mesa.

La nieve aún cubría gran parte del abrigo, era una nieve bastante densa y extraordinariamente difícil descongelar. Aquello dificultaba ver la fisionomía de quien portaba aquellas pieles, pero la bajar la capucha se puede ver el rostro pálido de un elfo y unos labios resecos a falta de agua. En su estado de inconsciencia, Elder parecía estar en una pesadilla, movía su cabeza de un lado a otro y no dejaba de repetir -No tiempo... Tengo que encontrarlos- su angustia era marcada y parecía que en cualquier momento le haría despertar.

Los pensamientos de Dalla volaron por un momento dejándose llevar por las promesas de riqueza que las palabras de aquel enano (Beulf) portaban, las posibilidades de aquel acuerdo eran infinitas pensó ella para sus adentros.

Cuando este invierno pase volveré a la corte de mi tío y organizaremos una caravana hasta vuestro hogar, presentes y regalos serán portados como muestra de agradecimiento en aras de un mutuo acuerdo beneficioso.

Sonrió afablemente al otro enano (Bofrund) había sido una suerte conocerle y levanto su copa Porque este encuentro sea el inicio de muchos más, a vuestra salud exclamo antes de apurar la copa de vino y notar como ardía al caer por su garganta. Sin duda la cabra bailarina no era ni la posada ni el vino que ella hubiese elegido pero entendía que todos quisieran estar aquí.

Tras dejar la copa llevo la vista hacia el otro lado de la mesa donde el otro iluskano y su acompáñate (Kroner) estaba, desde que su tío le indico que le acompañaría se había mostrado siempre competente y amable, aunque en un principio ella había sido reacia a que nadie la acompañase no podía negar que no se sentía más seguro con aquel fuerte hombre cerca, debería hablar con su tío para que le recompensará cuando volvieran. Y también debería hablar con él , no sé qué le pasa pero a veces le veo melancólico y preocupado , en cuanto tuviera la oportunidad trataría de entablar una amigable conversación con él.
Kroner relajaros y disfrutar de la noche, yo volveré a la posada, tengo algunos pergaminos que leer, quedaros con nuestros amigos enanos y mañana nos veremos.

La entrada de aquel elfo que se acercaba a su mesa la sorprendió como al resto.
¿Qué os pasa, que decís? exclamo al recién llegado mirando con algo de desconfianza.

-Habrá que tener cuidado en el camino, la última vez que pasé por ahí había una...- Estaba comentando Bofrund cuando una figura irrumpió en La Cabra Bailarina y luego de avanzar un par de metros se desplomó en el suelo.-¿Eh? ¿Y éste?- Dijo con mirada extrañada mientras se levantaba de la silla para ir a socorrer al desgraciado. Le sacudió bruscamente la nieve y, apoyandolo en su hombro, lo llevó hasta su silla, donde lo dejó sentado.-¡Mesera! ¡Una jarra de agua!- Vociferó mientras intentaba que el extraño bebiera un trago de cerveza. Cuando se la trajeron, salpicó la cara del elfo para intentar sacarlo de su estupor.

Kroner le había sonreído a la noble contratante cuando entró esa persona con paso tambaleante y cubierto de nieve, aún dentro de la ciudad. No había que ser un erudito como para darse cuenta que no sólo venía de afuera sino que además venía con cansancio acumulado. Kroner lo había vivido. Sabía cómo era eso.

A pesar de que fue el primero en verlo, se abstuvo de actuar hasta que el forastero cayó desplomado sobre le suelo de la taberna. Se paró como propulsado por alguno de esos artefactos gnomos, pero se detuvo cuando el enano ya se encontraba ayudándolo con su propia corpulencia.

Sin esperar a que la confundida mesera trajera el agua, se acercó a ésta y se la sacó de sus manos temblorosas.

-Toma...- le dio el montaraz al enano y observó con curiosidad la reacción del elfo desmayado.

Hincó una rodilla en el suelo y se colocó a la altura de los ojos del elfo. Su altura lo dejaba a más altura, pero agachándose un poco podía lograrlo.

-Mifohaza, namana... ¿Ekena ve ianao?-* le preguntó en élfico el iluskano.

Karian sonrió. Al dejar su pequeña aldea jamás pensó que iba a acabar en una posada de Argluna haciendo tratos junto a dos enanos y una maga con un poderoso guardaespaldas. Las palabras del enano prometían riqueza y aventuras. Sobre todo aventuras. Karian había dejado atrás su pequeña aldea con la intención de ver mundo. Soñaba con ver Aguas Profundas, el Mar de la Luna, La Costa del Dragón, Cormyr... Había tantos sitios y tan poco tiempo.

Asentía ante la conversación de los enanos como si de verdad estuviese enterándose de algo, pero la verdad es que a él sólo se le daba bien el uso de la espada, y empezaba a dudar si sería o suficientemente bueno como para desenvolverse con la agilidad necesaria, pero estaba dispuesto a demostrar a los demás que él era tan útil como cualquier otro, a pesar de su juventud.

Al ver entrar al elfo corrió hacia la puerta, mirando a ver si alguien más venía detrás suyo. Dejaría al tambaleante elfo en manos de personas más capacitadas.

En la inconsciencia del elfo, una pesadilla era intensa: La nieve atrapándolo, mientras una macabra risa su burlaba ante su deceso. ELder abrió los ojos en sobresalto, apenas y su cuerpo fue cambiado de posición... llevo su mano a donde se encontraba su estoque, pero al darse cuenta que no había amenaza, se contuvo; en todo caso, no estaba en condiciones para usarlo, aduras penas podía organizar sus pensamientos. 

Miró durante un par de segundos a los que estaban rodeándolo: Un enano le sostenía, y un humana con aspecto de montaraz se acercaba con el baso de agua que había tomado de aquella temblorosa mesera, otro hombre que salió a ver si alguien le seguía, encontrando a afuera solo a un caballo que ni silla de montar tenía. Pero todo eso dejó de importar cuando quien le sostenía acerco a su rostro aquella cerveza; no era una bebida de su preferencia, pero ya hacía mas de un día que no había logrado tomar nada de nada; así que agarró aquella jarra y la vació sin tomar respiro. 

Cuando llegó el montaraz con el baso de agua, Elden fue quien lo recibió para también tomárselo. En verdad estaba sediento, de eso a nadie le quedó duda y el hambre era otro asunto por resolver. Las provisiones que había llevado consigo ya habían agotado hace un par de días y aquella tormenta sobrenatural le dejó sin posibilidad de encontrar de encontrar algo con vida, sin mencionar, que por alguna extraña razón, tardó casi el doble del tiempo en poder llegar hasta aquí.

Fue después de acabar con el agua que Elden cayó en cuenta de que aquellos que estaban cerca de él, eran a quienes observaba antes de perder el sentido. Era extraño, pero a su mente llegó aquellas palabras del sabio de la villa, quien le dijo que no tardaría tiempo en encontarles, que su corazón les reconocería mucho antes de su pensamiento. 

Elder agradeció a quienes le socorrieron y tratando de no importunar, mas de lo debido, hizo un esfuerzo por ponerse en pie. -Gracias, estoy bien.- responde mirando primero al enano y luego a quien le había hablado en elfico. Sin mas rodeos, el vigía del Valle del Filo del Invierno se presenta -Mi nombre es Elden Filo del Bosque- dice mientras destiende la capucha de su abrigo, dejando ver los rasgos de un elfo del bosque. -Hay algo que me gustaría hablar con ustedes... Podría acompañarles a la mesa?- propuso mientras esperaba a que le ofrecieran asiento en la mesa en la que les había visto al entrar.

Tomando una pausa, Elden espero a exponer lo que le había traído hasta acá. Algunos le veían con ojos incrédulos, otros seguían comiendo sin darle mayor importancia y en otros la desconfianza se podía adivinar saltar -He venido desde lejos a petición de la gente del Valle del Filo del Invierno, una villa alejada de la civilización que no dista mucho de llegar a las montañas del norte. Sus pobladores imploran la ayuda de un grupo de valientes que les ayuden acabar con la terrible amenaza que ha caído sobre ellos. Alguien, o algo, esta alterando el clima haciendo que las nevadas sean mucho mas intensas y letales.- el elfo esperó a ver la reacción que produjera aquella información antes de poder continuar con su discurso.

Una vez escuchó algunas anotaciones, sobre todo aquellas que tenían que ver con temas de costos y beneficios, Elden agregó -Ademas del mas profundo respeto y agradecimiento que se les pueda conceder, el pueblo del Filo del invierno pagará por vuestro servicio.- esperaba que aquello pudiera dar el empujón final a que aceptaran. No era una misión fácil, así que había bastante en que pensar. 

La joven escuchó con atención a aquel elfo sin interrumpirle , mientras volvia a apurar la copa de vino. Su irrupción habia sido tan extraña, pero su historia la intrigaba, y mientras le escuchaba y bebía una idea iba creciendo en su mente.

Con lo agusto que estaba en este ciudad, me gustaba vestir con seda y estar alejada del frio por unos momentos y esta ciudad está llena de rincones y conocimiento mágico que podía aprender pero esta oportunidad no debo desaprovecharla y debo honrar mi linaje pensó con cierta amargura

Kroner debemos acompañar a este hombre sin duda, ayudar a otro pueblo de la marca argenta demostrara a nuestros nuevos socios que somos gente honorable y de confianza, debemos hacerlo por Risco Altole susurro al oido apoyándose ligeramente en su brazo. Además que es un poco de frio para unos Iluskanos como nosotros temrino con una sonrisa.
Elden filo del bosque , podéis contar con la ayuda del Riscoalto, Kroner y yo os acompañaremos, darnos mas detalles si los teneis mientras seguis cenando algo. le anunció no sin cierta solemnidad.

Kroner escuchó las palabras del elfo del bosque y esperó a la reacción de Dalla... que no se hizo esperar. Ya sabía en el fondo cuál sería la respuesta de ella, pero le admiró que no sólo fuera a ayudar sino también sacar un beneficio de ello.

-Por supuesto, Dalla, y soy tu protector después de todo así que tengo que ir a donde tú vayas- respondió devolviendo la sonrisa al ver que pronto entrarían en movimiento y podría disfrutar del invierno argénteo.

Había estado en esa zona en una incursión. Había gigantes, pero no los encontraron. Fue una derrota para él, pero tal vez ahora se redimiría.

Karian entró de nuevo en la posada, para escuchar la petición de ayuda del elfo, Elden Nosqué del Bosque, vaya nombres se traían los elfos. Sonrió. El elfo hablaba de un pueblo que sufría bajo la opresión de alguien, y solicitaba la ayuda de valientes guerreros para acudir en su rescate. Bien, él no sabía si era valiente, pero era un guerrero que había dejado su aldea en busca de nuevas aventuras y listo para usar su filo allí donde fuese necesario.

- Si creéis que un simple aldeano os puede ayudar, iré con vosotros encantado.

Los otros iluskanos se habían ofrecido ya voluntarios, y él no podía ser menos, sobre todo si una dama tan bella como la maga se ofrecía a ir. Además juraría que Elden Loquesea del Bosque había dicho que se les pagaría, y su bolsa comenzaba a estar demasiado delgada.

Luego de oir hablar a los demás las pocas dudas que tenía se disiparon y el enano se dispuso a responder-Si ustedes necesitan demostrar que son "gente honorable y de confianza", yo no voy a ser menos.-Dijo bofrund sonriendo.-Además siempre tuve ganas de vivir alguna aventura, más alla de como cruzar la carreta por un puente sin que me intenten asaltar en el proceso, y si encima hay paga...-Se quedó pensativo unos segundos.-¿Dices que tu asunto va a traer inviernos más crudos? Si tuve problemas para llegar aquí porque se me congelaban las ruedas de la carreta, no quiero ni imaginar que pasaría si no hacemos nada.- Bofrund agarró la mano del elfo y la agitó fervientemente y apretando con fuerza.-Un gusto. Mi nombre es Bofrund Durgak, hijo de Emmet Durkag, nieto de Thoradin Durkag.

De pronto, recordó que no estaba solo en esa taberna.- Y tu Beulf ¿Qué piensas hacer?
 

El vigía del Bosque de la Luna, se iba haciendo a una idea de cada uno de los que intervenían en la conversación. -"Humanos Iluskanos", he escuchado un que otra cosa sobre ellos, sin duda parecen lo suficientemente tenaces para emprender este duro viaje a través de la nieve.- 

Elder respondió a la primera de las preguntas mientras intentaba aclarar las demás, aunque no pudo resistir desviar su atención hacia la comida a la que la dama hacía alusión -La Villa del Filo del Invierno, siempre ha estado bajos los peligros que atañen a los pueblos alejados de las grandes ciudades: Incursiones de orcos y otras criaturas hostiles, han sido constantes durante los últimos años; supongo que el hecho de ser tan próximos al Bosque de la Luna le convierte en un blanco atractivo. Sin embargo, la villa siempre se ha mantenido a salvo gracias a que pueden estar siempre un paso mas adelante, de cualquier amenaza, con la ayuda de nosotros los vigías. Por otro lado, las criaturas del bosque son también una fuerte linea de defensa.- dice mientras se deja vencer por la seductora idea de tomar algo de la mesa; estaba seriamente hambriento. El guarda bosque tomó sutilmente algo de pan y lo llevo a su boca, mientras masticaba el pan, esperaba que el resto pudiera digerir lo que hasta ahora exponía.

Entonces dio unos leves golpecitos en el pecho para ayudar a bajar lo que estaba tragando -Mucho me temo, que la amenaza que esta vez azota el Bosque de la Luna y sus alrededores, es una amenaza que muy pocos pueden ver. La gente supersticiosa, dice que se trata de una maldición y tal vez sea así, pero no creo que sea por el designio de los dioses, creo que alguien o algo encontró alguna manera para alterar el clima de toda la zona, haciendo que sea una travesía casi mortal el intentar salir o entrar en ella. Tampoco he recibido noticias de los otros vigías, así que con franqueza he de temer por su suerte.- un silencio solemne se apoderó del elfo antes de poder continuar... -Desconozco que intenciones puedan haber detrás de este extraño fenómeno y a falta de cualquier otra información dar con quien esta haciendo esto no será tarea sencilla.- dice como conclusión.

El corazón de la noble y bella Dalla fue el primero en saltar hacia el Elfo, desinteresadamente ofreció su ayuda y la de su guardián a la causa que traía. El Enano no podía quedar como cobarde y decidió acompañar, además sería una buena oportunidad de entablar amistad con la dama a la cual necesitaban con urgencia en sus negocios.

 Por su parte Beulf, contrario a su primo odiaba a los Elfos. No disimuló su cara de desdén cuando vio al elfo quitarse la capucha y a punto estuvo de mandarlo a los 9 infiernos de Baator cuando preguntó si podía acompañarlos en la mesa, pero se abstuvo al ver la amabilidad con la que lo trataba Dalla.

Su primo Dofrund se ganó un codazo en las costillas y una mirada seca cuando impulsivamente ayudó al Elfo, Dofrund no era como su primo y al menos no tenía recelo con los Elfos.

Beulf no era un aventurero o un buen combatiente a diferencia de su primo, pero era buen negociante, responsable y dedicado al asunto familiar. Sabía de la gran importancia que tenía para lograr el acuerdo. Se alegró con las palabras de la mujer, pero sabía que una alianza duradera tendría que conllevar algo más que un simple pacto... Almenos esa era la forma Enanil. 
Como designio de Moradin vio la oportunidad de que su primo se embarcara en un viaje con Dalla, sería una oportunidad para estrechar lazos. -Ohh si primo, deberías aprovechar e ir. No te preocupes por el negocio, yo me quedaré a atenderlo aquí unos días y luego viajaré hasta Juntarrios como habíamos planeado, luego volveré. Aquí me encontrarás si es que vuelves!! -Rió con gran fuerza que un sonido extraño salió de su silla, nunca se supo si fue un flatulo o su pantalón desgarrándose.

-Vuelve de una pieza y entabla amistad con la dama, es importante para nosotros realizar esta alianza... Cuídala también, su guardián parece competente, pero no hay mejor guardaespalda que un Enano -Susurró con disimulo a su primo mientras le guiñaba el ojo-

Su cara malhumorada y un rugido salieron en cuanto el Elfo cogió un pan de la mesa, pero se abstuvo de comentar.

Después de acordar unirse al elfo, los aventureros prosiguieron con su cena, mientras planeaban cómo sería el viaje de mañana.

-Los dos asentamientos en dirección a Filo del Invierno que yo conozco son Fuerte Alto y Quervarr.- Dijo Bofrund con aire pensativo.- Quervarr está más cerca del Filo, pero viajar desde allí al Filo en linea recta supone caminar un trecho largo a través del Bosque de la Luna, lugar que no conozco, y si fueramos a rodearlo deberíamos pasar cerca de Fuerte Alto de todas formas.- En este punto Bofrund interrumpió su discurso para llevarse una papa asada a la boca y bajarla con un sorbo de cerveza.- A paso normal, caminando durante 8 horas diarias y asumiendo que no hubiera contratiempos, llegar a Fuerte alto nos llevaría casi tres días, por lo menos a pie. Llegar a Quevarr nos llevaría tres días y un poco más. Siempre que usaramos los caminos, claro.- Bofrund lanzó una mirada inquisitiva al resto de la mesa, como preguntando por alguna información que el no tuviera o pidiendo alguna otra opinión. Aunque convengamos que no era una mirada demasiado inquisitiva, es dificil transmitir expresiones faciales cuando se tiene la boca llena a reventar.

Alterar el clima... ¿quién o qué querría alterar el clima intencionalmente? pensó el iluskano abstrayéndose un momento de la conversación y de las palabras del enano que mencionaba quedarse a cuidar no-se-qué y viajar a no-sé-dónde.

-Dalla, alguien o algo quiere aislar a Filo del Invierno... nos estaríamos metiendo en las fauces del lobo, por lo que tendremos que estar más que preparados... mañana a primera hora compraré abrigos para nosotros- le dijo a su protectora para luego dirigirse al elfo y al enano -¿Cuál crees que sería el mejor camino? Alguien o algo está intentando aislar al pueblo, y tú has logrado evitar el cerco... tú nos podrías guiar- 

Karian miró a los demás y decidió que ellos tenían mayor conocimiento de la zona que él. A fin de cuentas ellos eran viajeros y él únicamente había viajado desde su pueblo hasta Argluna. Pero lo único que tenía claro era que la idea de no viajar por los caminos no le seducia mucho. Ir a una ciudad u otra de camino a su destino le daba igual, a fin de cuentas para él todo iba a ser nuevo y excitante.

- Sobre el camino os dejo decidir a vosotros que conocéis mejor la zona, lo único que me atrevo a sugerir es que viajemos por las sendas conocidas aunque eso nos lleve algo más de tiempo.

Al oír hablar a Kroner de ropa de abrigo pensó que no sería mala idea comprarse algo semejante para no morir congelado, por muy iluskano que fuese.