Partida Rol por web

Crum arriesgando su pellejo se ofreció como voluntario sabedor de que el caballero Andor con su pesada armadura no tendría muchas oportunidades. Quizás estuviera errado, pero según comenzó a volar mientras que Ilene hacía sonar su fantástico laúd se dio cuenta que era capaz de moverse a gran velocidad, sin pensárselo mucho se dirigió lo más rápido posible hacia al altar sosteniendo en su mano el poderoso martillo de Thorgal el cual parecía emitir una luz azulada a su alrededor que no le ocasionaba daño alguno, un torbellino de aire salió a su encuentro y se temió lo peor cuando fue zarandeado como un muñeco. Maldiciendo intentó atizar con su martillo como si pudiera hacer algo y sorprendentemente el torbellino se deshizo dejándolo libre para contniar hacia el altar. Al poner un pie en este sintió una corriente de energía recorrerle su cuerpo, la gema brillaba radiante sobre un pedestal en el que aparecían grabadas intrincadas runas en un idioma desconocido para Crum – seguramente Aurano-, en ese momento se acordó de Tom, agradeciendo que fuera entrado al portal del fuego. Con voz solemne, exclamo:……

Aunque le alivió bastante que Crum se ofreciera como voluntario, se sintió un poco culpable. El enano acaba de sufrir un golpe muy duro al perder a su amigo y a sus colegas. Tal vez quiere ocupar su mente y le preocupaba que sus deseos de ayudar fuesen un poco suicidas. Pero Andor aparto esas ideas y decidió confiar en su empleador, jefe y esperaba que amigo.

La magia no era de su agrado, pero en manos de Ilene se sentía seguro como siempre se había sentido con sus melodías. Sabía que ella no le fallaría. Se concentró en lo que fueran aquello poderes arcanos, con una sola misión, acabar de una vez con la tarea que la dragona les había pedido. Sintió que estar en el aire bajo aquel hechizo era como sumergirse en el agua y dando brazadas se movió rápido hacia el altar. Mientras daba las brazadas con el martillo en la mano, notó el brillo azulado del cual no tenía ni la menor idea de lo que hacía pero imaginaba que ahora Moradin velaría por él como había velado por Thorgal y que Azuth seguía velando por ellos.

Un torbellino apareció en el aire arremetiendo contra el enano y dejándole dando vueltas en el aire, pero los sentidos del enano eran agudos y con su espectacular martillo arreó un golpe al torbellino que desapareció como si nada. El altar se hallaba cerca y sus pies volvieron a posarse en el suelo, así se sentía más seguro, aunque la energía que sintió no fue placentera. Unas letras ilegibles para Crum aparecían en el pedestal que sostenía la gema. 

Llevó su mano hacia ella mientras pronunciaba la palabra que esperaba que fuera clave. - ¡Akadia! gruño con todas sus fuerzas y su mano libre recogió la gema.

La palabra pareció surtir efecto y cogiendo la gema se marchó sin mirar hacia atrás volando sin problemas de regreso con sus compañeros los cuales jaleaban de entusiasmo. Crum era algo parco y no era un enano de protagonismos, la verdad. Así que al llegar junto al resto de sus compañeros los animo a ir a la sala central y colocar la gema que sin duda abriría y activaría aquel sello mágico. Colocando entre todos las gemas en su lugar correspondiente vieron con sorpresa como comenzó a abrirse aquella extraña estructura circular de tres hojas, desplazándose hacia atrás y reflejando un hueco similar a los anteriores recipientes de las gemas colocadas de forma cóncava en su centro. Nada más había en su interior. Con mirada de sorpresa dais una ojeada de nuevo intentando descifrar que es lo que ocurre. No está el tan ansiado orbe que espera Emeraldz. Algo no encaja e intentáis razonar en busca de una solución

Alegre por ver volver a Crum ileso y con la gema faltante en mano, Andor lo felicita animadamente mientras lo ayuda a aterrizar. 

Todos se encaminan ansiosos hacia el salón central y colocan con cuidado las gemas. Pero al abrirse el ingenioso y mágico mecanismo... nada pasa. No había nada allí.

- Y ahora? Alguna idea?- pregunta en general

Tom estaba consternado.

El sufrimiento de Crum había afectado al empático bribón de una forma que ni él mismo se esperaba, y esquivaba la mirada del enano activamente cuando este imploraba su ayuda para revivir a sus congéneres.

…De nada serviría…

El mediano se afana por seguir con la ardua tarea que les espera, ocultando al rudo enano que él podía, de una manera u otra*, descongelar los cuerpos. Pero no quería, pues el resultado solo sería una grotesca escena en la que se intentaría reanimar a los cadáveres. Esas artes solo están al alcance de unos pocos, y son artes oscuras, por las que se paga un alto precio. Tom no está dispuesto a pasar por ello.

Cuando Ilene hace volar al enano, sin embargo, Tom olvida por momentos su pesar, y se anima con la divertida escena del salvaje guerrero “buceando” en el aire, se emociona con el martillazo que detiene al propio viento, y de forma encubierta, ayuda a guiar a su compañero con algún empujoncito mágico y alguna sabía palabra susurrada directamente a su oído**.

Finalmente, en la sala central, las gemas son colocadas, el altar se abre mágicamente y… Nada ocurre, está vacío.

Rosmarino levanta una ceja, y casi se pueden oir los diminutos engranajes de su aguda mente girando a toda velocidad. De pronto, su boca se abre en una mueca de sorpresa y gozo, y levanta un dedo para pedir la voz y detener lo que fuera que sus compañeros se dispusieran a hacer.

-¡Esperad un segundo! Creo que…-

Ilene estuvo tocando el laúd todo el rato que Crum volaba. Sus expertas manos no se cansaban y la música, aunque bonita, llegó a hacerse un poco repetitiva al tener que repetir algunos compases muchas veces para que durara lo suficiente.

Al final se consiguió la última piedra que combinaba en el mecanismo central. Ilene esperaba que pasara algo cuando las colocaron en su sitio, pero quedó decepcionada... no pasaba nada. Observó las piedras y el mecanismo con interés, pero no se le ocurría nada que pudiera hacer funcionar aquello.

Tom estrujó su cerebro y dio con la solución, algo sencillo pero que había pasado desapercibido al resto de sus compañeros. Habían colocado las tres gemas elementales- fuego, hielo, aire, solo faltaba tierra, pero claro, no había ningún portal de ese elemento por lo su astuta mente dedujo que aquella concavidad que se les mostraba requería de una ofrenda. El barro en las botas de Crum y en las del resto de sus compañeros le mostraron lo que necesitaban - un puñado de tierra.   

Con gesto serio volvió a la sala con la última gema que había recuperado y entre todos las colocaron en su lugar. Parecía que habían resuelto el enigma y que el orbe de la puñetera dragona estaría ahí, sin embargo no lo estaban. La expresión de Crum cambió a la furia, sujetó el martillo con las dos manos y lo alzó para reventar aquel pedestal de un golpe. 

Pero el astuto Tom había descubierto algo, algo importante y les dijo que esperaran, justo a tiempo para detener el martillo a 10 cm del pedestal y recogiéndolo.

- Tienes 10 minutos para sacar el orbe sin que lo saque a martillazos Tom. Estoy cansado de los juegos de la dragona. le dijo pero sin ser hostil hacia él. - Por cierto, ¿porque miras mis sucias botas? le preguntó

Por cierto, ¿porque miras mis sucias botas?

Mientras estas palabras surcan el aire, unas volutas de barro, arrancadas de las botas de Crum, se elevan antinaturalmente, flotando y girando sobre si mismas para terminar formando una pequeña pelota terrosa que es interceptada hábilmente por la enguantada mano del mediano*.

-Si… creo que con esto creo bastará… –

Dice Tom más para sí mismo que para sus compañeros, ignorando las toscas amenazas del enano.

Y deposita aquella esfera de barro en el hueco correspondiente, esperando no errar en sus suposiciones.

Depositando la esfera de tierra amasada y situándola en su sitio veis que el mecanismo vuelve a funcionar emitiendo runas iluminadas a su alrededor, abriéndose las tres hojas del extraño metal como si simulara una rosa abriéndose y surgiendo un pedestal de su interior, el cual se eleva un metro de altura sosteniendo una esfera luminosa que irradia gran poder.  Es sin duda el tan ansiado orbe, el que les hará libres y les permitirá proseguir su viaje. Alargando sus agiles dedos el Sr. Rosmarino coge el objeto y con una sonrisa de triunfo se lo ofrece a Crum y a Ilene, exclamando: Creo que no va a ser necesario que uses tu poderoso martillo, después de todo!

Era hora de salir de allí! Brom aun trastornado por sus secuelas emocionales, miro con tristeza las estatuas congeladas de sus 8 camaradas, pidiendo a Crum y a sus compañeros que hicieran algo. El orco respiro airoso e indico a todos que regresaran de vuelta al cubil de Emerald, su sueño de libertad estaba más cerca de cumplirse. Lo hemos logrado, regresemos!

Crum sintió el poder de aquel orbe recorrerle los dedos de su mano, sin saber cómo deseo en ese momento que sus camaradas enanos se vieran libres de aquel sortilegio que los apresaba en el hielo, no merecían morir en aquel sitio. Como respuesta, un destello ilumino aquella sala haciendo que el hielo se resquebrajara mostrando a 8 enanos confusos y aturdidos que miraban a los aventureros con cara de sorpresa. Al reconocer a Brom, Crum e Ilene cambiaron su actitud a amistosa. -Por Moradin! -Las barbas de Cum se erizaron cuando una voz audible y ronca resonó en su cabeza exclamando el nombre de su dios con gran respeto - Por un momento Crum pensó que todo era una ilusión, incluso cuando regresaron a la sala de los espejos y la brillante luz del orbe hizo que el maligno ser que allí habitaba huyera, liberando a través del espejo a los restantes enanos. Tres enanos salieron del cristal, con sus cuerpos consumidos por el ente que se había alimentado de sus miedos, pero estaban vivos al fin y al cabo.  La servidora del señor del Alba lanzó un conjuro de vigor que fortaleció sus cuerpos y espíritu devolviendo algo de color a sus mejillas. Unas buenas jarras de cerveza e hidromiel curarían a esos enanos con el tiempo. 

Avanzando a través de los diferentes portales llegaron por fin al cubil de Emerald - una sala circular de unos  50 metros de diámetro, en cuyo centro, sobre un pedestal se erguía la estatua marmórea de una elfa de unos 3 metros de altura,  señalando con una de sus manos el techo abovedado rematado con una cubierta de bronce y cristales tintados de unos 10 metros de diámetro que reflejaban la luz del exterior. Monedas de diversos metales y cuños brillaban a sus pies- pilas de platino y oro eran rematadas por gemas del tamaño de un puño y obras de arte. Figuras de piedra de aspecto humanoide decoraban la estancia, repartidas alrededor de la sala. Allí tendida sobre su diván,  los esperaba con anhelo. Sus ojos esmeraldas se abrieron de par en par al sentir que habían tenido éxito en su misión. Ellos habían conseguido lo inalcanzable para ella. Juntando sus manos, exclamo llena de emoción y placer: Daddddme el objeto valientessss aventurerossss y daré por concluido nuessssssstro acuerdo!!

Andor se emocionó mucho al ver que el orbe rescataba con éxito a los enanos congelados y a los que estaban atrapados tras el espejo. Solo faltaba cerrar el trato con la dragona para poder salir con vida.

Al llegar frente a la mujer de verde, pudo sentir su espadón vibrar en su funda que colgaba de su espalda. Guardando el escudo y la espada larga, el guerrero adopta una postura de alerta, con la mano apoyada en la empuñadura de su arma mágica, dispuesto a actuar si algo salía mal.

Cerrar el trato estaba a cargo de Crum, pero Andor se mantiene en silencio justo detrás de el, dispuesto a defenderlo.

Un suspiro de alivio se escapó de los apretados labios de Tom, mezclándose con el precipitado latir de su corazón cuando aquellos enanos retornaron a la vida y los demás escaparon de los grilletes de aquel ser extraplanar.

Intentando asimilar lo ocurrido, pero feliz por el desenlace de los acontecimientos, acompañó al grupo hasta el cubil de Emerladz.

Sin embargo, cuando ella pronuncia aquellas palabras, el semblante del mediano se torna instantáneamente en una sombría máscara, y girando uno de sus anillos en el dedo que lo engarza, mira a Crum con gesto serio.

Hay que darle el orbe, sin duda, pero Tom teme que la maquiavélica mente de la que hacen gala los dragones en los viejos cuentos e historias condene a sus compañeros en esta ocasión.

Su sino es otro tema, pues el mismo lo selló. Y la tarea de cambiarlo es suya y solo suya.

Con este oscuro pensamiento en su mente, finalmente asiente resignado hacia Crum, instándole a que le dé aquel poderoso objeto, y deseando que aquella vil criatura cumpla su parte del trato por el bien de aquellos valientes aventureros.

Ilene se sentía satisfecha. Habían cumplido el encargo de la dragona y habían recuperado a casi todos los compañeros de Crum. Una pena que Thorgal hubiera muerto, pero nada se podía hacer.

Crum llevaba el orbe que la dragona deseaba, dejaría en sus manos la decisión de entregárselo o no. El precio había sido demasiado alto y pasara lo que pasara apoyaría a su amigo.

Le puso una mano en el hombro dándole su apoyo en todo lo que hiciera. Desde que fueron raptados por los orcos en el paso de la montaña Crum era muy especial para Ilene, no se separaría de él pasara lo que pasara en el futuro.

Con el martillo aún en la mano contempló lo que hacía el mediano y como convertía el barro en una esfera y la colocaba en el espació que había visto. Ahora si que lo habían conseguido, habían sacado el orbe tan ansiado por la dragona. Lo recogió de las manos de Tom y lo llevó con cuidado en su mano del escudo, no soltaba el martillo en ningún momento. 

Era la hora de volver al cubil de la dragona, miró por última vez a las figuras congeladas de los enanos de la compañía de Thorgal. Deseo que nada de esto nunca hubiera pasado, que no hubiera muerto Thorgal pero nada de esto tenía vuelta atrás, con último recuerdo hacia Thorgal miró hacia los enanos, sintiendo el poder de aquel orbe y deseo que aquellos enanos pudieran salir también de allí con ellos, no merecían quedarse allí. Se giro hacia sus compañeros y un destello sobresalto a todos escuchó varios crujidos y la mirada atónita de Brom. Se giró encontrándose a los enanos que habían vuelto de aquello que les hubieran echó. Escuchó un susurro en su mente, no sabía de donde procedía pero invocaba al dios Moradin. Quizá fuera Thorgal contento de haber visto como sus hombres eran liberados.

Les saludó a todos con abrazos y comunicó a todos que no lloraran por Thorgal pues le había visto brindando con Moradin. Había conseguido el máximo de los privilegios. Con esas premisa continuaron avanzando a la sala donde el espejo había encerrado a los compañeros de Brom. El cristal volvió a brillar con una luz intensa expulsando a aquella criatura que le había horrorizado y por sorpresa liberan a otros tres enanos. En el suelo aún estaban caídos su escudo y hacha ofreciéndoselos a Brom. - Este hacha de guerra de plata nos fue entregado por Thorgal cuando partimos de caza para liberar a las huestes de Kuldus al bosque profundo, lo he utilizado hasta ahora y a partir de ahora será tu misión seguir alimentando su filo y protegerte con el escudo. Sonriendo satisfecho, avanzó hacia el cubil de la dragona. Habían recuperado a la compañía de enanos. Eso por lo menos se lo iba a devolver a Thorgal.

El poder del orbe era increíble y sabía que en manos de Kalu lucharía para sembrar el bien, podrían liberar a Garla o hasta acabar con aquella criatura poderosa que huyó de ellos en el Bosque Profundo y que aún seguía libre. Pero tenía que pensar en el ahora y en las capacidades de aquel orbe en manos de aquella Dragona. Pero también miró en rededor los enanos aún estaban traumatizados. No los podía obligar a luchar contra aquella semejante bestia. Miró también al orco, aunque no le caía bien procedía de una noble estirpe y tenía su derecho a volver con su gente. No hoy no era el día de seguir combatiendo y no sin saber de lo que era capaz aquel orbe. No tenía más remedio que entregarlo y confiar que la dragona cumpliera su palabra.

Al oír la voz de la criatura se arrepintió antes de entregar el orbe. Era un objeto que les había devuelto a los enanos y en manos de la dragona quizá fuera a utilizarse como algo malvado. Sus últimos pensamientos, intentando emular la vez anterior con los enanos, trataron de utilizarlo como salvaguarda. -"Si incumple su trato o te intenta emplear para algo malvado, traeme a ti para hacer frente a esta criatura y ayúdame como hasta ahora a acabar con ella y liberarte. Conozco un clérigo de Azuth al que seguro te caería mejor que la dragona."

Miró con frialdad a la dragona. - Con la entrega de este orbe, todos los que estamos aquí quedamos libres de cualquier acuerdo que hayas realizado con nosotros, cualquier hayas echo con el orco o con los enanos. Somos libres de marcharnos en paz.

Con esto se acercó a ella y le entregó el orbe.