Partida Rol por web

Agarot falló con la flecha disparada contra la niña, y ambas se perdieron en el bosque. No tenía sentido seguir a la niña por el bosque en aquellas condiciones. No distinguía más que un metro o dos por delante mío y no me arriesgaría a caer en algún agujero o ser emboscado por alguna criatura, así que dejé a la niña que se fuera y me volví al campamento.

Dejemos que se vaya, pero deberíamos hacer turnos dobles de vigilancia. No me gustaría que nos sorprendieran duermiendo. No me fío de todo esto. La niña podría volver con alguien o algo más grande. Yo haré el primer turno.

Si la niña siguiera pidiendo ayuda el paladín estaría impulsado a seguirla pero al quedarse todo en silencio y no detectar nada alrededor aquello parecía una maniobra para alejarlos más que otra cosa.

- Volvamos pues podrían necesitarnos en el campamento. Me inclino por pensar que la niña era una ilusión. Espero no equivocarme.

Bien podría castigarle su dios si este juicio era equivocado, mas la actitud de la pequeña era antinatural.

 - No nos hemos alejado demasiado así que estaremos de vuelta pronto. Y sí que vamos a tener que hacer más guardias pues alguien parece que nos acecha.

Con paso rápido dió la vuelta dispuesto a desandar sus pasos.

Si! Regresemos al campamento! Echando a andar de regreso. Montarian una vigilancia del perimetro y se preparía para un posible combate. La noche iba a ser movida.

Si era una niña o una ilusión era algo que ya no sabrían y era algo que atormentaría al Paladín de vez en cuando por el resto de sus vidas ¿Y si solo era una niña asustada?, todo indicaba una trampa o una emboscada, pero no lo comprobaron.

Al llegar al campamento, los guardias y los mercenarios habían redoblado la vigilancia y Dustier preguntó qué habían hallado. La respuesta era evidente y el rostro de preocupación de los 4 por duplicar la guardia esperando un ataque sorpresa.

Durmiendo con un ojo abierto y una daga entre manos, el sol salió y nada ocurrió como esperaban. Ni ataques ni emboscadas ni enemigos al acecho, una noche calmada y pacífica.

Contrariados, decidieron levantar el campamento y comer algo antes de partir. Arast, montado en el escuálido equino echó un vistazo atrás preguntándose qué rayos había ocurrido. En su cabeza solo se excusaba con que era algún monstruo intentando embaucarlos o engañarlos.

El viaje a través del bosque fue igual que los días anteriores, los árboles aún parecían hablar entre ellos, disfrazando su lenguaje con el susurro del viento y las hojas, el bosque era antiguo y asi lo evidenciaban los gruesos troncos de algunos árboles que habían vivido más que los reinos de antaño de Elfos y Enanos. Los animales abundaban y vivían en perfecta armonía. A pesar del crudo invierno, los pajaros volaban y cantaban y los ratones de campo eran acechados por las lechuzas vigilantes desde lo alto de los árboles.

Un día más pasaba y nada extraño ocurrió, al menos nada de ataques ni emboscadas y el cielo empezó a teñirse de gris y de púrpura dando paso a una nueva noche y un nuevo campamento. Los mercenarios volvieron a apartarse un poco de la caravana principal, y esperaban para ir por su ración de comida de la noche para volver a su lugar, ciertamente no les hacía gracia el trabajo que hacían, pero de algo tenían que vivir y Dustier ofrecía unas monedas por un viaje hasta el sur. De todas formas aquellos mercenarios -decían- dejarían el frío del norte y buscarían suerte en tierras sureñas y Olostín estaba en su camino.

Bien entrada la noche y durante su guardia, Agarot, acostumbrado a la vida en la espesura, le llamó la atención una ramita rota de un árbol a metro y medio de altura. Por curiosidad fue a investigar y observó en el suelo unas huellas de botas, eran relativamente frescas y se alejaban del campamento.

De nuevo algo los acechaba en medio de la noche y no parecía prudente investigar en medio de la noche, pero los aventureros reconocidos no eran precisamente prudentes...

La noche paso sin mayores sustos, todos estuvimos pendientes de un posible ataque. tal vez era una aparición o una ilusión, pero esa noche murió con la luz del sol.

Los días pasaron poco a poco y el bosque muestra la vida que lo habita. Es un bosque sano, el mal no lo domina.

Una rama y una huella llama mi atención. Que eres? Esta fresca algo nos acecha...
Inspeccionó la huella en busca de algo que me diga que es, si hay más y que tan grande es.

Una vez terminó con eso le informo a los demás de mi hallazgo. Alguien nos sigue, encontré una huella al borde del campamento que se alejaba, pasen lista de todos los presentes y todos los que estén de guardia atentos, los demás descansen que no debemos dejar que este juego nos afecte. De faltar alguien informarlo.

Los acontecimientos parecían otra vez guiarles fuera del campamento.

- Esto es desconcertante. Dos días seguidos con extraños encuentros que nos quieren alejar.

No podía saber si la niña de ayer era una ilusión o no. Dado que lo más probable es que sí lo fuera prefería no darle muchas vueltas al asunto. A pesar de eso de vez en cuando la duda retornaba a su estricta mente.

- No podemos ir dejando cabos sueltos. Habríamos de indagar sobre el camino que siguió esta persona que se ha alejado. Veamos primero quién ha sido, como bien ha apuntado Agarot.

Cualquier posibilidad estaba abierta como que hubiera marchado a avisar a alguien. Un espía, pues un desertor era poco probable.

 - Después podríamos ir a investigar.

Se quedó a la espera de que alguno más le acompañara. Realmente sin la asistencia del explorador poco podía hacer.

Yo te acompaño, Arast - digo mientras me levanto. - No tengo tan buena vista como el enano, pero puedo acercarme a lo que sea sin que me vea ni me oiga. - hice alarde de mis habilidades de sigilo.

No era demasiado acertado ir a invenstigar a un bosque de noche, pero ya llevábamos dos noches siendo acechados por algo, aya sea una niña o lo que sea. No era normal que pasaran cosas dos noches seguidas. Si bien es cierto que tampoco esperaba un camino tranquilo, pero tampoco tener que estar alerta cada noche que pasásemos al raso.

Vamos.

Todavía no se había quitado la armadura cuando llego Agorot con noticias que susurro a sus oidos. Maldición! Que nos acecha ahora! mascuyaba por lo bajo mientras que cogia su Maul y salia tras Arast. Sigamos a distancia a los exploradores para no ser ruidosos. Mientras caminaba, meditaba sobre la huella de una bota! Sería de un orco, si era así estaban en peligro. Intentando recordar que tipo de razas podian vivir por estos bosques.

Al informar del hallazgo a sus compañeros, Agaroth inspeccionó la zona con más cautela para recavar más información.

Eran huellas frescas, quizá de alrededor de una hora de ser hechas. Eran dos tipos de huellas diferentes, ambas de botas de cuero y la profundidad de las huellas indicaba que era probable que fueran de humanoides de peso más o menos de humano, dos personas habían estado espiando por algún tiempo el campamento permaneciendo ocultos en la ocuridad y tras los arbustos. Era imposible haberlos visto, incluso con infravisión porque se ocultaban a una distancia superior al rango de visión de la oscuridad del Enano. Pero ellos si podían ver todos los movimientos que hacían gracias al fuego que iluminaba la zona.

Agaroth descubrió olor a orina y excremento humano,lo que sugería que habían estado espiando durante toda la noche. Las huellas venían de la dirección desde donde la caravana venía, como si los estuvieran siguiendo y acechando desde antes de la noche.

Al ver la información recavada, decidieron seguir las huellas en medio de la oscuridad. Optaron por no llevar luces para no alertar a quien se encontrara al final del camino de huellas, pero ninguno salvo el Enano podían ver absolutamente nada, solo confiaban en los sentidos de Agaroth.

Avanzaron quizá unos doscientos metros, en donde el par de huellas de botas se unía con un trío de huellas de botas más pesadas y un par de huellas parecidas a caninos bípedos: Sin lugar a dudas, Gnolls.

Así, eran ya 2 huellas de humano, 3 huellas de bota de humanoide más pesado que un humano y 2 huellas de Gnolls.

Podían seguir las huellas hasta el final o decidir avanzando en el rastreo.

La situación llegaba a aclararse un poco. Enseguida advirtieron las marcas de varios humanoides incluyendo esos sucios gnolls, eminentemente malvados. En algún momento podría tratar de detectar presencias pero lo más posible era que aún estuvieran lejos.

- Así pues son unos siete. Con suerte podríamos con ellos pero yo diría de averigüar qué hacen y después atacarles por sorpresa.

Como de costumbre el paladín llegaba al eterno dilema de cómo y cuándo acabar con el mal. Lanzarse directamente hacia él sería suicida pero tampoco podía dejarlo pasar.

Arast fue hacia delante, asegurándose de que contaba con el resto del grupo. Notó que se sentía incómodo con una armadura tan liviana. Necesitaba ingresos cuanto antes para adquirir algo más recio que de verdad le protegiera.

Arast se avanzó y me coloqué a su lado observando hacia el interior del bosque. Llevaba el arma preparada por si acaso, pero si algo nos emboscaba, no tendríamos muchas posibilidades de reaccionar rápidamente debido a la oscuridad. De todas maneras, el guerrero me serviría de parapeto por si acaso.

Realmente no veía más allá de la nariz, pero no dormiríamos tranquilos si no hacíamos al menos el intento de descubrir qué había en el interior del bosque.

La oscuridad de la noche afectaba a todos excepto a Agaroth que la tenía un poco mejor. En esta ocasión, a diferencia de la noche anterior, lo mejor era ir sin fuentes de luz y confiando en el guardabosques.

Agaroth, a pesar de la dificultad de seguir las huellas con tan poca luz (la visión en la oscuridad mejoraba un poco las condiciones de iluminación, pero no las vuelve óptimas) logró seguir el rastro varios metros, mientras a tientas sus compañeros intentaban seguirlo.

A lo lejos, observaron una fuente de luz.

Se acercaron unos metros; se trataba de una fogata y varias personas se reunían alrededor, el fuego iluminaba perfectamente a los bandidos, sin que ellos pudieran ver a los héroes.

Se acercaron otros metros; podían contar una docena de enemigos, orcos, gnolls y hombres. Uno llamó especialmente la atención, un orco o semiorco (no se veía bien a la distancia) más grande que el resto, parado cerca al fuego. Sus manos se apoyaban en el pomo de un espadón clavado en la tierra mientras escuchaba lo que sus compañeros decían.

Acercarse un poco más para intentar escuchar o observar más detalles suponía un riesgo de que su presencia fuera revelada...

Xune se había mantenido en silencio mientras seguían las instrucciones de los exploradores. Pero aquella hoguera a lo lejos y la docena de enemigos alerto sus sentidos. Ella era buena y podria llevarse por delante a un par de estos, incluso a cuatro, pero como actuaría el resto del equipo, se pregunto.

Mirando a Arast, le susurro: Quizas deberiamos ir y llamar al resto y tenderles una emboscada. Nos superan en número. No cometas una locura! Intentando hacerle que viera la realidad.

Luego dirigiendose a los exploradores susurro: No os expongaís!

Le hago una señal a Arast para indicarle que me acercaré un poco para intentar escuchar que dicen. Pdría ser interesante enterarnos de sus planes.

Aprovechando mi habilidad para ocultarme en las sombras, avanzo sigilosamente aprovechando cada ápice de oscuridad en mi propio beneficio. Aprovechando la poca luz que emite la hoguera del campamento, camino entre los árboles intentando evitar raíces y piedras sueltas.

Cuando estoy a una distancia prudencial, aguzo el oído para intentar captar alguna conversación

El paladín asintió a las indicaciones de Koltron, confiando en que sería un buen explorador. El número de esos enemigos era demasiado alto. Se exponían a ser derrotados. Obtener información era lo más prudente y luego conseguir más efectivos. Ya se había enfrentado a la muerte una vez y entonces contaba con su poderosa armadura. Ahora que iba menos protegido sabía que no le era posible enfrentarse directamente.

Lo único que podía hacer era esperar así que mantuvo la calma y dejó pasar el tiempo.

Un campamento de bandidos tan cerca, son demasiados para nosotros 4, creo que lo mejor es acabar esto esta noche. Koltron tratara de escuchar sus planes pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo.

Xune, Arast iré lo mas sigilosamente y rápidamente a buscar toda la ayuda posible, esto debemos acabarlo esta noche, no me perderé y veo en la oscuridad si alguien puede ir soy yo.

Comienzo a alejarme con cuidado del campamento enemigo observando la ruta que tomamos y si hay trampas por donde voy, al estar a una distancia prudente doblo el para alcanzar el campamento y una vez allí informo de la presencia de bandidos y del numero que son.

Deben prepararse un grupo de 12 bandidos conformados por Orcos, Gnolls y hombres nos están muy lejos de nosotros, los mercenarios vengan conmigo y los demás preparasen y fortifiquen el campamento.

El grupo de mercenarios y yo comenzamos a internarnos en el bosque guiados por mi siguiendo el mismo camino por el que llegue, dependiendo de como estén la cosa mientras nos vayamos acercando iremos en silencio hasta el ultimo momento.

El explorador emprendió su carrera en silencio hasta el campamento, se perdió a los pocos metros a la vista de Xune, Koltron y Arast. El trío había quedado completamente a oscuras y sin nadie que los guiara en caso de querer volver al campamento. Había mucho trecho y solos no lo lograrían, era seguro que se perderían si lo intentaban.

Aún así, Koltron se acercó al grupo de bandidos silenciosamente, como un ladrón experto sabía hacerlo. Parecía una sombra o un gato. Ya estaba cerca, pero aún no escuchaba nada, así que intentó acercarse un poco más.

Koltron era un excelente ladrón y su sigilo era extraordinario, pero su experiencia se basaba casi exclusivamente en esconderse en callejuelas o cloacas. La espesura era diferente, combinado con que sus ojos no podían ver sus pies, pisó una rama quebradiza.

El crack lo escuchó Koltron como un estruendo apoteósico, pero pareció pasar desapercibido a los bandidos, confundiendo el sonido con el crepitar de la madera. Pero uno de los Gnolls lo escuchó, si bien era un sonido común en medio del bosque, aquella criatura decidió investigar el origen del sonido con su hacha de batalla en la mano. Su hocico escurría saliva y Koltron, Xune y Arast solo podían percibir la sombra a contra luz que se acercaba en dirección al ladrón.

Koltron se agazapó y evitó a toda costa un mopvimiento brusco que pudiera delatarlo, se ocultó detrás de un matorral de medio metro de altura y bastante espeso. Poco a poco empezó a escuchar los pasos de la criatura y escuchó su fuerte respiración agitada y frenética.

Solo un matorral separaba al ladrón de la vista del Gnoll.... Solo un milagro evitaría ser detectado y empezar un baño de sangre.

...

Maldita sea la rama, aunque en un bosque era algo normal. Mi habitat natural era la ciudad, no el bosque. ¿Qué era yo, un maldito elfo? Al final me habían detectado, pero no visto. Uno de los gnolls se acercó en dirección a mí, y lo único que pude ahcer es esconderme en unos matorrales cercanos.

Tenía que quedarme quieto, pero si se acercaba demasiado, intentaría un ataque sigiloso para deshacerme de él. Quizás, con un poco de suerte, sus compañeros no lo echarían de menos hasta después de que nos hubiéramos alejado.

Xune era una mujer muy valiente, pero lo que acababan de hacer los ponía en serios problemas. Manteniéndose en silencio junto a Arast se puso a cubierta lanzando un plegaria en silencio para que los dioses protejieran al arriesgado Koltron.
Que lleguen rápido los refuerzos para caer sobre ellos- pensaba. Mientras que empuñaba con fuerza su maul.

El Gnoll se acercó lo suficiente al ladrón como para que este pudiera escuchar su respiración jadeante, escuchó a pocos centímetros como sus patas se estrellaban contra la hierba y la nieve del suelo. EL Gnoll paró durante unos segundos para revisar con la vista los alrededores, pero no observó nada más que un ratón de campo paseando campantemente.

El Gnoll se relajó y emprendió su marcha de retirada de nuevo hasta el campamento. Koltron alzó la vista y no lo veía, pero lo intuía y lo escuchaba..... La tentación de lanzar un ataque era muy grande.