Partida Rol por web

—Lo más juicioso es lo que propone Rekbran.

Karkass le dio un largo trago a su cerveza. Empezaba a estar de acuerdo con Kromm en la calidad del servicio.

—Pero es lo que haría un mediano. ¿Somos medianos? No sé vosotros pero yo tengo ganas de probar el filo de mi hacha. Dos días más en esta ciudad y ya me veo comprando ropas de seda como un elfo cualquiera. ¡Vayamos por la noche a ese almacén, sorprendamos a quien o que sea que ronda por ahí y disfrutemos de un buen calentamiento para el viaje!¹

- A mí me gusta la ropa elegante... - murmuró de reojo Rekbran.

También le gustaba apuñalar trasgos, patear culos y meter la mano en los bolsillos de elfos ricos. Tal vez debido a la pobreza que vivió de joven, al terminar sus aventuras le gustaba bañarse, ponerse ropa limpia y comer cosas que tuvieran mejor sazón que sólo sal y grasa.

Su abuelo lo apoyaba, aunque era un viejo senil. Su padre, por otro lado, siempre lo consideró una verguenza.

"Que se joda, él ya no está y yo sigo aquí", pensó con resentimiento.

Kromm estaba disfrutando de la conversación con sus compañeros, hasta el momento en que Rekbran hiso su último comentario, en ese momento pareció que todo se había quedado en silencio y volvió su vista hasta el más joven del grupo...

- Descuida, esa barba crecerá pronto JAJAJAJA

La carcajada del matador, ruidosa y poco delicada se escuchó en todo el lugar. Kromm qun recordaba cuando era joven, rodeado de lujos... Que días tan lejanos eran aquellos y cuánto había cambiado hasta ahora. Si su padre viviese de seguro no lo reconocería, pero de seguro estaría más orgulloso del tosco matador que del hijo que había sido de joven.

La comida se les alargó a los enanos y continuaron con una buena sobremesa bebiendo cerveza y discutiendo sobre cómo actuar.

Parece ser que a la compañía tenía un poco de inquietud por encontrarse con alguna aventura y fantaseaban de forma rápida y sencilla con unos rumores que a penas habían escuchado.

Durante todo este rato en la taberna veis como los clientes entran y salen, unos más perjudicados que otros, pero todo con una afluencia constante de clientes. Al fondo hay unos que siempre están ahí sentados, serán unos asiduos de la tasca.

La tarde se les echó encima, y tal y como habían decidido, salieron al muelle.

Todo estaba tranquilo, media tarde y la marea relativamente baja. No mucha gente caminaba por la zona, ya que empezaba a ser la hora de visitar las tabernas. 

Un leve vistazo os sirve para ver que enfrente del astillero hay unas escaleras a las que os dirigís sin contemplación. Bajáis por ellas, y unos metros más adelante se ve en la piedra unas hendiduras que podrían cuadrar con una entrada. Rekbrand, aunque más joven que el resto era más avispado, encuentra rápidamente una placa de presión en la pared. La presiona y automáticamente la piedra se desplaza descubriendo la entrada al almacén.

Como todo este tiempo habéis estado en la taberna has escuchado algún rumor más.

En algunas noches, en los muelles, han aparecido destellos de color morado que provenían de debajo de suelo.

- Aaahhh Buenos días. - dijo Karl mientras se desperezaba - Muchas más noticias no tendremos pero si quieren pregunten a los guardias de la ciudad. Ellos les podrán decir algo más actual que yo.

El comandante se desperezaba mientras comenzaba a desayunar.

- Vamos, sentaos y desayunad. Que llegue un poco más tarde ese cargamento no pasará nada. - dijo mientras cogía el pan que había sobrado de la noche. - Mis hombres ya os han preparado unos caballos frescos en el carro, y dos de ellos os acompañarán en el trayecto del viaje. Cuando hayáis entregado la mercancía estarán esperándoos en la posada Madera Flotante para que les devolváis los caballos. Si no vais a usar más el carro, quizás nos vendría bien. - hizo otra pausa para bostezar - En esa posada os podréis hospedar, siempre que tengáis buen oro... si preferís algo más austero, quizás tengáis hueco en la posada Aguas Azules.

Hizo una pausa para llevarse un trozo enorme a la boca. Más que hambre parecía que tenía resaca por como comía.

- Partid cuando estéis listos, mis hombres ya están fuera.

Nuestra particular compañía de dos parte de la posta tras una reconfortante y productiva conversación con el Comandante de la posta.

El camino es tranquilo, un poco largo pero tranquilo. Uno de los guardias va adelante abriendo camino, mientras que el otro va detrás, cerrando el transporte. Nunca transportar algo de un sitio a otro os había resultado tan fácil.

Según vais avanzando, se ven a lo lejos unas murallas. ¡Por fin! Era Neverwinter.

Llegáis a las puertas a medio día, y con ayuda de los guardias pasáis al interior de ésta, cuando uno de ellos se vuelve hacia vosotros.

- Recordad de donde vamos a estar, la posada Madera Flotante, por el muelle. Nosotros nos vamos allí, vosotros entregad la mercancía solos, aquí dentro de los muros es todo seguro y a nosotros no nos necesitaréis. - el soldado estira su mano y os da un pergamino enrollado - Tomad esto, el Comandante nos lo dio por si no conocéis la ciudad. - el soldado hizo un gesto a su compañero y ambos pusieron rumbo a la taberna en la que os esperarían.

El lugar no le había agradado, ni la comida y mucho menos la cerveza que allí cervian, pero mucho menos le habían agradado los que estuvieron todo el tiempo en el fondo, parecían ser los únicos que no variaban del lugar. Cuando salieron se mantuvo alerta por si los seguían.

En lugar de ir directo al muelle, les propuso dar un pequeño rodeo, almenos para ver si los seguían. Quizás estaba algo paranoico, pero no sabía que es lo que tenía guardado el Rockseeker.

La puerta secreta al final no había resultado tan difícil de encontrar... Los humanos definitivamente no podían ver más allá de su nariz.

-Cuidado adentro, no sabemos si el viejo dejo alguna trampa sin marcarnos en el mapa.

y era muy probable que así fuese, nadie construye un apuesta invisible como única defensa a sus pertenencias valiosas.

Durante el viaje, Belain guardó silencio. Se le veía alicaído y pensativo, y sabiendo que los soldados vigilaban ni siquiera prestó atención al camino. Cuando llegaron a la entrada y los guardias se hubieron marchado, miró a Pirlo.

 - Según la nota, uno de esos soldados debería ser Gael. Ese es el contacto aquí. Y ya veremos que hacer con el carro y los caballos.

Se dispuso a mirar a los soldados de la entrada, buscando algún tipo de identificación: chapitas, nombres bordados... en busca de Gael. Preguntando si hiciera falta a alguno de los guardias.

Rekbran hizo una tonta reverencia tras abrir la puerta.

- Mis señores, sean bienvenidos -

Pero antes de entrar escuchó la opinión de Kromm y asintió.

- Déjenme ir adelante, a ver si Rockseeker o los otros huéspedes dejaron trampas -

El ladrón entonces se alineó con la pared de la derecha y empezó a caminar con cuidado, prestando atención a protuberancias, bloques sueltos o cosas más mundanas como cuerdas.

En cuanto Rekbran puso un pie en el interior del lugar Karkass se pegó a él como una sombra. Estaba acostumbrado a proteger a otros y por Moradin que eso es lo que pensaba hacer en aquel caso.

—Tranquilo muchacho... si algo nos sorprende estoy aquí para defenderte con mi vida si es necesario.

¡Y no bromeaba! Karkass soñaba con convertirse algún día en un Defensor del Escudo y no dudaría en proteger con su integridad la de sus compañeros. Muchos candidatos a protectores no vivían demasiado pero ¿qué significaba eso contra la gloria de haber dado la vida por defender a otros?

Según cruzáis la puerta hay varios guardias apostados en los laterales de la entrada. Os acercáis a uno de ellos y os señala con el dedo a un joven sentado a la sombra y un poco apartado.

- Aquel es el que buscáis.

Ves una entrada estrecha y larga. Hay antorchas en los laterales, y alguna está encendida. No parece haber trampas.

De lo que sí que te das cuenta es que el suelo debería de estar polvoriento y no es así, hay huellas y arrastres de pisadas que te indican que en aquel lugar había habido alguien recientemente.

El semielfo se acercó al soldado sujetando la nota del transportista en la mano. Cuando estuvo próximo a él, mantuvo cierta distancia y apoyó la espalda en la pared.

 - ¿Gael? Venimos de Monte Hotenow -dijo de manera escueta y en voz baja, sin mirarle directamente, como si estuviera hablando consigo mismo.

Miró de reojo a Pirlo y le habló telepáticamente: - La nota pedía máxima discreción, veamos cómo reacciona este tipo, no demos información a la ligera.

Desde que entró en la ciudad, Pirlo no dejaba de mirar los edificios. Balcones, arcos, enormes puertas delicadamente talladas. La segunda vez que tropezó se prometió prestar más atención al suelo, pero no era capaz de dejar de admirar cuanto le rodeaba. Cada pocos segundos perdía de vista al semielfo y tenía que acelerar el paso para alcanzarle.

Unos tropezones después, estaban frente al guardia que buscan. El mensaje telepático del semielfo volvió a erizarle la nuca. Pirlo se colocó en un discreto segundo plano, mirando al guardia y lo que sucedía alrededor, mientras jugueteaba con una moneda que se pasaba entre los dedos, de una mano a otra.

Rekbran se detuvo a los pocos pasos de entrar y se encaró hacia su compañeros. Habló en susurros.

- Primero lo obvio: más adelante se alcanza a ver algunas antorchas, y el piso está plagado de huellas. Preparemos las armas - Sacó su arco corto y sostuvo una de sus flechas. - Segundo, no creo que podamos tomarlos por sorpresa considerando que la mitad de nuestro grupo está acorazado hasta las barbas, pero eso no quita que podamos intentarlo. Propongo hacer el menor ruido posible -

Dicho eso dejó pasar adelante a los más aguerridos y tomó posición en la retaguardia.

El jovenzuelo pese a imberbe, parecía astuto se había percatado pronto de los indicios que revelaban la presencia de intrusos en el almacén, aunque quizá su juventud también le facilitara el error de la precipitación.

No nos precipitemos joven, no olvidéis que estamos en una ciudad, esto no son orcos o goblins, si matamos a quien no debemos estaremos en un serio problema - susurró ante las palabras de apremio del ladronzuelo - Armarnos, por supuesto, pero dar la cara y esperar a que cometan su último error me parece más sensato. 

Mesó su barba varias veces antes de ajustarse el escudo - puedo ir delante, no soy buen negociador, pero... ¡ cazo las mentiras al trote! 

Su mano buena alternaba entre la empuñadura de su martillo de guerra y el de una de sus jabalinas, dependiendo de la posición que ocupara utilizaría una u otra.

Por otro lado, recordad el plano del viejo, deberíamos comprobar primero esta sala circular, sin dejar de vigilar el pasillo principal. También puedo quedarme en él si os parece bien, no estaré sólo, Tor me acompaña - terminó esbozando una leve sonrisa electrizante.

- Pues a lo que vinimos, si algún humano descubrió la puerta, lo hiso en el peor momento de su vida... Y ni se le ocurra que vamos a dejarlo llevarse algo de aquí.

Para Kromm el discutir un orden de marcha no tenía sentido,sabía que Karkass iba a cargar contra el enemigo, que el clérigo iba a hacer lo mismo y el pues, no se caracterizaba por la sutileza. Quizás el único con formas de lucha distinta era el barbilampiño, quién solia rodearlos y ajustarles la hoja entre las costillas sin darles tiempo a saber que había pasado.

- Lo del silencio está descartado, si llevamos más fierro encima que un barco de corsarios.

Mientras nuestro grupo de aguerridos aventureros discuten en la bajada de las escaleras, unos extraños sonidos provienen de dentro del almacén.

Parece que definitivamente se medio ponen de acuerdo y como no todos pueden ir en primera línea parece que hacen caso al más sensato (por ahora) de todos.

La idea de Alrik no es mala, avanzar por el pasillo hasta la bifurcación para investigar esa sala y como no hay mejores ideas os disponéis a ejecutarla.

Ya dispuestos a bajar las escaleras, lo que veis es un pasillo largo, húmedo y estrecho. En ambos lados de la pared hay antorchas apagadas. Cabéis dos de vosotros juntos a la par y avanzáis por el pasillo despacio. Os estorbáis un poco e incluso a veces os empujáis. De nada sirve ir sigilosos, pues las cotas de malla se escuchan hasta el más remoto rincón de aquel lugar.

Entre el sonido tenebroso que retumba en las paredes y el tintineo de las cotas de malla llegáis hasta la bifurcación del pasillo, giráis al este y avanzáis un poco más, camino a la sala circular.

Os hayáis en la puerta, está abierta. Alcanzáis a ver unos restos de una hoguera en el centro y poco más.

Gael estaba apartado y vigilando atentamente. Cuando vio la carreta se centraron sus ojos en ella. "Podría ser el cargamento" se decía a sí mismo. Pocos instantes después esto mismo le fue confirmado, pues aquellos extraños se le acercaron.

- Sí mi señor, ¿Qué puedo hacer por vos? - acto seguido extendió la mano mientras miraba a ambos lados.

Esperó algún tipo de respuesta, pero al ver al mediano un poco distraído, se acercó al brujo para susurrarle.

- "Tenéis toda la pinta de ser quien estaba esperando. Llegáis tarde y no nos sobra el tiempo."  - esperó para ver algún gesto de afirmación en el brujo. - Tenéis que llevar la mercancía a Gundren Rockseeker en el Enclave del Protector." - te quita el mapa de la mano y te señala el lugar donde tenéis que ir - Si mira por allí tiene que continuar todo recto y un par de calles más adelante girar a la derecha. Allí podrán curar a su mascota - decía en voz alta mientras acababa mirando al mediano y le despelujaba el pelo. - Espero que no sea grave. - acabó diciendo de manera divertida - "Id lo antes posible".

Se giró y volvió a su puesto a seguir observando.