Partida Rol por web

¿Mascota?, pensó. Guardó el mapa, asintió con la cabeza y sin decir palabra se alejó para volver al carro.

 - Ya tenemos un destino, y con un poco de suerte una recompensa -dijo a Pirlo cuando estuvieron apartados- Gundren Rockseeker... de algo me suena ese apellido, pero no caigo; has oído hablar de él?

Se montó al carro, sacó el mapa y se dirigió por las calles indicadas rumbo al Enclave del Protector.

Conforme avanzaban por las calles, sin motivo aparente, ahora se le notaba bastante nervioso. Miraba a todos lados con sospecha, y le parecía escuchar voces donde posiblemente no las hubiera.

 - ¿Los oyes cuchichear? Nos están observando... saben que somos extranjeros, miran el carro con avaricia... 

- Prueben quedarse quietos un momento - susurró Rekbran.

No tenía mucha esperanza, pero quería al menos intentar entrar en silencio. Se adelantó y entró en la habitación tratando de no mover mucho la puerta.

Penetras en la sala cual ninja entrenado por algo más de mil años. Si hubiera habido alguien no se habría percatado de que habrías entrado, pero sí de los sonidos metálicos de esos impacientes que están en la puerta.

Ves una hoguera, está fría, unas camas y un par de esqueletos. También observas una cocinilla.

Parece abandonado, hay polvo por todos lados y no hay indicios de que alguien hubiera entrado ahí en años.

Pirlo no recibió de buen grado las provocaciones de Gael, pero no dijo nada. Se apartó de la mano del guardia y se concentró en unas vidrieras que quedaban justo encima. Mientras exigía al máximo a su oído para escuchar las instrucciones del guardia, el mediano observaba con aire alelado a un operario que estaba limpiando las vidrieras. Cuando la charla de su compañero terminó, marchó tras el semielfo no sin antes concentrarse muy intensamente en un cubo rebosante de agua espumosa que había estado observando. Un segundo después, escuchó un grito y la voz hasta el momento burlona de Gael se tornó furiosa mientras imprecaba al limpiador. Pirlo extendió una brillante sonrisa.

¿Gundren Rockseeker? No tengo el gusto de conocerlo y no me arrepiento, más que un nombre parece un grito de guerra.

La broma del guardia había devuelto el buen humor al mediano. Cuando observó los nervios de su compañero, le puso una mano en el hombro mientras se asomaba al fondo del carro. Todos somos extranjeros en Neverwinter, compañero. Y lo que oyes son mis tripas. Confío en entregar cuanto antes este carro porque no puedo resistirme a esos panecillos. Ni a las manzanas. Ni a esas barritas dulces. Ni... Pirlo hizo acopio de todo cuanto dijo y, colocando los alimentos entre ambos como una invitación al semielfo, los fue comiendo visiblemente contento, aunque lanzando de vez en cuando discretas miradas hacia su compañero. Todavía tenía reciente cómo empezó la trifulca con los goblins.

Rekbran suspiró al notar la habitación vacía. Sintió que sus dotes de infiltrador estaban siendo desperdiciados.

- Pasen, aquí no hay nadie - dijo abriendo la puerta de par en par.

Karkass se encogió de hombros:

—Si ahí no hay nada no tiene sentido perder el tiempo. Sigamos explorando el resto de las estancias. En algún lugar debe ocultarse el cargamento... y quien quiera que esté también pululando por aquí.

Se adelantó unos metros para echarle un ojo al pasillo que continuaba. En el mapa del individuo no le quedaba claro si terminaba en una pared o había una puerta que condujese a la sala de aspecto trapezoidal. Y no quería tampoco dejar un posible enemigo oculto a sus espaldas.

Es extraño, la pared que impide el paso al almacén ha sido levantada no hace mucho, ya que las piedras no tienen las mismas tonalidades que el resto de paredes. Tampoco ves que haya musgo ni otros indicadores de que eso estuviera ahí de hace tiempo.

Miras un poco alrededor y te das cuenta de que el polvo está removido y hay alguna huella evidente.

Entre algunas de las rendijas de esta pared de reciente construcción se vislumbran ciertos tonos morados lumínicos.

Mientras sus compañeros avanzaban, permaneció en la bifurcación, atento a cualquier posible movimiento enemigo, aunque apenas podía escuchar nada más allá que el tintineo de las cotas de mallas de sus compañeros.

Quién rayos encendía una hoguera en un lugar encerrado. Kromm hecho un vistazo a la hoguera, quizás pudiese sentir brazas aún caliente que le indicaste que el visitante había estado ahí hace poco o quizás se había usado hace mucho tiempo.

Cuando todos dejaron de prestar atención a aquella habitación y salieron a inspeccionar el resto, kromm se dirigió al barbilampiño.

- Vamos a ver el camino que lleva al otro lado... Vamos tú y yo adelante, tú eres el más silencioso y yo almenos no ando con una ruidosa armadura encima.

kromm solo llevaba un pantalón de piel y sus botas pesadas en sus pies, en su torso una fresca camisa. Su pecho estaba cruzado por una correa de cuero con sus hachas arrojadizas y a su espalda aquella hacha gigantesca que el podía manejar con la facilidad y comodidad de una daga.

Belain se calmó un poco con las palabras de Pirlo. Se le escapó una sonrisa con el voraz apetito del mediano, por mucho que comiera siempre tenía hambre.

 - Aprovecha que ahora tenemos comida suficiente, y con el dinero podrás comprar más; pero ese estómago tuyo nos puede complicar los viajes -añadió sin malicia- tendremos que aprender a cazar para no quedarnos otra vez sin provisiones.

Tras unos instantes de silencio, dijo:

 - Qué casualidad que le haya caído un cubo a ese tal Gael... Casualidad, ¿o algo más? -su tono era alegre otra vez, como al principio de la mañana.

Viajaron charlando y soltando chascarrillos hasta su destino.

- Coincido, reunámonos con Alrik y sigamos -

Tal vez hubiera alguna chuchería entre los trastos de esa habitación, pero ya revisaría con tiempo. Primero había que asegurarse que estuvieran solos.

Únicamente ves un pasillo con una intersección hacia el oeste, tal y como os dibujó Gundren en el mapa que os dio. También escuchas sonidos del mar al oeste. Ves claramente que hay pisadas que siguen hacia el norte.

El tiempo pasa rápido, y los sonidos cada vez se vienen de una zona más profunda del almacén.

Escucháis un ulular de fuerza y unas voces tenebrosas.

- Undag foss thrail!!! Ondo argo zas!!!

Veis como en la oscuridad del almacén aparecen unas luces moradas que rodean a los esqueletos que están distribuidos por ahí.

En frente vuestro (Alrik, Rekbran y Krom) se comienza a levantar entre vosotros un esqueleto y un poco más alejado, al fondo del pasillo un destello aparece por la puerta por la que instantes antes habíais estado mientras que escucháis huesos recomponiéndose.

Karkass continua al fondo del pasillo sin salida, y justo detrás de él aparece otro esqueleto más.

Llegáis entre risas a la casa marcada por el guardia. El camino es sencillo, y cuando llegáis veis una casa con cierto potencial, tiene pinta de pertenecer a un ser pudiente.

Dejáis el carro a un lado y os disponéis a llamar a la puerta, cuando de repente sale alguien de la casa.

- Ummpphh!! Estoo ehhh ¿Quiénes sois? - dijo mientras prácticamente se tropezaba con Pirlo. - ¿Qué queréis? ¿No seréis otros vendedores ambulantes? 

Cerró la puerta tras de sí.

- No quiero baratijas.

Karkass enarcó una ceja al ver como los huesos de aquel individuo se recomponían y levantaban para presentar combate.

Lejos de amedrentarse el joven enano lució una sonrisa de medio lado mientras ponía su escudo al frente y volteaba el pesado martillo de guerra en su mano derecha:

—Más te habría valido permanecer muerto amigo.

Un escalofrío recorrió la ancha espalda de Alrik al sentir la energía negativa fluyendo por el corredor.

Asió con fuerza su martillo de guerra en su diestra, el escudo en la siniestra, y apretó los dientes.

- Está bien, olvidémonos de las preguntas - 

- Esqueletos... - maldijo mirando sus armas - tenían que ser esqueletos... -

- ¿Ustedes tienen todo resuelto aquí? - afirmó, más que preguntó, a Alrik y Kromm - ¡entonces vuelvo a tratar de cerrar la puerta! -

Aprovechando que los no-muertos todavía no se habían levantado, Rekbran corrió hasta la puerta abierta donde estaban las camas y los huesos. La cerró y buscó sus herramientas. Su trabajo era abrir cerraduras, pero esta vez pretendía trabarla. No esperaba contener a los esqueletos para siempre, sólo el tiempo suficiente para que el resto del grupo hiciera lo que sabía hacer mejor.

Kromm se había esperado encontrarse aquí cualquier cosa, desde humanos intentando robar el tesoro del Rockseeker hasta goblins viviendo aquí abajo, pero nunca se imaginó encontrar esqueletos.

Al haberlos eso solo quería decir que quien estaba aquí, tenía tiempo como amo y señor de la bodega.

Kromm esbozó una sonrisa y empuñó su arma. Difícilmente estos esqueletos serían aquel monstruo épico que lo mataría, pero aún no sabía cuantos eran.