Partida Rol por web

Dork mira su hacha y luego mira al hielo, "mágico mmm" 

Guarda su hacha y saca su martillo -Mejor no mellar el filo del hacha-

Dork empieza a golpear con su martillo la pared de hielo

Aun así ¿que dicen sobre el esqueleto?

Hay muchas variedades de hongos y plantas creciendo aquí, pero no son peligrosas.

Se encoge de hombros. No es la flora lo que le preocupa.

Ese hielo normalmente no está ahí. No sé qué está pasando...

Dork da un golpe tentativo con su martillo justo en el momento en el que del cofre de Abrojos se escucha un "clic" que señala la apertura de la cerradura.

El bárbaro nota el hielo moverse, la parte superior cae, y se sorprende de que sea tan fácil. Abrojos abre el cofre. Los dos entienden a la vez que algo va mal.

Al abrir la tapa y mirar en el cofre, Abrojos se encontró con dos pequeños ojos que le devolvieron la mirada en torno a dos brazos con garras y un par de alas. El fondo del cofre brillaba reflejando un paisaje extraño de agua burbujeante de varios colores. ¡Era un portal! El ser aleteó, buscando salir de su prisión de madera mientras soltaba una risilla.

- Cuidado, parece un portal... y hay algo aquí - exclama Abrojos, sorprendido. Sin embargo sus acciones son más rápidas que su propia sorpresa. El mercenario actua más por instinto y practica que por voluntad propia al dejar caer sus herramientas al lado del cofre y empuñar su fiel estoque, el mismo que lo ha acompañado durante tantos años.

Con un ágil movimiento inserta la punta de su arma dentro del cofre y utiliza su punta para pinchar a la criatura que ha vislumbrado antes de dar un paso atrás - Con cuidado, estén atentos, tiene alas así que puede volar - exclama poniéndose en guardia

Sorprendidos, todos ven una criatura alada de forma humanoide con el tamaño de un murciélago grande. Aunque tiene forma física y anatomía parecida a la de un humano en miniatura, su piel rezuma un agua verdosa que cae a gotas. El ser intenta salir del cofre, aunque se encuentra con el estoque de Abrojos de camino. La punta del acero se clava en mitad del pecho. Como por arte de magia la herida cierra casi por completo, pero incluso con la sorprendente regeneración está claro que el arma ha dado en blando. La criatura sangra un líquido verde espeso que humea al contacto con el suelo.

El pequeño hombrecillo alado vuela hasta posarse en lo alto de una estantería, a nueve pies del suelo. De camino logra evitar que Abrojos le ensarte otra vez y al sentirse a salvo en alto crea de la nada una flecha hecha de ácido que vuela hacia Abrojos. El proyectil formado con magia falla, pero lo más increíble es que se queda flotando en el aire y vuelve a apuntarse hacia el ladrón, como si estuviera vivo.

Todo esto distrae a Dork, que se da la vuelta para ver qué pasa. En ese momento el muro de hielo se desploma sobre él, empujándolo y entumeciéndolo con un frío que nunca había sentido. No ha sido casual: ¡el muro está vivo! Han aparecido unas grietas que le permiten la movilidad justa para avanzar arrastrándose y atacar. Irradia un frío sobrenatural y se vuelve a alzar imponente, diez pies sobre el suelo, para atacar de nuevo. Entre el impacto y el frío, el golpe ha dejado al semiorco en peor estado de lo que había estado nunca. Mejor no tomar a la ligera a esa masa bamboleante de hielo.

Abrojos decidió que este extraño ser requeriría de metodos menos mundanos que su estoque para acabar con el. Tras enfundar rapidamente el estoque en la funda que colgaba de su cadera, con una de sus manos tomó de su bolsa de componentes unas pizcas de arena coloreada y las lanzó al aire, en dirección al hombrecito volador mientras mascullaba rápidamente unas palabras en el extraño lenguage de la magia

- A ver si puedes regenerar esto - mascullo malhumorado tras ver como la piel se reparaba a si misma

La flecha ácida, normalmente un conjuro inmediato, parece haber tomado forma física y estar dispuesta a repetir su ataque. Abrojos nota en seguida que el patrón cegador de luces no afecta al conjuro flotante, pero cuando el cono multicolor llega a donde está el pequeño ser alado ocurre algo sorprendente.

Blub.

Las luces del conjuro se condensan sobre la libreria, junto al hombrecillo alado, convirtiéndose en una masa semicónica llena de aristas y vértices. El conjuro hecho forma resplandece con muchos colores brillantes y se apoya en dos extensiones que solo ligeramente recuerdan a piernas.

Con un pseudópodo muy real, la cosa multicolor golpea al monstruito con alas. El golpe es muy físico y sin embargo a la clara contusión provocada se suman los efectos del hechizo: el ser alado se queda quieto, como aturdido y a lo más que acierta es a mover la cabeza confundido.

La rociada de color animada no se disipa al crear el efecto, sino que se queda ahí, combatiendo al enemigo mientras desborda por el lado de la librería, pues es más grande que los trasgos.

No lo puedo creer le dijo Kirk a Pikard cuando la habitación pareció volverse loca con muros que atacaban y bichos que salían de cofres. Ni la magia parecía funcionar aquí como los dioses mandaban, y cuando vio el resultado del hechizo de Abrojos, el trasgo abrió mucho los ojos.

Tak, quieto. Abrojos, ese... eso... ¿está de nuestro lado? ¿Lo has hecho tú?

El pequeño trasgo tenía preparado su arco, pero dudaba si usar su guante para invocar un rayo de frío, como otras veces. Podía ser una idea muy buena o terriiiiblemente mala.

- Si... y no sé - contestó el picaro tan sorprendido como el trasgo - Realmente no lo entiendo -

Emmmm, bien.

Kirk había retrasado su acción para saber la opinión de Abrojos, pero ahora quedaba claro que no tenían nada claro. Si él no tenía ni idea, ¿qué iba a saber el trasgo? Este pensamiento le hizo sentirse mejor por ir a hacer algo arriesgado.

Atención, hermano. Espero que no me arrepienta de esto.

El trasgo lanza un rayo de frío contra el humanoide alado usando sus guantes mágicos, como se le ha visto hacer otras veces. No sabe qué esperar de su acción así que simplemente confía en su suerte.

El rayo azul de energía helada vuela hasta el enemigo, como se espera de él, pero se detiene un poco a la derecha y el rayo se condensa formando una forma concreta. Una esfera de frío con una línea azulada colgando, como la cola de un cometa. A diferencia del conjuro de Abrojos, este flota en el aire y es bastante más pequeño.

Con su apéndice golpea al enemigo, transmitiéndole frío con el toque.

El pequeño diablillo acuoso estaba aturdido y cegado por el conjuro, de forma que es presa fácil y chilla de dolor.

Los otros tres cofres de la habitación comienzan a vibrar y sacudirse, como sometidos a golpes desde el interior.

Drusilda retrocede hacia la entrada de la habitación con la katana desenfundada. Yo no seguiría usando magia. Retrocedamos hacia el pasillo y mantengamos un frente de dos hombres, por lo menos cuento ya 5 enemigos. El resto con arcos desde detrás. Se coloca justo en la entrada con el flanco izquierdo cubierto.

El druida, tan sorprendido y sobrepasado por la situación como cualquiera, hace caso a Drusilda y retrocede hasta la puerta. Es probable que lo de esta muralla no le ataque a él, pero no parece estar tan seguro como para arriesgarse.