Partida Rol por web

Lu apuntó con el bolígrafo sobre la servilleta para puntualizar cuál era el local de Clara, cuál el hospital y cuál su recomendación de médico. Esperaba que se deshiciese de lo que fuera que había pillado cuanto antes. 

-Cuanto haga falta. Para eso estamos -apuntó, mirando la tarjeta brevemente antes de guardarla. Le habría palmeado el hombro con colegueo, pero no terciaba en aquel momento. Después se llevó la cerveza a la boca para darle un trago más que generoso al percibir el particular olor de Gwilherm a su espalda. Siempre era una tómbola saber cómo iban a acabar, porque chocaban con tanta frecuencia que lo divertido estaba ya en el no saber-. Nos vemos.

Se dio la vuelta en el taburete un momento antes de tenerlo encima, esgrimiendo una amplia y forzada sonrisa, pasando al inglés en un tono cantarín y casi burlón. 

-There you are, my beautiful bastard. This round is on me.

No esperaba aquel tacto áspero de la tela, pero mantuve mi mano sobre ella mientras intentaba adivinar qué tipo de criatura era aquella que me conducía. ¿Importaba, acaso? De un tipo o de otro, podía sentirla como una diosa. Una de verdad, no como JP, desde luego. La miré un instante, y tras su aspecto frágil y sus ojos nublados descubrí que mi vida dependía de ella, en aquel lugar.

- ¡Hostia! - cuando metí la cabeza en el espacio trasero me encontré de frente con el otro cadáver. - ¡Si este es el Fletcher! ¿Este era su amigo? Pues bien, bien del todo no está, mayormente porque se ha partido el cuello, y hay sangre hasta en los ceniceros, y está más muerto que el carajo. - La imagen de aquel tipo poderoso y temible muerto y apestando a centímetros de mi cara me había soltado la lengua y sentí que en cualquier momento podía echarme a reír otra vez. - Lo siento por su amigo, señorita. Iba usted también en el coche?  - Miré para atrás, con la intención de comprobar que realmente estaba ilesa. 

- Porque el golpe ha tenido que ser fino. ¿No quiere que avise al hospital? De todas maneras, tendremos que llamar a alguien para que recoja esto. - Me pareció una expresión muy desafortunada, dadas las circunstancias, así que volví la cabeza, para encontrarme de nuevo frente a los restos de Montgomery Fletcher, y pude pensar, apenas un instante, en el paso del tiempo, la fugacidad de la vida, la debilidad humana y el recordatorio de que hay que disfrutar de cada día. A punto estuve de susurrar un "no somos nada" pero no quise causar más molestias a la dama, y salí de allí dispuesto a ofrecerle el consuelo de mi silenciosa compañía.

Preocupación en la mirada, y la camisa con los tres primeros botones abiertos en segunda instancia. Tres, que no dos como era lo normal.-But only if it's a strong shot- El otro chico os miró de reojo pero pronto se levantó para irse a una de las mesas mas despejadas. 

Gwilherm se acercó hasta apoyarse con las dos manos en la barra, acorralandote sin querer...queriendo- creo que necesitas también uno, y quizás un billar, un cigarro especial y un martes de carnaval porque tengo noticias, que no te van a gustar- suspiró apoyando por un segundo la frente en la tuya, apenas un roce- he ido a un par de sitios, y el informe de la muerte simplemente ha desaparecido- se deslizó hasta el asiento mas cercano, dejándose caer bastante cansado en el taburete. 

Si, iba en el coche- escuchaste a tu espalda mientras te dedicabas a observar las maravillas de la madre naturaleza en su agónica pulcritud a la hora de eliminar a los seres mas débiles, como tu. Que montón de cosas sin sentido, de olor horroroso y bermellón por doquier. 

Sacaste la cabeza para mirar a la dama que estaba a tu lado, y solo entonces te diste cuenta, de que ya no estaba. Había desaparecido. Escuchaste la policía como estaba muy cerca de la zona del accidente, y viste una patrulla acercándose a bastante velocidad. 

Podías quedarte, o irte antes de que llegasen, porque verte, igual ya te habían visto. Había un pequeño callejón apenas a cuatro metros del coche, justo al lado de la farola donde se habían estrellado que a saber a donde daría. 

Lu se echó ligeramente hacia atrás al verse casi enfrentada por su Galliard, al que podría haberle lamido la cara de haber querido de lo mucho que se le acercaba. Y seguramente para el resto de la estancia era como poco raro, pero lo único que ella hizo fue colgar un dedo de la abertura de su camisa, evidenciando que al muy pillo se le había olvidado un botón, por no mencionar lo poco sutil que era enmascarar su olor personal como que no quería la cosa. Como si Lu no fuese la que se pispaba de todas esas cosas.

-No te hagas el dramático -comentó con sorna, llevándose la cerveza a la boca sin dejar de mirarle a los ojos-. Ya te he dicho que no estaba muerta. Evidentemente, si vas a traer alguien de vuelta, mejor no dejar cosas así a la vista.

Le hizo un gesto para que aguardase un momento mientras giraba en su asiento para buscar a La Jarba. Pidió dos vasos de chupitos y la botella de licor del bueno, dejándole sobre la mesa un billete que cubría más que de sobra la consumición hasta ahora, y posiblemente la que estaba por llegar. Mientras llenaba el cristal con licor, siguió hablando.

-El chico ese que ha venido a verme, en fin... Al parecer trabaja para una tipa que la anda buscando. Una que lleva un local parecido al nuestro pero sin estilo y sin buen gusto. Dice que todo esto tiene que ver con unos seres. En cualquier caso, quiero ver si el hermano de Tati está bien. No quiero que su familia se vea salpicada por esta mierda. -Alzó el vasito para chocar el suyo antes de derramar el licor garganta abajo, como si tuviesen algo que celebrar. El licor ardió como lejía, aunque no es que hubiese bebido lejía en su vida como para hacer la comparación, pero imaginó que especialmente para un humano, debía ser algo así: fuerte, seco y desgarrador hasta el punto de arrugar el rostro durante largos segundos hasta que el ardor rebajaba-. No te queda nada sutil eso de intentar enmascarar dónde o con quién has estado, pichón. La Ragabash soy yo, por si no te acuerdas.

¿Quieres que te acompañe? - Preguntó abrochándose el tercer botón de la discordia mientras miraba la botella de licor ambarino que reflejaba sus multiples matices sobre la barra, con destellos irisados de algún diamante labrado y pulido en mil facciones- eso nos va a matar...- no tenía ni etiqueta. Era probable que os diera una buena cogorza. 

Sirvió los dos chupitos tras abrir la botella, una por la cual deberías de pagar la mitad del sueldo de uno de tus chicos por un mes. Esas cosas no eran nada baratas, pero servirían como para tres o cuatro noches, si lo alargabas. Hacía demasiado que no tomabas ningún especial, porque por norma no tenían demasiadas botellas, pero con la feria, la dichosa feria algunos comerciantes se habían traído objetos "especiales". Entre ellos, alcohol tratado, o tabaco especial para vosotros que os proporcionarían un viaje o muy bueno, o muy malo más allá dela Umbra. 

Salud- De un trago, arrugando el ceño para mirar el minúsculo vaso después. Aquello calentaba el alma, para luego dejarla mucho mas fría de lo que uno recordase. Al menos, por ahora. 

Se puso un tanto nervioso cuando mencionaste lo de ocultar donde había estado, a lo que simplemente suspiró y sirvió otro chute de aquella bebida que olía a anacardos...a naranjas, pomelos y limones dulces...a limones dulces.- No seas así, sabes que a veces es necesario, sobretodo si tenía que venir a un sitio como este. 

Fue una punzada irracional y absurda. Aquel olor no había podido ser real, tan sólo un resquicio en su imaginación. Quizás era una de esas cosas, donde uno creía que había soñado o visto algo, pero el cerebro no rellenaba la información hasta que un estímulo lo suficientemente fuerte azuzaba la conciencia. Se quedó mirando la botella mientras Gwilherm hablaba, pero cuando fue a llevarse el segundo trago a la boca su mano se interpuso con rapidez, agarrándole la muñeca y derramando parte de aquel caro licor.

-Shut up -espetó en tono quedo, mirándole de forma significativa unos segundos, como queriendo hacerle entender que allí había gato encerrado. Quizás era sólo su cerebro jugándole o una mala pasada, o quizás así era como empezaba todo... Y ya sabía cómo iba a terminar. Se recompuso en un instante, volviéndose hacia La Jarba-. Ey. ¿De dónde has sacado esto? Está muy bueno.

Le pilló por sorpresa el gesto, y te miró como si acabaras de derramar el icor de los dioses- oye... 

Las mujer se acercó a vosotros con una sonrisa que denotaba cierto orgullo en ella.- Este que- miró hacia donde antes estaba el chico que acababas de conocer, pero que no estaba ya, creías que se había movido a una mesa, pero al parecer se había ido. Enarcó una ceja- el mismo que siempre nos lo trae. Es escurridizo el muy mamón. 

-Aaah... -dijo Lu con sorpresa, alzando las cejas y mirando hacia donde había estado Eriol-. Ya veo. Qué buenos contactos tenéis. Pues menos mal que me ha soltado el número de teléfono antes de irse, pero tranqui, que vendré a dejarme el porcentaje que te toca en tu barra.

Le guiñó un ojo con gracia y aquella sonrisa lobuna -nunca mejor dicho- de colegueo. Le caía bien, La Jarba y su familia. Eran legales para lo que se respiraba en los alrededores y, aunque nunca lo admitirían, en cierto sentido se parecían a ella y a Gwilherm. Tener un negocio tranquilo que te permita vivir con calma en una ciudad tumultosa llena de cosas imprevisibles y colmilludos de los que pueblan las pesadillas de lo serpientes que eran.

-No sé qué reglas de la casa tiene tu patrón pero tómate uno con nosotros, anda. Invita la que le paga a la casa. O medio, si es muy fuerte para ti -bromeó, moviendo la botella hacia ella. Nada como un reto enmascarado para dar pie a la conversación. Después miró a Gwilherm con una sonrisa velada y se apoyó sobre la barra con ambos codos, pasando el vasito vacío de una mano a otra-. Han estado las cosas muy feas últimamente. Supongo que es el instinto, que al final siempre te hace volver a lo que conoces -comentó quedamente en tono de confesión-. ¿Cómo están las cosas en la comunidad? Veo cachorros nuevos.

Miró de reojo a los renacuajos del billar, tan impetuosos como solían. Seguramente la mitad de ellos no llegasen a vivir treinta años.

Resultó que la mujer, frágil y etérea, llevó su delicadeza hasta el punto de desvanecerse sin previo aviso, porque en un momento me respondía que sí, que iba allí montada en el coche junto al Fletcher difunto - con mejor suerte - y al siguiente se había evaporado sin dejar rastro que yo pudiera reconocer.

La soledad siempre me ha causado una sensación de vacío e incertidumbre, porque rara vez consigo decidirme por actuar de una u otra manera, y por norma general me ocurre que cuando he por fin avanzado el primer paso me arrepiento y descubro los defectos de mi elección y algunas virtudes de las opciones descartadas que antes no había tenido en cuenta, lo que me lleva a la nueva duda de o bien persistir en mi error - ahora identificado - o volver atrás y tomar otro camino e iniciar de nuevo el proceso.

Y si esto solía ocurrirme en momentos de sosiego que me permitían valorar con alguna calma las situaciones, en una noche como aquella mi mente estaba nublada para cualquier conclusión, por obvia que fuera. Por que ¿dónde se había metido la mujer? Y ¿para qué me había llamado? Y ¿por qué se había largado después? Y ¿qué iba a pensar la policía que se acercaba cuando me descubriera allí? Y ¿me daría tiempo a hurgar en los bolsillos de aquel tipo antes de que llegara la poli? Para eso sí encontré una respuesta rápida, porque el coche patrulla se acercaba lanzado y yo no tenía ánimos para hurgar en las ropas de un muerto, así que dejando de lado cualquier otra respuesta, eché a correr hacia la oscuridad del callejón, con la esperanza de encontrar por allí a la mujer de ojos velados y porte de diva.

¿Cómo se iba a negar? Al segundo ya la teníais ahí a vuestra vera mientras G te miraba aun sin saber muy bien a que jugabas. Parecía ligéramente molesto con algo. 

Tus primeras palabras pasaron desapercibidas, pero la pregunta por los cachorros no. Esas no. La mujer te miró con interés renovado en tu persona. Porque claro...igual...-Si, llevan saliendo mejor las crías desde hace unos cuatro años, este año ya llevamos tres nacimientos exitosos, y por ahora todos con defectos pequeños- Tu nunca habías ido a esas celebraciones- ¿Estás pensando en aprovechar la buena luna que tenemos sobre nosotros? Porque es muy buena época para la crianza, quien sabe, igual hasta acabemos tomando mas de lo que nos dan esos malditos chupasangres metomentodo que van pululando...

Por cierto- miró a G mientras te instaba a llevar su vaso de chupito- hace un par de días vino una tipa por aquí, una muchacha de pelo claro y denso como un león albino, que preguntó por ti. No se que quería, pero venía con un tipo de aires...diferentes- se inclinó ligeramente sobre la barra, apoyando sus lozanos pechos en esta, que quedaron apretados- creo que era un hado de esos...-asintió mirándoos a los dos. 

Bueno, en realidad no preguntó por el directamente, si no por si alguien sabía de vuestro local, y solo salió tu nombre. Y esa niña, porque parecía una cría sacada de una de esas películas antiguas, donde aun había inocencia desprendía una curiosa aura. Igual los dos eran de esos...aunque creía que hacía años que no se veía ninguno por aquí. 

Había una funda de gafas negras de cuero duro. 

Críos. No, gracias, pensó. El mundo ya estaba bastante jodido sin contribuir a ello tan activamente. Y recordaba las insistentes charlas de su mentora, cuando todavía era una cachorra y creía en los cuentos de Gaïa y las leyendas de héroes. La progenie, los salvadores, las profecías de que el garou perfecto nacería bajo la luna llena o algo de eso. Pero de cara a La Jarba se limitó a sonreír y asentir mientras seguía hablando sobre los nuevos, apoyando el codo con el brazo en vertical, reposando el mentón sobre el puño cerrado. Después, ante la mención de los husmeadores, su mirada se deslizó ligeramente hacia Guilherm. Últimamente la gente se tomaba muchas molestias por su local. Y... ¿Hadas? ¿A esas no se las había comido ya la corrupción? Sabía que los Fianna siempre habían tenido ese lazo sanguíneo de la época de los celtas y chismas de esas, pero ignoraba que siguiesen rondando por ahí. ¿Cómo? Si hasta ellos habían perdido el túmulo en aquel lodazal.

—Fíjate, qué cosas. Últimamente no hacen más que preguntar por nosotros... —La miró de nuevo, esforzándose porque los ojos estuviesen en su cara— Y la muchacha, ¿te recordaba a un pájaro? De cara redonda, regordeta... Ojos marrones. Así como tímida. Joven. Igual no es la misma. ¿Te dijeron qué querían? O, mejor —Se volvió hacia Guilherm, ahora con la cabeza ladeada, apoyando la mejilla sobre la mano. —¿Tienes idea de quién habla?

Cogiste la funda, y te marchaste dando la vuelta al coche como si tu vida dependiese de ello...porque quizás si que lo hacía. ¿Que pensarían al encontrarte allí? A saber. Si eran buenos, nada, pero si eran malos...si esas personas que iban en el coche patrulla estaban comprados o simplemente eran unos cabrones las ibas a pasar putas. 

Tras asomarte por el callejón, viste que daba a una calle secundaria con algo mas de gente. No en exceso, pero parecía que pasaban algunas personas, pues había una parada de autobús cerca. El mismo que llegó delante de casi tus narices, con dirección a saber donde. 

En aquella calle podría perderme entre el gentío y desaparecer de aquel horrible lugar, pero comprobé que la tranquilidad que me proporcionaba ese pensamiento era muy débil. En unas horas, me había reunido con madame Lu, y había conseguido que me echara de su casa tras haberle contado cuanto sabía de las intenciones de JP.

Tal vez esperara mis noticias o tal vez ni recordara que no estaba a su lado... Estuve tentado de mirar el móvil pero no lo hice. En cambio apreté la funda que acababa de robar del cadáver de un muerto... no un muerto cualquiera, sino el propio Fletcher, tal vez el tipo más rico de la ciudad, estampado contra una farola junto a su chófer. Y esa mujer misteriosa... sería ciega? Desde luego, no era una mujer. Pero me había llevado hasta allí sólo para... ¿para que?

Solo y desorientado, pensé deambular hacia donde mis pies me llevaran mientras dejaba que los pensamientos volaran libres en mi cabeza y formaran alternativas y premoniciones de todo tipo, y ninguna de ellas sería buena para mí. Pero un autobús tenía su parada allí mismo y las puertas se abrieron como llamándome, y también estuve tentado de subir, pues mis negros pensamientos bien podrían formarse sentado en un asiento que me llevara a ninguna parte.

Me quedé ante el gran vehículo y sentí un par de empujones de quienes tenían ya decidido tomar esa ruta - afortunados que conocían su destino o que al menos ya habían tomado una decisión - y el bus se fue llenando de gente, el chófer me lanzó una última mirada y cerró las puertas.

Todavía me quedé un rato allí parado, cuando el vehículo ya se había ido y las luces de los coches pasaban sin cesar ni detenerse ante mí. Al fin, me giré hacia la izquierda - la calle caía en una suave pendiente hacia allí y comencé mi paseo sin rumbo ninguno, intentando comprender qué había pasado desde que me comprara lleno de ilusión aquellos pantalones nuevos que aun llevaba hasta el momento presente, en que un temor frío me invitaba a alargar el momento de enfrentarme con JP y contarle mi fracaso - uno más, casi podía oírla.

Ah no no, al revés- negó la mujer reiteradas veces- era solo huesos- te miró fijamente- tu tienes mas donde agarrar de lo que tenía esa niña.- Cuando le preguntaste se quedó pensando pero tu gesto fue directo a tu compañero que se quedó mirando a la nada. 

No me suena de nada alguien así, pero has dicho que preguntaban por el local, igual estaba interesada en ir o...-

No- habló la Jarba con su entonación algo más alta- te aseguro que ese pajarillo se sonrojó cuando uno de los muchachos se acercó a ella. Dudo mucho que fuese ella quien buscase algo de vuestro negocio. A no ser, que el hombre fuese el tratante y ella solo la acompañante. 

De todas formas, ya os digo, no preguntó en exceso, pareció que solo le sirvió el nombre. Ni siquiera se quedaron a tomar lo que pidieron y pagaron.  

Por cierto- te miró a ti ahora con esos ojos surcados de finas lineas a su alrededor- Eriol parece un buen tipo, pero tened cuidado con él- esperó a que bebierais con ella