Partida Rol por web

Gaius se giró y observo a Arthedain. Sus gestos eran bastante claros, quería buscar algo en una de las paredes y que el resto de su compañeros esperara. El asesino había aprendido en el breve transcurso de su aventura a trabajar en equipo, así que con un suspiro se giró ,aun agachado dando la espalda a la puerta, y miró al elfo esperando que hiciera algún descubrimiento o desistiera de su empeño.

El mediano observó curioso como el elfo intentaba buscar... ¿que? en la pared que tenía a sus espaldas. Sin embargo el estaba más procupado por lo que pudiera venir del techo, dejando pasar a Arthedain a su lado siguió con la vista fija en las alturas, acariciando a su perro mientras sus sentidos se mntenían alertas.

El elfo comenzó a revisar metódicamente la pared que tenía frente a él. Los demás escrutaban impacientes sus movimientos...

Rómulo, aunque de vez en cuando echaba un vistazo a lo que hacía Arthedain, no quitaba los ojos de la oscuridad de la zona superior. Remo estaba inquieto, como todos los demás. De pronto el mediano aferró con más fuerza la correa de su fiel amigo mientras instintivamente afianzaba su mano en la cimitarra. ¡Algo se había movido en la zona superior! Una sombra del tamaño de un humano se había deslizado entre la oscuridad reinante y los escombros que se dejaban entrever desde la zona inferior.

Mientras observaba al elfo Gaius aguzó su oído. Si al menos el clérigo y el enano no hicieran tanto ruido cada vez que se movían. Pero de pronto el asesino miró hacia el techo. ¡Algo se había movido por encima de ellos! Unos pasos rápidos, silenciosos, pero no lo suficiente como para escapar de la atención del joven. Miró alrededor para ver si alguno de sus compañeros había escuchado algo, pero todos parecían más atentos al elfo que a otra cosa. Todos excepto Rómulo. El mediano parecía escrutar el hueco del techo bajo el cual se encontraba Arthedain como si hubiera visto algo.

Arthedain tanteaba la pared con sumo cuidado, intentando descubrir cualquier resquicio que le mostrase un hueco, un mecanismo... ¡Sí! Eso era. Uno de los ladrillos de la pared, con un color más claro que los demás, parecía ceder a la presión. Retrocedió un par de pasos: efectivamente la disposición del emparedado definía lo que parecía ser una puerta de dos metros de alto por otro tanto de ancho que quizás pivotase sobre si misma al pulsar el ladrillo de activación...

Aún sin decir palabra, Arthedain levantó de nuevo el puño, para luego describir la forma de una puerta sobre el muro.

Señalando a Gaius y a Bhain, les hizo señas de que se acercaran mientars indicaba a los demás que se desplegaran por la sala para cubrir cualquier posibilidad. Al llegar Gaius, le señaló el mecanismo y se apartó un par de pasos, cambiando de nuevo la ballesta por la espada, mientras le decía en voz baja: "trampas."

- Atentos - el mediano murmuró preocupado mientras su mano se elevaba hacia uno de los agujeros en el techo - Parece que tenemos compañia -

Sin dudarlo tomó su honda y comenzó a girarla sobre su cabeza, tratando de no perder de vista a su blanco... o mejor dicho a la negra sombra que le había parecido se movía entre la oscuridad.

Mamá apuntó con su ballesta hacia el lugar donde indicaba el mediano intentano dislumbrar "la compañía" a la que hacía referencia y buscar un buen ángulo de tiro.

Silvania tensó un poco más su arco, lista para disparar.

Ante las palabras de su compañero, el instinto activo en Bhain esos mecanismos que le habían mantenido vivo a el durante tanto tiempo. Planto el hacha delante de si y con la vista atenta a cualquier movimiento se plantó en actitud defensiva para proteger a sus compañeros en caso de un ataque

"Parece que nuestros enemigos han decidido dar la cara al fin", pensó Robin. "Pues que no les pase nada, creo que este equipo tiene ganas ya de enfrentarse al Mal cara a cara".

Robin no era muy amigo de las peleas a muerte, pero notaba que la tensión de no poder ver a sus enemigos empezaba a hacer mella en el ánimo de todos; sacudir a algún malvado personaje les sentaría bien, sin duda.

- Parece que no soy el único que se ha percatado de nuestro escurridizo acompañante – pensó Gaius viendo como Romulo avisaba a sus compañeros de la sombra que se erguía en el hueco sobre Arthedain.

Dirigiendo un gesto afirmativo con la cabeza al mediano, el asesino descolgó su arco de la espalda mientras se acercaba a la posición del elfo indicándole con la palma de la mano que se estuviera quieto. Quizás su enemigo todavía no se habría dado cuenta de que le habían descubierto.

Una vez se encontró en una posición elevada ventajosa , sobre alguno de los escombros, le indico a Arthedain que se fijara por encima de su cabeza y se olvidara de la supuesta puerta secreta.

La adrenalina se disparó para todo el grupo: ¡algo acechaba arriba! Pero ¿qué era lo que acechaba?

Tanto Bhain como Robin y Gaius se prepararon para la inminente llegada de cualquier cosa que surgiera de la zona alta. Mientras tanto el mediano musitó unas palabras y todo sintieron la oleada de magia que se materializaba en el piso superior, seguido por el gruñido fiero de un lobo. Le siguió el inconfundible sonido de un animal atacando... a algo.

La mediana corrió hacia la escalera al tiempo que ponía su arco al hombro para tener las manos libres. El lobo no lucharía sólo.

Mamá se acordó de los espías del tejado en el exterior y se giró en redondo para vigilar la puerta de entrada apuntándo con su ballesta a la misma. Quería evitar cualquier tipo de sorpresa.

Silvana corrió hacia las escaleras mientras situaba su arco al hombro. Ascendió rápidamente mientras la maga se giraba hacia la puerta, pendiente de cualquier sorpresa adicional... Todos estaban pendientes de lo que sucedía arriba, donde se oyeron gruñidos guturales y el inequívoco aullido de dolor del animal, mezclado con golpes y arrastrar de pies... Desesperados y sin poder atisbar nada de lo que sucedía en aquella planta superior los aventureros se sentían impotentes.

Silvana alcanzó el borde de la escalera de piedra, intentando sopesar las posibilidades de saltar el hueco...