Partida Rol por web

Viendo que Bhain quería alzarse al piso superior, Robin se acercó hasta las escaleras, dispuesto a echarle una mano al enano.

- ¡Venga, yo te hago pie para que puedas subir más fácilmente! No podemos abandonar a la mediana allí arriba, con lo que sea que nos espere.

- Entonces, hay una puerta en esa pared, o no? - pregunta el druida - si encontramos una escalera mejor, no voy a dejar a Romulo acá abajo, solo. No, no - con la honda en su mano, el mediano está mucho más preocupado por la situación que lo que quiere llegar a reconocer.

Gaius se fijó que Arthedain iba a seguir guardando la posición atendiendo al agujero en el techo. El asesino no era de los que fiaban su espalda a la gente pero había podido observar al elfo en el transcurso de su aventura y casi confiaba en él.

Se volvió a colgar su arco a la espalda y empezó a buscar algún tipo de accionador o trampa en la pared que le habían indicado. Mientras lo hacía quiso recordarle al elfo su cometido actual: – Cúbreme las espaldas, Arthedain, ahora soy un blanco fácil -

Mosest corrió entusiasmado hacia donde se encontraban Robin y Bhain.

-¡Yo también te ayudo!. ¡Y en cuanto esté ahí arriba quiero que me ayudes a subir a mí también! - dijo esto último a Robin

Mientras Mosest, para desánimo de Arthedain, se dirigía con los demás hacia la escalera Gaius se deslizó silenciosamente a sus espaldas. El asesino recorrió con la vista la pared buscando algún mecanismo que pudiera parecer una trampa y, al parecer satisfecho con el resultado, procedió a empujar levemente la piedra que parecía activar la puerta.

Un trozo de la pared giró sobre si mismo haciendo un ruido insistente y pesado. Al otro lado se descubrió una sala en cuyo interior había unos escalones de piedra... pero para desánimo de Gaius las escaleras descendían hacia la oscuridad.

Arthedain giró la cabeza al oir el ruido y de un vistazo se hizo cargo de la situación. "Vale, cierra y después lo exploramos", le dijo a Gaius.

Mamá llamó mentalmente a su familiar que revoloteó hasta colocarse entres sus manos, que la maga había dispuesto juntas a forma de cuenco para que el murciélago se colocara dentro.

-Gelid tuam, gelid sanguinis
corpore mortis gelidus ¡HUYE!

Una luz azulada surgió de las manos de la conjuradora y susurró unas palabras inaudibles al familiar. Éste salió revoloteando hacia uno de los necrófagos. Mamá pensó que si funcionaba el conjuro, al menos uno de ellos huiría y ganarían algo más de tiempo reduciendo temporalmente el número de atacantes.

- Si no estan aquí quizás estén tras las puertas del otro lado - comenta el druida mientras observa como varios de sus compañeros intentas escalar por las tuinas de la escalera y atacar a los no-muertos.

- Espero que así sea. No voy a dejar a Remo solo aquí abajo. Probemos allá. Con suerte detras de esas puertas hay escaleras que suben - comenta el druida mientras se acerca a las otras puertas y se mantiene con su honda preparada

Bhain intento trepar al piso superior, no sabía que estaba pasando pero estaba seguro que no era nada bueno, debía subir y echar una mano, asi que trepo al piso superior

Cita:

Viendo un ejemplo más de situación que se podía ir al garete por la indisciplina de la gente, esperó a que Gaius cerrara la puerta secreta rezongando de nuevo en el dialecto elfo: cazzo, porca madonna, faccia di minchia.

Mientras el enano ya lograba encaramarse un poco con ayuda de los demás(*) la maga lanzó un conjuro sobre su fiel familiar, que revoloteo hacia lo alto intentando alcanzar a una de las criaturas monstruosas. La maga sonrió al notar a través del vínculo emocional que la mantenía unida al animal que su pequeño amigo había alcanzado el objetivo. Sin embargo el breve placer de saber que había acertado su ataque se disipó al notar que el monstruo apenas se vio afectado por el mismo. Además el murciélago estaba ahora en peligro en medio de la barahunda de monstruos que lo rodeaban... ¿Cuantos eran? No podía precisarlo porque la criatura no podía contar, pero entre las sensaciones se notaba gran caos: había más de tres oponentes allí arriba...

Silvania contempló sorprendida como el pequeño murciélago que acompañaba a Mama subía velozmente por uno de los agujeros del suelo. Iba imbuido en una extraña luz azulada y se lanzó directo al cuello de uno de los necrófagos. Durante un breve instante pareció que el monstruo se molestaba más de lo que pudiera afectarle un leve mordisco de tan pequeña criatura y la luz azulada lanzó un restallido. Pero fue solo eso. Si el necrófago se vio afectado por el conjuro de la maga no lo demostró.

Por el rabillo del ojo, a sus espaldas, la mediana veía como Bhain, ayudado por Mosest y Robin, se afanaba en trepar por el mismo sitio que subió ella.